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General: Una historia verdadera Parte 41
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Hermano Cristiano  (Mensaje original) Enviado: 15/01/2015 18:18

Parte 41

Pero no voy a abrumarlos con platicarles cosas que seguramente ustedes también vivieron o las están experimentando en estos momentos, mejor, los voy a hacer partícipes de un sueño, ¿un sueño? del que aún sigo siendo participado y que me ha ido cambiando la vida poco a poco y que me ha permitido ir superando todo lo negativo que se estuvo acumulando en mi vida durante tanto tiempo, lo que ha repercutido favorablemente en mi persona, en mi esposa y en mis hijos, y a través de ellos, en muchas personas con las que convivimos normalmente.

Gran parte de mi vida creí en Dios de acuerdo a la religión que recibí como herencia de mis padres y que me permitió llevar mi vida como mejor me pareciera y sin querer conocer más de Él, sino que me conformaba con lo que recibía esporádicamente de las personas a las que les había dejado esa responsabilidad, creyendo tal vez más en las opiniones de personas de otras religiones ajenas o diferentes a la mía, de amigos, de personas místicas o gnósticas o estudiosos de temas religiosos, de escritores o brujos o adivinos, mismos que fueron haciendo en mí en su momento, una forma prácticamente generalizada de sabiduría humana para creer en Dios.

Así, fui llevando mi vida un largo trecho del camino, confiando más en la sabiduría humana que en la Sabiduría de Dios por desconocer de ella más de la cuenta. Hasta que en una noche, la cual me parecía la más oscura y tenebrosa, porque me tenía sometido un miedo inmenso por no haber medido las desastrosas consecuencias a las que me habían conducido mis afanes y ambiciones de una vida mejor para mí y mi familia; fui como tocado por un rayo que me dejó paralizado sin poder mover un sólo músculo de mi cuerpo, y sin saber cómo, vi hacia atrás, y sobre mi cabeza una especie de sol radiante que solamente la iluminaba a ella, a mi cabeza.

Debo decirles, que este evento ya se había presentado varias veces en mis sueños en los años mozos de mi dorada juventud. Recuerdo que cada vez de que antes de que esto sucediera, sentía pánico, un miedo inexplicable que hacía no querer acostarme a dormir, pero si por alguna razón me recostaba sobre mi cama, comenzaba a escuchar un agudo silbido que pareciera salir de mis oídos en una forma que lastimaba y me paralizaba de miedo, entonces empezaba a escuchar mi nombre: ¡José Luis, José Luis, José Luis! y un murmullo de risas saliendo de no se dónde, me hacían luchar contra esas manifestaciones que me inquietaban sobremanera, por lo que trataba de llamar a gritos a mis padres sin conseguirlo para que me sacaran de ese sopor, y era tanta mi angustia, que luchaba con todas mis fuerzas para mover aunque fuera en forma mínima un dedo, y, cuando lograba conseguirlo, todo se desvanecía como por encanto y una enorme paz me invadía, desapareciendo todo ese terrible miedo y esa gran angustia que en un momento dado había sentido.

No recuerdo cuanto tiempo más padecí de ese evento terrorífico, tal vez desapareció en cuanto me uní en matrimonio civil y religioso con mi esposa, y por lo cual, tuvimos que ir aprendiendo a vivir en forma diferente a como habíamos vivido antes, en la que fuimos sumiéndonos en las tradiciones y formas mundanas que nos condujeron a las angustias, preocupaciones y miedos que padece la humanidad entera.

Bueno, les platicaba que de repente volvió a mí este acontecimiento tan sobrenatural que me sobrecogía de miedo, sólo que ésta vez decidí armarme de valor para saber que motivaba todo aquello que me hacía temblar de miedo y enfrentarme de una vez por todas a lo que desconocía profundamente, pensando que nada podía ser peor de lo que me estaba sucediendo.

Así que me dejé llevar por ese hermoso y brillante resplandor que manaba de ese sol maravilloso y sumiéndome en ese sonido agudo que taladraba mis oídos, hasta que éste desapareció, cambiando ese miedo indescriptible, por una paz que nunca antes había sentido, y volví a escuchar mi nombre, esta vez con un amor y una dulzura infinitas: ¡José Luis, José Luis, José Luis!, y claramente sentí como si alguien se acurrucaba junto a mí y me abrazaba tiernamente como si quisiera consolarme y proteger de todo aquello que me estaba lastimando profundamente.

Entonces comencé a escuchar una voz tan dulce y exquisita que produjo en mí una sensación de alivio, y que me hizo sentir que de ninguna manera estaba solo en estos terribles momentos por los cuales estaba atravesando y que me mantenía sumido en la más espantosa desesperación, la cual tenía que ocultar delante de mi esposa e hijos para que no cayeran en el pensamiento, de que lo que estaba sucediendo en nuestro entorno familiar no tenía solución, solución que estaba a punto de manifestarse poco a poco, si yo me permitía escuchar y atender esa voz que salía desde lo más profundo de mi alma.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: SRA SARA Enviado: 15/01/2015 22:26
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