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LA LUPE ENTRE LA VENERACIÓN Y EL RECHAZO
"Le gusto a la gente porque hago lo que ellos quisieran hacer, pero no se atreven"
Su verdadero nombre es Lupe Victoria Yoli Raymond, aunque es recordada por "La Lupe" y "La Yiyiyi";  nació el 23 de diciembre de 1939, en el barrio San Pedrito de la provincia de Santiago de Cuba, inició su carrera como integrante del trío Los Tropicubas y se destacó como intérprete de ritmos afrocubanos, rancheras, rock americano y boleros.
 
Su primera grabación musical fue con el sello Discuba, en 1960, "Con el diablo en el cuerpo", e incluía, entre otras, famosas baladas norteamericanas en versiones al español como "Loco amor", "Quiéreme siempre" y, su primer éxito, "No me quieras así", tema que el público bautizó como "La Pared", porque solía cantarlo de frente a una pared.
 
En Cuba también grabó "Lo que trajo la ola" y "Volvió La Lupe", convirtiéndose en una de las artistas más aclamadas y ganándose el "Disco de Oro de Popularidad" que le otorgó la disquera RCA Víctor.
 
Su despunte artístico lo logra en Nueva York de la mano del puertorriqueño Tito Puente, luego de haber grabado un disco, en 1964, con el cubano Mongo Santamaría: "Mongo introduce La Lupe", en el que se incluían las canciones "Oye este guaguancó", "Montuneando", "This is my mambo", "Besitos pa' ti" y "Canta bajo".
 
De la mano de Tito Puente debutó en el Lowe's Boulevard Theatre de Nueva York con el bolero "Qué te pedí", dando inicio a una nueva etapa musical que se cristalizó con el álbum, "La excitante Lupe canta con el maestro Tito Puente" (1965), en el que interpretó boleros, bossa nova, guaguancó, cha-cha-cha, bomba, joropo, merengue y cantos santeros.
 
Con esta producción, que vendió más de 500,000 copias, La Lupe permitió que "El Rey del Timbal" superara la crisis artística por la que atravesaba como consecuencia del descenso que sufrieron las grandes orquestas de música latina en Estados Unidos a principio de la década de 1960, luego del cierre del famoso salón El Palladium. 
De esa manera, su presencia le aportará a la banda del timbalero el toque malicioso que pedían los tiempos. 
Su relación con Tito Puente continuó con los discos "Homenaje a Rafael Hernández" (1966), "The king and I" (1967) y "La pareja" (1968), todos para el sello Tico Records.
 
Entre la veneración y el rechazo
A finales de los años 60, La Lupe fue coronada por la prensa latina de Estados Unidos como la cantante más destacada. A su vez, Morris Levy, presidente de Tico Records, la nombró "La reina de la salsa" y Tito Puente la proclamó "The Queen of the Soul".
 
Su voz se paseó por los mejores escenarios de la ciudad neoyorquina: el Manhattan Center, el Carnegie Hall y el Madison Square Garden. También transitó los famosos carnavales de Venezuela y actuó en televisión, en teatros, cabarets y hoteles.
 
Pero su intensa actividad comenzó a troncharse cuando, en 1968, Tito Puente la despide. Aun así, en 1971 participó en una obra teatral junto al actor puertorriqueño Raúl Juliá: la comedia del inglés William Shakespeare "Two Gentlemen From Verona". 
Era la gran época de las "Estrellas de Fania" y La Lupe no pudo integrarse a este nuevo panorama por poseer mala fama y goces de individualista. Corrían los primeros años de la década del 70 y los grandes productores de música latina y caribeña exigían a sus divas una conducta moderada.
 
Además, se señala que Jerry Masucci, jeque del imperio Fania, al comprar los derechos de los sellos Mardi Gras, Tico y Alegre, le impuso un veto musical a La Lupe para impulsar la carrera artística de Celia Cruz.
 
A partir de entonces, la vocalista vuelve a su sitial con el padrinazgo del puertorriqueño Catalino "Tite" Curet Alonso, logrando su cenit con el disco "Un encuentro con La Lupe", grabado en 1974.
 
En 1978, La Lupe, una figura convertida en mito, firmó un contrato con el sello de la Fania para grabar el álbum "La pareja", en un reencuentro con Tito Puente.
 
La reina del desamor 
Con la interpretación de "La tirana" y "Puro teatro", sus canciones se venden como antídotos para abrir y cerrar heridas en corazones accidentados y con despecho, alimentando los escenarios de relaciones amorosas con su inigualable estilo interpretativo, que es, a su vez, la representación del mundo marginal en el que vivió proclamándose su reina.
 
La Lupe revolucionó el ambiente musical caribeño de la época. Su forma de cantar con tono hiriente, con expresiones constantes de irreverencia, llena de trucos y hasta algo descuidada la acercó a la expresión del barrio, en un momento en que los sectores pobres imponían cierto aire agresivo, atrevido y ufano.
 
La cantante había encontrado el secreto en el acompañamiento de sus gritos y gemidos, llevándola a transformar el tono de su actuación. Pero no sólo en la esfera melódica, puesto que también poseía una magia particular que hacía que sus fieles fanáticos cambiaran sus penas y desgracias en celebraciones al desamor. 
En cada aparición, su público se deleitaba con un momento único, enalteciéndose con el disfrute del drama de su actitud violenta y sus expresiones de teatralidad que la hacían desnudar sus desgracias y entrar en arrebatos de furia lanzando sus zapatos y ropas al aire, torciendo su alma al dolor, para ir recobrando su suspiro en el desahogo.
 
El escritor cubano Pedro Cabrera Infante la describió como "un temblor demente, una incursión trepidante, un verdadero ataque". Decía también el literato que en sus salidas al público "parecía poseída por el demonio del ritmo y su miedo escénico se convertía en una forma de terror".
 
Su vida de teatro acabó en desgracias
Vivió en un sótano en malas condiciones y luego acabó junto a su hija en un albergue para deambulantes. Tras arrastrar el dolor de la marginación a la que con tanta furia le cantó, La Lupe abandonó la música para dedicarse a la religión, no sin antes haber vivido una etapa de desgracias. Quien fuera una de las estrellas más veneradas de la canción caribeña de los años 60, acumulando lujos y fortuna, terminó hundida en la pobreza y la miseria.  Su residencia se quemó. En una ocasión se accidentó en su hogar como consecuencia de una caída, lesionándose la columna vertebral. Ese hecho la postró en una silla de ruedas, por lo que tuvo que vivir de la benevolencia de los pocos amigos que le quedaban.
 
En 1986, el estado de Nueva York le dio un apartamento en el Bronx y asumió el coste de la intervención quirúrgica que la hizo volver a caminar.
 
Previo a su fallecimiento se convirtió al evangelismo y grabó cuatro discos religiosos, "Hermana Lupe", "La Lupe", "Dios no es hombre para que mienta" y "La Samaritana". Estas producciones incluyeron varios temas que fueron éxitos de la música popular de su época y que ahora la cantante las interpretaba cambiando sus letras, pero manteniendo el mismo sabor rítmico.
 
Haciendo una reflexión de su carrera, afirmó, en una entrevista con la revista Look, en 1971, que "le gusto a la gente porque hago lo que ellos quisieran hacer, pero no se atreven".   Asimismo, llegó a confesar que, en los años que participó junto al timbalero Tito Puente, había aprendido a ser "más organizada y moderada musicalmente", así como a "seleccionar mejor su repertorio".
 
En el recuento de su historia artística vemos que La Lupe grabó para las principales discográficas de su época: Discuba, RCA Víctor, Riverside, Tico-Records, Sony, Fania, Roulitte-Records y Manzana. 
En cambio, su vida desordenada y revuelta no la llevó a aprovechar los momentos de gloria musical y la fama y fortuna que acumuló.
 
Mucho más famosa que Celia Cruz en los años 60, el éxito de La Lupe se debió en parte a su canto aguerrido, su peculiar y única manera de afrontar el bolero y la cada vez mayor influencia de una música latina alejada de los formalismos de salón que imperaron, en los años 50, en la ciudad de los rascacielos. Ese canto arrabalero, más propio del barrio que de un salón de baile, halló en La Lupe su mejor exponente femenino.
 
Viajó por muchos países de la región y fue cartel principal en los reputados carnavales de Caracas, en los que ganó premios a la mejor cantante y llenaba el aforo de sus presentaciones.
 
En Nueva York actuó en el Carnegie Hall y el Madison Square Garden, tal y como lo recuerdan muchas publicaciones, entre ellas The Village Voice.
 
En los años 70, sin embargo, varios factores incidieron para que su estrellato decayese. Su vida personal y sentimental era un auténtico terremoto (ella era santera y muchos de sus "padrinos" se aprovechaban de su influencia y dinero; su segundo esposo, Willie García, empezó a desarrollar un cuadro esquizofrénico que la obligó a gastar ingentes sumas de dinero en tratamientos médicos), sus hábitos dispensiosos hacían que, por ejemplo, gastase los 20.000 dólares que ganaba en un concierto en un nuevo abrigo de piel. También, la consolidación de la salsa contribuyó a que sus producciones musicales fuesen perdiendo relevancia.
 
"Yo soy la mala"
La Lupe gustaba de coleccionar automóviles de último modelo, abrigos, anillos de brillantes, pestañas postizas y pelucas.   A insistencias de su padre, Tirso Yoli, un obrero de la fábrica de ron Bacardí, se graduó de maestra en Cuba.
 
De niña admiraba a la famosa cantante francesa Edith Piaf, la española Lola Flores y las cubanas Olga Guillot y Celia Cruz.   Mientras actuaba en 1958 en el club El Roco del sector El Vedado, en Cuba, con el Trío Tropicubas, no se podía contener y le gustaba cantar a su manera, saliéndose de la disciplina del grupo, lo que provocó su expulsión.
 
A su arribo a Nueva York, en 1964, tuvo que trabajar en un club nocturno de poca monta, La Barraca, y cobraba $30 dólares por función.  En 1964 se dio a conocer en Nueva York vocalizando la canción "Watermelon Man" con Mongo Santamaría, luego graban un disco y actúan juntos en los lugares de moda de la época como el Apollo Theatre, el Club Triton y El Palladium.
 
Su disco "Homenaje a Rafael Hernández", grabado con Tito Puente, fue premiado en Puerto Rico con una "Placa de Plata".  Cuando, en 1968, Tito Puente la despide, graba el tema "Oriente" y canta: "Ay, ay, ay, Tito Puente me botó".
 
En 1971 participó en la obra teatral "Two Gentlemen From Verona", junto al actor Raúl Juliá, escenificada en Broadway.  Ese año, su esposo, Willie García, se enfermó de esquizofrenia y falleció 4 años más tarde.

Su mala vida la llevó a perder parte de su fortuna y su lujosa mansión de Nueva Jersey valorada en $185,000 y que había pertenecido al actor Rodolfo Valentino.   En uno de sus peores momentos, la cantante visita Venezuela y se recupera económicamente. También la premian con el título de "Artista sensación" y con la "Estrella de Oro".
 
Una de sus aportaciones fue cambiar el rumbo del bolero en medio del boom de la salsa, lo que logra gracias a su inigualable estilo interpretativo.   Las cantantes cubanas Blanca Rosa Gil y Xiomara Alfaro la introducen al evangelismo.
 
Su mejor actuación 
La Lupe tuvo varios matrimonios y procreó dos hijos: René Camaño y Rainbow García.
Fue incluida en el Salón de la Fama de la Música Latina Internacional en Nueva York, en el 2000. 
Hay una calle en El Bronx (140 Este, entre las avenidas St. Anns y Cypress) que se llama "La Lupe Way". 
Tito Puente le enseñó a ser más organizada y a seleccionar su repertorio.
 
Su esposo Willie García fue un cantante cubano del sexteto de Joe Cuba y del Grupo Folklórico Experimental Neoyorquino.
 
Su interpretación de "La tirana" se incluyó en una cinta de Pedro Almodóvar, "Mujeres al borde de un ataque de nervios".  Grabó 25 discos.
 
En los años 80, La Lupe comenzó a tomar unas clases en la Universidad de Lehman, en El Bronx para utilizar el dinero de las becas para renta y comida.
 
En los últimos años se ha intentado rescatar la memoria de La Lupe en producciones teatrales, como "La Lupe: Mi vida, mi destino" del Teatro Rodante Puertorriqueño en Nueva York y "La reina, La Lupe, el musical", interpretada por la actriz Sully Díaz.
 
Su trayectoria, prácticamente olvidada por una generación adormecida por la mal llamada "salsa romántica", fue rescatada por la comunidad homosexual hispana y la inclusión de varios temas suyos en películas de renombre.

Entre sus numerosos admiradores se cuentan el fallecido escritor cubano Guillermo Cabrera Infante y el director de cine español Pedro Almodóvar, que incluyó en la banda sonora de sus películas algunas interpretaciones suyas ("Puro teatro" de Tite Curet Alonso, por ejemplo, suena en Mujeres al borde de un ataque de nervios). De hecho, en España La Lupe es comúnmente asociada con el director manchego, algo que ponen de manifiesto los títulos de una serie de discos recopilatorios publicados por el sello canario Manzana Records: Laberinto de pasiones (probablemente la opción ideal para los que quieran conocer someramente el trabajo de la cantante cubana), Al borde de un ataque de nervios y La ley del deseo (todos ellos, títulos de películas de Almodóvar). El tema Qué te pedí aparece también al inicio de la película Nada (2001) del director cubano Juan Carlos Cremata.
 
Febrero 28 del 1992, un día frió y gris, su corazón dejo de palpitar a causa de un paro cardiaco en el hospital Lincoln, del Bronx, Nueva York.
 
Su muerte causo sensación, dolor y tristeza. Una mujer que logro un triunfo artístico mundial, que vivió como una reina, murió en ruina, por su vicio y extravagancias. 
Muchos dicen que murió por falta de amor, otros porque un corazón no aguanta tanto dolor. 
 
Al fin, murió sola, pero con el amor de su Dios, el todo poderoso. Así como su música, ella vivió su vida, profunda y a su manera.
 
En 2002, la ciudad de Nueva York bautizó como "La Lupe Way" la antigua calle East 140 del Bronx, en memoria suya.

 

 

    

 

 

 
 
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