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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Caroly57  (Mensaje original) Enviado: 24/11/2015 20:10

 

 

Una cuestión de fe 

 

Cuentan que un andinista, desesperado por conquistar el Aconcagua

(de casi 7000 metros de altura, y cubierto en su mayoría de nieve)
 inició su travesía después de muchos años de preparación.
Pero quería la gloria para él solo, así que emprendió la aventura sin compañeros.

Empezó a subir, y se le fue haciendo tarde, y más tarde.

 Lejos de prepararse para acampar, siguió subiendo, decidido a llegar a la cima.

No tardó mucho en oscurecer. La noche cayó con gran pesadez

 en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada.
Todo era negro, nada de visibilidad, no había luna
 y las estrellas eran cubiertas por las nubes.

Fue entonces que, subiendo por un acantilado (a sólo cien metros de la cima),

se resbaló y se desplomó hacia el vacío por los aires. Caía a una velocidad
 vertiginosa, lo único que podía ver eran veloces manchas más oscuras
que pasaban en la misma oscuridad, y todo lo que podía sentir
era la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.

Seguía cayendo... y, en esos angustiantes momentos, le pasaron por

su mente todos los momentos de su vida, los gratos y los no tan gratos.
Él pensaba que iba a morir... sin embargo, de repente,
sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos.
Sí... como todo andinista experimentado, había clavado estacas
de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
 En esos momentos de quietud, suspendido en el aire, no pudo más que gritar:

- ¡Ayúdame, Dios mío...!

Y de golpe, lo inesperado. Una voz grave y profunda

surgió de los cielos para responderle:

- ¿Qué quieres que haga, hijo mío?

- ¡Sálvame, Dios mío!

- ¿Realmente crees que te pueda salvar?

- Por supuesto, Señor...

- Entonces, corta la cuerda que te sostiene.

Hubo un momento de silencio y quietud.

 El hombre se aferró más a la cuerda y se quedo pensando....

Cuentan que el equipo de rescate que fue a buscarlo se sorprendió

 al encontrarlo colgado, congelado, muerto, agarradas con fuerza
 las manos a una cuerda... a tan sólo dos metros del suelo.

Autor desconocido

 

 


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