Olvidando y avanzando

 

“Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está por delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3 13b, 14)"

 

Cuando tenemos pocos meses de haber comenzado un año nuevo, es un tiempo oportuno para olvidar lo que “queda atrás”. Olvidar significa, no volver a recordar, borrar, ignorar, dejar a un lado la atención, dejar sin vestigio. Y nosotros estamos llamados a olvidar y botar a la basura todo aquello que no tiene valor eterno, todo aquello que pensamos, hablamos y realizamos que no está en consonancia con la voluntad de Dios. Debemos hacer un examen profundo de nuestras vidas y “arrojar a lo profundo del océano”, como dice el Señor, todas aquellas cosas que no nos dejan avanzar como lo son el odio, la envidia, la ira, los celos, la calumnia, la mentira, la desconfianza y la negligencia. Por otro lado debemos olvidar todas las ofensas, injusticias y las difamaciones que hemos recibido y sufrimos. “Perdonar, así como hemos sido perdonados en Cristo”. Perdonarnos también a nosotros mismos, por cosas que nos auto acusamos. Estamos llamados a sacar de “nuestra maleta de viajeros y peregrinos” todo aquello que hace pesado el equipaje y no nos deja avanzar.

Olvidar y expulsando todos los males de nuestro corazón, tendremos espacio para nutrir nuestra vida con bondad, paciencia, benignidad fidelidad, fervor, confianza, esperanza, amor y así recordar todas las bendiciones que Dios derramó sobre nosotros. Hay muchas cosas buenas que deben ser guardadas y archivadas porque han sido de crecimiento. Debemos guardar el bien y los momentos de alegría que hemos proporcionado y recibido de nuestros semejantes; los buenos amigos y vecinos; los regalos y las cartas de estímulo; la luz del día, cada nuevo amanecer, porque “nuevas son su misericordias cada mañana”, el descanso de la noche; el pan que a diario Dios nos proporciona; la palabra de Dios en su pureza, claridad y sencillez que ha llegado a nuestro corazón y se encarna porque es convicción de vida. Todo esto, y mucho más deben permanecer con nosotros con gratitud. También debe permanecer aquella experiencia que aunque en el momento nos causó dolor, sentó las bases para crecer como personas.

¿Qué será del futuro? ¿De este año que estamos iniciando? No lo sabemos. Pero de una cosa si es cierta y sabemos que hacer. Estamos llamados a avanzar: “extendiéndonos a lo que está adelante, proseguir a la meta al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. No debemos parar. Parar significa retroceder, y retroceder es ir a la muerte. Nosotros queremos avanzar y progresar en el supremo llamamiento de Dios en Cristo. Con Jesús que nos llama, con El como guía, consejero, maestro y Salvador, podemos comenzar y continuar en este nuevo año con la seguridad absoluta de que seremos victoriosos. Continuemos pues en esta travesía, en este peregrinar hacia la eternidad, “ligeros de equipaje” “dejando el pecado que nos enreda, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, autor y consumador de nuestra fe. (Hebreos 12: 1b, 2ª ) Amén .

 



GRACIAS A LA HNA. SILVIA RODRIGUEZ POR EL FONDO