Conservar o retener el testimonio de Jesús es una de las grandes señales que enfrentan los cristianos cada día. El testimonio de Jesús no es ser buen o mal religioso, tampoco es asistir a determinada congregación, estas cosas son sencillas de practicar; pero tener el verdadero testimonio, el que observan desde los cielos, comienza cuando se sale de las cuatro paredes del templo y se enfrenta el diario vivir.
Dios mira tu testimonio y las personas que te rodean también, sea en el trabajo, en casa, con amigos, en la política o periodismo, en todo lugar te identificarás frente a quienes no lo son. Nunca olvides que la luz siempre vence a las tinieblas y esa luz hay que colocarla muy en alto para que ilumine a todos. La luz proviene del que te ha enviado, por ello esfuérzate en vivir el testimonio de Jesús.
La Sabiduría Milenaria enseña que somos Embajadores del cielo y quienes tienen esta tarea cuentan con las más poderosas armas creadas, caso la palabra de Dios puesta en práctica y la oración sabiamente dirigida. Contra ellas no existe arma forjada. Utilizarlas es el secreto.
Es lamentable que mucho se menosprecie socialmente a los cristianos por sus creencias en Cristo, esto sucede por la ignorancia que muchos tienen del mundo espiritual. Quien “toca” a un Embajador del cielo, a un hijo de Dios, a quien guarda la palabra del testimonio de Jesús, está tocando a quien lo envió, a Dios mismo y “horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo”. Casi podríamos vaticinar el nefasto futuro del agresor y del sorprendente y maravilloso futuro del agredido.
Retiene el testimonio de Cristo, “no perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón, porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra, porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”, dice el Señor.