REFLEXIÓN VIERNES 4 DE NOVIEMBRE DE 2016
“No
ignoren esto, amados hermanos; para el Señor, un día es como mil años, y
mil años son como un día. No es que el Señor se tarde en cumplir lo
que prometió como piensa la gente, lo que pasa es que Dios es paciente
porque no quiere que nadie sea destruido sino que todos cambien su vida y
dejen de pecar.”
2 de Pedro 3:8-9.
Contemplando nuestro diario vivir y los acontecimientos a nuestro alrededor, nos asalta la pregunta:
¿Hasta dónde alcanzará la paciencia de Dios con cada uno de nosotros?
Pecamos de
diversas formas y no nos contentamos solo con fallar una vez. Al
contrario, continuamos desenfrenados, haciéndolo muchas veces.
¿Qué pensará Dios con esa actitud de desobediencia nuestra?
¿Hasta
cuándo tolerará a los que mienten una y otra vez, a los de lengua
difamadora que a diario viven calumniando, al adúltero
que repite y repite su infidelidad, al hipócrita, al engañador, al
ladrón, al homicida y a todos nosotros que constantemente quebrantamos,
de una ú otra forma, sus leyes?
“Dios es paciente porque no quiere que nadie sea destruido sino que todos cambien su vida y dejen de pecar.”
2 de Pedro 3:9. Él espera que todos procedamos al arrepentimiento por
su infinita misericordia, pero no debemos poner a prueba su paciencia, a pesar de que Él siempre extiende su perdón y su gracia
Dice la Escritura:
“El que se pone terco cuando lo corrigen, será destruido de improviso y sin remedio”
Otra versión afirma que:
“El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado y no habrá para él medicina.”
Proverbios 29:1.
Ser perdonado y abandonar para siempre lo que rompe nuestra comunión con Dios, es la clave. Pero,
¿Donde encontramos esas fuerzas para huir de lo que no le agrada a Dios?
De seguro no es dónde el hechicero ó quiromántico. Tampoco es en la
droguería de la esquina, ni en la miscelánea de la plaza. Solo el
Espíritu Santo puede hacer ese cambio en nuestro corazón y transformar
nuestra vida, llevándonos al arrepentimiento y a caminar
conforme a la voluntad de Dios, en el nombre de nuestro SEÑOR
JESUCRISTO.
Nuestro
Padre Celestial es un Dios de segundas oportunidades.
Independientemente, de lo que haya sido tu vida hasta hoy, acércate
a Él, en el nombre de su amado Hijo Jesucristo y permite que en el
poder de su Santo Espíritu, renueve tu mente y tu corazón.
ORACION
“Soberano
Dios y Padre Celestial:”Al corazón contrito y humillado no despreciarás
tú, oh Dios, sea por siempre tú
nombre exaltado y glorificado. Esconde tu rostro de mis pecados y borra
todas mis maldades. Reconozco mi condición delante de ti y acepto la
obra redentora de tu amado Hijo JESUCRISTO en la cruz. Amado JESÚS, toma
el control de mi vida, dirige mis pasos y
permite que el precioso Espíritu Santo me guíe, conforme a tu voluntad y
tus propósitos.” Amén y Amén.
-FELIZ FIN DE SEMANA-
ARBEY SERNA ORTIZ