Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Fraternalmente unidos
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 Normas de convivencia en el grupo-- 
 Lee la Biblia aquí! 
 Biblia en Power Point 
 Conoce tu Biblia 
 La Biblia en ocho versiones 
 Recursos Teológicos 
 Estudios biblicos 
 Reflexiones- Hernán 
 Selección de pasajes Bíblicos- por Hernán 
 Biografías de hombres de la Reforma protestante- Por Hernán 
 Arqueología Bíblica (por Ethel) 
 Reflexiones 
 Jaime Batista -Reflexiones 
 Tiempo devocional-Hector Spaccarotella 
 Mensajes de ánimo--Por Migdalia 
 Devocionales 
 Escritos de Patry 
 Escritos de Araceli 
 Mujer y familia- 
 Poemas y poesias 
 Música cristiana para disfrutar 
 Creaciones de Sra Sara 
 Fondos Araceli 
 Firmas hechas-Busca la tuya 
 Pide Firmas 
 Regala Gifs 
 Libros cristianos (por Ethel) 
 Panel de PPT 
 Amigos unidos-Macbelu 
 Entregas de Caroly 
 Regala Fondos 
 Texturas p/ Fondos 
 Separadores y barritas 
 Retira tu firma 
 Tutos 
 Tareas HTML 
 COMUNIDADES AMIGAS 
 
 
  Herramientas
 
General: CARTA A MI AMIGO
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Néstor Barbarito  (Mensaje original) Enviado: 14/11/2016 10:47

 

Hoy quiero compartir esta “carta” que escribí una mañana de oración,  durante una peregrinación que hicimos con Luisita, mi esposa, a la Tierra Santa, no es precisamente una ilusión, sino la expresión de mis sueños, y los deseos fervientes de un corazón cautivado por la Persona de Cristo, el Señor.

 

La carta decía así:                            

 

Querido Amigo: andar  por estas tierras consagradas por el paso de tus pies doloridos, y seguramente a menudo ensangrentados por las duras caminatas: aquellas andanzas que me refieren tus amigos de  entonces, hoy me llena el corazón de sueños.


¡Me hubiera gustado tanto andar tras de tus huellas por estos caminos, tan polvorientos en aquellos tiempos!… Oír tu voz en los fogones del fin de las jornadas, contándonos anécdotas de tu niñez y adolescencia; tus recuerdos de Familia, los ejemplos que recibiste… Y también comentar y explicarnos las enseñanzas que impartías, con frecuencia en parábolas y ejemplos que sólo podían comprenderse con el corazón abierto y entregado.


Cuánto hubiera deseado  participar de esas largas charlas en casa de Lázaro, Marta y María, donde tu alma se abriría como un jazmín en primavera, inundando de perfume nuestras vidas; donde tu palabra emocionada nos contaría los portentos de amor que encierra el corazón del Padre. Y ser testigo de tu completa y verdadera humanidad cuando lloraste  por  tu amigo, y de tu inmenso poder  sobre la muerte cuando lo devolvías a la vida.

 

¡Y aquella noche en  casa de Saqueo! Cuando el sacramento de tu mirada le alcanzaba el perdón por sus embrollos y lo volvía a la senda… Ser testigo de su gratitud y su arrepentimiento.

 

Qué no hubiera dado yo por presenciar aquella escena en la que Vos anunciabas la Buena Noticia, y de pronto viste abrirse un boquete en el techo, y bajar entre varios amigos  al paralítico en su camilla. Ser testigo de tu asombro ante tamaña osadía y fe de aquellos hombres pobres y sencillos. Y de tu poder desplegado sin vacilar, primero perdonando sus pecados –que es lo que más te aflige de tus hermanos, los hombres, porque nos lleva lejos de Dios- y luego cerrando la boca de tus enemigos; los enemigos de La Verdad, devolviéndole la salud del cuerpo, para mostrarles a ellos (y a nosotros), que  el Padre te dio todo poder en el cielo y en la tierra. También el de perdonar los pecados, devolviendo la salud al alma.

 

Me hubiera gustado estar en el templo, viendo desde atrás de una columna cuando  escribías en la tierra,  y los hombres “observantes de la Ley” comenzaban a recular para ponerse a salvo de tu mirada. ¡De tus ojos! con lo mucho que querría yo poder verlos y reflejarme en ellos aunque sea un solo instante. Y luego cuando perdonabas a la adúltera sus felonías… Hubiera querido ver sus lágrimas de dolor y  felicidad, y presentir su arrepentimiento.

 

Hubiera querido guardar en mis oídos y en mi corazón el timbre de tu voz, que se volvía duro a veces para reprochar a tus paisanos su cerrazón, o para echar del templo a los mercaderes y cambistas, y hasta a Pedro, que en mi nombre –en nuestro nombre- pretendía tergiversar tu destino animándote a ser, aquí en la tierra, un salvador triunfante y glorioso. Otras veces se dulcificaría tu voz hasta el infinito para hablar de las misericordias que cobija el corazón del Padre, y son compartidas por el tuyo; tu Corazón Sagrado,  que tiene con Él una absoluta unidad de intenciones, de amor y de esencia.

 

Hubiera deseado verte de rodillas, lavando los pies de tus amigos,  cuando ya “había llegado la hora”  de  tu supremo ejemplo y sacrificio.

 

¡Qué no daría por haber saboreado después el pan partido por tus manos, y bebido el vino de tu misma copa, tibia aún por el calor de tus labios!

 

Y  acompañarte después con tu Madre y con Juan, al pie del patíbulo en el que mis pecados iban a darte la muerte sin que vos hicieras tan sólo un gesto de rechazo, porque con ella estabas dando el golpe de gracia a mi propia miseria. ¡Vos te entregabas a la Cruz para que a mí me crecieran alas para volar hasta el Cielo!

 

¡Y por supuesto!, hubiera querido compartir al fin con tus amigos la sorpresa y la alegría de tenerte otra vez en nuestra mesa, como antes. Y verte luego regresar al Padre, ahora sí triunfante y glorioso, para decirle «Abbá (Papito) ¡Misión cumplida!».

 

Ya que sé, Señor, que este deseo mío es un puro sueño, pero quiero verte, al menos (¡!) como Pablo en su ceguera, con los ojos del espíritu, y ver el mundo, la Iglesia y los hombres, como Vos los ves. Creer muy fuertemente y descubrir, con ojos de esperanza, tu presencia en la historia, sabiendo sin embargo que el Príncipe de este mundo  aún  tiene poder para someter a los que no te siguen de cerca,  y que el Mal seguirá dando coletazos en la tierra hasta que  vuelvas.

 

Amigo, dame fuerza y convicción para ser tu mensajero ante el mundo; dame el coraje de abrir mi corazón y brindarme a los hermanos como vos lo hiciste —que no otra cosa es seguirte bien de cerca—, a sabiendas de que,  junto a vos, no hay mal que pueda con nosotros, porque «Si Vos estás con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros» .

 

Hasta cada instante. Con amor, tu amigo                                     

                                                       

                                                                                    Néstor

 

 

Espero con ilusión que esta carta haya llegado a manos del Destinatario. Cuando nos veamos, Él me lo habrá de  confirmar. Si te sintieras identificado con estos sueños míos, no dudes en añadir tu firma al pie de esta carta, y  aun tus propias palabras. Esas que sé que te brotan del corazón.

 

 

 



Primer  Anterior  2 a 3 de 3  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 14/11/2016 13:12
¡SI!
Claro que me siento identificado. 
¡Cuanto hubiera deseado, como vos, ser parte de aquellos que compartieron su vida en la Tierra, cuánto desearía hoy dejarlo todo para seguirle, para compartir con él todas sus enseñanzas!
Firmo esa carta, sé que llegará a destino.

HÉCTOR

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 16/11/2016 02:37


Resultado de imagen para Gracias Dios por tu amor y la certeza de la fe

Claro que sí, yo tambien la firmo y agradezco a Dios, por su amor y su constante fidelidad!
Araceli



 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados