Mateo 18:19 al 35 Además les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?
—No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces—le contestó Jesús—.
»Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro.
Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.
El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo.”
El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.
Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió.
Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré.”
Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.
Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido. Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?”
Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.
Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano.
El
texto comienza con una expresión rabínica del tiempo de Jesús. Sólo los
apóstoles tendrían autoridad para decir: ”esto lo enseñó Jesús”, o
negarlo. Estos
discípulos son los responsables de transmitir las enseñanzas del
Maestro, y podían afirmar qué había enseñado Jesús y qué no, y en
especial Pedro.
El
texto propone la necesidad de acuerdo entre ellos (v.19), y realmente
éste es el eje que atraviesa todas las relaciones y vínculos
imaginables. Ponerse de acuerdo es la palabra sinfonía.
Implica que la congregación debe ser una sinfónica. Por razones de
espacio sugiero averiguar las características de lo que es una
sinfónica, pero menciono la definición del maestro Daniel Barenboim: “Es
como una conversación donde vamos hablando y escuchando a la vez”.
Una
sinfónica es justamente ese espacio donde nos escuchamos y expresamos,
siendo lo más significativo y atractivo, la capacidad de ensamblar bajo
la dirección del mejor Maestro.
En
la cabeza de Jesús estaba claro que es imprescindible una “sinfónica
espiritual” para que los “niños” no sean escandalizados, el que se
desvió sea preocupación de todos, y para que exista la posibilidad de
restaurar al que se ha equivocado.
Esta
característica es la que Jesús demanda de toda congregación, comunidad o
grupo humano que quiera realmente construir en el otro. Se entiende
entonces que para que Dios esté en medio de su pueblo obrando, hace
falta una sinfónica y cuando esto existe, entonces y recién entonces,
Dios está en medio de ellos.
La
reacción de Pedro y la ilustración de Jesús se hacen comprensibles (v.
21-35), porque la idea de perdón no era real en las comunidades judías.
Ni el legalismo ni el dogmatismo dejan lugar al perdón. Esa era la
cosmovisión de Pedro y la de su tiempo. Pero Jesús trae una mirada
amplia y plena de misericordia hacia los demás.
Es
que en realidad la única manera que tenemos de mostrar que hemos
alcanzado a comprender en toda su dimensión la misericordia Divina, es
cuando la proyectamos hacia los demás. Sin esta condición es imposible
que exista una sinfónica. ¿Cómo funcionaría ésta si a cada error los
músicos se estuvieran criticando? ¿Discutirían el del oboe con el
violinista y éstos con el trompetista? Por el contrario, lo que se
observa es que necesitan más y más tiempo de ensayo, dedicarse tiempo el
uno al otro para lograr el ensamble que mencionamos…
Tal
vez lo dicho suena muy utópico. Puede ser, pero es el camino que nos
propuso el Señor, y puede ser complejo y difícil, pero la comunidad que
lo logre será una antesala del cielo… y eso esta necesitando la sociedad
hoy.
Alberto Guerrero