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General: ESE DIOS QUE TE HABITA
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Néstor Barbarito  (Mensaje original) Enviado: 14/02/2017 22:59

                 

El Dios que te sopló su aliento en el primer instante de tu vida, esa que te regaló por un puro amor; el Dios que te dio por perdonadas tus trapisondas de antemano cuando mandó a su Hijo a pagarlas “de su propio bolsillo”, con su piel y con su sangre, Él, que después iba a darte su propia naturaleza y esencia, haciéndote definitivamente su hijo «por el agua y el espíritu» (Jn 3, 6),  sigue ratificando permanentemente ese compromiso de  naturaleza y pertenencia con vos, aún cuando una y otra vez te hagas a un lado por el pecado.

 

Él tan sólo espera un gesto tuyo; quizás apenas un movimiento de tu corazón que implique dolor de tus ofensas. Entonces hará que toda su gracia –la sangre portadora de Vida que corre por sus propias “venas”- que había quedado acumulada y como coagulada en las tuyas porque el pecado, como un tumor maligno, se interponía para no dejar que llegara a tu corazón, retome su corriente y siga oxigenando, alimentando y fortaleciendo tu vida interior.

 

La gracia es la Vida de Dios en vos. Esa que comenzó a correr por vos cuando conociste a Jesucristo y su amor inefable, y circuló libremente cuando decidiste seguirlo porque habías descubierto en Él el rostro del Padre. Aquella Vida nueva que Él te dio; “que vino de lo alto”, anidó en tu corazón para siempre. Y nunca su Fuente dejó de habitarte a pesar de tus pecados; a pesar de tus agachadas y patinadas; a pesar de todo. Y nunca dejó de apremiarte a  compartirla.

 

El recurso que Dios tiene para santificarte, imprescindible es que lo sepas, es “contagiarte” su Vida; compartirla con vos “transfundiéndote su propia sangre”. Eso es lo que ha dado en llamarse la gracia de Dios. No es otra cosa que la Vida que circula por “las venas” de Dios. Y hacerla arraigar y crecer en vos es la obra que la Trinidad Santa confía a la Persona del Espíritu Santo, el Médico divino. Para ello se vale de los remedios e instrumentos más aptos: los méritos de Cristo en su Redención. Y no declina nunca en el esfuerzo por cumplir su cometido, aunque para ello deba torcer  -sin vulnerar tu libertad- tus propias y fuertes inclinaciones al mal, como una madre logra corregir, con amor y  por amor, las decisiones y acciones erradas del hijo. Dios se vale para ello de los mil y un recursos que su infinito amor y misericordia le sugieren. Y esta tarea la hace desde adentro de vos mismo. Por eso la Trinidad te habita. Es tu huésped.


Muchas son, sin duda, las miserias que el cristiano carga sobre sus hombros. Muchos también, seguramente, los yerros y culpas que han llenado sus días (pienso en mí mismo; miro mis adentros y revivo mi pasado, incluso contemplo mi presente, y también la historia de los hombres, y aún la de la propia Iglesia), sin embargo Dios no ha dejado de habitar nuestros corazones en el rincón más profundo, oculto y humilde, como late en el corazón de la Iglesia, porque nos ama con amor indefectible. Sólo los hijos podemos -Dios no lo permita- desalojarlo, expulsarlo, apartarlo voluntariamente y cerrarle las puertas. Y aún así Dios hará lo imposible por recuperarnos, y seguramente lo logrará, si el Maligno no ha conseguido anular todo resto de buena voluntad en ellos, y aún  quedan en los corazones, huellas de apego al bien y la bondad. 

 

Dios no se arrepiente de sus promesas. Por boca de Isaías nos dijo: «Aunque sus pecados sean como la escarlata se volverán blancos como la nieve» (Is 1,18), Si esto te pareciera imposible, me animo a recordarte la sentencia del propio Jesús, que dice que «Para Dios, todo es posible» (Mt 20,26). Y si aún no lo creyeras, preguntale al Buen Ladrón, (Lc. 23,39).

                                 

           Jesús nos dejó palabras de alentadora esperanza: «nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre» (Jn 10,29), y yo sé que si alguien se toma el trabajo de leer estas líneas es porque está en sus manos. Abandonémosnos a ellas, no defraudemos a tan tierno y amoroso Papá (Abba). 





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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 15/02/2017 00:53


Profundo mensaje que nos lleva a valorar sabiamente cuanto ha costado realmente nuestra salvación, así tambien cada día debemos declararle a El nuestro amor y gratitud, El habita en nuestros corazones, ese lugar debe mantenerse limpio y ser digno de quien lo habita. Es un mensaje muy completo y claro, gracias a Dios por tan maravilloso amor, solo poir Su gracia nos dió esa Salvación, Gracias hermano!! Araceli


 
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