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General: ¿qué amor?
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 18/02/2017 14:37

¿qué amor?

 

En un artículo de alrededor de 8 años atrás, el conocido autor español contemporáneo Cesar Vidal escribió:

 

Supongo que algunas personas se sentirán sorprendidas de que mencione el Amor de Dios en cuarto lugar dentro del listado de cuestiones que debemos predicar los evangélicos. La verdad es que las Escrituras son, al respecto, enormemente claras. Debe quedar de manifiesto que el amor no es ese sentimiento blando, algodonoso y bonachón que se proclama desde algunos púlpitos y libros y que podría resumir con la frase “Como Dios me ama comprende todo… y puedo hacer lo que quiera”.

 

En los 70 apareció aquí en Argentina la moda de poner en la luneta trasera de los automóviles la frase “sonríe, Dios te ama”. Si tenés como yo un poquito más de 30 te debés acordar.

La frase estaba acompañada por un dibujito de rasgos elementales de una carita sonriente.

La verdad es que nunca compartí del todo esa calcomanía.

Alguien que me conoce podría decir que es porque me cuesta sonreír.

Me costó aceptarla no porque no fuera cierta, sino porque creo honestamente que para que el Amor de Dios pueda cambiar la vida de una persona triste, miserable o deprimida, es necesario que esa persona pueda tomar conocimiento e interpretación plena del significado de ese profundo sentimiento Divino.

Justamente en mi caso este trabajo lo viene haciendo centímetro a centímetro, pero ininterrumpidamente el cincel del Creador.

Para cambiar un rostro triste por una sonrisa inspirado en Dios, es necesario que dejemos transformar nuestra realidad por Él, que dejemos atravesar nuestra alma por el fuego de su Espíritu Santo. 

Alguien podría pensar inspirado en aquella calcomanía que no importan las circunstancias, debemos sonreír.

Y que, aprovechando la bondad y el amor de Dios, tenemos libertad para hacer lo que nos venga en gana.

Por supuesto que Dios comprende todo, pero no lo justifica, ni lo legitima, ni va a dejar de juzgar, y, desde luego, no ve con agrado que hagamos lo que queramos.

Por eso, el Amor de Dios sólo es comprensible si tenemos en cuenta lo que es el pecado y la manera en que ese pecado quebranta la justicia divina y merece un justísimo castigo.

Dice Cesar Vidal que, al respecto, la enseñanza bíblica es clara.

 

En Lucas 15, cuando Jesús narra la parábola del Hijo pródigo, comprendemos el amor del padre precisamente porque hemos visto antes cómo era el hijo pródigo, es decir, un estúpido prepotente y amante de los placeres que no era capaz de comprender la manera en que estaba arruinando su existencia hasta que cae al nivel de los cerdos. Precisamente al reflexionar sobre la gravedad necia e injustificada del pecado del joven, entendemos el amor que le muestra el padre y nos admira aún más su reacción”.

¿Es necesario entonces emular al hijo pródigo para entender a un Padre esperándonos con los brazos abiertos?

Espero que no sea necesario llegar a ese extremo. Pero sí entender que ninguno de nosotros estamos demasiado lejos de esa imagen.

Hemos pecado, y lo seguimos haciendo.

Y con nuestro pecado ofendemos al Cielo, a los hombres y a esa imagen que somos del Creador.

Una señora miembro de una iglesia evangélica decía “La verdad es que yo he cometido tan pocos pecados que no sé si merece la pena que Cristo muriera por mi

Posiblemente con algunos ingredientes personales, muchas personas piensen similar. Personas que han procurado ser honestas, que han criado bien a sus hijos, que han llevado un matrimonio dignamente…

Pero la verdad es que el conocimiento del pecado, de la justicia de Dios y de Su juicio es lo que nos permite acercarnos a comprender, aunque sea de manera limitada, al Amor de Dios.
El apóstol Pablo en la carta a los Romanos, escribió:

 

Romanos 5:6-10  Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno.

Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Con mucha más razón, habiendo sido ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira,

porque, si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

 

La enseñanza de Pablo es indiscutible. Nuestro egoísmo, nuestro deseo de disfrute, nuestra soberbia, sobre todo, puede que se conviertan en una voz que nos diga al oído que quebrantar la ley de Dios en aspectos como el decir una mentirita piadosa o mentir en la declaración de un impuesto, el desear a esa muchacha o a ese compañero de trabajo y mantener esa idea en el paso de los días (aunque nadie termine enterándose aquí en la Tierra de nuestro deseo sexual con esa persona) o el suspender la visita a esa señora que está enferma porque justo a esa hora está la novela que queríamos ver en la tele,  son actitudes o conductas que no tienen especial importancia e incluso pueden ser normales, porque todo el mundo lo hace… y terminamos auto engañándonos al pensar que no representan pecado.

Influye en esta visión light de la realidad espiritual este concepto que heredamos culturalmente de que hay pecados “veniales” y “mortales”, niveles de ofensa menores o mayores.

La realidad es muy diferente. La desobediencia nos convierte en enemigos de Dios.

Y el descubrirnos pecadores nos lleva a entender y maravillarnos del inmenso Amor de Dios, que

Como dice Pablo: Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

 El descubrirnos pecadores y enemigos de Dios nos lleva a descubrir en Su amor un sentimiento que no es de este mundo, porque supera ampliamente las categorías humanas.

 

Ahora que nadie te mira, ahora que estás a solas, me gustaría hacerte una pregunta que te pido que respondas con una mano en el corazón… ¿Estarías dispuesto a dar la vida por alguien?

En el caso en que tu respuesta fuera positiva, ¿por quién?

Ciertamente hay quien daría su vida por su esposo, por sus hijos, por su amigo… por alguien a quien se ama con un amor tan grande que merecería morir por él.

 

Pero nadie en esta vida muere por un enemigo.

¿lo harías?

 

Casi muchos estarán buscando la excusa necesaria para hacer todo lo contrario.

En el caso de Dios, justo juez del universo creado por El, esos motivos se multiplican hasta el infinito con cualquiera de nosotros. Sin embargo, el amor de Dios se manifiesta en que siendo enemigos suyos, nos amó hasta el punto de encarnarse y morir en la cruz por nosotros. El que no capta ese punto no entiende ni de lejos lo que es el Amor de Dios.

Conciencia de pecado, de ofensa, de distanciamiento.

Conciencia de sentirse enemigo.

Por eso es que siento que, para poder predicarle a alguien del Amor de Dios, primero ese que está recibiendo el mensaje debe sentir el peso de esa carga sobre sus hombros.  

Creo con toda humildad que el que no predica esos términos no está predicando el Amor de Dios.

Por eso es que creo que casi nadie entendió esa calcomanía pegada en el parabrisas trasero de miles de automóviles en los 70. Por eso es que muchos aún hoy siguen sin sonreír en la vida.

Dice Cesar Vidal que:

 

 “es que ese Amor precisamente es el que no viola jamás la justicia ni evita el juicio. A decir verdad, ejecuta justicia y juicio, de manera rigurosa y total, pero en la persona de Jesús que ha muerto en nuestro lugar en la cruz”.

 

Romanos 3:21-26:   Pero ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la Ley y por los Profetas:

la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él, porque no hay diferencia,  por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con miras a manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

 

Cierro los ojos y vuelvo a ver a Jesús desangrándose colgado en la Cruz del Gólgota. Y no puedo evitar quebrantarme al entender en este día de un modo especial, que cada gota se su sangre fue derramada por mí, que era su enemigo.

Su muerte es el precio por el derecho a acceder a esos brazos abiertos del Padre, que no escatimó la vida de su propio hijo porque yo pudiera ser digno de su Amor.
Dice Cesar Vidal que:

 

ese Amor precisamente –que es justo, que sobrepasa el pecado, que es sacrificial, que se encarna en la cruz- es el que debemos predicar”.

 

HECTOR SPACCAROTELLA      

tiempodevocional@hotmail.com

 (Basado en un texto de Cesar Vidal, escritor español contemporáneo)



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: PEDRO PABLO 2 Enviado: 19/02/2017 21:33
Muy edificante mensaje hermano Hector. Sin el mensaje de la cruz como centro de nuestro trabajo de obrero evangelista es vano.

Que tengas una muy bendecida semana.

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 20/02/2017 02:49
 Resultado de imagen para muy buenas noches hasta mañana

Héctor, es un excelente mensaje, será de bendición que nos publiques mas cosas de tu autoría, comparto plenamente este mensaje. El amor de Dios es infinito. Ese amor debe ser valorado y comprendido, solo así llegamos a entender cuanto nos ha amado y nuestro espíritu se constriñe en su presencia y llegamos a adorarle en plenitud, gracias hermano, me ha hecho mucho bien leerlo, bendiciones! Araceli



 
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