GENTE DESASTROSA
“Sin bueyes el granero está vacío; mas por la
fuerza del buey hay abundancia de pan” (Proverbios 14:4).
El libro de
Proverbios dice que tú puedes tener un granero limpio, pero sin bueyes en él.
Puedes tener una
“iglesia limpia” donde todo está en orden y estructuralmente perfecta, pero
queremos que hayan bueyes adentro. Si has estado cerca de bueyes, sabes que
defecan en el suelo, resoplan, son malolientes, patean cosas y ¡es un desastre!
¿De qué sirve
una iglesia limpia, un templo prolijo, acondicionado tecnológicamente,
excelentemente iluminado… pero vacío?
¿Y quienes
deberían llenarlo?
¿Gente cristiana
de otras iglesias que no aceptaron la obediencia a sus pastores y líderes, por
lo que buscan menos exigencias espirituales y que “no se les hable de pecado?
¿O personas “desastrosas
que nunca tuvieron la oportunidad de que Jesús pase por sus vidas?
¿Está lleno el
templo donde te congregas de esta gente? ¿Qué hacemos para invitarlos a “ensuciar
la congregación?
¿Te
unirías a mí para ministrar en una iglesia desastrosa? ¿Te unirías a mí para
pedirle a Dios que nos envíe a la gente más desastrosa de esta ciudad?
¿A dónde va tu
mente cuando me refiero a la gente más desastrosa? ¿Va al drogadicto del
callejón o al shopping donde la gente está haciendo compras con su tarjeta de
crédito dorada y conduciendo su auto importado último modelo? Porque ambos son
gente desastrosa.
Cuando hablo de
gente desastrosa, estoy hablando de mí y estoy hablando de ti. También estoy
hablando de los adictos y de los vagabundos y los extranjeros y de las personas
que no son como nosotros; simplemente todos nosotros juntos. ¡Y la verdad es
que todos necesitamos a Jesús!
¿Amén?
Sólo necesitamos
a Jesús. Lo necesitamos en nuestras iglesias. Lo necesitamos en nuestras vidas.
Lo necesitamos en nuestras familias. Lo necesitamos en nuestro ministerio.
Necesitamos que Él nos capacite para vivir el evangelio al que Él nos ha
llamado. La distribución diaria (ver Hechos 6:1-2) es hecha por personas desastrosas
que ayudan a personas desastrosas y no siempre lo hacen bien. Pero doy gracias
a Dios que hay algunos defensores en la iglesia que dicen:
“¡Queremos hacerlo
correctamente! Queremos hacerlo bien…para Su gloria”.
Adaptado por Héctor
Spaccarotella, de un texto original del pastor Gary Wilkerson