Se cuenta que Catalina II de Rusia era mujer de muchos hombres.
La apasionada zarina mudaba de amante a menudo.
En cierta ocasión, tras haber dejado al antiguo favorito Orlow por
el príncipe Potemkin, se cruzaron ambos caballeros en la escalinata
de palacio, cerca de las habitaciones privadas de la soberana.
En lo embarazoso del momento Potemkin, sin perder las formas
se vio en la obligación de saludar y decir algo: ¿Qué tal, conde?
¿Qué novedades hay en palacio?.
A lo que contestó Orlow
sin inmutarse: Nada, príncipe, lo que veis: Yo bajo y vos subís.