Aunque poco se habla del tema, cerca del 3% de la población podría a lo largo de su vida verse afectada por crisis de pánico. Esta patología se encuentra incluida dentro de los trastornos de ansiedad, es decir se relaciona con la angustia, la cual paraliza y desadapta a la persona que padece de estos episodios.

Según nos explica todos los psicólogos clínico, “las crisis de pánico vienen acompañadas de un intenso malestar tanto físico como también a nivel de pensamiento, temor a perder el control, necesidad de escapar, sensación de peligro”. Además de ciertos problemas como fuertes palpitaciones y aceleración de la frecuencia cardíaca, sensación de ahogo, nauseas, temblores y sudoración.

Las crisis de pánico por lo general pueden durar entre 10 y 30 minutos, y alanzan una mayor intensidad en los primeros minutos. A pesar de tener muchas características, esta enfermedad no da mayores indicios para poder saber cuando una persona se podría ver afectada por una crisis de pánico, ya que el surgimiento de estas crisis es de manera súbita, brusca, inesperada e intensa por lo que es difícil de poder advertir para la persona.

Para diagnosticar si una persona padece o no de crisis de pánico el especialista señala que “cuando se diagnostica, tienen que darse cuatro o más de estos síntomas en una crisis” y agrega “además tiende a darse más en las mujeres, en una relación 2 a 1”.

Dentro de las condiciones que pueden propiciar que una persona padezca de crisis de pánico se encuentra el factor hereditario, ya que si los padres a parientes directos hayan tenido un trastorno de pánico, lo cierto es que se tiene entre un 40 y 60% más de posibilidades de desarrollar la patología de crisis de pánico. Sin embargo, esto no hace que se descarte que pueda darse sin ningún antecedente familiar previo.

Las crisis de pánico pueden desaparecer si el paciente lleva un adecuado tratamiento, el cual generalmente consiste en fármacos y la terapia cognitivo conductual, la idea de combinar ambas terapias es que las personas logren manejar de manera eficiente estos episodios de crisis. Por lo general se presentan con mayor frecuencia en la adolescencia y a mediados de los 40 años y el periodo de tiempo que estas perdurarán será variable incluso pueden aparecer crisis a veces separadas por muchos años.