Consuelo

El amor divino me sosiega y me consuela.

Muchas veces otras personas me han consolado. Quizás alguien sobó mi cabeza para consolarme durante una enfermedad. Tal vez descansé en los brazos de un ser querido cuando me sentí abrumado por la tristeza. Estas acciones son manifestaciones externas del amor de Dios.

Si siento temor o duda acerca del próximo paso que he de dar, permito que el Espíritu de Dios me consuele. Envuelto en el abrazo divino, sé que nunca estoy solo. Al acoger esta verdad, me afianzo a las profundidades de la paz en mí. El amor de Dios es inmutable y eterno. El abrazo divino vivifica y sosiega todo. Dios me cuida y me ofrece Su consuelo siempre --incondicionalmente.

Sea ahora tu misericordia para consolarme, conforme a lo que has dicho a tu siervo. --Salmo 119:76

Fe

Cada día edifico mi fe.

Edifico mi fe cada día al recordar que Dios guía cada uno de mis pasos. Al buscar evidencia de la actividad divina, la encuentro por doquier, hasta en lugares inesperados. ¡Qué emocionante es experimentar cómo Dios obra en mi vida! Prosigo con mi día descubriendo a Dios en acción --a mi alrededor y en mí.

Encuentro a Dios en la paz en medio del caos. Siento Su presencia como una "coincidencia" que proporciona un bien inesperado a mi vida. Quizás la solución de un reto que no he podido superar sea ahora clara y aparente para mí. Mi fe se profundiza a diario cuando veo con ojos espirituales y reconozco a Dios en todos los lugares y situaciones.

Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.--Marcos 10:52

Armonía

Me unifico a la sabiduría de mi ser.

Disfruto al estar en armonía conmigo mismo y con las personas a mi alrededor. Sin embargo, a veces me siento un poco molesto o abatido. En momentos como ésos, ¿qué puedo hacer para regresar a la armonía? Demostrar receptividad para descubrir la verdad que necesito saber para restaurar mi paz. Al tomar en consideración maneras alternas de responder a los retos en mi vida, me unifico a la sabiduría de mi ser.

En oración, analizo mis opciones y presto atención a la manera cómo mi cuerpo reacciona a cada alternativa. Noto cuando la paz reemplaza la tensión. Entonces sé qué hacer y tomo acción. Al permanecer en armonía, creo vibraciones de paz que reverberan y son percibidas por las personas a mí alrededor.

Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz.--Zacarías 8:16