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Respuesta  Mensaje 1 de 46 en el tema 
De: elopolis  (Mensaje original) Enviado: 08/08/2022 11:13
Porque no ponemos alguna fabula y asi sabemos quien nos leé?Ahí va la mia

Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa, pero temiendo siempre los ataques de un enorme gato, los ratones no querían salir. Ya fuera de día o de noche este terrible enemigo los tenía vigilados.

Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea a petición del jefe de los ratones, que era el más viejo de todos.

El jefe de los ratones dijo a los presentes:Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No podemos vivir así!

- ¡Pido la palabra! - Dijo un ratoncillo muy atento. Atemos un cascabel al gato, y así sabremos en todo momento por dónde anda. El sonido nos pondrá en alerta y podremos escapar a tiempo.

Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes aplausos y felicidadCon el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para ponerse a salvo.

- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una cuestión importante: ¿Quién de todos le pondrá el cascabel al gato?

Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, muy callados, porque no podían contestar a aquella pregunta. De pronto todos comenzaron a sentir miedo. Y todos, absolutamente todos, corrieron de nuevo a sus cuevas, hambrientos y tristes.

Moraleja: Es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo.



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Respuesta  Mensaje 32 de 46 en el tema 
De: irisolita Enviado: 19/08/2022 16:45
COMO EL LÁPIZ
El niñito miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le pregunto:
- ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos?
¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:
- Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y
preguntó:
- ¿Qué tiene de particular ese lápiz?
El abuelo le respondió:
- Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco
cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.
Primera cualidad: Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda cualidad: De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera cualidad: El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia
Cuarta cualidad: Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Quinta cualidad: Siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos. Por eso intenta ser consciente de cada acción.
Paulo Coelho
Escritor y Novelista Brasilero

Respuesta  Mensaje 33 de 46 en el tema 
De: Taty Enviado: 20/08/2022 03:49
"Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior."


Respuesta  Mensaje 34 de 46 en el tema 
De: irisolita Enviado: 20/08/2022 13:53
CUANDO LOS PADRES NOS QUEDAMOS HUERFANOS (Gabriel García Márquez)
Hay un período cuando los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos.
Es que los niños crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes.
Crecen sin pedir permiso a la vida.
Crecen con una estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia.
Pero no crecen todos los días, crecen de repente.
Un día se sientan cerca de ti y con una naturalidad increíble te dicen cualquier cosa que te indica que
esa criatura de pañales, ¡ya creció!
¿Cuándo creció que no lo percibiste?
¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, el juego en la arena, los cumpleaños con payasos?
El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.
Ahora estas allí, en la puerta de la discoteca esperando no sólo que no crezca, sino que aparezca.
Allí están muchos padres al volante esperando que salgan.
Y allí están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas.
Con el uniforme de su generación y sus incómodas y pesadas mochilas en los hombros.
Allá estamos nosotros, con los cabellos canos.
Y esos son nuestros hijos, los que amamos a pesar de los golpes de los vientos,
de las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y la dictadura de las horas.
Ellos crecieron amaestrados, observando y aprendiendo con nuestros errores y nuestros aciertos.
Principalmente con los errores que esperamos no se repitan.
Hay un periodo en que los padres vamos quedando huérfanos de los hijos.
Ya no los buscaremos más en las puertas de las discotecas y del cine.
Pasó el tiempo del piano, el fútbol, el ballet, la natación.
Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.
Deberíamos haber ido más junto a su cama, al anochecer, para oír su alma respirando
conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia, y a los adolescentes,
cubrecamas de aquellas piezas con calcomanías, afiches, agendas coloridas y discos ensordecedores.
Pero crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto.
Al principio fueron al campo, la playa, navidades, pascuas, piscinas y amigos.
Sí, había peleas en el auto por la ventana, los pedidos de la música de moda.
Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento,
no podían dejar a sus amigos y primeros enamorados.
Quedamos los padres exiliados de los hijos.
Teníamos la soledad que siempre deseamos, y nos llegó el momento en que sólo miramos de lejos,
oramos mucho (en ese momento se nos había olvidado) para que escojan bien en la búsqueda de la felicidad y conquisten el mundo del modo menos complejo posible.
El secreto es esperar. En cualquier momento nos darán nietos.
El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida en los propios hijos.
Por eso, los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño.
Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto.
Así es. Los seres humanos sólo aprendemos a ser hijos después de ser padres; sólo aprendemos
a ser padres después de ser. abuelos.
En fin, pareciera que sólo aprendemos a vivir después de que la vida se nos va pasando. Disfrutemos de nuestros hijos en cada una de sus etapas mientras duremos vivos!!
Gabriel Garcia Márquez.

Respuesta  Mensaje 35 de 46 en el tema 
De: Taty Enviado: 21/08/2022 04:24

Respuesta  Mensaje 36 de 46 en el tema 
De: irisolita Enviado: 23/08/2022 11:00
EscribiR y LeeR Es ViviR
Un hombre trabajaba en una empresa en el área de los refrigeradores. Un día, cuando terminó su horario de trabajo, fué a una de las cámaras frigoríficas para hacer una inspección de última hora, pero por una fatalidad, la puerta se cerró y el quedó encerrado. Aunque grito y golpeó la puerta con todas sus fuerzas, nadie lo escuchó.
La mayoría de los funcionarios ya se habían ido y era imposible escuchar los gritos desde adentro de la cámara.
Cinco horas más tarde, cuando el hombre estaba al borde de la muerte, alguien abrió la puerta. Era el guardia de seguridad quien le salvó la vida.
Después de recuperarse. El hombre le pregunto al guardia de seguridad cómo pudo pasar y abrir la puerta. Cuando eso no era parte de la rutina de su trabajo.
El oficial de seguridad explico: "Trabajo en ésta empresa desde hace treinta y cinco años" "Cientos de trabajadores entran y salen todos los días, pero eres el único que me saluda por la mañana y se despide de mi por la tarde". Los demás me tratan como si fuera invisible. Hoy, cómo todos los días me dijiste "HOLA" en la entrada, pero no escuché tu "HASTA MAÑANA". Espero tú "hola" y tú "hasta mañana" todos los días. Para ti soy alguien. Al no escuchar tu despedida, sabía que algo podía haber pasado.
Moraleja:
Sean humildes y amen al prójimo. Den siempre pruebas de atención, respeto, piedad, perdón, paciencia, intercambiar señales de benevolencia, aprecio, afecto, gratitud y amor.

Respuesta  Mensaje 37 de 46 en el tema 
De: elopolis Enviado: 23/08/2022 14:16
Gracias por participar

Respuesta  Mensaje 38 de 46 en el tema 
De: Taty Enviado: 24/08/2022 04:27

Respuesta  Mensaje 39 de 46 en el tema 
De: elopolis Enviado: 24/08/2022 08:52
Gracias por las fabulas que poneis,se aprende mucho de ellas

El labrador y la víbora

Fabula Labrador Vibora

Adaptación de la fábula de Esopo

 

Esta es una pequeña historia que cuenta lo que sucedió a un hombre compasivo que confió demasiado en quien no lo merecía.  ¿Quieres conocerla?

Érase una vez un granjero llamado Herman que vivía en un país del norte de Europa donde los inviernos eran terriblemente crudos. Los meses de hielo y nieve se hacían interminables, pero el bueno de Herman se negaba a pasar tanto tiempo encerrado en casa sin hacer nada, esperando que volviera la primavera. Por eso, venciendo la pereza y las bajas temperaturas, todas las mañanas se despedía de su mujer con un beso y salía a dar una vuelta por los alrededores. ¡Al menos durante un rato podía admirar el paisaje y estirar un poco las piernas!

Sucedió que un día asomó la cabeza por la puerta y notó que a pesar de que el sol brillaba esplendoroso,  el frío era más intenso que nunca. Antes poner un pie fuera se cubrió con varias prendas de abrigo y por último se tapó la cara con una bufanda de lana gruesa. ¡No quería correr el riesgo de ver su nariz convertida en un témpano de hielo!

– Creo que ahora sí estoy preparado… ¡A mi edad debo abrigarme mucho para no pillar una pulmonía de las gordas!

Envuelto en más capas que una cebolla caminó por el valle entre montañas nevadas, siempre siguiendo el curso del río para no desorientarse. El aire gélido le producía calambres musculares e irritaba sus manos, pero era un hombre acostumbrado a la dureza del campo y el magnífico paseo bien merecía un pequeño sacrificio. Al cabo de media hora, decidió parar a descansar.

– ¡En esa piedra de ahí estaré cómodo!

Se sentó sobre una roca plana y se quedó pasmado mirando el hermosísimo entorno. Cuando volvió en sí recordó  que en su mochila había guardado un suculento emparedado de jamón.

– Voy a tomar un tentempié…  ¡Estoy muerto de hambre!

Herman cogió el emparedado y se lo llevó a la boca. ¡Estaba tan rico que bastaron cuatro bocados para hacerlo desaparecer!

– Bueno, pues hasta aquí ha llegado la mitad de mi caminata. Ahora me toca hacer la ruta en sentido contrario hasta casa. ¡Madre mía, qué frío hace hoy! Espero que no se levante ventisca.

Se puso en pie, se colgó la mochila en la espalda, y cuando estaba a punto de dar el primer paso vio sobre la hierba algo con forma alargada que llamó su atención.  Se acercó despacito  y descubrió que se trataba de una víbora de color gris y manchas negras. La pobre no se movía y estaba más rígida que un palo de madera.

– ¡Oh, qué pena! Debe llevar horas a la intemperie y está a punto de morir por congelación. ¡Pero si no puede ni abrir los ojitos!… Lo mejor será que la ponga junto a mi pecho para que se caliente un poco.

Herman, que era un hombre muy sensible al sufrimiento de los demás, sintió mucha compasión. Sin perder un segundo se desabrochó  la ropa que llevaba encima y dejó parte de su torso al descubierto. Inmediatamente después colocó al animal pegadito a su blanca piel, justo a la altura del corazón.

– Está completamente paralizada, pero creo que así se reanimará.

Volvió a abotonarse una a una todas las prendas  y tomó el camino de vuelta.

– Esta pequeñina  no merece morir. ¡Espero que supere este trance y sobreviva!

Gracias al calor y al movimiento de Herman al caminar, la víbora empezó a salir de su letargo. Primero desapareció la parálisis de su cuerpo y a continuación fue recobrando los sentidos. ¡En cinco minutos volvió a sentirse como nueva! Una gran noticia si no fuera porque al recuperar la forma física y el instinto natural se comportó como lo que realmente era: un animal salvaje y peligroso que no dudó en abrir las fauces para dar un mordisco a su salvador. Sin esperarlo ni merecerlo, el bueno de Herman sintió una punzada muy dolorosa en el cuello que le hizo perder el conocimiento y caer desplomado.

——–

Por suerte su esposa, extrañada por la tardanza, había salido en su busca a lomos de uno de sus caballos. Conocía perfectamente cuál era su ruta diaria, así que no tardó en encontrarlo. Estaba tirado en el suelo, inmóvil como una estatua, blanco como el merengue.

– ¡Herman, Herman! ¿Qué te ha pasado, amor mío?… ¡Herman!

Bajó del caballo y al agacharse junto a él vio que una víbora se alejaba reptando a toda velocidad.  Horrorizada, empezó a comprenderlo todo. Retiró la ropa de Herman y descubrió las sangrantes y profundas marcas de los colmillos.

– ¡Oh, no!… ¡Herman!

¡No había tiempo que perder! El veneno del reptil se había extendido como un reguero por sus venas y su existencia corría serio peligro.

– ¡Si la ponzoña alcanza su corazón será demasiado tarde!… ¡Tengo que actuar deprisa!

Con valentía y decisión acercó la boca a la mordida y se puso a succionar y escupir la saliva mortal de la serpiente hasta la última gota.

– ¡Creo que ya estás limpio porque el color está regresando a tus mejillas! ¡Lo mejor será que te suba al caballo y regresemos a casa!

Pasaron muchas horas hasta que Herman logró despertarse de su profundo sueño, y cuando lo hizo, se encontró tumbado en la cama y con el cuello rodeado por un vendaje. Su mujer le miraba fijamente mientras acariciaba sus manos con dulzura.

– Querido, casi te pierdo… ¡Te ha mordido una víbora!… La verdad, no entiendo cómo ha podido sucederte algo así…

El granjero,  algo aturdido, suspiró.

– ¡Ay, no le busques explicación, querida! Tan solo puedo decir que la culpa es mía por haber ayudado a un ser malvado que no merecía mi compasión. Pero tranquila, no sufras más por mí: te aseguro que he aprendido la lección y jamás me volverá a ocurrir.

Y dicho esto, Herman dio un amoroso abrazo a la mujer que más quería y que le había salvado la vida.

Moraleja: Procura rodearte siempre de gente con buen corazón, gente que te quiera de verdad y desee lo mejor para ti. Por el contrario, aléjate de las personas con malos sentimientos, pues sus intenciones no suelen ser buenas y  en cuanto se les presente la ocasión, te traicionarán.


Respuesta  Mensaje 40 de 46 en el tema 
De: elopolis Enviado: 25/08/2022 07:51

 

Había una vez un burro que se encontraba en el campo feliz, comiendo hierba a sus anchas y paseando

tranquilamente bajo el cálido sol de primavera. De repente, le pareció ver que había un lobo escondido entre los matorrales con cara de malas intenciones.

¡Seguro que iba a por él! ¡Tenía que escapar! El pobre borrico sabía que tenía pocas posibilidades de huir. No había lugar donde esconderse y si echaba a correr, el lobo que era más rápido le atraparía. Tampoco podía rebuznar para pedir auxilio porque estaba demasiado lejos de la aldea y nadie le oiría.

Desesperado comenzó a pensar en una solución rápida que pudiera sacarle de aquel apuro. El lobo estaba cada vez más cerca y no le quedaba mucho tiempo.

– ¡Sí, eso es! – pensó el burrito – Fingiré que me he clavado una espina y engañaré al lobo.

Y tal como se le ocurrió, empezó a andar muy despacito y a cojear, poniendo cara de dolor y emitiendo pequeños quejidos.

Cuando el lobo se plantó frente a él enseñando los colmillos y con las garras en alto dispuesto a atacar, el burro mantuvo la calma y  siguió con su actuación.

– ¡Ay, qué bien que haya aparecido, señor lobo! He tenido un accidente y sólo alguien tan inteligente como usted podría ayudarme.

El lobo se sintió halagado y bajó la guardia.

– ¿En qué puedo ayudarte? – dijo el lobo, creyéndose sobradamente preparado.

– ¡Fíjese qué mala suerte! – lloriqueó el burro – Iba despistado y me he clavado una espina en una de las patas traseras. Me duele tanto que no puedo ni andar.

Al lobo le pareció que no pasaba nada por echarle un cable al burro. Se lo iba a comer de todas maneras y estando herido no podría escapar de sus fauces.

– Está bien… Veré qué puedo hacer. Levanta la pata.

El lobo se colocó detrás del burro y se agachó. No había rastro de la astilla por ninguna parte.

– ¡No veo nada! – le dijo el lobo al burro.

– Sí, fíjate bien… Está justo en el centro de mi pezuña. ¡Ay cómo duele! Acércate más para verla con claridad.

¡El lobo cayó en la trampa! En cuanto pegó sus ojos a la pezuña, el burro le dio una enorme coz en el hocico y salió pitando a refugiarse en la granja de su dueño. El lobo se quedó malherido en el suelo y con cinco dientes rotos por la patada.

¡Qué estúpido se sintió! Creyéndose más listo que nadie, fue engañado por un simple burro.

– ¡Me lo merezco porque sin tener ni idea, me lancé a ser curandero!

Moraleja: cada uno tiene que dedicarse a lo suyo y no tratar de hacer cosas que no sabe. Como dice el refrán:  ¡zapatero a tus zapatos!



Respuesta  Mensaje 41 de 46 en el tema 
De: irisolita Enviado: 25/08/2022 11:10
⏳EL COFRE DE VIDRIOS ROTOS
Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Había trabajado duramente como sastre toda su vida, pero los infortunios lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no podía trabajar.
Las manos le temblaban tanto, que no podía enhebrar una aguja, y la visión se le había enturbiado demasiado para hacer una costura recta.
Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez por semana.
El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos:
— No quieren estar conmigo ahora; se decía...
— Tienen miedo de que yo me convierta en una carga.
Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan.
A la mañana siguiente, fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande. Luego fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que le diera un cerrojo viejo. Por último, fue a ver a su amigo el vidriero y le pidió todos los fragmentos de vidrio roto que tuviera.
El anciano llevó el cofre a su casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y lo puso bajo la mesa de la cocina.
Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies, y mirando bajo la mesa preguntaron:
— ¿Qué hay en ese cofre?
El anciano respondió:
— ¡OH nada! Sólo algunas cosas que he ahorrado.
Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron un tintineo. Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años susurraron. Deliberaron y decidieron turnarse para vivir con el viejo, y así custodiar el "tesoro".
La primera semana el hijo menor se mudó a la casa del padre, lo cuidó y le cocinó.
A la semana siguiente, lo reemplazó el segundo hijo, y la semana siguiente acudió el hijo mayor. Así siguieron por un tiempo.
Al fin el anciano padre enfermó y falleció. Los hijos le hicieron un bonito funeral, pues creían que una fortuna los aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían costearse un gasto grande con el viejo.
Cuando terminó la ceremonia, buscaron en toda la casa hasta encontrar la llave, y abrieron el cofre. Por cierto, lo encontraron lleno de vidrios rotos.
— ¡Qué triquiñuela tan infame! exclamó el hijo mayor ¡Qué crueldad para con sus hijos!
— ¿Pero, qué podía hacer? - preguntó tristemente el segundo hijo
— Seamos francos. De no haber sido por el cofre, lo habríamos descuidado hasta el final de sus días. Estoy avergonzado de mí mismo —sollozó el hijo menor—. Obligamos a nuestro padre a rebajarse al engaño, porque no observamos el mandamiento que él nos enseñó cuando éramos pequeños.
El hijo mayor muy enojado, volcó el cofre para asegurarse de que no hubiera ningún objeto valioso oculto entre los vidrios, y los desparramó en el suelo hasta vaciar el cofre.
Los tres hermanos miraron silenciosamente dentro y leyeron una inscripción que el padre les había dejado en el fondo: "Honrarás a tu padre y a tu madre"

Respuesta  Mensaje 42 de 46 en el tema 
De: Taty Enviado: 26/08/2022 04:36

Respuesta  Mensaje 43 de 46 en el tema 
De: elopolis Enviado: 26/08/2022 10:38
Irisolita:preciosa historia la del padre,eso suele pasar a muchas personas,las dejan solas y abandonadas,solo si tienes algo te atienden,hay un refran que dice....tanto tienes tanto vales

Respuesta  Mensaje 44 de 46 en el tema 
De: elopolis Enviado: 27/08/2022 10:42
Hoy dejo una fabula

Instalado en la plaza pública, un adivino realizaba y se entregaba a su oficio. De repente se le acercó un vecino, anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que habían robado todo lo que había en su interior.

El adivino se levantó de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado y suspirando, para ver lo que había sucedido.

Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo:

- Oye, amigo, tú que te vanglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué no has previsto lo que te sucedería a ti?

El adivino no supo qué responder.

Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de los demás. Tan sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro dinero. Pues el que no busca resolver sus problemas no tienen el derecho a aconsejar o entrar en su vida.



Respuesta  Mensaje 45 de 46 en el tema 
De: irisolita Enviado: 27/08/2022 17:21
"CUANDO VENGAN CON CHISMES, PONGAMOS EN PRÁCTICA LA PRUEBA DE SÓCRATES.
En la antigua Grecia Sócrates tenía una gran reputación de sabiduría. Un día vino alguien a encontrarse con el gran filósofo, y le dijo:
– ¿Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo?
– Un momento –respondió Sócrates– antes que me lo cuentes, me gustaría hacerte una prueba la de los tres tamices.
– ¿Los tres tamices?
– Sí -continuó Sócrates– antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno tomar el tiempo de filtrar lo que se quiere decir.
Lo llamo prueba de los tres tamices. El primer tamiz es la verdad. ¿Has comprobado si lo que me vas a decir es verdad?
– No, sólo lo escuché.
– Muy bien. Así que no sabes si es verdad. Continuamos con el segundo tamiz, el de la bondad. Lo que quieres decirme sobre mi amigo, ¿es algo bueno?
– ¡Ah, no! Por el contrario.
– Entonces -cuestionó Sócrates– quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro que sean verdaderas.
Tal vez aún puedes pasar la prueba del tercer tamiz, el de la utilidad. ¿Es útil que yo sepa lo que me vas a decir de este amigo?
– No.
– Entonces -concluyó Sócrates– lo que ibas a contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil; ¿por qué querías decírmelo?
"Mejoremos para bien nuestra vida individual y la sociedad cambiará también."
Desconozco el autor

Respuesta  Mensaje 46 de 46 en el tema 
De: Taty Enviado: 27/08/2022 20:55


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