EL CAMINO HACIA EL SER REAL.-
Podemos utilizar las metáforas empleadas por Friedrich Nietzsche. Él
dice que la vida del hombre puede dividirse en tres metamorfosis del
espíritu sucesivas.
A la primera le llama "el camello", a la
segunda le llama "el león" y a la tercera "el niño". Son metáforas muy
preñadas..., el camello, el león, el niño.
Cada ser humano tiene
que hacer uso y asimilar la herencia cultural de su sociedad; su
cultura, su religión, su gente. Tiene que asimilar todo lo que el pasado
pone a su disposición.
Tiene que asimilar el pasado; esto es lo que Nietzsche llama
la etapa del camello. El camello tiene el poder de almacenar en su
cuerpo enormes cantidades de alimentos y agua para su arduo viaje a
través del desierto.
Y la situación es la misma con el ser humano; tienes que atravesar el desierto, tienes que asimilar todo el pasado.
Y recuerda, no bastará sólo con memorizarlo..., hay que asimilarlo. Y
también recuerda: si una persona se limita a memorizar el pasado es
porque no puede asimilarlo. Si puedes asimilar el pasado te liberas de
él.
Puedes utilizarlo, pero no te puede utilizar. Puedes poseerlo, pero no te puede poseer.
Cuando has asimilado el alimento no necesitas recordarlo. No existe
separado de ti: se ha convertido en tu sangre, tus huesos, tu médula; se
ha convertido en ti.
El pasado tiene que ser digerido. No hay
nada malo en el pasado. Es tu pasado. No necesitas empezar desde el ABC,
porque si cada individuo tuviera que empezar desde el ABC no habría
mucha evolución.
Por esta razón los animales no han
evolucionado. El perro es igual que el que había hace millones de años.
El hombre es el único animal evolutivo. ¿Cuál es la causa de esta
evolución?
La evolución se produce porque el hombre es el único
animal que puede asimilar su pasado. Una vez que asimilas el pasado te
liberas de él. Puedes moverte libremente y usar tu pasado.
Sino tendrás que pasar a través de muchas experiencias; tu vida será desperdiciada.
Puedes subirte a la espalda de tus padres, a la de tus antepasados y a
la de sus respectivos padres y antepasados. El hombre está siempre
subido a la espalda de otro hombre, por eso alcanza esa altura. Los
perros no pueden hacerlo, los lobos
tampoco; dependen de sí mismos. Su estatura es su propia estatura.
En tu estatura el Buda, Cristo, Patanjali, Moisés y Lao Tzu están
asimilados. Cuanto más grande es la asimilación mayor es tu estatura.
Puedes mirar desde la cima de una montaña,
tu visión es grande.
Asimila más. No hace falta que te limites a tu gente. Asimila todo el
pasado de las gentes de la tierra; sé un ciudadano del planeta tierra.
No hace falta que te limites al cristiano, al hindú, al mahometano.
¡Asimílalos a todos! El Corán es tuyo,
la Biblia es tuya, igual que
el Talmud, igual que los Vedas y el Tao Te King; todos son tuyos.
Asimílalos, de esta forma la cima desde la que mirarás a lo lejos será
más alta, y serán tuyas tierras y visiones distantes.
Nietzsche llama a esto la etapa del camello, pero no te quedes ahí atascado.
Hay que moverse. El camello es la larva, el acumulador. Pero si te
quedas atascado en esta etapa y permaneces para siempre como el camello,
no conocerás las bellezas y las bendiciones de la vida. Nunca conocerás
a Dios.
Te quedarás anclado en el pasado. El camello puede asimilar el pasado pero no puede usarlo.
En el transcurso de su desarrollo personal llega un momento en que el
camello se tiene que transformar en un león, para romper en pedazos el
enorme monstruo conocido como: "No debes...".
El león en el hombre ruge en contra de la autoridad.
El león es la reacción, la rebelión en contra del camello. El individuo
ahora descubre su propia luz interna como la fuente primordial de todos
sus valores auténticos. Se hace consciente de que su obligación
principal es para con su propia creatividad interna, con su potencial
más escondido.
Algunos se quedan atascados en la etapa del león: siguen rugiendo y rugiendo hasta que acaban exhaustos.
Es bueno convertirse en un león, pero uno todavía tiene que dar un salto más, y éste consiste en convertirse en el niño.
Ahora bien, todos vosotros habéis sido niños. Pero aquellos que saben, dicen que la primera infancia es una falsa infancia.
Es como el primer diente: tiene aspecto de diente pero no sirve para nada, se tiene que caer. Después nacen los dientes reales.
La primera infancia es una infancia falsa, la segunda infancia es la
verdadera. A ésta se la llama "la etapa del niño" o "la etapa del
sabio"; significan lo mismo. A menos que la persona se vuelva totalmente
inocente, libre del pasado, tan libre que no esté ni en su contra...
Recuérdalo, la persona que todavía está en contra del pasado no está realmente libre de él. Todavía tiene algunos rencores,
algunas quejas, algunas heridas. El camello todavía le persigue, la sombra del camello todavía le ronda.
El león está ahí pero todavía tiene miedo del camello, aún teme que vuelva.
Cuando el miedo del camello ha desaparecido por completo, el rugido del león se detiene. Entonces nace la canción del niño.
Me gustaría que entraras en estas tres etapas, de un modo profundo y penetrante, porque tienen un valor inmenso.
La etapa del camello, la asimilación, equivale al niño en el vientre
que no hace otra cosa que asimilar, come de la madre, no deja de crecer,
está preparándose para el último salto, para entrar en el mundo. Ahora
mismo el niño no tiene otro trabajo: durante nueve meses en el vientre
de la madre come y duerme, duerme y come. Continúa comiendo y durmiendo;
éstas son sus únicas dos funciones. Incluso después de nacer, el niño
estará haciendo lo mismo durante meses: comer y dormir.
Poco a
poco, dormirá menos e irá comiendo menos. Está listo, está listo para
convertirse en un individuo, y cuando esto ocurre aparece la
desobediencia. El niño empieza a decir que no, el decir sí va
desapareciendo poco a poco. Muere la obediencia, nace la desobediencia.
El estado del camello es el de la asimilación. El camello no sabe cómo
decir no, no está familiarizado con el no. No ha escuchado la palabra y
no ha disfrutado de las alegrías de decir no. Él sólo conoce el sí. Su
sí no puede ser muy profundo, porque sin conocer el no tu sí no puede
ser muy profundo; no puede dejar de ser superficial. El hombre que no ha
conocido el no, ¿cómo puede conocer realmente el sí? Su sí será
impotente. El sí del camello es impotente, porque no sabe lo que está
sucediendo; sigue diciendo sí porque es la única canción que le han
enseñado.
Obediencia, creencia; éstas son las características de la etapa llamada "camello".
Adán estaba en este estado antes de comer el fruto del Árbol del Conocimiento, y todo ser humano pasa a través de este estado.
Es un estado anterior a la mente y al ser. Todavía no hay una mente.
Ésta está creciendo pero no es un fenómeno completo; es muy vago,
ambiguo, oscuro, nebuloso. El ser está en camino pero sólo en camino; no
tiene una definición clara.
El niño todavía no se reconoce a sí mismo como separado.
Adán antes de comer del fruto era parte de Dios. Estaba en el vientre,
era obediente, decía sí, pero no era independiente. La independencia
entra sólo por la puerta del no; por la puerta del
sí sólo entra la
dependencia. Por eso en la etapa del camello hay dependencia,
impotencia. El otro es más importante que tu propio ser: Dios es más
importante, y también el padre, la madre, la sociedad, el sacerdote, el
político. Excepto tú, todo
el mundo es importante; el otro es importante, tú todavía no estás ahí. Es un estado muy inconsciente.
La mayoría de la gente se queda enganchada ahí; siguen siendo camellos.
Casi el noventa y nueve por ciento de la gente siguen siendo camellos.
Es una situación muy triste que el noventa y nueve por ciento de los
seres humanos se queden en larvas. Por eso hay tanta desgracia y no hay
alegría. Y puedes seguir buscando la alegría pero no la encontrarás,
porque la alegría no es algo que se dé ahí fuera.
A menos que tú
te conviertas en un niño -cuando se llega al tercer estado-, a menos
que te transformes en una mariposa, serás incapaz de conocer la alegría.
Ésta no es algo que se da fuera, es una visión que crece dentro de ti.
Es sólo posible en la tercera etapa.
La primera etapa es la de la
desgracia y la tercera es la de la dicha, y entre las dos está el
estado del león, que algunas veces es desgraciado y otras agradable,
algunas veces doloroso y otras placentero.
En la etapa del
camello sois loros. Sois sólo memorias y nada más. Toda vuestra vida
consiste en creencias que os han dado otros. Ahí encontrarás a los
cristianos, los musulmanes, los hindúes, los jainistas y los budistas.
Ve a las iglesias, a los templos, a las mezquitas y encontrarás grandes reuniones de camellos.
No hallarás ni a un solo ser humano. Están repitiendo, como loros.