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♥ Temas de Familia ♥: 5º PARTE
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: LOLY-AMOR  (Mensaje original) Enviado: 24/06/2009 01:50

Ahora, al separarse de ellos se queda sin la fuente de protección y amor. Tratara desesperadamente de conseguir otro grupo que reemplace al familiar y le permita tener pertenencia a el. Se agrupara entonces con otros adolescentes, que tienen sus mismos problemas, y constituirán "la barra" (la pandilla), que ha de asumir el rol que antes desempeñaban los padres."2

"La barra (pandilla) impone las normas de conducta, desde como vestirse hasta como hablar"3

He aquí lo que suena mas paradójico: por un lado el adolescente busca casi desesperadamente su yo personal, nuevo, afirmado, y por otro desea tanto pertenecer (aunque lo que mejor deberíamos decir es que teme quedar fuera) que puede llegar a sacrificar cualquier conquista en esta línea. Pero debemos decirlo con claridad: el hecho que los adolescentes se junten y armen grupos es algo natural, sumamente sano, propio de la edad y que puede servir para motorizar su proceso de personalización y socialización. Lo importante es tener perfectamente claras las reglas de los grupos en los que se integran y como se ejerce el liderazgo en ellos. "Aun cuando los hijos han recibido mensajes positivos y veraces, que les permiten disfrutar de su existencia, valorarse y valorar a las demás personas, y mantener una actitud básica de optimismo y de confianza ante la vida, durante la adolescencia tendrán que revisar y cuestionar estos conceptos 'sentidos', para convertirlos en conceptos razonados acerca de la vida, de ellos mismos y de los demás.

Por eso será sano y positivo el riesgo de cambiar los afectos seguros de sus padres y de su familia, por los 'cariños' y 'lealtades' inciertos de amigos y personas ajenas a la familia. Necesita saber -demostrarse a si mismo- si en realidad vale, es capaz, aceptado, apreciado, hábil, apto para disfrutar y hacer disfrutar a otros de la existencia."4

El chico y la chica estrenan socialmente, ante sus "amigotes", un yo que van construyendo con esfuerzo, por lo que tanto la lealtad al grupo como el ansia de pertenencia hacen fuerte mella en su actuación.

Si el grupo tiene una finalidad claramente definida y busca tanto el altruismo (ayuda social, religiosa, comunitaria, etc.), como la expansión sana de las potencialidades de cada uno (campismo, deporte, etc.), es mas sencillo que el efecto sea positivo y tiene posibilidades de brindar verdaderos espacios de participación, ya que todos son importantes: el grupo lo hacen ellos para un fin que a todos ayuda.

Ahora si el grupo no tiene un fin mas o menos definido y se forma por razones demasiado subjetivas (compartir "la incomprensión de los viejos", etc.), suele convertirse en una situación complicada, ya que el grupo suele "hacerlos" a ellos: puede llegar a ahogar su naciente personalidad y ejercer una perjudicial presión de grupo.

Dos cosas concretas pueden hacer los padres:

"Primero, encontrar ambientes sanos y positivos en los que nuestros hijos puedan convivir y apreciar a otros jóvenes alegres, sanos, centrados, generosos, que estudian y trabajan por ellos mismos y por el bien de los demás, y que luchan de modo positivo por la definición de un rol, de una identidad productiva y solidaria. Tal vez hay un grupo a la vuelta de la esquina, o puede que sea necesario ir mas lejos, pero resulta indispensable contrarrestar tantos modelos negativos y perniciosos de la fantasía televisiva y cinematográfica. Segundo, acompañar moral y afectivamente al hijo, para que se sienta orgulloso de el mismo, de su valentía, de su verticalidad y de su fidelidad."5

Sencillamente lo mas oportuno es tratar de conocer, en el caso de los padres, con quien se junta sus hijos, teniendo una gran paciencia en el aspecto formal pero observando el fondo del desenvolvimiento del grupo. Finalmente hay que enseñar al adolescente a incorporarse a los grupos con criterios de selección para que aprenda el valor verdadero de la amistad, la solidaridad, la camaradería y la lealtad sin caer en actitudes que sean contrarias a sus opciones mas profundas. Hay que inculcarle la noción de que el grupo esta ahí para ayudarlo en su camino y no para ser un obstáculo mas.

Para el docente es importante esforzarse naturalmente en ser esa compañía que el chico necesita, sabiendo que es relativamente fácil que se impacte positivamente con la imagen que le transmitamos y nos incorpore como modelos. Si esto ayuda a crecer y a lograr identificaciones edificantes que realmente aleje a los alumnos de otras mas superficiales y materialistas, se estará entonces cumpliendo con una de las misiones mas importantes que la familia encomienda al maestro en función de sus hijos en esta edad.

Por otro lado no se deben perder de vista los grupos que se van conformando en el ámbito escolar de modo de que, sin caer en la persecución asfixiante, se tenga en cuenta el surgimiento de liderazgos basados en una malsana "fama" que pueda ir en deterioro del resto de los alumnos. Para esto es bueno estimular a quienes demuestren capacidades de guía positiva de modo que sea apetecible conformar el grupo según estas pautas.

De todos modos toda acción en esta línea, tanto de parte de padres como de docentes debe ser muy pero muy prudente, sabiendo que pocas cosas molestan y alejan tanto al adolescente como "algunos adultos entrometidos."

En función de este diagnostico es mucho lo que la familia y la escuela pueden y deben hacer para ayudar a los chicos y chicas que van creciendo.

"En primer lugar, el educador debe entrar en la vida afectiva de su educando pidiendo permiso y respetando el santuario de su existencia juvenil, tan llena de contradicciones. Nunca imitar a aquellos que pasan por la intimidad de sus hijos como un búfalo por un salón de porcelanas, derribando todo lo que encuentra en su paso, haciendo añicos las obras de arte, para salir triunfante por la puerta trasera como si nada hubiera ocurrido!"6

A continuación ponemos una serie de consejos sencillos que pueden servir para lograr esta tan delicada labor:7

Primero: entender que los adolescentes son protagónicos, no necesariamente antagónicos, es decir, lo que muchas veces les mueve no es sino el deseo de ser y actuar. Debemos dar la mayor cantidad posible de explicaciones razonables: esto es ejercer la autoridad pero dando lugar a que el otro piense por si mismo, protagonice.

Segundo: evitar que el dialogo familiar se convierta en sermón, hay que comprender el punto de vista del chico aunque no se lo pueda comprender.

Tercero: El adolescente necesita orientación, pero mas necesita acompañamiento. No requiere alguien junto a el que le este diciendo toda la vida que hacer y como comportarse: lo que mas falta le hace es alguien que lo acompañe en sus temores, que le diga desde lo mas hondo del alma 'te entiendo', 'comparto tu sentimiento' de alegría, de tristeza, de nostalgia, de temor, de confianza.

Cuarto: Demostrarles que los estimamos y respetamos en su persona, ideas, proyectos y sentimientos, evitando tanto el rechazo como la sobreprotección afectiva. Acompañarlo sin imponerle compañía; decirle sin palabras que estamos disponibles, que tenemos tiempo para el, que confiamos en su habilidad para manejar sus sentimientos y que no tenemos prisa en verlo superarse.

Quinto: Ayudarle a conocerse -con sus cualidades y limitaciones-, valorarse -en lo que es y en lo que puede llegar a ser- y aceptarse para que entre en competencia con el mismo y no con los demás.

Sexto: Ayudarlo a hacerse responsable. Esto no equivale a abandonarlo a sus fuerzas ni tampoco ignorar sus tropiezos. No debemos "responder por el" liberándolo de las consecuencias de sus actos -bloqueo del desarrollo de la responsabilidad- ni dejarlo completamente solo en forma prematura.

Séptimo: Refrendar la confianza que tenemos en el, si la gente valiosa para el confía en lo que es y hace, el mismo podrá confiar cada vez en si mismo. Sin embargo esta confianza no debe ser ciega ni invariable por mas "fama" que el chico tenga frente a nosotros.

Octavo: No confundir tolerancia con permisividad. Ser en extremo tolerante con todo aquello que es intrascendente, pero al mismo tiempo ser claramente exigente con lo fundamental, corrigiendo cada vez que se requiera, porque están en juego valores humanos inabdicables.

Noveno: Evitar tanto la disciplina rígida e irracional como el caos en la disciplina del hogar. Se debe ejercer una autoridad real y firme, pero por la persuasión en el amor y el servicio, esto le ayudara al adolescente a ir aprendiendo la disciplina que necesitara en la vida. Este ejercicio de la autoridad paterna (y también por que no del docente) debe ser razonable y razonada, estable y constante, útil y benéfica para todo el grupo y lo suficientemente flexible como para poder adaptarse a los cambios que se presenten.

Décimo: Acompañar, acercarse, dialogar y compartir con los hijos y alumnos no significa que los padres y docentes se tengan que "disfrazarse" de adolescentes. En la adolescencia se requiere un modelo cercano y afectuoso que sirva de pauta y referencia para la definición mas completa del propio "yo"; pero ese cierto "modelo" debe ser adulto, firme, estable, hasta cierto punto admirable, nunca lejano ni inaccesible, pero tampoco tan cercano que no represente ninguna guía ni orientación.

El objetivo bien podría ser finalmente como el que plantea Gerardo Canseco para los padres, pero que en el presente caso se aplica a todos los que se involucren con los adolescentes:

"Mas que nunca estos padres perfeccionan su estilo de autoridad persuasiva, basada en el servicio y el amor, logrando que su hijo adolescente los 'contrate' como sus consejeros que lo alientan en los tropiezos, lo orientan en las vacilaciones, lo refuerzan en su autoestima, lo ratifican en su confianza y lo reconocen en sus esfuerzos incluso cuando estos no fueron del todo afortunados.

El mensaje afectivo, dotado de fuerte carga espiritual y emocional, que desde estas actitudes envían los padres (y docentes), equivale a 'eres valioso', 'tu puedes', 'se tu mismo', 'lo vas a lograr', y muchos otros que ayudan a superar los momentos de incertidumbre, desconcierto, inseguridad o timidez que los acelerados cambios físicos y mentales de esta edad implican".

Por el Lic. Carlos Eduardo Beltramo Alvarez



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