Esta modalidad terapéutica china, que en España ya se aplica en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y otros centros sanitarios públicos y privados, presupone que la persona tiene una energía que circula por el cuerpo siguiendo unos meridianos y se concentra en ciertas zonas superficiales: los puntos de acupuntura.
Según esta idea, los trastornos de la salud comienzan cuando se altera la circulación energética, alterando el funcionamiento orgánico. La acupuntura busca restablecer el flujo energético, pinchando en los puntos implicados en el desorden.
Los acupuntores consideran que un trastorno físico repercute en el área psíquica y que un problema emocional puede entorpecer las funciones orgánicas, y por tanto hay que actuar en ambas esferas.
El tratamiento consiste en insertar en determinados puntos de la piel unas agujas inertes y desechables que después de ser manipuladas se dejan implantadas unos minutos.
Aún no hay datos objetivos sobre la energía que pretenden manipular los acupuntores, y los numerosos estudios que recopilan estadísticas favorables sobre sus resultados clínicos no cumplen los requisitos indispensables para ser considerados definitivos.
Pero algunas investigaciones fiables muestran que la puntura cutánea atenúa los estímulos dolorosos, además de inducir la analgesia general, al influir en la química nerviosa y cerebral.
Esta modalidad terapéutica tiende a extenderse por Occidente, aplicada para tratar desde las alergias, náuseas y vómitos del embarazo, los trastornos menstruales y la parálisis facial, hasta el estrés o la depresión, e incluso la obesidad y el tabaquismo.
Por Omar R.Goncebat |
EFE Reportajes
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