El Instituto Politécnico Rensselaer, en Troy, Nueva York  realizó, esta semana, un estudio sobre ‘Los adolescentes que pasan cada vez más tiempo dentro de sus casas y no reciben la luz  del día, suficiente y esencial para que funcione adecuadamente el ciclo biológico que regula su sueño’.

Una de las investigadoras Mariana Figueiro, habló al respecto manifestando que  “Estos adolescentes, privados de la luz de la mañana, se van a dormir más tarde, duermen menos y esto afecta su desempeño en la escuela”.

Aclarando que “Los adolescentes tienden a quedarse levantados más tarde de lo que los padres y las madres quisieran”, “y a medida que pasan más y más tiempo adentro de la casa o el apartamento, entretenidos con los juegos electrónicos, se pierden la luz de la mañana”.

El estudio fue publicado en la revista Neuroendocrinology Letters,  Figueiro, y el director Mark Rea, del Centro de Investigación de la Luz en el Instituto Rensselaer, indicaron  que “eligieron a 22 alumnos de octavo grado en la escuela intermedia Smith, de Chapel Hill, Carolina del Norte”.

Y explicaron  que “El grupo se dividió en dos mitades de once personas, a uno de los cuales se le pidió que usara lentes especiales, de plástico anaranjado, que impiden que llegue a los ojos la luz de onda corta (azul), que es característica de la mañana”.

Los investigadores luego de cinco días, comprobaron  que “los adolescentes que usaron los lentes especiales experimentaban una demora de 30 minutos en el comienzo del sueño”.

Y que “Si se suprime la luz azul de la mañana, se demora en el cuerpo el comienzo de producción de la melatonina”, agregando que . “La melatonina es una hormona que el cuerpo produce en condiciones de oscuridad, habitualmente unas dos horas antes de irse a dormir”.

También se resaltó que “El comienzo de la producción de melatonina le indica al cuerpo que llega la noche, la hora de descansar”, y que “Nuestro estudio muestra que el comienzo de producción de la melatonina se demoró unos seis minutos por cada día que los adolescentes tuvieron exposición restringida a la luz azul”.

Los investigadores, revelaron que “es que las escuelas intermedias y secundarias tienen horarios rígidos que requieren que los adolescentes lleguen a las aulas muy temprano en la mañana y es probable que estos estudiantes no reciban suficiente luz matutina porque a menudo están yendo a la escuela o llegan a la escuela antes de que se levante el sol o cuando se levanta”.

Advirtiendo  además que “Esto trastorna la conexión entre los ritmos biológicos cotidianos, llamados ciclos circadianos, y el ciclo natural de luz y oscuridad en las 24 horas de la rotación de la Tierra”.

Y que “Además, en muchas escuelas los alumnos no tienen la oportunidad de estar expuestos a la luz del día, que estimula este ciclo biológico, que regula la temperatura del cuerpo, el estado de alerta, el apetito, las hormonas y los patrones de sueño”.

Figueiro manifestó que “El sistema biológico humano, responde a la luz de manera muy distinta que nuestro sistema visual y es mucho más sensible a la luz azul. Esto significa que aunque haya luz suficiente en el aula para leer y estudiar, quizá no haya suficiente de la luz adecuada para estimular el sistema biológico”.

Y determinó que “De acuerdo con nuestro estudio la situación en las escuelas puede cambiar rápidamente mediante el aprovechamiento deliberado de la luz del día, que está saturada de luz de onda corta o luz azul”.

Finalizó poniendo en claro que “Por ejemplo, la escuela Smith elegida para este estudio tiene en sus aulas claraboyas orientadas al sur que permiten que entre luz del día en casi todos los espacios interiores durante la mayor parte del año”.

LOLY-AMOR