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El L.U. y el organismo humano: El sistema inmunológico
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De: yosis  (Mensaje original) Enviado: 16/08/2009 21:52

El sistema inmunológico.

 

Yolanda Silva Solano.

 

El sistema inmunológico es el encargado de combatir los virus, las bacterias o cualquier otro organismo infeccioso que amenace la salud. Pero cuando algo no marcha adecuadamente en este sistema, no es capaz de distinguir a las células propias de las ajenas, y entonces en vez de proteger, puede volverse en contra de lo que debiera inmunizar.

 

“Cuando una célula viviente se daña, dispone de la capacidad de elaborar ciertas sustancias químicas que están facultadas para estimular y activar a las células sanas adyacentes, de tal modo que éstas comienzan la secreción de ciertas sustancias que facilitan los procesos curativos en la lesión, a la par, estas células normales no lesionadas, comienzan a proliferar, creando nuevas células para reemplazar a las que han sido dañadas”735

 

Cabe preguntarse ¿quién maneja o gobierna este sistema tan vital para nuestra salud? En un comienzo fueron los Portadores de Vida que “optaron por una fórmula que engloba  más de cien mil fases y características de reacciones químicas y repercusiones biológicas”735 Pero dejaron la ejecución de la fórmula, nada más ni nada menos que al órgano más importante de nuestro cuerpo: el cerebro. El es la computadora que dirige el organismo y regula prácticamente cada una de las funciones del metabolismo y su equilibrio químico.

 

El cerebro es el que manda desde el sistema nervioso hasta la actividad sexual, pasando por todas las actividades de nuestra vida. El es quien está constantemente creando, guiando, regulando y manteniendo todo nuestro organismo en cada momento y durante los 365 días del año, no tiene vacaciones ni momentos libres pues trabaja hasta mientras nosotros dormimos.

 

Pero esa masa encefálica semejante a una nuez, puede hacer todo lo que hace porque en él reside nuestra mente que “aun cuando no es de evolución física, depende por completo de la capacidad cerebral, siendo conferida ésta por el desarrollo puramente físico y evolutivo”670

 

“El cerebro, con su sistema nervioso correspondiente, dispone de una capacidad infinita, para responder al ministerio de la mente, tal como la mente en vías de desarrollo de una personalidad, dispone de cierta capacidad innata de cierta receptividad espiritual y por tanto entraña los potenciales del progreso espiritual”738

 

La mente la podemos graficar como la sede de nuestros pensamientos y de allí la inmensa importancia de los mismos. La ciencia ha descubierto que  cada pensamiento produce sustancias que abren lo que se podría decir una ventana por la cual entra lo positivo o lo negativo para nuestra salud, porque todos los pensamientos emiten una sustancia química, por eso “según sea el pensamiento del hombre, así es él”1445

 

La ira, el descontrol, el negativismo, el estrés emiten ácidos corrosivos que aparecen en el sistema circulatorio o el estómago y que son segregados por nuestro cerebro. La biología lleva años realizando estudios al respecto y los  llama neuropéptidos y lo que ha descubierto en la última década, es que en la membrana de cada uno de los linfocitos que defienden el cuerpo de bacterias, virus, hongos, cáncer y cualquier enfermedad, hay un punto concreto de carga que reciben los neuropéptidos y que tiene que ver en forma directa con nuestros pensamientos, con nuestros monólogos internos, con nuestras emociones más secretas.

 

De allí la tremenda importancia de hacernos conscientes de lo que pensamos porque “la felicidad y la tranquilidad siguen al pensamiento positivo del mismo modo que el mal, es un pensamiento mal dirigido”1446

 

La respuesta del sistema inmunológico está condicionada por los pensamientos. El sistema inmune no sólo escucha, sino que reacciona al diálogo emocional. La ciencia médica, afirma que las células que defienden el organismo, tienen que ver en forma directo con la calidad de los pensamientos, pues la respuesta de las células a los gérmenes patógenos, varía dependiendo de que se fortalezca, se debilite o deje de funcionar totalmente a causa de las sustancias que produce nuestro cerebro.

 

“El día que los científicos sepan más cerca de estos químicos, llegarán a ser más eficientes en el tratamiento de las lesiones de las células e indirectamente sabrán más acerca del control de ciertas enfermedades graves” 735

 

La mente puede ser en nuestra vida, el mejor aliado o nuestro peor enemigo, tanto en lo espiritual como en lo material, pues ella es “la arena en la cual viven las personalidades humanas, tienen autoconciencia, toman decisiones, eligen a Dios o lo abandonan, se eternizan o se destruyen a sí mismos” 1216 y el alimento de la cual se nutre la mente, son nuestros pensamientos.

Un paciente no es alguien que es víctima de una enfermedad, sino una persona con el potencial de perfeccionarse a si mismo y aliviar o hasta curar su enfermedad si sabe utilizarla y poner su fuerza volitiva positiva para sanarse.

Algunos pueden argumentar que los virus que nos atacan no son algo sicosomático sino que son reales y tienen toda la razón, pero ellos se manifiestan en nuestro organismo, cuando nuestras defensas han sufrido una baja considerable, cuando no hemos sido capaces de usar los escudos protectores de nuestra mente, que son los que dan inmunidad a nuestras células

Debemos convencernos mediante la auto evaluación e introspección, de que el cuerpo es el siervo de la mente, obedece a las operaciones que ejecute nuestra mente sean estas deliberadas o automáticas, de la misma forma que nuestro computador obedece al programa que nosotros le indiquemos

Si tuviésemos más presente estas verdades, sin duda cuidaríamos más el alimento que le proporcionamos a nuestra mente a través de los pensamientos. La salud y la enfermedad, tienen su raíz en los pensamientos, pensamientos enfermizos se expresan a través de un cuerpo enfermo. La gente que vive con temor a las enfermedades, es la gente que más las contrae. La ansiedad rápidamente debilita el cuerpo, haciendo bajar sus defensas,  dejándolo expuesto a la enfermedad. Los pensamientos negativos, aunque no tengan un origen físico, pronto destruirán el sistema nervioso e impedirán que en nosotros se manifieste el espíritu divino que en nosotros reside porque: “El espíritu divino hace contacto con el hombre, no mediante sentimientos o emociones, sino en el dominio del pensamiento más elevado y más espiritualizado. Son vuestros pensamientos los que os conducen a Dios. Se puede percibir la naturaleza divina tan sólo con los ojos de la mente” 1105

Pensamientos energéticos, de pureza y dicha producen en el cuerpo vigor y salud. El cuerpo es un instrumento muy delicado y moldeable, que responde rápidamente a los pensamientos que lo dominan, y los hábitos de pensamiento producirán sus efectos sobre él, sean estos buenos o malos. Es a través de nuestros pensamientos que vamos tejiendo el telar de nuestro destino, porque los pensamientos son la fuente de toda acción y de todas las manifestaciones de nuestra vida.

Muchas veces, para mejorar nuestra salud decidimos hacer alguna dieta especial para alivianar nuestro organismo de las toxinas que lo están invadiendo, pero pocas veces nos preocupamos de limpiar nuestra mente de los pensamientos impuros de rabia, envidia, rencor que están enquistados en nuestra mente. No basta “saber” que en nosotros reside el espíritu divino “no es suficiente que se haya derramado este espíritu sobre vosotros, el Espíritu divino debe dominar y controlar cada fase de la experiencia humana” 381 y este dominio comienza y termina en nuestros pensamientos.

De la misma forma que cada mañana ventilamos nuestras habitaciones para renovar el aire y limpiarlas, deberíamos también ventilar diariamente nuestra mente, para liberarla de todo lo negativo, los malos pensamientos de cualquier índole no debieran alojarse jamás en nuestra alma, deberían ser sólo aves de paso, que se van tan pronto como llegan. La higiene mental es vital si queremos avanzar en el camino evolutivo, el liberarnos sobre todo de nuestros rencores es indispensable pues “cuando perdonas a tu hermano, creas de esa manera en tu alma la capacidad para recibir la realidad del perdón de Dios por los propios errores.” 1861

El poder de la mente en nuestra salud, se ve comprobada en los remedios llamados placebos  Se llama efecto placebo al fenómeno por el cual los síntomas de un paciente pueden mejorar, con un “falso” tratamiento, aparentemente porque el enfermo espera o cree que funciona. El placebo es una sustancia farmacológica  inerte, que es capaz de provocar un efecto positivo. Ellos son muy útiles en enfermos psicosomáticos en donde actúa el poder de sugestión. Con este ejemplo queda demostrada la fuerza que los pensamientos tienen en nuestra mente y como ellos influyen en nuestra salud física.

Cada vez que nos sintamos enfermos, lo primero que debiéramos hacer es un examen de conciencia, para ver que es lo que no ha andado bien en nuestra mente y cuales son los pensamientos que nos afligen o motivan, porque la gran mayoría de las veces, ellos son los causantes de nuestras dolencias al colón, de nuestros insomnios y de nuestros resfríos, incluso el famoso estrés no es más que el mal manejo de las circunstancias que nos está tocando vivir. El estrés no es cansancio, pues este se pasa rápidamente con un buen descanso, en cambio el estrés nos va carcomiendo anímicamente, porque más que en nuestro cuerpo, está en nuestra mente.

Pero tenemos un enemigo encubierto que es el inconsciente, muchas veces creemos estar bien anímicamente hablando, nos sentimos relativamente tranquilos, pero en lo más interno de nosotros no lo estamos, muchas veces tenemos miedos desconocidos y debilidades ocultas, que son los que le abren la ventana a los microbios y una vez que ellos han entrado, debemos reconocer que necesitamos los remedios necesarios para combatirlos, porque de la misma manera que no se puede ir a la luna en bicicleta, tampoco nuestra mente, por positiva que sea, puede hacer milagros de sanación. La mente nos sirve como medicina preventiva, pero una vez que la enfermedad se ha desatado, debemos ser realistas y aceptar y aprovechar lo mejor posible la enfermedad, pero sin descuidar los remedios necesarios para combatirla.

Aprovechar la enfermedad, significa darnos cuenta de nuestras debilidades y de nuestros miedos internos, porque muchas veces nuestro ego se encarga de hacernos creer que somos más de lo que en verdad somos y la enfermedad nos muestra la verdadera realidad de la cual debemos aprender con humildad y sabiduría, porque también es bueno sentirse vulnerable, porque eso nos hace ser más humanos con las debilidades ajenas.

“La mente es el instrumento cósmico sobre el cual la voluntad humana puede tocar la discordia de la destrucción o sobre el cual esta misma voluntad, puede extraer las melodías exquisitas de la identificación con Dios”1217 que nos permite vivir en forma sana y feliz, como debiera ser la vida  de todo hijo de Dios, para quien la vida no es un valle de lágrimas, sino que “es la esfera donde nacen los espíritus inmortales, es el valle donde se forjan las almas”1675

No hay mejor medicina que los pensamientos felices para disipar los males del cuerpo; no hay mejor reconfortante que la buena voluntad para alejar las sombras de la pena y de la amargura. Vivir continuamente con pensamientos malévolos, cínicos, y envidiosos, es confinarse en una prisión hecha por uno mismo.

En cambio pensar bien de todos, ser amable y paciente y aprender a encontrar el lado bueno de las cosas, permite que tales pensamientos nos abran las puertas del cielo, porque vivir el día a día con pensamientos de paz hacia todas las personas, atraerá una increíble paz interior, porque “a medida que la comprensión y el amor de la Deidad, encuentra expresión espiritual en la vida de los mortales, se producen los frutos de la divinidad que son: paz intelectual, progreso social, satisfacción moral, felicidad espiritual y sabiduría cósmica” 648

Nuestro destino espiritual y material está en nuestras manos, nadie puede hacer nuestra tarea, porque somos individualidades con libre albedrío.

Basado en las enseñanzas del Libro de Urantia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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