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General: PARABOLA DEL SAMARITANO PARTE #2
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Atlacath  (Mensaje original) Enviado: 17/02/2020 16:17

Una respuesta apacible con un poderoso mensaje.

He aquí la parábola del buen samaritano:

Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándolo medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, paso de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, paso de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de el, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendo sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevo al mesón, y cuido de él. Otro día al partir, saco dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagare cuando regrese. (Lucas 10:30-35).

            Una vez más, el hecho de que Jesús continuo respondiéndole a este hombre era en sí mismo un acto de gracia. El intento del hombre de  hacer quedar mal a Jesús era aborrecible. Los líderes religiosos intentaron muchas veces hacer esto con Jesús y siempre fracasaron. Su capacidad para responder a todas las preguntas difíciles de ellos solo les enfureció. Aunque lo intentaban, no podían provocarlo.

            En esta ocasión en particular, la respuesta de Jesús se destaca por su amable y afectuosa moderación de buen corazón. El hombre estaba deliberadamente tratando de incitar a Jesús, pidiendo una respuesta aguada que planeaba seguir con un debate acalorado. Pero a veces <> (Proverbios 25:15) y esto fue lo que ocurrió aquí.

            Jesús no está narrando como si se tratara de una historia real. Es una parábola, una dramatización, en una manera inolvidable, con la que El quería penetrar en este legalista corazón y en los nuestros también. Al igual que en la mayor parte de las historias y las parábolas de Jesús, El tiene un aspecto sencillo que afirmar. Hay un montón de detalles es esta historia y un montón de consecuencias secundarias, pero lo importante aquí es la lección central y en esta es la que tenemos que enfocarnos.

 

El camino peligroso y el ataque.

 

La historia comienza con un viaje en un camino muy peligroso. Es el  camino << de Jerusalén a Jericó>> (Lucas 10:30). El camino es real. He viajado en ese mismo camino. Los visitantes de Israel todavía pueden tomar la misma ruta utilizada por los viajeros en el tiempo de Jesús. De Jerusalén a Jericó es una bajada de más de mil metros de altitud a través de veinticinco kilómetros de sinuoso camino, cruzando montañas estériles sobre terreno muy áspero. Algunos lugares de la carretera están bordeados por precipicios de casi cien metros. Gran parte de la ruta esta bordeada de cuevas y rocas macizas que ofrecen escondites para los ladrones. Todavía es un camino peligroso.

En la historia de Jesús sucede lo predecible. Un hombre que viajaba solo por ese camino fue asaltado por una banda de ladrones particularmente crueles. Ellos no solo le robaron; también le quitaron todo, dejándolo casi desnudo. No se limitaron a tomar su bolso con su dinero; se llevaron todo lo que tenia. Luego lo golpearon brutalmente y lo dejaron por muerto. Diríamos hoy que estaba en estado crítico, un hombre moribundo en un camino desierto.

            En ese camino se veía un flujo constante de viajeros que iban y venían de Jerusalén para las fiestas. Pero en otras estaciones del año, especialmente durante la época de más calor del verano o de la temporada de viento sofocante y el frio del invierno, el movimiento por el camino podía ser escaso. No había casas y muy pocos puntos de parada en ese tramo. No era un lugar agradable, sobre todo para alguien solo y desesperado. Puede ser que tomara un tiempo largo antes que la ayuda llegara, si alguna vez llegaba. No había ninguna garantía que alguien lo encontrara y lo ayudara.

El sacerdote y el levita.

 

En ese momento dramático de la historia, Jesús presenta un poco de esperanza. <> (Lucas 10:31) A primera vista, esta parece ser la mejor e las noticias. Aquí viene un siervo de Dios, el que ofrece sacrificios por el pueblo en el templo, un hombre espiritual que debe ser un modelo de compasión (Hebreos 5:2). El representa lo mejor de los hombres. Un sacerdote, de todas las personas, sería el más familiarizado con la ley mosaica. Sabría Levítico 19:18 que afirma: << amaras a tu prójimo como a ti mismo>>. El debía saber también que los versículos 33 y 34 de ese mismo capítulo expone el principio del amor al prójimo, con aplicación en particular a los extranjeros: <> Un sacerdote sabría Miqueas 6:8.

            Que pide Jehová de ti:

            Solamente hacer justicia,

            Y amar misericordia,

Y humillarte ante tu Dios.

El sacerdote estaría plenamente consciente de que <> (Proverbios 21:13). El principio detallado en Santiago 2:13 se entreteje con el antiguo Testamento: << Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia>>.

            Sin duda estaba familiarizado con Éxodo 23:4-5: <>. Así que si una persona encontraba el burro de su enemigo en una zanja, estaba obligado a rescatarlo, ¿cierto? Por supuesto tenía un deber mayor de ayudar a un hombre en condición grave.

            Pero este destello de esperanza duro poco. Cuando el sacerdote vio al hombre herido, <> (Lucas 10:31). El texto griego usa un verbo que no se encuentra en ninguna otra parte de las Escrituras y es el siguiente: antiparerchomai. El prefijo anti, por supuesto, significa <>. Es un verbo activo que significa que el sacerdote deliberadamente se traslado al lado opuesto del camino. Se salió de su ruta para evitar al viajero herido, rehuyendo a propósito al hombre necesitado.

            Es obvio que el sacerdote no tenia compasión por la gente en peligro grave. Ninguna otra conclusión se puede sacar de esto. Jesús le devolvió la pregunta que el interprete de la ley le había hecho: <<¿Quién es mi prójimo?>> Pero esa no era la pregunta correcta. Jesús le está demostrando mediante esta parábola que la recta compasión no es estrecha. No está buscando las definiciones de cuáles de los que sufren califican para merecer ayuda. Los deberes del segundo gran mandamiento no se definen por la cuestión de quien es nuestro prójimo. De hecho, lo contrario es cierto: el amor verdadero nos obliga a ser prójimos incluso de los extraños y extranjeros. El significado pleno del segundo gran mandamiento incluye el principio que Jesús recalco en Mateo 5:44: debemos amar incluso a nuestros enemigos. Son nuestros prójimos también y por lo tanto, estamos obligados a bendecirlos, hacerles bien y orar por ellos.

El sacerdote insensible en esta parábola no es necesariamente incluido como una acusación del sacerdocio en general. Era muy cierto que muchos de los sacerdotes y otros líderes religiosos en la época de Jesús carecían de compasión. Pero ese no era el asunto aquí. Este sacerdote representa a cualquier persona con pleno conocimiento de las escrituras y familiarizada con los deberes de la ley, quien se espera que ayude pero no lo hace.

El siguiente versículo presenta a un levita. Todos los sacerdotes eran, por supuesto, de la tribu de Levi. Más específicamente, los que servían como sacerdotes eran descendientes de Aarón (uno de los hijos de Levi). Por lo tanto, el termino levita se refirió a los descendientes de Levi que no eran descendientes de Aarón. Ellos servían en papeles subordinados en el templo. Algunos eran ayudantes de los sacerdotes; algunos eran de la policía del templo; otros trabajaban en varios papeles de mantenimiento y servició en los terrenos del templo. Pero sus vidas estaban dedicadas al servicio religioso, por lo que como los sacerdotes, se esperaba que tuvieran un buen conocimiento de las escrituras hebreas.

Sin embargo, cuando este levita llego al lugar donde el herido estaba, hizo lo mismo que el sacerdote. Tan pronto como vio a la victima indefensa en el suelo, se movió hacia el lado opuesto del camino. Este era otro hombre desprovisto de compasión y carente de misericordia.

Anteriormente en Lucas 10, Jesús oro: << Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Si, Padre, porque así te agrado>> (v.21). Estos dos personajes religiosos en la parábola, un sacerdote y un levita, encarnan lo que Jesus quiso decir con <>. Representaban los más educados y más altamente estimados dignatarios religiosos de su cultura. Pero en realidad no conocían a Dios.

Tampoco eran verdaderamente aptos para el cielo; eran <> y por lo tanto, objetos de la ira de Dios (Efesios 2:2; 5:6; Colosenses 3:6). Ellos no tenían verdadero amor a Dios, porque si alguien ama a Dios, También guarda sus mandamientos. También no amaban a sus prójimos, porque cuando se enfrentaron a una necesidad real y urgente y tuvieron la oportunidad de demostrar el amor, se negaron. Ellos son notables ejemplos de hipócritas religiosos, que observaban la ley ceremonial e incluso dedicaban sus vidas al servicio del templo, pero carecían de cualquier virtud real.

La gente a veces cita la historia del buen samaritano, señalando al sacerdote y al levita como ejemplo de absoluta impiedad, y luego cierran el libro con una sensación de superioridad moral.

Pera hacer esto es no entender el mensaje de Jesús.

Es cierto que se puede condenar la cruel indiferencia de estos dos hombres, y su negligencia deliberada es diga de mirarse con absoluto desprecio. Pero al hacerlo, nos condenamos también a nosotros mismos. La actitud de ellos es precisamente lo que vemos en la naturaleza humana en la actualidad, incluso dentro de nuestros propios corazones. Pensamos: No me quiero involucrar. No conozco lo que este hombre o las personas que lo golpearon pudieran hacerme. Sin en modo alguno justificar la apatía insensible que Jesús estaba condenando, debemos confesar que nosotros también somos culpables de ciega indiferencia similar, miserable insensibilidad, indiferencia y descuido de personas de personas en extrema necesidad. Incluso, si no nos alejáramos cada vez que viéramos a alguien en necesidad, todos fracasamos en esta tarea lo suficiente para ser culpables ante la ley con su demanda de perfección absoluta.

Jesús muestra esta idea inconfundible al presentarnos al buen samaritano.

 

Los judíos y los samaritanos.

El samaritano aparece como un giro inesperado en la historia de Jesús. Al igual que el hombre que fue golpeado y robado, el samaritano viajaba solo. En algún momento después que el sacerdote y el levita habían pasado, el samaritano llego a la escena. A diferencia de los dos clérigos profesionales, el samaritano <> cuando vio el cuerpo ensangrentado del pobre viajero (Lucas 10:33).

            La víctima del robo era un hombre judío. Esto sería perfectamente claro para los oyentes de Jesús, ya que el escenario de la historia está en Israel, en un camino desierto para salir de Jerusalén. Los gentiles raramente viajaban por allí y mucho menos los samaritanos. En la mente de la audiencia original de Jesús, un samaritano seria la fuente probable de menos ayuda para un viajero judío en peligro en el camino de Jericó. En primer lugar, los samaritanos evitaban habitualmente este camino. Un samaritano viajaría por el si había una emergencia grave que le obligara a hacerlo. Pero más que esto, los judíos despreciaban a los samaritanos y viceversa.

Una enconada hostilidad mutua había dividido a los dos pueblos desde hacía siglos. Los viajeros judíos que iban a Galilea tomaban el camino de Jerusalén a Jericó precisamente porque querían evitar Samaria. La gente en este camino no se dirigía hacia el norte en dirección a Galilea de manera directa, sino hacia el este, a Perea, al otro lado del rio Jordán. Era una ruta indirecta a Galilea, más larga y más ardua, pero sin tener que pasar por samaria.

El pueblo judío consideraba a los samaritanos étnica y religiosamente impuros, Los samaritanos  igualmente estaban resentidos y menospreciaban a sus primos judíos. Los samaritanos descendían de israelitas que se habían casado con paganos después de que la mayoría de la población del reino del norte de Israel fueron exiliados por los asirios en el año 722 a.c. (2 reyes 17:6). Cuando los asirios conquistaron el reino del norte de Israel, se llevaron gran parte de la población en cautiverio y a propósito poblaron la tierra con paganos expatriados de otras tierras gentiles. <> (vv. 24-25).

Algunos israelitas rezagados permanecieron o volvieron  a la tierra después de que la mayoría de sus hermanos se vieron obligados a exiliarse. Estos israelitas dispersos se mesclaron y se casaron con los colonos paganos. Si bien mantuvieron algunas tradiciones arraigadas en doctrinas del antiguo testamento, también añadieron suficientes creencias paganas en la mescla que en última instancia se convirtió en el culto samaritano, algo fundamentalmente diferente del judaísmo del paganismo. Era una religión mestiza, equivalente a las sectas cuasicristianas de hoy día. Por supuesto, los judíos fieles veían al samaritanismo como corrupto, sucio y una traición al Dios de las Escrituras.

Durante la época de Esdras, los judíos del reino del sur comenzaron a regresar de la cautividad babilónica. Cuando empezaron a reconstruir el templo de Jerusalén, los samaritanos les ofrecieron ayuda. Incapaces de ocultar su desprecio justificado por el sincretismo samaritano, los judíos se negaron a recibir la ayuda de ellos. Así que los samaritanos trataron de sabotear el proyecto (Esdras 4:1-5). Unos años más tarde, bajo el impulso de Sanbalat, ellos también trataron de detener la reconstrucción del muro de Jerusalén (Nehemias4:2). A partir de esa época, a través de los siglos, judíos y samaritanos mantuvieron la más amarga enemistad entre ellos.

Los judíos consideraban a los samaritanos como apostatas que habían vendido su primogenitura espiritual. Después de todo, los samaritanos habían participado activamente en la contaminación de la tierra; habían contaminado la descendencia y eran culpables de idolatría. En la manera de pensar de los judíos, la mera existencia de los samaritanos era el malévolo fruto derivado de los <> (1 Reyes 14:16; 2 Reyes 17:22). Al igual que Jerobohan, en última instancia, los samaritanos construyeron un templo para ellos mismos, con sacerdotes falsos y sacrificios fuera de la ley. Según los cálculos de los judíos, eran peores que los paganos debido a la sutileza con la que habían contaminado su religión.

El odio de los samaritanos hacia los judíos no se quedaba atrás. Cerca de ciento treinta años antes de la época de Cristo, la nación samaritana había sido derrotada por Juan Hircano, un rey judíos de la dinastía asmonea (macabeos). Los judíos demolieron el templo samaritano del monte Gerizim. Y a pesar de que el templo nunca fue reconstruido, los samaritanos insistían en que Gerizim era el único lugar legitimo de adoración (Juan 4:20). Hoy día hay menos de un millar de samaritanos, pero todavía adoran en Gerizim.

En tiempos de Jesús, la animosidad entre judíos y samaritanos era especialmente feroz. El profundo desprecio de los judíos por sus primos sediciosos se ve no solo en la forma en que evitaban viajar por samaria, sino quizá aun más en la forma en que hablaban


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 18/02/2020 18:38
Gracias!!!

HÉCTOR


 
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