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General: EINSTEIN ESTUVO EN LA ARGENTINA DESDE EL 24/3/1925-24/4/1925
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Respuesta  Mensaje 1 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999  (Mensaje original) Enviado: 16/06/2019 01:37
Einstein en Argentina
Einstein en la Argentina. Además del centenario de la Teoría de la Relatividad, este año se cumplen ochenta años desde que Albert Einstein visitó la Argentina. El sabio alemán permaneció en el país exactamente un mes, entre el 24 de marzo y el 24 de abril de 1925.
 
 
 
25 DE ABRIL ES EL DIA DE SAN MARCOS


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Respuesta  Mensaje 12 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 03/09/2021 00:04
El mítico hotel Edén: la niña fantasma, el reducto nazi y la pausa en  cuarentena

Respuesta  Mensaje 13 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 10/09/2021 23:32

Albert Einstein en Argentina: Crónicas de una visita agitada

 

Entre el 24 de marzo y el 24 de abril de 1925 Albert Einstein estuvo en Argentina. Tenía 46 años, permaneció en el país exactamente un mes y viajó acompañado de su esposa y prima, Elsa. El físico y Premio Nobel dio doce conferencias en la Argentina, entre Buenos Aires, Rosario y La Plata, también visitó la ciudad de La Falda en Córdoba. Al arribar a Buenos Aires se alojó en la lujosa residencia que Bruno Wassermann, un comerciante judío alemán poseía en la esquina de Zabala y Villanueva, en el barrio de Belgrano.

La visita se debió a una invitación conjunta de la Universidad de Buenos Aires, que le había otorgado el título de Doctor Honoris Causa y la Sociedad Hebraica Argentina. Al arribar a Buenos Aires fue recibido por el rector de la UBA, el doctor Arce, por el secretario de esa universidad Mauricio Nirenstein y por representantes de la comunidad judía entre los que estaban Natan Gesang, de la Federación Sionista, y Samuel Levy, director de la revista Israel.

En ese entonces, ya era mundialmente reconocido por su Teoría de la Relatividad, formulada 20 años atrás, y por haber ganado el premio Nobel de Física en 1921. Su visita causó gran revuelo en Buenos Aires.

Albert Einstein marcó un antes y un después en la historia del conocimiento científico. Nacido en Ulm, Alemania, el 14 de marzo de 1879, falleció en Estados Unidos el 18 de abril de 1955.
Realizó, al menos, dos aportes imprescindibles a la ciencia contemporánea: la Teoría Especial de la Relatividad (1905), y la Teoría General de la Relatividad (1916) que cosechó en su época tantos seguidores como detractores. Con estas teorías estableció una discusión que lo acompañó hasta su muerte, a los 76 años.

El Premio Nobel de Física de 1921 tuvo una agenda cargada apenas piso suelo porteño. La recepción principal la realizaron en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Luego Einstein tuvo otro recibimiento en la casa de la familia Wasserman, ubicada en el corazón del barrio de Belgrano.

Durante su visita a la Argentina dio doce conferencias, la mayoría dedicadas a explicar su novedosa teoría. Einstein jamás objetó las interrupciones y objeciones. Es más, pidió que ante la menor duda se lo interrumpiera. Más que conferencias, se transformaron en charlas de difusión de sus teorías en un ambiente de calidez e informalidad, como si fueran clases con sus propios discípulos. El público por cierto era muy variado. Estuvieron políticos, representantes del gobierno, decanos, intelectuales científicos y estudiantes.

El presidente de Argentina era Marcelo T. de Alvear, y el país vivía un buen momento. Tanto es así que ese período es conocido por muchos como “La Belle Epoque” argentina.
Einstein llegó al puerto de Buenos Aires a bordo del barco Capitán Polonio, tras una escala en Río de Janeiro, donde dio una conferencia, y otra en Montevideo, donde habló ante una multitud de jóvenes en una plaza de la ciudad.

Una agenda nutrida

Durante su estadía se alojó en la residencia de Bruno Wassermann en Belgrano. Con la comunidad judía compartió su entusiasmo y compromiso con la causa sionista y más específicamente con el apoyo a la recién nacida Universidad Hebrea de Jerusalem, visitó el Hospital Israelita, el Templo de la comunidad marroquí de la calle Piedras, orfanatos y escuelas.

Durante su visita a Buenos Aires, la Federación Sionista de la Argentina, presidida en ese momento por Isaac Nissensohn, organizó un acto en el Teatro Coliseo, durante el cual el ilustre visitante, según la crónica aparecida en el diario La Nación, se refirió a la inauguración de la Universidad Hebrea de Jerusalem.

“El movimiento sionista restituye la dignidad al pueblo judío, que antes se sentía humillado y deprimido, y todos los judíos deben mostrarse agradecidos a su fundador, el doctor Herzl, y a su jefe actual, el doctor Weizman, ya que el pueblo judío no lucha por la reconstrucción de su nacionalidad con un espíritu agresivo, sino con el noble y humano de hacer resurgir su cultura peculiar, que será a su vez un importante aporte a la cultura universal. La Universidad que se ha inaugurado, constituye uno de los elementos fundamentales de esa obra cultural del sionismo, que debe ser apoyada por todos los judíos, ya que las obras de esa magnitud necesitan imprescindiblemente del esfuerzo colectivo”, declaró.

Como era de esperar, fue saturado por homenajes, banquetes, visitas, recorridos por la ciudad, entrevistas periodísticas –hasta tuvo su bautismo de vuelo en un Junker- además de las conferencias que brindó en francés a los asistentes ávidos de conocer más sobre la famosa teoría de la Relatividad.

Estuvo en el Colegio Nacional de Buenos Aires, en la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en las universidades de Buenos Aires, La Plata y Córdoba.

Fue agasajado por las autoridades de la UBA en el Jockey Club y recibido por el presidente de la República, Marcelo T. de Alvear.

En el salón de actos del Colegio Nacional de Buenos Aires brindó la mayoría de ellas y otras las dio en las universidades de La Plata y de Córdoba, siempre ante una multitud de estudiantes.

Cuando estuvo en el Colegio Nacional de la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires, una orquesta tocó al finalizar aquel acto. Sabiendo que le gustaba muchísimo tocar el violín, le ofrecieron el instrumento a Einstein, quien tocó un fragmento del Zapateado de Sarasate, una obra de bastantes dificultades técnicas. Cuando terminó el acto, el presidente de la Universidad de La Plata le ofreció a Einstein un cheque por mil pesos de ese entonces, pero al sabio le pareció una cantidad muy grande. Entonces, luego de una amable discusión, se pusieron de acuerdo con que se llevaba 500 y dejaba 500 para fomentar fines científicos, esta anécdota habla de la generosidad de Einstein”.

Einstein el Llavallol

Lo que trascendió muy poco es que el genio del Siglo XX se tomó unos días de vacaciones en el país y se refugió en una cabaña ubicada en la localidad de Llavallol, en sur del conurbano bonaerense, por entonces un caserío con calles de tierra y mucho verde, que también era propiedad de la familia Wasserman en la calle Moldes y Néstor de la Peña.

Los historiadores revelaron que el físico solía recostarse a leer y a tocar el violín en el pasto y que salía a caminar por las calles de tierra al atardecer. Siempre andaba con su traje gris y su enmarañada cabellera blanca, “algo distraído, sencillo, amable y con buen humor”.

No estuvo más de una semana descansando en este lugar, pero le alcanzó para recorrer la reserva de Santa Catalina, considerada una de las primeras colonias agrícolas que tuvo el país, formada por escoceses en 1825. Y, tal vez, disfrutando de su anonimato, era posible verlo sobre el puente peatonal de madera, cercano a la estación del ferrocarril, contemplando el paisaje. Se lo recuerda como una persona afable, tranquila, siempre de buen humor. También se hizo del tiempo para visitar la catedral de Lomas de Zamora, la escuela aledaña y Adrogué.

Dijo sentirse tan relajado en Llavallol que estuvo trabajando en una idea sobre la conexión entre la gravitación y el electromagnetismo. Poco duró la paz ya que los actos y visitas continuaron, con viaje a Córdoba incluido, donde visitó el Hotel Eden, en La Falda, propiedad de los Eichhorn, quienes fueron aportantes claves a la campaña de Adolf Hitler al poder.

Sierras cordobesas

En un tren especial que el Ministerio de Instrucción Pública de la Nación puso a la disposición del huésped, llegó a la ciudad de La Falda acompañado por una destacada delegación de universitarios porteños y se alojó en el mítico Hotel Eden, de La Falda.

Mientras estuvo en La Falda, Einstein tuvo algo de tiempo para hacer turismo. Visitó con toda la comitiva las sierras y realizó una caminata por los alrededores del Dique San Roque.

Einstein periodista

Einstein colaboró con el tradicional diario argentino La Prensa, escribiendo algunos artículos. En uno de ellos, habló de temas políticos y propuso la creación de una “Paneuropa” a partir de la unión de países europeos, ochenta años antes de que se aprobara la constitución de la Unión Europea.
Pero lo que más preocupaba a Einstein era que la gente entendiera sus teorías.

En uno de los tres artículos publicados por el diario argentino escribió: “Quiero que en la Argentina, en cuya capital reconozco un gran centro de cultura, se conozcan los fundamentos de mi teoría, tal como la entiendo y no bajo el aspecto en que me la presentan admiradores entusiastas que, en el calor de la polémica, la desfiguran muchas veces”.

Finalmente el 24 de abril se despidió luego de un acto donde fue nombrado como socio honorario de la Asociación Hebraica. La última foto de su visita es una imagen grupal, posando como Dandy con un traje claro y un sombrero blanco (ver foto).

Sin dudas fue una visita inolvidable!

https://www.radiojai.com/index.php/2020/06/09/57206/albert-einstein-en-argentina-cronicas-de-una-visita-agitada/

Respuesta  Mensaje 14 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 12/09/2021 01:08
El hotel Edén en su esplendor con el águila de bronce en su frente (Foto Facebook hotel Edén)
El hotel Edén en su esplendor con el águila de bronce en su frente (Foto Facebook hotel Edén)

Antes de contarte esta historia misteriosa, dejame hablar del contexto en el que voy a desarrollar la acción. Es muy simple: es una historia novelesca que mezcla a aristócratas, nazis, inmigrantes, un país partido al medio y hasta un joven Che Guevara que, por aquellos años, vivía en Córdoba con sus padres por sus problemas con el asma.

El hotel está ubicado entre los cerros de La Falda y para conocer sus dominios hay que subir por enroscados caminos hasta tener una amplia vista del valle, a unos 80 kilómetros de Córdoba. El Edén domina todo con su edificio de torres y ventanales, pero en la parte opuesta del valle, en lo alto de una pequeña elevación, está la Iglesia, cuya cruz gigante, desproporcionada, mira directamente al hotel, instalada como un misil santo para conjurar las fuerzas del averno. Ya veremos el porqué de su importancia.

Gloria y caída

Me hundí, no bien traspuse el portal de hierro labrado que da acceso al parque, en los misterios que sugieren sus torres, las escaleras de mármol, el año de su inauguración (en números romanos), la H y la E como un blasón en lo alto de la fachada, los leones rugientes de mármol en el jardín de la entrada: todo muerto.

Albert Einstein en el hotel Edén (Foto Archivo General de la Nación)

Sin embargo, caminé por sus despojos sintiéndolo vivo, imaginándolo noblemente parado en la seca sierra cordobesa, favorito de la alcurnia europea y de la aristocracia argentina, atendido por sus dueños: los hermanos Walter y Bruno Eichhorn. Pero sobre todo por Ida, la enigmática mujer de Walter. Una anfitriona ideal, para un lugar de ensueño. ¿Por qué?

Ida era la verdadera dueña del hotel. Carismática, extrovertida, frontal y de figura imponente: su metro 78 imponía respeto de solo verla. Ah, no voy a dejar de decir esto: era una nazi fanática. Por entonces, la Segunda Guerra sacudía a Europa. En la Argentina, había tanto partidarios del Eje como aliadófilos (Córdoba no escapaba a esa realidad) y Guevara padre fue el que lo llevó de la mano al Che con sus 12 años una calurosa noche de enero para consumar el sabotaje en nombre de los aliados: el objetivo era la poderosa antena de radio de 12 metros de altura que estaba instalada en la terraza del Hotel Edén y con la cual los comandos conjurados suponían que los dueños enviaban información directamente al Tercer Reich. El cura abortó el sabotaje.

La guerra había conmocionado más de lo esperable al somnoliento pueblo de provincia. Y la persona que dividía las aguas era precisamente la dueña del hotel: Ida Eichhorn, amiga personal de Hitler.

La foto autografiada que Adolf Hitler le envió al matrimonio Eichhorn.

Cuando empecé a interesarme por esta historia, alguien me habló de un tal Justo Echeverría. El conserje que vivió la época dorada del Edén era un señor mayor que terminaba su paso por la vida en un geriátrico de La Falda. Justo Echeverria -que también llevó la contabilidad de la empresa entre 1935 y 1940- empezó a escarbar en su memoria. Todavía, pese a los años, guardaba el aire señorial de los buenos anfitriones. Él me dijo:

El esplendor se vivió entre 1937 y 1941, que fue la época fulgurante de Hitler. Ellos -Ida y su marido, Walter- eran amigos personales del Fuhrer. Habían puesto una foto ampliada enmarcada, de un metro por un metro, en el lobby, donde los Eichhorn se veían junto a Hitler tomando el té. También estaban Goering y Goebbels. La veía todo el mundo. Para ellos, era motivo de orgullo, sobre todo para Ida, que era fanática.

Hitler y los dueños del hotel

Ida y su marido se habían conocido en el barco que los trajo a América. Se convirtieron en empresarios prósperos después de comprar el hotel gracias a la Primera Guerra que impidió a la aristocracia argentina veranear en Europa. En la década del 20, regresaron a Alemania -ya como millonarios- y quedaron seducidos por las arengas nacionalistas de Hitler.

El matrimonio Eichhorn (Foto Facebook hotel Edén).

Debo esta historia a Alejandro Almosny que en aquel tiempo era director de turismo de La Falda. Él me facilitó las cartas que señalan la amistad entre los Eichhorn y el hombre que llevaría al desastre a Alemania. De hecho, financiaron su ascenso al poder. En 1931 y 1932, los Eichhorn enviaron su aporte, que fue invertido en el alquiler de un avión para la campaña política y un auto Mercedes Benz con el que Hitler recorrió todo el territorio alemán.

Hitler escribió a los Eichhorn el 13 de febrero de 1933. Esto es textual:

“Querido señor Eichhorn. Gracias por sus felicitaciones a causa de mi elección como canciller. Los viejos amigos son responsables como yo de esta victoria. Con saludo alemán, Adolf Hitler”.

En 1935, Walter e Ida regresaron a Alemania y ese viaje demostró la fortaleza de la amistad con el Fuhrer. Hitler los invitó a la cancillería y los distinguió con el símbolo nazi de oro macizo y el siguiente documento: “Querido camarada Eichhorn: fue su ayuda económica la que me permitió -en el verdadero significado de la palabra- seguir guiando la organización hacia la victoria”

Adolf Hitler

Querido señor Eichhorn: Los viejos amigos son responsables como yo de esta victoria.

Pero el mejor regalo fue aquel cuadro que el Fuhrer envió al Hotel Edén cuando Ida y Walter cumplieron sus bodas de plata, en 1937. Lo llevó, en persona, el embajador alemán en la Argentina Edmund Von Therman: un retrato de Hitler, con marco de plata y autografiado.

Rescatar historias del olvido

El lugar había pasado por distintas manos hasta que los hermanos Walter y Bruno Eichornn lo compraron en 1912. Ambos, junto a sus respectivas esposas, Ida y Grete, reciclaron un hotel que haría historia. Mobiliario, vajilla, mantelería, cristalería, platería, pinturas, estatuas, alfombras, pianos, fueron celosamente elegidos en Europa respondiendo a los cánones del art noveaux.

El Edén en su esplendor (Imagen Facebook hotel Edén).

Pero más que hotel, todavía hoy tiene aspecto de palacio, con su gran escalinata, sus torres y el amplio porche de entrada con columnas pesar de que uno anda entre escombros.

Aún hoy, hay mucha gente que dice haber visto a Hitler en La Falda.

Contaba con 100 dormitorios, 30 baños, un salón comedor para 250 personas, salón de fiestas, un jardín de invierno, un salón bar con billares, un toilette para damas y caballeros, una cámara oscura para fotografías, sótano y bodegas con los mejores vinos del mundo, agencia bancaria una vez a la semana, cancha de golf de 18 hoyos, pileta de natación, cancha de tenis, cocheras con dependencia para los choferes. Y, sobre todo, usina eléctrica, ,cámara frigorífica, lavadero con estufa de desinfección, solarium, huertos, caballerizas y taller mecánico.

“Ningún pasajero venía por menos de dos meses -me contó el gerente- y había millonarios que se quedaban un año alojados. Las familias llegaban desde Buenos Aires o Europa con choferes, criados y niñeras. Traían equipajes impresionantes que despachaban en trenes, donde también viajaban las vacas lecheras para alimentar a los niños”

Durante el tiempo previo a la Segunda Guerra, La Falda se había convertido en una ciudadela nazi. ¿Cómo ocurrió esto en un pequeño pueblo? Hubo gestos en La Falda que demuestran hasta qué punto llegaba el compromiso con el nazismo. “Los matrimonios alemanes -recordó el exconserje- mandaban a Europa sus alianzas de oro para colaborar. Desde allá, les mandaban unos anillos de acero hechos con un clavo, como una simple herradura, con el símbolo nazi. Para ellos, era un orgullo lucirlos. Ida, rígida e implacable, era la que se ocupaba de todo”.

Ahhh, recuerdo que deambulé por ese hotel que llevaba un nombre más que ambicioso y apropiado: El Paraíso Terrenal. Caminé por oscuros corredores con la pintura descascarada, vi arañas que parecían moverse, ingresé a baños que todavía conservaban algo del viejo estilo aunque todo estaba sembrado por pilas de ladrillos y un olor oscuro a humedad subía desde los sótanos.

El Edén en su esplendor (Foto Facebook hotel Edén).

Ahora, sólo había un hombre en ese lugar, que rescataba historias del olvido. Se llamó Alejandro Almosny y fue el que, cuando me vio en La Falda y me contó esta historia, rompió todos los prejuicios que había para aprovechar la historia de El Edén en beneficio de su pueblo. Promotor turístico del derruído hotel, me mostró un racimo de fotos viejas donde se lo ve en su apogeo: “El Edén llegó a ser más conocido en Europa que en la Argentina. Las cartas que llegaban decían simplemente, Hotel Edén, Sudamérica”, decía.

El Edén y el sino de lo bélico

A los hermanos, empezó a irles bien cuando estalló en 1914 la Primera Guerra Mundial y la sociedad chic argentina tuvo que cambiar sus hábitos y miró hacia adentro. Y lo mejor que había adentro era El Edén. Así, se alojaron dos presidentes -Roca y Figueroa Alcorta-, familias de renombre de la alta sociedad como Anchorena, Blaquier, Bunge, Lynch Ezcurra, Béccar Varela, Pueyrredón, Tornquist, Montes de Oca y otros. Las grandes figuras del espectáculo -Hugo Del Carril, César Amadori, Zully Moreno- también se alojaron allí.

Y el poeta Rubén Darío y el físico Albert Einstein, en 1925. Enigmática visita, por cierto. “Hay un montón de leyendas -dijo Alejandro- porque junto con otros científicos se alojan en el hotel pero él fue a conocer el Uritorco, del que ya se hablaba como un lugar casi mágico, donde se vislumbraban fenómenos ajenos al entendimiento humano”. Centro de energía, ciudades subterráneas, esas cosas…

Alejandro deja que las leyendas sigan su curso, como si fuera un sortilegio que no debe romperse. Edgar Hoover, el legendario e implacable jefe del FBI, mandó instrucciones a la embajada norteamericana para que se investigara a los Eichhorn, en 1945, cuando todavía no se sabía cual sería la suerte de Hitler ante la próxima derrota en la guerra. ¿Por qué? Porque sus espías -no nos engañemos, en tiempos de la guerra la Argentina estaba repleta de espías de uno y otro lado- le habían informado que en una fiesta íntima en el Hotel, Ida, fanática hasta la médula había dicho: “Si el Fuhrer tuviera en algún momento dificultades, ´él siempre encontraría un refugio seguro en La Falda, donde ya hemos hecho los preparativos necesarios”. Aún hoy, hay mucha gente que dice haber visto a Hitler en La Falda.

Caminé por lugares que también habían transitado hombres y mujeres notables, como el músico Arturo Toscanini, los príncipes de Windsor y de Saboya, cuando en La Falda no había nada, excepto este lugar remoto, casi ajeno a la Tierra, como un palacio, como un paraíso terrenal al que solo tenían acceso los elegidos.

Alejandro me había mostrado imágenes fílmicas de un vacilante blanco y negro que tenía celosamente guardadas. Allí, se ven lujosos automóviles negros, sirvientes solícitos llevando maletas, señoras distinguidas con sombreros subiendo las escalinatas de mármol, maridos saludando a cámara con sus galeras. Como no había muchos caminos, algunos llegaban en un tren que alargó las vías especialmente hasta quedar a solo 15 kilómetros del hotel. Otros llegaban al Edén en avionetas rentadas desde Buenos Aires.

En la película, se veía un águila imperial de bronce que adornaba el frontis de la fachada principal. La arrancaron cuando terminó la guerra. Ahora, había gatos como únicos habitantes del Edén, adormilados, bajo el ventiluz. Una estrecha escalera de caracol me llevó a la terraza. La historia y la leyenda empezaron a confundirme. Pero a veces, me distraía por la belleza del lugar.

El Edén, símbolo del mal

Los Eichhorn se turnaban en el manejo del hotel. Los dos matrimonios vivían la mitad del año en Alemania y la otra mitad en el Edén. El gran negocio de los Eichhorn, en 1912, había sido comprar los terrenos de la estancia -unas 1250 hectáreas- donde fue edificado el hotel, para después hacer una villa turística de estilo alpino contigua a El Edén.

Unos cien empleados trabajaban en temporada para atender a la exclusiva clientela. La comida era a la carta y fiestas había todas las noches: el hotel contaba con una orquesta estable. Echeverría, el exconserje, dice, envarado sobre sus recuerdos: “Tocaban en el comedor hasta la cena y después seguían tocando en el salón de fiestas. Allí se bailaba mucho y se tomaba más”.

El matrimonio Eichhorn con amigos y huéspedes (Foto Facebook hotel Edén).

Y dice, por lo bajo, el anciano: “Terminaban cantando marchas nazis y se despedían con consignas guerreras, saludando con la mano derecha en alto y honrando la figura de Hitler”.

Me metí en los subsuelos, lo que queda de la usina. Motores poderosos, paralizados por el óxido. Como todo el hotel después que cerró sus puertas, manos anónimas le fueron arrebatando el lujo: aves de rapiña comiendo los despojos de un cadáver.

Mientras deambulaba, pensé en las pasiones de los hombres. El grado de enemistad tan alto que puede separar a unos de otros hasta hacerlos enemigos irreconciliables, el odio creciente que borra con su marea la línea de la realidad e instala una playa de fantasía en la mente. ¿Por qué digo esto? Porque el hotel generó un conflicto humano profundo, una grieta bien honda.

El cura del pueblo, como todos los aliadófilos, estaba indignado por la retahíla de festejos desmesurados que se escapaban en las noches del Edén mientras Alemania sometía a Europa, entre 1939 y 1941.

“La guerra había empezado con triunfos contundentes de Hitler -dice Echeverría-. Austria, Hungría, Polonia, el Báltico, Francia. Cada avance de Hitler, era celebrado con una fiesta. Cuando llegaban los invitados, se saludaban extendiendo el brazo derecho hacia lo alto, se leían los partes de guerra con las victorias alemanas, y brindaban con champán francés”.

El Edén pasó a ser símbolo del mal para el cura que -ya en tren de guerra- agregó a la Iglesia una cruz descomunal que mirara directamente al águila imperial nazi desde el otro extremo del valle. Una cruz que reflejara los rayos del sol durante el día para conjurar la fuerza del infierno que emanaba de ese templo satánico. Una cruz que hizo alumbrar con reflejos verdes por las noches para que se supiera que la cruzada no tenía límites, ni tiempo, ni descanso.

Pero es cierto que descubrí algunas cosas esotéricas sentado en un viejo y ligero sillón de verano, en un pasillo del primer piso. Simbologías: el piso está constituido por baldosas con figuras de rombos negros y blancos y, por donde se mire, aparece el numero ocho. Como son ocho los jarrones del techo. Las dos torres simétricas en los extremos del edificio tienen ocho lados y desde sus ventanucos podían verse las sierras cordobesas.

¿Qué significa eso? En la numerología, el ocho es sinónimo de poder y fortaleza. Para el judaísmo, es un número mágico. Simboliza todo aquello que está un paso por encima del orden natural. En La Biblia, es el número que mas se menciona: 80 veces y representa la resurrección: Cristo resucitó entre los muertos el primer día de la semana, que fue el octavo dia. El número ocho, acostado, horizontal, es el símbolo del infinito. Es un poder sin límites.

¿Creería entonces Ida Eichhorn que el poder del Tercer Reich duraría mil años como se publicitaba en Alemania cuando se convirtió en potencia mundial? Tal vez. Ella era tan fanática que cuando un empleado del hotel solía decir el típico latiguillo “si Dios quiere”, ella corregía: “si Adolf quiere”.

Arriba de la fachada, en los torreones, hay esfinges perturbadoras que para algunos representan a Thor, el dios del trueno en la mitología germánica. Pero para el cura, embarcado en una pelea sin fin contra El Edén, la figura se parecía más a Lucifer: “Ellos ponen al Mal por encima del Bien”, decía.

Qué queda

¿Qué vi de lo que fue el paraíso terrenal o el hotel Edén, como lo llaman todavía los vecinos? Un viejo piano, desarticulado que supo alegrar aquellos buenos tiempos y que ahora, al tocarlo, deja un sonido lúgubre. Acaso sus fantasmas aún lo ronden. Aunque ahora, en sus escaleras ruinosas, hagan tours de visitas guiadas con fantasmas de carne y hueso. Algo así como turismo fantasmagórico.

En el adiós, echo una última mirada al hotel Edén. Quedan solo, aristócrata en ruinas, el Bien y el Mal tras sus paredes, toda su gloria y su caída, su fuente vacía, su león, su fachada sin el águila imperial de bronce, sus torres inquietantes y su recuerdo en blanco y negro.

Al frente, cruzando el valle, la cruz de la Iglesia parece haber ganado la guerra.

La perlita

Sería injusto vincular a los Eichhorn con ese fanatismo que los acompañó en su devoción por Adolfo Hitler y solo eso. La Falda no sería lo que es hoy si no hubieran sido ellos los emprendedores que, además del hotel, construyeron una villa cercana lindante con el Edén de estilo europeo y arbolada con plantas que la propia Ida traía cada vez que viajaba a Alemania.

Pero digamos todo: cierto es que ellos no querían integrarse al resto del pueblo que iba creciendo más humildemente y más desordenadamente. Y hasta pidieron al gobierno de Córdoba ser un pueblo independiente. Ida, sobre todo, pagó caro el precio de su religiosidad hacia el Fuhrer. Apenas terminó la guerra, la Argentina -que había dado un giro hacia los aliados a ultimo momento- confiscó los bienes de los alemanes.

El hotel cerró sus puertas, fue malvendido y, entre los propietarios circunstanciales, llegó a estar Juan Duarte, el hermano de Eva Perón, suerte de playboy que se aprovechó de su cercanía al poder y que murió de manera sospechosa. Hoy, es museo de sitio. Desde 2006, viene siendo remodelado y se están recuperando el salón imperial, los pisos y las habitaciones. La fachada luce como en los buenos tiempos.

Se hacen tours de terror por las noches, donde la sugestión, dicen, nos lleva a ver la niña fantasma y la dama de blanco que caminan, fantasmales por los corredores. Hasta vinieron cazafantasmas desde Estados Unidos con esos aparatos que sirven para registrar el merodeo de los espíritus. Y dicen que tuvieron éxito. Misterio…pero así lo cuentan...

¡Ah, me faltaba lo principal! Qué fue de la vida del matrimonio Eichhorn. Bueno, Walter murió en La Falda en 1961 y su mujer, Ida, en 1964. Ambos están enterrados en el cementerio de Huerta Grande, bajo tumbas con lápidas de granito, a unos kilómetros de ese hotel que por un tiempo, entre fiestas, champagne y festejos de victorias fue el paraíso terrenal que señalaba su nombre.

https://tn.com.ar/sociedad/2021/05/15/historias-para-no-dormir-el-refugio-nazi-del-hotel-eden/

Respuesta  Mensaje 15 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 26/09/2021 00:55


Respuesta  Mensaje 16 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 27/09/2021 02:38
FEDERICO KUKSO — El año que Einstein (casi) fue argentino

Respuesta  Mensaje 17 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 16/01/2022 22:56


Respuesta  Mensaje 18 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 20/02/2022 03:45


Respuesta  Mensaje 19 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 22/02/2022 18:18


Respuesta  Mensaje 20 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 28/10/2022 21:29


Respuesta  Mensaje 21 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 03/01/2023 12:59


Respuesta  Mensaje 22 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 21/02/2023 22:31


Respuesta  Mensaje 23 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 26/11/2023 02:13
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Respuesta  Mensaje 24 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 27/02/2024 22:37


Respuesta  Mensaje 25 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 28/02/2024 04:52


Respuesta  Mensaje 26 de 26 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 28/02/2024 10:07



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