Hola Carolina, tengo algunas dudas respecto al deseo sexual de los hombres.
Concretamente me ha pasado en mis 2 últimas parejas que él no ha sido, sexualmente y amorosamente lo que yo esperaba.
Con uno de ellos estuve 3 años de novia él tenía 33 años y yo 28, pasabamos muy bien, parecíamos una pareja muy sólida, y cuando formalizamos nos comprometimos y nos fuimos a vivir juntos, él cambio su manera de ser, se aburría y todo se complicó al mes de mudarnos. Bajamos la frecuencia y él ya no quería tener sexo nunca, yo era quien tomaba la iniciativa mientras que, cuando éramos novios pasaba al revés. Al final se fue a vivir con la madre de nuevo y terminamos. Ahora sale con una chica 10 años menor que él y sigue en la misma de cuando lo conocí. ¿Por qué será que sucede esto?
Con mi actual pareja llegamos a convivir, él es muy tranquilo y trabajador pero no tiene buen nivel de deseo sexual, siempre evade, pone escusas y me genera dudas sobre si seré yo que tengo la culpa por sus tonos y comentarios, en realidad yo creo que es un tema de él, yo me siento con ganas y aún lo quiero, pero me estoy cansando porque los años pasan y una desea ser feliz.
Lo que me gustaría es que me dieras tu opinión como sexóloga y saber si solo me pasa a mí, o en muchos hombres se presentan problemas similares, y como se puede resolver.
Gracias Carla
La sexualidad no lo es todo pero es muy importante. Con su buena vivencia, (cuando es nuestro interés, experimentarla en pareja) solemos sentirnos plenos, compenetrados, confiados, con buena autoestima y nos potencia en otros ámbitos de la vida como el laboral, familiar, etc.
Lamentablemente en los últimos tiempos, hemos visto un aumento en casos de bajo deseo sexual, por múltiples causas.
En este tema, cada caso es un mundo, por eso las generalizaciones no son buenas.
Es frecuente encontrar diferencias en las causas de varones y mujeres.
La buena respuesta sexual masculina se basa en una estabilidad emocional y física, como sucede en la mujer, pero las afecciones dentro de las manifestaciones físicas del sexo le influyen más a él que a ella. Esto quiere decir que si no funciona bien su respuesta, él se “asusta” antes, y el impacto de este temor, activa los problemas de modo más dramático.( Este hecho se sustenta en condicionamientos culturales)
Cuando se pierde el deseo sexual, es necesario realizar un buen diagnóstico para descubrir que es lo que está sucediendo. En estos casos el apoyo terapéutico suele ser una buena ayuda para superarlo de manera efectiva y rápida, con esto logramos llegar a las causas, quizás profundas, que permitan comprender que pasa y comenzar un cambio, si es que lo desea.
Siempre pongo un ejemplo a mis pacientes para entender que pasa con su pérdida. Se trata de hacer un paralelismo con la anorexia (trastorno de la alimentación). La persona que sufre anorexia puede en ocaciones entender que debe alimentarse, e intentar hacerlo, pero ese interés y motivación por probar “algo rico” no aparece. Puede tener acceso a los mejores manjares y nada sucede, no aparece la pasión, el placer y el gusto de saborearlos. Pueden poner un trozo en la boca y tragarlo, pero seguramente en lugar de disfrutarlo, estará pensando: “cuando se vaciará el plato”, “cuando terminaré”. De forma similar ( en forma muy general) sucede cuando se pierde el deseo sexual.
El apetito por la comida puede volver, y el deseo sexual también.
Es un proceso que debe comenzar con el reconocer y valorar esta situación como un problema, y por supuesto querer recuperarlo y encontrar la voluntad y motivación para ir en su búsqueda.
Como les contaba cuando un varón siente afectado su deseo se preocupa mucho más que la mujer, por el peso del machismo y todos sus mitos.
En varias ocasiones he escuchado de los varones (y también de varias mujeres), que creen que si no tienen ganas de sexo, es porque su hombría se ha afectado en diferentes grados.
Los mitos machistas dicen:
- El varón debe estar siempre dispuesto.
- El varón debe responder sexualmente siempre ante una mujer que se le insinúa.
- El varón desea tener sexo mayor cantidad de veces que la mujer.
He visto muchos casos y situaciones en donde al varón le cuesta aceptar que no tiene “ganas”, aparecen las negaciones, buscan justificaciones: que tiene mucho trabajo o problemas en el trabajo, que sienten algún problema muscular, digestivo, u otros problemas médicos, o depositan la culpa en su pareja: “tú no me motivas”, “ tú no me seducís o siempre estas ocupada en otra cosa”, “ ya no sos como antes”, etc.
Todo esto, y más, pueden ser elementos para evadir atender el tema o “dar tiempo” para que todo se arregle fácil y mágicamente.
Lamentablemente no suele suceder así.
El deseo sexual se refuerza en sí mismo y “cuanto menos tengo, menos quiero”.
Es así que nuestra psiquis se acomoda a las circunstancias, y cuanto más tiempo pase, costará un poco mas trabajar sobre su recuperación.
Algo importante es tomar en cuenta que cuando uno de los miembros de la pareja sufre un problema sexual el otro también es parte de ese problema.
Es frecuente ver en la terapia de pareja que el que no está afectado (aparentemente), dice: “es el/ella la del problema, yo estoy bárbaro”
Todo problema sexual en un marco de pareja, es cosa de 2, “50 y 50”, si hablamos de causas de origen emocional. No sería así si las causas son orgánicas o médicas como: diabetes, otros problemas vasculares diversos, hormonales, neurológicos, etc.
En el momento en que comienza a gestarse el problema, o durante el proceso de afianzamiento del mismo, el otro puede “tirar leña al fuego”, sin percibir lo que sucede, ejercer presión, aumentar la ansiedad frente al problema, generar mas dudas en torno al síntoma.
Muchas veces todo comienza con un enojo, cuantas pendientes, desencuentros en gustos y motivaciones, diferentes tiempos, diferentes metas sexuales, falta de comunicación, estimulación ineficaz, distintos tipos de desilusiones.
La solución comienza dentro de la pareja, que fue donde comenzó también el problema, aunque en ocasiones pensemos que la causa es un agente externo, en realidad lo correcto en ese caso sería pensar, que la causa es el impacto del agente externo dentro del núcleo de los 2.
Suele ayudar, el generar, en el núcleo de la pareja, un espacio para necesitar al otro y que el otro nos necesite, establecer comunicaciones francas, e intentar descubrir si ambos realmente aun se desean, quieren estar juntos, o si buscan lo mismo. Deben pensar, si existen proyectos en común, convenios en el modo de acceder a ellos y alcanzar logros que enriquezcan a la pareja y le brinden armonía y alegría. Perder por mucho tiempo la alegría en el vínculo, no suele tener buen pronóstico.
Si se encuentran respuestas positivas a todos o algunos de estos planteos, en una dinámica “50 y 50” , busquen apoyo si no logran con facilidad encontrar herramientas para despertar la pasión dormida, porque vale la pena intentarlo.
En cuanto a si al concretar una relación, puede pasar que aparezcan problemas que durante el noviazgo no estaban, respondo que sí.
He escuchado muchos relatos de situaciones de mujeres y varones al respecto.
La época del noviazgo es un espacio en donde se establece un juego de seducción y necesidad de conquista, que para algunos es una especie de afrodisíaco.
Esto tiene que ver con la historia personal de cada uno, pero en la base de la imposibilidad de seguir con la etapa siguiente de formalizar una relación, sin perder la pasión,se encuentra frecuentemente, una situación de inmadurez emocional y sexual.
Esa persona aunque tenga 40 años puede aun, no haber pasado la línea hacia la madurez, en el aspecto emocional- sexual.
Abandonar etapas como la adolescencia , en donde, desde una vivencia positiva,uno suele jugar con la vida, experimentar, donde se maneja la omnipotencia, la falta de responsabilidades, donde las rutinas no son tan pesadas, donde los tiempos se construyen en el día a día, donde se puede ser niño y adulto a la vez, y usufructuar lo mejor de cada etapa, para algunos representa una angustia difícil de manejar y entonces evade el desprenderse de esas conductas, por supuesto detrás de estas circunstancias hay siempre camuflado otro conflicto que es el verdadero motor de el síntoma “no madurar”. Edipo no resuelto, temores, inseguridades, malos modelos de referencia, carencias afectivas, llamados de atención, miedo a las perdidas,etc.
Cuando estamos frente a un cuadro de este tipo y la persona no ha podido evolucionar correctamente en el camino del “crecer”, en ocasiones juega al matrimonio, o deciden ir a vivir juntos como parte del mismo juego, pero pasada la novedad , la idealización y cuando la convivencia exige “echar mano” de otros recursos, que solo se tienen en la madurez, y estos no aparecen, a veces comienzan los problemas y los choques, afectándose la relación afectiva y sexual de la pareja.