El papa Juan Pablo II instituyó, en el año 2000, el domingo después de Pascua, el Domingo de la Misericordia, en respuesta al pedido del Señor a sor Faustina. La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos... “y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario, 723).
I.-RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA 1Ped 2, 2
Como niños recién nacidos, deseen la leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.
O bien: Esd 2, 36-37
Celebren con alegría su victoria, dando gracias a Dios, que los llamó a su Reino celestial. Aleluya.
ACTO PENITENCIAL
- Tú, el vencedor del pecado y de la muerte Señor, ten piedad.
- Tú, alegría de los que creen en ti. Cristo, ten piedad.
- Tú, la resurrección y la vida. Señor, ten piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS.
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios de eterna misericordia, que en la celebración anual de las fiestas pascuales reavivas la fe del pueblo santo, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para que comprender, verdaderamente, la inestimable grandeza del bautismo que nos purificó, del Espíritu que nos regeneró y de la sangre que nos redimió. Por nuestro Señor Jesucristo. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA Hech 2, 42-47
Lectura de los Hechos de los apóstoles.
Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Las consecuencias de la resurrección abarcan toda la vida de los cristianos. Incluso el modo de vivir comunitario. Desde este hecho, la comunidad se transforma en signo vital para la sociedad: nadie pasa necesidad, todos aprenden, oran y celebran. La fe se expresa y traduce en la vida cotidiana.
SALMO Sal 117, 2-4. 13-15. 22-24
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
O bien: Aleluya.
Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! R.
Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda. El Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas de los justos. R.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Éste es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. R.
SEGUNDA LECTURA 1 Ped 1, 3-9
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada en el cielo. Porque gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la salvación dispuesta a ser revelada en el momento final. Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: Así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo. Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en Él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Las pruebas a las que se refiere la carta son, muy probablemente, las persecuciones a las que se vieron sometidas las comunidades de finales del siglo I. El imperio romano perseguía y encarcelaba a quienes consideraba sus enemigos. Sin embargo, estos hombres y mujeres veían que su fe era más fuerte que las dificultades y que la meta era más alta que el camino.
ALELUYA Jn 20, 29
Aleluya. Ahora crees, Tomás, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Jn 20, 19-31
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a Mí, Yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!». Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
Las palabras de Jesús a los apóstoles son un modo de anunciar el inicio de lo que luego será la comunidad eclesial: los exhorta a vivir la reconciliación y los envía al mundo. En definitiva, eso mismo vino a hacer Jesús: enviado por el Padre, vino a reconciliar a todos los hombres. La comunidad, entonces, es enviada como lo fue el Hijo, para continuar con su obra.
EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos: Jesús resucitado, auméntanos la fe.
· Para que los que trabajan por la justicia y la paz logren promover una nueva convivencia entre los pueblos. Oremos
· Para que todos los que buscan y aún no han llegado a la fe tengan la dicha de creer sin ver. Oremos.
· Para que los cristianos, en el mundo entero, irradien la alegría pascual. Oremos.
· Para que nuestra comunidad parroquial imite la unidad y la fraterna solidaridad de aquella primera comunidad. Oremos.
III.- LITURGIA EUCARÍSTICA
Presentación de las ofrendas: Jesús resucitado es la garantía de nuestra fe. Por eso, con el pan y el vino, presentemos al Señor el propósito de vivir con alegría la cincuentena pascual
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas que te presentamos [junto a los recién bautizados], y haz que, renovados por la confesión de tu nombre y el bautismo lleguemos la felicidad eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO PASCUAL
Jesús nos trae la paz y nos envía a evangelizar. Por eso, con especial alegría, unidos al celebrante, elevemos la gran acción de gracias al Padre porque por Jesucristo, nos hizo vencer el pecado y la muerte y renacer a una nueva vida.
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
LA PAZ
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27
Acerca tu mano y reconoce el lugar de los clavos; en adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe. Aleluya.
Comunión: Unidos en una misma fe, con alegría, vayamos a recibir al mismo Cristo resucitado que nos llama a vivir en verdadera comunidad.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que los frutos del sacramento pascual que hemos recibido, permanezca siempre en nuestros corazones. Por Jesucristo nuestro Señor.
IV.- RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICION
Canto final
Queridos amigos: ¡Cristo ha resucitado y vive entre nosotros! Con esta alegría y seguridad, nos retiramos cantando. |