El amor de Dios manifiesta mi mayor bien. Tener esto presente me motiva. Lo desconocido puede echar una sombra sobre lo que está delante de mí, pero no me amilano ante lo que todavía falta por ser iluminado. La luz eterna de Dios disipará toda sombra y revelará la verdad.
Aquí mismo donde estoy, en este momento o en cualquier momento en el futuro, cumplo un propósito. Soy la vida de Dios en expresión. Si estoy en medio de un desafío o tengo que hacerme un procedimiento médico, recuerdo que no estoy solo. Si soy puesto a prueba por las circunstancias, recuerdo permanecer alerta y estar consciente de que soy guiado de manera divina. El amor de Dios me bendice todo el tiempo y en todo lugar. Estoy seguro y a salvo.
¡Permite que siempre me acompañen tu misericordia y tu verdad!—Salmo 40:11
El agua que se vierte sobre una planta sedienta hará que se recupere de nuevo. La lluvia que cae en un sembradío reseco lo empapa hasta las raíces haciendo que recobre su verdor. Cuando me siento agotado, reconozco el Espíritu Santo morador que fluye por medio de mí, restaurándome y revitalizándome. Momentos callados de oración abren el camino por medio del cual este espíritu sanador llega a las profundidades de mi alma. Descanso en la presencia sanadora del Espíritu Santo y siento el comienzo de la curación.
Ese mismo Espíritu mora en mis familiares y amigos como energía sanadora y renovación. Mantengo a cada uno en pensamiento fervoroso y visualizo salud, curación y perfección. Doy gracias por la energía divina restauradora.
Después volvió a orar, y el cielo dejó caer su lluvia, y la tierra dio sus frutos.—Santiago 5:18
En su libro The Top Five Regrets of the Dying (Los cinco arrepentimientos de los moribundos), Bronnie Ware comparte un lamento común entre quienes están por fallecer: “Desearía haber tenido el valor de llevar una vida fiel a mí mismo, y no la vida que otros esperaban de mí”.
No tengo que esperar que sea demasiado tarde. Hoy puedo vivir siendo fiel a mí mismo. Establezco valores y objetivos que sustenten mi alma. ¿Qué es lo más importante para mí? Y ¿por qué? Después de fijar metas a corto y a largo plazo, establezco prioridades que apoyen dichas metas y que sean congruentes con mis valores. Vivo con entusiasmo y propósito. Cuido de mi cuerpo físico y fomento mi unidad con el Espíritu. Escojo aquello que exprese mi verdad.
Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.—Mateo 6:33
Soy una expresión de la creatividad ilimitada de Dios.
Todo acerca de mí es único —desde mis huellas digitales y genes hasta la manera como sonrío. Dios ha creado una variedad infinita de plantas, animales, insectos y seres humanos. No solamente soy una creación singular, sino que soy un canal único y esencial para la energía creativa divina.
Al comienzo de cualquier proceso creativo existe un vacío. Cuando me dirijo a mi interior en oración, preparo el camino para llenar ese vacío con ideas, perspectivas y discernimientos nuevos. No importa cuántas veces haga uso del proceso creativo: yendo de pensamientos imprecisos a ideas definidas, de la nada a la abundancia, de la ansiedad a la creatividad —cada vez es un milagro. La creatividad divina que se expresa por medio de mí no tiene fin.
¡Recuerden sus grandes maravillas, sus hechos prodigiosos y sus sabias sentencias!—Salmo 105:5
Tema anterior
Primer 
