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BERNARDO STAMATEAS: MADRES SANAS, HIJOS EN VICTORIA
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De: Alondra bat Yeshúa  (message original) Envoyé: 16/11/2009 02:43

Madres Sanas ¡Hijos en Victoria!

Bernardo Stamateas

 

Lucas 7: 11 – 16; Marcos 7: 25- 30

Estos son ejemplos de dos tipos de madres que analizaremos: una, con su hija afligida por el demonio y otra, con su hijo muerto.

I- Las madres absorbentes, sobre protectoras.
Había una niña de corta edad que estaba endemoniada y su madre corrió hasta Jesús, se tiró a sus pies y éste no le dio atención. Ella dijo: “ Con una migaja del pan me alcanza ”. Y Jesús sorprendido por esa respuesta le dijo: “ Por esta palabra de fe tu hija está sana ”.

Estas madres no tienen límites, no saben donde empiezan ellas y donde terminan sus hijas que son la continuación de ellas. Por ejemplo: si la hija se pone de novia, la madre también, si la hija se divorcia la madre se divorcia, si le va bien en el colegio la madre está bien pero si la hija tiene una crisis la madre se deprime.
Son un extremo: todo o nada. Lo que siente una lo siente la otra, lo que vive una lo vive la otra, lo que decide una lo decide la otra; tienen los mismos amigos y los mismos enemigos.

Este tipo de madres trasmiten:
- Alegría : están felices de tener una hija, amarla y estar con ellas, y
- Miedo : por lo que les ocurra, la lastimen o no puedan hacerle algo.
Estas hijas crecen con la alegría de la vida pero también con miedo.

En esta historia no aparece ningún hombre, la mujer va a buscar a Jesús.

Las madres sobre protectoras anulan a los hombres, los sacan de la historia y, cuando descubren que sus hijas se van independizando, las manipulan para no perderlas. Aprenden a mentir, a llevar y traer, para lograr sus objetivos.

La mujer fue a Jesús para demandar, no para pedir, y Jesús no la escuchó (porque no oye las demandas de las sobre protectoras o manipuladoras), le dijo: “ Tengo un pan pero no es para los perros. ” Le puso un límite y le enseñó que no sanaría a su hija hasta no sanarla a ella primero. La mujer fue a hablarle de su hija endemoniada y Jesús quería hablar de ella no de su hija.

Un principio para aprender:

“A Jesús no le interesa lo que le pasa a tu hija, está interesado primero en lo que te pasa a vos.”

1- “Primero voy a pensar en mí, hablar de mí”.
Cuando le dijo: “ Con una migaja alcanza ”, la mujer habló de su fe y la hija quedó sana.
Jesús no quiere que le hables de tu extensión, de tu simbiosis, sino que hables de vos, quiere oír tu fe y escuchar tu corazón.

Una mujer se vuelve sobre protectora por culpa .

Cuando tuvo un embarazo difícil o su hija tiene una enfermedad o pasó miseria o dolor sobreprotege: “Vos sos yo y yo soy vos.” ¡No! Soy una persona distinta, mi función es cuidarte y estar encima tuyo. La culpa es como un león hambriento que busca alimentarse de castigo. Cuando Jesús le habla del pan (¿qué tiene con una hija endemoniada?) es porque estaba comiendo culpa.

Enseñanza:
Dejá de comer tu culpa, alimentate de la palabra de revelación, de fe.

Cuando hables las promesas de Dios, comas palabras de fe y dejes de alimentarte de culpa, entonces Dios hará el milagro.

Las mujeres tienen más culpas, por eso van más a las iglesias, soportan el maltrato de pastores y líderes egoístas, narcisistas, que las humillan y se quedan “sumisas”.

Jesús le estaba diciendo: “Te daré de comer pero no por culpa, ni reto, ni condenación, tengo un pan, mi palabra es pan de vida para quien lo come . No viniste para alimentar tu culpa, te daré el pan de la palabra de fe para que lo comas, lo hables y todo lo que hagas te salga bien.”
“Soy una basura, todo me cuesta, nadie me quiere ”, muchas mujeres viven condenándose, juzgándose, porque están insatisfechas se lastiman, buscan que alguien las rete y les alimente la culpa.

Jesús le dijo: “Si viniste a comer te daré una palabra que te arranque la culpa, la Biblia dice: “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús ”, “ Nada me separará del amor del Padre, si Él ha perdonado nuestros pecados, nadie podrá condenarnos, más la sangre de Cristo nos limpia y nos hace vivir en victoria”.

Si sos culpable de algo malo que hiciste, recibí el perdón del Señor, es la palabra que debes comer: “ Dios es bueno y justo para perdonarnos de todo pecado y limpiarnos de toda maldad” No importa cuan bajo hayas vivido en el pasado, fuiste perdonado, tu deuda cancelada y sos libre, sano y restaurado por la sangre de Jesucristo.

Una mujer con culpa mata lo bueno.

Herodías estaba casada con su tío y lo abandonó para unirse el hermano de éste. Herodes se encontró con Juan el bautista quien lo exhortó diciendo: “No es lícito tener a la mujer de tu hermano”.

Pasado el tiempo, en el cumpleaños de Herodes (en ese entonces en los cumpleaños asistían los hombres que comían, hacían orgías), bailó Salomé, que era una niña (tenía entre diez o doce años de edad) y no danzó para excitarlo sino (la palabra en el original es jugó) como un juego delante del rey.

El rey se alegró y dijo que le concedería lo que ella deseara. La niña era inocente y tenía el cordón umbilical con su madre, que era malvada, y le preguntó qué debería pedir. Como la madre vivía con la culpa del adulterio, le dijo que pidiera la cabeza de Juan el bautista. Herodes se entristeció pero le cumpliría el deseo, no podía volverse atrás.

La mujer con culpa cortará la cabeza del que la quiere ayudar y lastimará al que viene con una palabra de liberación.

Juan el bautista le exhortó para que se arrepintiera, entregara sus pecados a Dios y recibiera el perdón, para que dejara de hacer lo malo y recibir la bendición de Dios.
Pero esta mujer, en vez de comer la palabra de fe, comió culpa y la llevó a usar a una niña, a traumatizarla y mandar a matar a un gran profeta de la tierra.

Si hiciste algo malo dejá de condenarte, de decapitar a los demás, de mandonear, manipular y dirigir, de lastimar a la gente que te ama.
Comé la palabra de fe: “Todo el que ama al Señor, es limpiado, restaurado, ungido, le da sueños, sella tu vida con el Espíritu Santo y toma su vida en sus manos para siempre.”

Me pondré en primer lugar.

2- Me alimentaré de fe y no de culpa, ni condenación.
Jesús te ve como si nunca hubieses pecado, en victoria, lleno del Espíritu Santo.

¡No comas más basura!
Cuando alguien te grite, manipule, rete, decí: “No como más eso, yo como del pan que cae de la mesa del Señor, que da vida y alimento.”
Cuando te digan que no podés estudiar, que debes quedarte en tu casa para criar a tus hijos, decí: “Esa comida no la como más.”

Cuando digan que las mujeres no pueden ser pastores, que deben quedarse limpiando las ropas de sus maridos porque es su tarea decí: “Esa comida no la como más.”
Si te dicen que fuiste a apoyar los sueños de tu marido, porque “detrás de todo gran hombre hay una mujer”, decí: “Ya no como más esa comida chatarra, me alimento de la palabra de fe: Voy a soñar, a avanzar, me cuidaré, respetaré y felicitaré.”

Cuando te pongas en primer lugar y hables fe, vivirás tranquila.

Jesús no echó al demonio de la niña sino trató a la mamá y cuando fue sana, la hija quedó automáticamente libre.

II- Las mamás tristes.
Una mamá está llorando porque se le murió su hijo, lo llevan a enterrar y al llegar a la ciudad ve a Jesús con sus discípulos. En la antigüedad para la ley, una viuda no tenía valor. Ella representa a las madres depresivas, que lloran sus pérdidas, que trasmiten dolor, sacrificio, debilidad, a las que tomaron a su hijo varón como único sostén, como marido.

Muchas mujeres aprisionan a sus hijos con la tristeza, les cuentan intimidades, los tratan como esposos. Son confidentes y terminan siendo los fuertes, los salvadores, los héroes. Estos hombres ayudan a todo el mundo porque es el rol que le trasmitió su madre sufriente: “debe ayudar a todos como a ella”. Crecen con una ambivalencia: por un lado la aman y por otro la detestan. Cuando se ponen de novios hacen lo mismo con su mujer: la aman y la odian, porque si se quedan con la novia abandonan a la mamá y les da mucha bronca, pero si van con la mamá la odian porque abandonan a la novia.

Son los clásicos mujeriegos que no pueden formar un hogar estable, la mejor manera de no echar raíces es salir con cuanta mujer se les cruza; y si casan tiene que ser con la mujer permitida por su madre. La esposa no sabe cuánto gana el marido y en caso de hacer un negocio primero lo consulta con la mamá y después “quizás”, lo cuente a su mujer. Pretenden mujeres independientes, que hayan estudiado, sean profesionales y cuando la encuentran hacen que deje de estudiar o trabajar para que esté en la casa. Quieren una mujer “aparentemente independiente” para humillarla, castrarla y que no ejerza su autonomía, porque fueron aprisionados por su mamá. Son los pasivos, los alcohólicos.

Un psicólogo americano dice que los chicos que se drogan usan la droga como un sustituto de las madres que los abandonaron.

La madre no tiene la culpa directa, porque cada uno es responsable, pero al atar al hijo mediante el sacrificio, el dolor, la lástima, usándolo de confidente, ese chico será inestable emocionalmente porque crecen aprisionados por su madre. El mandato fuerte es: “Yo he sufrido en la vida y vos tenés que sufrir más.”

El hijo estaba muerto porque tenía que sufrir más y morir antes que la mamá. Cuando Jesús aparece en el camino le habló primero a la madre. Le dijo: “No llores.” Porque esa mujer no lloraba al hijo sino que había perdido su único sostén. Hay lágrimas de dolor que Jesús acepta pero frena las lágrimas de víctima. Hasta que no dejes de llorar por vos, Jesús no intervendrá.

Primero paró el féretro.

Jesús no quiere hombres que sean llevados de las narices de un lado para el otro, sino a los que saben adónde van y tienen sueños. Los hombres pasivos, sin sueños, sin metas, sin autoridad, son llevados para todos lados, no pusieron límites a lo malo, ni a sus hijos y éstos los llevan de un lado al otro.

Le dijo: Joven , despierta .
Despierta porque te están llevando a la tumba, no te diste cuenta, y te esperan años gloriosos, de victoria.
Joven : quiere decir “algo nuevo que no se usó”.
Despertate : hay años, dones, fuerzas que no usaste; no te podés morir, hay cosas fuertes que todavía no usaste.
Y el muchacho se sentó en la camilla , dejó de pedir ayuda a su mamá, fue libre de ella.

Ya es hora que te sientes en lugares celestiales con Cristo.
Pablo dijo: Estoy sentado en lugares celestiales con Cristo , mientras el diablo anda de acá para allá, yo tengo un lugar de autoridad. Eso simboliza al hombre que tomó autoridad sobre su vida, decile:

-No a la droga,
-No a la inmoralidad sexual,
-No a la mentira,
-No al adulterio,
-No a ser un mujeriego,
-No a ser un pasivo,

Tomá tu lugar de autoridad porque hay lugares que no usaste y lo harás en los próximos años.

Y dice: “Se levantó, se sentó, y habló.” El vocablo “lalin” quiere decir: hablar con confianza. Cuando se levantó, al único que vio fue a Jesús y empezó a hablarle al Señor.

¡Qué lindo despertar con la voz del Señor, ver cara a cara a Jesús, mirarlo y sentir su amor! Y decir: “Yo era un muerto que llevaban de un lado para otro, pero alguien detuvo mi movimiento torpe, una voz entró en lo profundo de mi espíritu y me dijo: Despierta . Y esas palabras tenían tanta energía, tanta vida que, de pronto, esa vida entró donde había muerte y no me pude quedar quieto; me senté y sentí autoridad, le vi y empecé a hablar: “¡Oh! Señor mi vida es para ti siempre te serviré y te seguiré.”

Cuando se levantó, su madre ya no lloraba, era distinta.

Que tu hijo te vea distinta y se pregunte: ¿Qué pasa que mamá ya no se queja, que tiene autoestima? Las familias volverán a encontrarse, alabando al Señor.

Cuando Jesús viene, los velatorios serán una fiesta eterna.

Vienen días donde el corazón de los hijos volverán a los padres y el de los padres a los hijos.

Por Bernardo Stamateas

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