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ALEJANDRA STAMATEAS: QUIERO MEJORAR MI CALIDAD DE VIDA
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De: Alondra bat Yeshúa  (Missatge original) Enviat: 18/11/2009 23:57
QUIERO MEJORAR MI CALIDAD DE VIDA
ALEJANDRA STAMATEAS
 

Mateo 15;8:

“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas”

Dijimos que una mujer es verdaderamente libre, cuando tiene opciones, cuando uno puede elegir; el problema es cuando no tenemos opciones en la vida y tenemos que hacer eso que se nos obliga hacer, o no tenemos recursos para elegir otra cosa y vivimos de acuerdo a lo que otros nos imponen.

Hay muchas mujeres que a pesar de tener opciones viven en una libertad condicional. Teniendo la posibilidad de elegir lo bueno, eligen lo malo.

Este tipo de mujeres viven en libertad condicional, son mujeres que se sienten bajo custodia permanente, se sienten vigiladas, y esa vigilancia viene de alguien de afuera o es una vigilancia que viene de adentro.

Son mujeres con un sistema rígido de pensamientos o normas, por lo tanto viven controladas internamente. N0 se pueden salir ni un milímetro de esa norma, porque si se salen de esa norma se sienten culpables.

Saben que pueden elegir lo mejor, pero no se atreven a buscarlo porque sienten que ‘es para orgullosas’ ‘no es espiritual’ ‘no es de Dios’ y por lo tanto esa norma humana las termina encerrando otra vez en una cárcel.

Las reglas humanas no son reglas divinas

Tenés que aprender a diferenciar cuando a vos te está rigiendo una regla humana o una regla divina.

Cada vez que te rija una regla humana vas a tener un código interno negativo; por ejemplo cuando cumplís años, alguien seguramente te preguntó ‘¿qué querés que te regale para tu cumpleaños?’

Y vos, ¿qué le dijiste? ‘Lo que quieras’ ‘lo que a vos te guste’ ‘me da lo mismo’ ‘mientras te acuerdes de mi cumpleaños’ ‘cualquier cosa’ ‘nada’

Pero dijiste eso porque cada vez que tenés que elegir se te activa un código negativo que está metido en tu alma, que es el código de la sumisión.

¿Qué es el código de la sumisión?

Siempre que vos sentís tenés que someterte a alguien, que tenés que ser sumisa, que tenés que ser buena, que no tenés que ser exigente, que no te tenés que enojar; se activa porque hay un miedo, y el miedo básico es a que nadie te quiera.

Las mujeres se someten porque tienen miedo a que los demás que están a su alrededor, no las quieran. Y cuando vos vivís bajo ese código negativo, empezás a enfermarte, mentalmente, físicamente, espiritualmente, y eso hace que tengas un bajo nivel de vida.

El síntoma por excelencia de una mujer sometida es que no puede decidir que le pasen cosas buenas en la vida, no puede creer que algo bueno vaya a pasarle, es el estado de perpetua insignificancia, de pasar desapercibida para sí misma y para los demás, ya que hay un código interno que nos dice a las mujeres que a vos te van a querer mientras menos molestes, te van a amar mientras menos ruido hagas; mientras más tranquila estés y menos problemas traigas; y a eso se lo llama síndrome de perpetua insignificancia.

Cuando tenés que recibir premios te otorgás o te otorgan castigo, cuando alguien tiene que reconocerte no te reconoce.

Hoy existe una palabra que es ‘ningunear’; no te veo, no te oigo, no te hablo, no existís, no te escucho porque estoy ninguneándote.

Si hiciste algo bien como vos te considerás insignificante se lo otorgás a otro, y decís ‘yo no fui’.

Cuando te regalan algo valioso, lo guardás porque no te considerás merecedora de ese regalo, si tenés tiempo libre buscás cómo usar ese tiempo para los demás, te dan para elegir y elegís lo peor.

Guardás los platos, los cubiertos para cuando vengan visitas, porque las visitas son las importantes y vos no; y eso se lo enseñamos a nuestros hijos ‘no toques esa taza porque es para las visitas’ y les trasmitimos que las visitas son las personas que vienen a casa y vos que vivís acá no sos importantes y ese es el ninguneo.

La insignificancia no sólo la tenés con vos en un estado de sumisión, sino que también los otros la tienen con vos.

Hoy vamos a analizar tres historias de tres mujeres que aparecen en el Nuevo Testamento. Vamos a ver cómo ser una mujer de diez.

La primera historia es la de la ‘mujer del frasco de perfume’

Estaba Jesús en una casa y ella lo que hace es ungir con un perfume costoso a Jesús, y los primeros que reaccionan y que aplican el ninguneo son los discípulos; creyendo que la mujer había hecho una estupidez.

Ellos pensaban que ese frasco podría haberse vendido para dar de comer a los pobres. Los discípulos no la tuvieron en cuenta.

Cada vez que te digan que hiciste una estupidez están ninguneándote.

Pero Jesús te entiende, y les dijo a los discípulos que ellos estaban equivocados; que esa mujer había hecho un acto profético que sus mentes no podían llegar a entender, porque para llegar a entender lo profético hay que ser muy sabio.

Entonces Jesús mostró que esa mujer estaba haciendo un acto heroico.

Cuando leí este pasaje se me hizo luz, porque Jesús dijo que cuando se contara esta historia va a ser para memoria de esa mujer, para que recuerden su acción.

La protagonista de la historia es ella y no Jesús. Jesús nunca te ningunea, cualquier acto que hagas para Jesús tiene un gran valor, Él va a levantarte y exaltarte, aunque otros quieran negar lo que hacés o quieran ver como poco lo que hiciste; vas a ser vos la protagonista de la historia;

Dios siempre te va a terminar exaltando. Dios va a ponerte como protagonista de tu historia delante de todos los demás.

Segunda historia; María y Marta

Cuando Jesús va a la casa de estas mujeres; María se sienta a los pies de Jesús para aprender del Maestro, no podía perderse la oportunidad de que el Maestro le enseñara, así que dejó todo lo que estaba haciendo para aprender de Jesús.

Pero sin embargo Marta dijo que había que atender a Jesús.

En ese momento a Marta  tuvo dos opciones, ella era libre de elegir, podía decidir entre estar en la cocina o estar a los pies del Maestro; las mismas opciones que María, y sin embargo no eligió la buena parte.

Ella podría haber elegido lo bueno pero eligió lo mediocre.

Marta eligió mal y le dijo a Jesús que le dijera a María que la ayudara,  por lo que Jesús le respondió a Marta que reconozca cómo estaba negándose.

Ella misma estaba ninguneándose, era ella quien estaba boicoteándose, tenía para elegir la buena parte; pero prefirió no tomarla.

Quiero decirte querida mujer que mientras que vos sigas ninguneándote, mientras vos te sigas negando el lugar que Dios te ha dado, el reconocimiento que Dios te dio, te vas  quedar en el lugar privado y no en el lugar público.

Mientras sigas diciendo que por tus pautas o leyes internas tenés que seguir en el lugar que estás porque no merecés más, mientras sigas sin reconocerte como una mujer con derechos vas a seguir estando como Marta.

Jesús quiere que sepas que cada vez que vos te niegues, Él va a venir a tu vida para ubicarte y recordarte que hay una buena parte para vos que todavía no elegiste, pero que es tu derecho y te corresponde.

Hay un pensamiento mejor, hay una revelación de Dios mayor, hay una casa más grande, hay un auto más moderno, hay más amor para tu familia, hay una parte mejor; atrevete a elegirla.

Hay algo mejor para tu vida querida mujer.

Jesús te da a elegir entre la bendición y la maldición, vos sos libre, pero Jesús te recomienda que elijas la bendición.

Hay una buena parte que todavía no saboreaste porque tu ley interna no te permite, y seguís sin reconocerte.

Cada vez que vos tenés que decidir algo para tu vida y lo decidas en base a la culpa siempre vas a sentir frustración y mucha bronca.

Por ejemplo, si alguien te dice ‘¿me podés acompañar a tal lugar?’ y vos no querés ir y decidís ir porque empezás a decir internamente ‘¿qué va a pensar si le digo que no?’ ‘yo soy cristiana la tengo que acompañar’ ‘tengo que dar el ejemplo’ entonces vos decidís bajo culpa.

Cuando esta persona a la que acompañaste por culpa; no te reconozca va a darte mucha bronca, porque no pueden pagar la culpa que vos tenés.

Cada vez que hacés algo bajo culpa, estás buscando que alguien termine pagándote eso que hiciste bajo culpa; porque la culpa te presiona.

En la vida tenés que decidir primero si querés o no querés; ‘¿quiero ir a ese lugar? No’ entonces no voy. ‘¿quiero acompañar a esa persona? No, no quiero’ entonces no la acompañás, pero cuando querés lo hacés.

Eso es pensar en uno, no es egoísmo, egoísmo es cuando decís ‘la voy a acompañar, porque sino ¿qué va a pensar de mi?’ Ahí estás pensando en vos, y eso sí que es egoísmo.

Nos enseñaron mal, nos dijeron que egoísmo era no hacer por lo demás. Nos dijeron que teníamos que servir a los demás; que eso era cuidado; ‘tengo que servir a mi marido’ ‘tengo que atenderlo’

Hay hombres que dicen que las mujeres no los cuidan porque no les hacen la cena, pero ¡No!, eso no es cuidado.

Servicio, no es cuidado.

Cuidado es cuando vos permitís que el otro sea vulnerable y estás en ese momento. Cuidado no es ir detrás del otro y llevarle el café con leche; eso no es cuidado, que nadie te engañe.

Cuidado es cuando aceptás las debilidades, pero lo bancás igual; y lo mismo en el caso de la culpa, egoísmo es cuando vos hacés las cosas pensando que el otro se va a poner mal o te va a mirar, o va a pensar mal de vos; eso es egoísmo, porque no lo hacés por el otro, lo hacés por vos, para que el otro no piense mal de vos, para que el otro te siga dando lo que necesitás, para que no te quiten el amor.

Cuando vos decidís de esa manera; estás decidiendo bajo culpa y estás siendo egoísta; pero cuando vos decís ‘no’ porque estás pensando primero en vos no vas a exigirle al otro ningún pago; el otro es libre como vos, porque no le exigís que te pague nada.

¡Rompé con los códigos negativos!

Tercer historia: La mujer que tocó el manto de Jesús.

Una mujer estuvo enferma por muchos años, y  cuando Jesús estaba caminando, rodeado de una gran multitud, ella se acercó y tocó el manto.

Entonces Jesús preguntó quién lo había tocado; y los discípulos, que seguramente habían visto a la mujer, la ningunearon, pero Jesús les dijo que alguien lo había tocado y que esa persona todavía no se había dado del poder que tiene.

 Jesús dijo que como tenía tanta fe le había arrancado poder y por eso quería verla cara a cara.

Querida mujer hay un poder dentro tuyo que todavía no te atreviste a reconocerte, pero si vos te atrevés a reconocerlo, Jesús va a citarte para tener una reunión con vos cara a cara, va a mirarte de frente y va a decirte ‘querida mujer tu fe te ha salvado, tenés fe para arrancarme todos los milagros que estés necesitando para vos y los tuyos.’

Hay algo dentro tuyo que puede arrancarle milagros a Dios.

Dejá de pasar desapercibida. Hay mujeres que hasta quieren pasarle desapercibidas a Dios; son mujeres que no piden nada a Dios para ellas, piden que sus hijos, que sus nietos estén bien, con tener paz se conforman y no piden nada; como si Dios para darles tuviera que quitarle a otros.

Lamentablemente tenemos la mentalidad de sacar de un lugar para poner en otro.

Dios tiene abundancia para darte, no tiene que sacarle a nadie para darte a vos.

Si Dios dijo que todo es tuyo tenés que empezar a disfrútalo y a elegir lo mejor.

El Señor tuvo que insistir para que pidan y les dijo que el que pide recibe.

Querida mujer, aunque te quieras esconder de Dios, Dios ya te vio y quiere tener una cita cara a cara con vos, porque el Señor se sorprende cuando ve mujeres con fe, y quiere darles una cita especial.

Si vos podés ir por detrás a robar poder del Maestro, ¿cómo no va a querer verte cara a cara?. El Señor quiere ver tu rostro, el rostro de una mujer valiente. El Señor reconoce esas cosas que pasaste y nadie te reconoció, no tengas temor.

Hay algo de estas tres mujeres que me encantó; las tres tenían miedo.

María tenía miedo de sentarse a los pies del Señor, porque no sabía la reacción.

La mujer del manto tenía miedo por eso se fue agachada en medio de la multitud, también tenía miedo de la reacción de los demás.

Son mujeres con miedo; y el miedo siempre te lleva a la sumisión; salvo que hagas lo que hicieron estas mujeres que accionaron.

Cada vez que vos accionás a pesar de tu miedo, descubrís el milagro que hay para tu vida. Cada vez que te atrevés a decir ‘no importa, se que tengo miedo en esta situación, pero voy a decidir por lo que quiero, voy a decidir por lo mejor,’ tu vida empieza a ser transformada, porque dejás de ser sumisa para empezar a ser una peleadora por lo que empezás a accionar.

Quiero decirte que sumisión no está en tu genética, sumisión está en la cultura.

Dios no te creo para ser sumisa, te creó para la conquista. La cultura quiso decirte que tu rol era un rol de sumisión, pero en tus genes hay una mujer poderosa, conquistadora, una mujer que se hace presente y cuando acciona y se da a conocer al Padre, el Padre la reconoce delante de todos.

Imaginá a estas tres mujeres; la primera rompió el frasco con temor, pero lo hizo igual.

Jesús la reconoce y le dice que todo el mundo iba a hablar de ella. ¿Te imaginás la reacción de esta mujer? ¿Te imaginás la reacción de esta mujer que arrancó el manto y Jesús le dijo te quiero ver? Jesús no la retó, le dijo ‘hija te estoy admirando, tu fe te ha salvado’

¿Cómo habrá reaccionado esa mujer? ¿Te imaginás  cómo habrá reaccionado María cuando escuchó que Jesús la defendió delante de la hermana diciendo que ella era sabia y había elegido la buena parte?  

Las tres respiraron.

Lo primero que se niega una mujer sumisa es la respiración; a una mujer que tiene miedo se le corta la respiración, no puede oxigenar sus pulmones correctamente.

Una mujer sumisa cree que no tiene derecho a respirar, siente que no tiene derecho a la vida; y respirar es lo que te dice que estás viva.

Cuando la respiración es mala, la voz también comienza a serlo.

Me sorprende ver la cantidad de mujeres que pierden su voz. Cuando vos cortás la respiración, tu voz se pierde y pierde a su vez presencia y autoridad.

Quiero decirte que tu voz es como tu huella digital, nadie tiene la voz que vos tenés, porque tu voz es tu brillo, es tu autoridad, es tu presencia; y hay mujeres que han dejado de respirar y han perdido la voz, mujeres afónicas, mujeres que hablan suavecito porque eso es sumisión.

No te digo que grites, pero hay mujeres que no se atreven a hablar, que están en un lugar y cierran su boca, porque no aprendieron a respirar.

La respiración tiene que ver con todo tu cuerpo, y la sumisión te hace tener tanto miedo que hasta respirás cortado o rápido.

Percibí como respirás cada día y en los momentos de tensión te vas a dar cuenta que estás respirando mal. Entonces cuando querés distenderte, respirás hondo y ahí parece que te vas calmando.

Empezá  a hablar, no te mantengas a un costado de la vida.

Hablá de aquellas cosas que tenés ganas de hablar, de aquello que callaste por tantos años, compartí, hacete presente en el mundo de los demás, en la vida. Empezá a tener autoridad sobre tu vida, que tu voz sea escuchada, que todo el mundo sepa que estás presente.

Lo segundo que hicieron fue sonreir.

Sonrieron a Jesús y a los discípulos; pero lo más importante es que se sonrieron a ellas mismas, porque quisieron ningunearlas, decirles que lo que hicieron no valía, pero Jesús les dijo que estaba bien y Jesús les dijo que se hicieran presentes porque quería verlas cara a cara.

La sonrisa es el punto de partida para tu poder interior.

 

“Sus enseñanzas no son más que reglas humanas”

¿Qué reglas humanas tenés incorporadas que no te permiten elegir la buena parte que Dios tiene para vos?

Hay algo que espera que dejes de estar desaparecida y sin acción; tenés que estar aparecida y accionar, porque hay un poder dentro tuyo y vas a maravillar a Jesús cuando lo sueltes y te atrevas a sacar de Él, el milagro que estás necesitando.

Para ser una mujer de diez, aprendé a respetarte a vos misma ante todo.

Cuando vayas a decidir, primero decidí si querés o no querés, si te conviene o no te conviene y después recién pensá en el otro.

No es egoísmo, porque cuando decidas por lo que querés o no querés nunca vas a cobrarle nada a nadie, y no vas a sentir frustración porque lo hiciste porque querías.

Preguntate qué te hace feliz a vos, tenés que pensar en vos; y no es egoísmo, es pensar en vos, para actuar sin pedir nada a cambio por aquello que hacés.

Cuando Jesús fue a la cruz, lo hizo porque quiso. Él dijo que nadie le quita la vida, sino que Él la ofrecía, y nunca te reclamó nada; al contrario, dio su vida y con su vida nos dio todo.

Vamos a salir del anonimato, porque este mundo necesita del perfume de las mujeres; somos mujeres importantes y reconocidas por Dios; tenemos un espíritu de amor, de justicia, de conquista, y no de sometimiento y vamos a tomar la buena parte, lo mejor para nuestra vida



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