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ALEJANDRA STAMATEAS: QUIERO QUE MIS HIJOS SEAN FELICES
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De: Alondra bat Yeshúa  (Mensaje original) Enviado: 21/11/2009 01:22

Quiero que mis hijos sean felices

Alejandra Stamateas

 

Juan 9: 1-8

Todos queremos que nuestros hijos sean felices, que no se aflijan por nada, disfruten de la vida, no se preocupen por el peso, ni por el novio, ni por el trabajo. Que para ellos la vida sea alegría, felicidad y no tengan problemas en sus mentes.

Dios antes de tratar con nuestros hijos, primero lo hará con nosotras, antes que ellos reciban sanidad, nos sanará a nosotras.

Al acercarte a Jesús te contactará con vos misma para que te ocupes, empieces a poner límites y conquistes tus sueños, haciendo lo que hay en tu corazón y lleves de esa manera, como resultado, la sanidad a los que te rodean.
Hay una fórmula antigua que hemos desterrado de este ministerio y que seguiremos haciéndolo, decía: “Ocuparse de los hijos es la principal función en la vida, porque somos la extensión de ellos y, de alguna manera, vivimos sus vidas.” ¡Mentira!
Son madres que se olvidan de sí mismas para empezar a ver por los ojos de sus hijos, vivir sus sueños y prepararlos para que “ellos” vivan.
Cuando Jesús se acerca a la vida de una mujer, le dice: “Primero ocupate de vos y tendrán sanidad los tuyos.”
Jesús no está hablando de alguien sino al origen de algo.
Cuando te acercas a Él no sos extensión de tus hijos, ni de tu marido, ¡sos origen y no extensión!
Madre es ser algo más, no la extensión de lo que nació de vos sino el origen.
Cuando comiences a mirarte empezarás a sanarte y, como consecuencia, traerá la sanidad de los tuyos.

Para atender bien a tu hijo, primero tenés que atenderte vos.

Cuando se viaja en avión siempre dan una explicación: en el caso de producirse algún inconveniente en el vuelo, bajarán unas máscaras de oxígeno para colocarse. Lo interesante es que dicen que, en el caso de viajar con niños, primero las máscaras deben colocársela los padres y después atender a sus hijos. También lo explican con respecto al cinturón de seguridad, que primero debe colocarlo el adulto y, si viaja con un bebé, debe llevarlo en sus brazos sin cinturón.
Las mujeres hemos dado vuelta las cosas y las iglesias nos ayudaron a hacerlo, dijeron que en primer lugar estaban los hijos y en el último (si quedaban ganas y tenías fuerzas aun) la mamá. ¡Mentira!

Debo pensar en mí y no es egoísmo.

Igual ocurre con respecto a la felicidad, si querés que tus hijos sean felices aprendé a buscar la felicidad que parece estar muy lejos de tu vida.
Tus hijos te observan todo el tiempo y miran tus reacciones y actitudes.
Muchos hijos están hartos de ver a sus madres tristes, con vidas sin sentido, sin rumbo, deprimidas, que no saben divertirse, que están cansadas de la vida.
Ellos piensan que la vida es de esa manera y que ser grande implica tener preocupaciones, tristeza, depresión, angustia.
Todo lo que observen es lo que vivirán.
Por eso, es importante:

Acercar la felicidad a tu vida.

¿Cómo ser feliz?

1- Para ser feliz debo abandonar la culpa.

Te sentís culpable por todo, decís: “Como puede ser, alguna vez tengo que salir con los chicos, y hoy (que es feriado), el único día que no van al colegio, vengo a la reunión.”
Jesús era exitoso con la gente porque nunca asignaba culpas, veía las situaciones tal como se presentaban.
Cuando nuestros hijos pasan por crisis, enfermedad, un mal momento, debemos observar la situación tal como es, no anexarle las emociones negativas que pasan por nuestro interior.
Generalmente, cuando ellos están mal le agregamos nuestras culpas, adosando emociones que crearán una cadena interminable y que nos introducirá en un pozo más profundo de angustia y dolor.

No soy culpable de lo que le pasa a mi hijo.

Siendo feliz serás libre para que tus hijos tomen de esa felicidad lo que le corresponde e incorporen una nueva conducta: traer felicidad a sus vidas.

-No te asocies con la culpa.
Tratá las situaciones como se presenten, busca la solución específica, porque si accionás con culpa enfermaran vos y los de tu alrededor, y el resultado será no saber cómo actuar ni cómo reaccionar.

-Reaccioná concretamente.
Si a un hecho concreto le añadimos emociones negativas generará culpa.
Por ejemplo, si mi hijo se enferma me siento culpable “porque no lo cuidé lo suficiente”, o “el padre no le dijo nada y salió descalzo”, o “salió como quiso, desabrigado y a cualquier hora.”

Ante esto no sé cómo actuar: ¿Qué le digo? ¿Qué hago? ¿Lo reto o no lo reto? ¿Lo abrazo o le pongo un límite? ¿Cómo reacciono?
Me siento culpable y término pasándole la culpa a él, o porque “soy culpable” no le pongo límites, entonces hace lo que quiere.
Ese es el gran dilema de las mamás, la tensión más difícil para resolver: estar cerca o lejos de los hijos; ponerle o no límites; retarlos o acariciarlos; abrazarlos o enojarnos.
Debemos aprender:
Lo que hagamos con culpa nos condenará, también al otro, y terminará matando lo bueno.

La respuesta que te hace libre, libera al otro.

¡Debemos ser más frías en nuestras emociones! Resolver la situación concreta sin dar vueltas, sin cuestionamientos ni culpas y seguir adelante.

Jesús esta interesado en que dejes toda culpa.
Si das muchas vueltas es porque estás observando, no sabes qué hacer, si impones un castigo es por la culpa que tenés y castigándolos te castigas a vos misma por lo que hiciste en el pasado.
El no poner límites, muchas veces, es querer ser libre de los límites que nos han puesto.

-Aprendé a satisfacer tus propias necesidades .

Satisfechas tus necesidades, cuando veas a tu hijo con necesidad, no te harás problema, las dejarás de lado por un tiempo para satisfacer las de tu hijo.
¡Debo actuar sin culpa!
En África hay tribus en que las madres comen primero y, una vez saciadas, le dan de comer a sus hijos.

Igualmente pasa con las emociones. Una madre satisfecha, tiene hijos saciados y satisfechos; una madre insatisfecha siempre tendrá hijos insatisfechos; una madre que esta pensando en lo que no tiene, en lo que le falta, en lo que le gustaría tener, en lo pobre que es y que no puede tener lo que le gustaría, tendrá hijos con las mismas limitaciones.

-Vivir sin culpas.

No permitas que tus hijos te manipulen: “Esto me pasó porque vos no estuviste”, “Vos no me enseñaste”, “No me dijiste.”
Lo que paso, pasó; no agregues culpas, resolvelas y seguí adelante. No mezcles emociones negativas porque terminarás destruida y a los que te rodean.

2- Para ser feliz debo disfrutar.

-Conocerme a mí misma.
Conocemos a todo el mundo y no nos conocemos, no sabemos qué queremos y anhelamos.
En una novela de Juan José Millas, un escritor español, cuenta la historia de una mujer que cumplió más de cuarenta años y que quiere saber cuál es el sentido de su vida, para qué vive. Y, para conocerse a sí misma, contrata a un detective privado para que la siga, anote todo lo que ella hace y pasarle el informe: adonde va, con quien sale, con quien habla por teléfono, qué compra, cuánto dinero gasta y en qué, qué amistades tiene. Comienza a conocerse así misma. Buscaba algo bueno dentro de ella que no había podido encontrar, trataba de sacar las voces del exterior y buscar en el fondo de sí misma lo valioso que tenía.
Tal vez no puedas contratar a un investigador pero podés investigarte.

Buscá qué hay de bueno dentro tuyo y que tal vez se perdió en el tiempo; cosas que por alguna situación te robaron, que una circunstancia difícil te lo quitó.

Redescúbrelo buscando en tu interior.

Buscá lo bueno pero no, entre las porquerías. El problema es que buscamos a partir del dolor, la angustia, la tristeza y miramos todo lo triste y negativo que nos ocurrió, y no podemos descubrir lo bueno que tenemos dentro.
Si no podemos encontrarlo es porque hay un puré de emociones mezcladas en nuestro interior: las emociones de nuestros hijos, de nuestros maridos, líderes, maestros, madres, padres, amigos, que hacen que ignoremos lo que sentimos.

Nos enojamos y no sabemos por qué, tenemos depresión y no sabemos si es por la depresión de la amiga o amigo, del hijo o marido.
Siempre que hables con alguien colocá tu mano en el corazón para recordarte que las emociones negativas de esa persona no entrarán en tu interior. Sabés quién sos y qué hay dentro tuyo y, cuando el otro te diga que sos una tarada, una mala madre o un desastre como mujer, no entra en tu corazón porque sabés dónde estas, que sos la hija del rey y vas de gloria en gloria, y nadie podrá destruirte.

-Aprendé a estar en vos y no afuera.

Estas parada sobre tus piernas firme, podrás equivocarte pero delante de Dios no tenés que fingir, Dios te conoce y te ama como sos.
Muchas veces apartamos la vista de nuestra vida mirando a los demás y terminamos quedándonos ciegas de nosotras, miramos por los ojos de otros.
Los nenes cuando son chiquitos cierran los ojos creyendo que los demás no los pueden ver. Si querés madurar no cierres los ojos a vos misma, mirá quien sos. Mirá tus pies, tus piernas, tu panza, el busto, y no te importará la mirada ajena, ni el reconocimiento de los otros.

Levantá las manos al cielo y decí: “¡Acá estoy, yo........!”
Nada me va a detener ni destruir.
Jesús curó a un ciego untando sus ojos con lodo que formó con tierra y saliva.
Le estaba diciendo “te voy a poner algo sucio, algo que no te guste”.
Tendrás que aprender que hay cosas en tu vida que tal vez las sientas sucias, que las veas como asquerosas, que no querrás aceptar, que son negativas pero acceder a lo negativo te traerá sanidad.
Aceptá que hay cosas buenas y otras que no te gustan, es la única manera de verte tal cual sos.

Hay cosas que no te gustan pero, tal vez, te darán la vista que necesitas.

Escondemos tanto las experiencias asquerosas, lo negativo, las tristes y dolorosas que no podemos vernos tal cual somos.
No veas solamente a una mujer que hace las cosas bien: soy buena madre y, a veces, muy mala madre; soy buena esposa y, a veces, muy mala esposa; soy buena amiga y, a veces, muy mala amiga.
La mujer ideal no existe. No somos mujeres ideales, somos mujeres que pisamos la tierra, con un Dios grande que transformará todo lo negativo en positivo.
Si querés ser feliz disfrutá aún de lo negativo, poné humor a tu vida, reíte de lo que hacés mal, de vos misma, de tus errores y equivocaciones.
Jesús te puso lodo y coloca adelante lo negativo para que veas como sos vos, que no sos perfecta y en el estanque digas: “Esta soy yo para la gloria de Dios. La vida es buena y linda. Atraeré felicidad hacia mi.”

3- Para ser feliz debo tener “tiempo tabú”.

Es ese espacio único, sagrado, que separas para vos, que te dedicas. Es un límite que ponés a los otros y donde nadie puede entrar, todos deben respetarlo.
Es un tiempo único para resolver las cosas internas que aparezcan, y nadie podrá penetrar allí.
Cuando ponés límite respetalo y que el otro tenga claro qué hacer. El límite da seguridad.
No sientas culpa, no cedas ese tiempo.
Abandoná el nido familiar; parece que sólo los hijos tienen que hacerlo, pero no es así.
No retengas, aprendé a volar de tu casa, rompé los límites.
Hasta que no aprendas a volar de las cosas conocidas para ir a lo desconocido, tu fuerza no va a crecer para alcanzar lo estrecho. ¡No te automutiles voluntariamente!

(“No, no puedo por mi hijo”, “por mi marido”, “no tengo capacidad”).
¡No te auto mutiles! Los demás ni se preocupan y están para mutilarte todo el tiempo.
Si no tenés dinero, ¿quién se preocupa?
Si no estás alegre, o estas en depresión, ¡nadie se preocupa!
Nadie se preocupa porque cada uno tiene su rumbo.
Si no sos feliz, la única que sufre sos vos. ¡Nadie se preocupa porque no se dan cuenta!
Si te quejás todo el día, nadie tiene la obligación de hacer nada.
Tenés la responsabilidad de cuidar tu propia vida, de levantar las alas para volar bien alto y conquistar lo nuevo. ¡Sólo es tuya la responsabilidad!

En Job 10:20 -22 dice: ¿ Acaso mis contados días no llegan ya a su fin? ¡Déjame disfrutar de un momento de alegría antes de mi partida sin regreso….!
Job descubre que Dios puso límite a los días de la vida. Por eso, “O sos feliz ahora o no lo serás nunca”, “O te atrevés a ser feliz en los días que Dios te dio o no lo serás nunca más.”

Ser feliz es una meta diaria.

Cerrá tus ojos.
Si podés recordá cuando eras niña, tal vez no sepas cómo era ser feliz, pero vivías feliz.
Tal vez llevabas cosas cargando sobre tus hombros pero igual jugabas, te divertías, y eso te ayudó a crecer.

Cuando tus hijos te pregunten: “¿Mamá sos feliz?” ¡Qué bueno que pudieras contestar que sí!
Y si te preguntan: “¿Cómo se hace para ser feliz?” Sería bueno que puedas contestarles cómo se atrae la felicidad. Porque si decimos que sí y no sabemos cómo hacerlo, no tendrán las herramientas para lograrlo. (Muchas veces contestamos sí pero no sabemos el cómo).

¿Cómo hacer para ser feliz?

Debes tener una respuesta preparada. La vida es una sola y Dios le puso límite.
Tienes esta sola vida para ser feliz, así como cuando eras nena, como cuando jugabas sin importarte la manera en que estabas vestida o peinada, no te importaba nada: si sabías o no, si habías estudiado o no, simplemente vivías y disfrutabas de lo que venía. No te preguntabas si tenías o no, comías lo que había.

Eras amiga de las que estaban en el barrio o en la escuela, muchas cosas ni te cuestionabas, te enamorabas y te desamorabas porque no te preguntabas.

Aprendé a ser feliz, a romper tus límites. Entrega a Dios todo lo que te limita y no te permite ser feliz.

Entregá lo que no tenés, lo que te falta, lo que anhelas, lo que deseas.

¿Quién te dijo que tenemos que tener todo lo que queremos para poder ser felices?

Es verdad, porque la felicidad es un hábito.

Pensá:
¿Qué te limita para ser feliz? Porque Dios no tiene limites para tu vida.

Pedí:
Señor dame tu vida ilimitada para poder volar donde me sienta segura, pero mi vida esta estancada. Rompé mis limites, necesito fuerzas nuevas. Es la vida que tengo y la quiero disfrutar; quebrá mi tristeza, mi depresión, quiero ser feliz.
No quiero tener limitaciones en ningún área de mi vida, dame fuerzas para romper los límites. Quiero vivir cosas nuevas, disfrutar de la única vida que tengo. Quiero disfrutar cada respiración, cada segundo; aprender a reírme de lo bueno y de lo malo, que vea tu inmensidad Señor, no hay límites en vos y estás en mí.
Recordá algo negativo que tenés, Jesús te esta poniendo su mano con lodo en los ojos. Buscá a eso negativo la parte graciosa, reíte de lo negativo que tenés, de las veces que contestaste mal. Jesús te esta poniendo lodo para que aprendas a aceptar que también sos eso.

Dios tiene misericordia para que veas lo negativo que tenés con misericordia y te rías porque Dios te ama así como sos, y tus hijos, también te aman así como sos, porque sos su madre. Disfrutalos y vas a ver milagros; aprenderán a reírse, porque el camino de felicidad que vos encuentres tus hijos también lo encontrarán. Sé feliz.

Por Alejandra Stamateas

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