La crisis del paso del tiempo nos ocurre a todas las mujeres, pero no es el fin del mundo, estamos entrenadas para las crisis.
Hemos pasado por muchas crisis en la vida: nacimiento, adolescencia, matrimonio, maternidad, divorcio, crisis económicas.
¿De dónde proviene el miedo al paso del tiempo?
En el siglo XVIII la sociedad estaba dividida en pobres y aristócratas.
Aparece la burguesía y surge la necesidad de formar familias fuertes y se pretendía de las mujeres ciertas características que hasta entonces no se exigían.
Debían ser fieles, engendrar muchos hijos sin protestar y someterse al esposo.
Se enseña la sagrada misión: "el sacrificio de sí mismas, la obediencia, castidad y las labores domésticas".
Esta ideología se inculcó con mucho miedo y se decía que la mujer que no se casaba rápidamente iba a perder su belleza, que era pasajera.
Así tenían que casarse rápido, tener hijos seguidos -sin esperar mucho tiempo entre uno y otro-, porque era su función en la sociedad.
Se les pasaba la vida rápido y tenían miedo de no casarse ni tener hijos porque serían catalogadas de viejas. Y ya habían vivido todo antes de comenzar a vivir.
Se empieza a valorar a la mujer como un número, un dato, de acuerdo a sus años podía pertenecer a la sociedad pero si no cumplía con el mandato no servía para nada.
Allí se inicia el pensar en la edad como una enfermedad incurable.
El pasado lo vemos como algo hermoso y libre, por tres motivos:
1-Porque cuando contamos algo no nos acordamos de los disgustos que tuvimos en esa época. Por ejemplo los problemas con el pelo o con los granos.
2-Porque lo recordamos sin el temor que nos provocaban las situaciones. Por ejemplo la angustia que nos produjo salir con un chico por primera vez o buscar un trabajo.
3-Porque sabemos que ya lo superamos y estamos seguras.
Pero, como el futuro no vino, lo que vendrá es una carga de inseguridad muy grande.
Principios para no tener miedo al paso de los años.
1- Soy demasiado vieja para tener miedo de nada.
Si querés, decí que sos vieja. No temas a la edad, el pasar cosas difíciles te habilitó para el presente. Aprende a vivir sin miedo.
2-Tengo que aprender a decir "Aun".
"Aun estoy viva", "Aun estoy fuerte", "Aun tengo ganas", "Aun sale el sol", "Aun tengo tiempo".
Es importante que no renuncies a la vida antes de tiempo, cada minuto te pertenece.
Tu vida y futuro están en construcción.
Debemos aprender a desarrollar veinte años más de vida, si tenés 20 pensá qué serás a los 40, si tenés 60 cómo a los 80.
No sigas caminando sin planificar, proyecta sueños grandes y Dios hará que traspases esa edad.
3-Debo ser mi propia admiradora.
Cuando te sientas por el piso, no esperes que otros digan: ¡Qué bárbaro lo que hiciste! ¡Qué linda estás! Cada mañana levantá tu propio ánimo diciendo: "Aun estoy viva, Dios me ha dado vida para hacer algo grande, conoce mis capacidades y sabe hasta dónde llegaré".
Aceptate incondicionalmente, de la misma manera que lo haces con mucha gente; no pierdas felicitarte cada día aunque otros no lo hagan.
4- No estas para llenar un espacio.
No sos la actriz de reparto en la película de otra persona, sos la protagonista de tu vida.
"Ya tuve hijos, tengo nietos, ahora los veo crecer y los disfruto".
Disfrutá todo lo que quieras, pero tu vida no se terminó y tenés que vivirla; no te quedes al costado observando como viven los demás.
No protagonices tu vida con los títulos de tus hijos o nietos, ni con los logros de tu sobrina, hablá de vos, de lo que estás alcanzando.
Existe un tiempo cronológico (kronos) que es la edad que tenemos, pero la Biblia habla del kairos: el tiempo de la oportunidad para los que vivimos en Dios.
Dios no tiene pasado ni futuro, es un eterno presente, ése es el tiempo de la oportunidad.
Cuando cumplimos años, tenemos la oportunidad de Dios para algo mayor.
Estás creciendo, estas viva y todavía no viste todo lo grande que Dios va a hacer en y con tu vida.
Sara pensó que a su edad no iba a vivir la experiencia de ser mamá, vio solamente su edad cronológica y no pudo ver el tiempo de la oportunidad de Dios en la palabra que le había dicho a Abraham que tendrían un hijo a pesar de estar cerca de los cien años.
Ella decidió buscar su propio plan y entregar esa posibilidad a otra generación. Le dijo a Abraham que se acostara con Agar (su sierva) para que le diera hijos.
No entregues tus proyectos o sueños a otros; mientras estés viva, estarás vigente para hacer lo que Dios te prometió.
Aarón y el pueblo estaban esperando a Moisés que había subido a la montaña y, como no descendía, dijeron: "Hagamos algo", e idearon su propio plan.
(Por ejemplo cuando pasan los años y decís: "estoy sola", "estoy envejeciendo", "no me pasa nada", "soy una infeliz", "me voy a enfermar", "moriré sola", "nunca conocí el amor". Te torturas con esos pensamientos e imaginas tus propios proyectos.
Si Dios te prometió algo lo cumplirá. Aarón y el pueblo hicieron un becerro de oro con las alhajas que poseían, y lo adoraron.
Muchas veces las mujeres tenemos nuestros propios "becerros de oro" que armamos y quedamos encerrados en el tiempo de la vejez.
Por ejemplo cuando decimos: "Ya tengo mi casita", "Tengo mi pensión", "Tengo mi marido, que no me ama, pero me acostumbré", "Tengo mis remedios en la mesita de luz".
¡Eso te encierra en la vejez! Hay gente que parece que esta viva pero se murió hace veinte años cuando se quedo detenida en un hecho del pasado.
No te mueras antes de morirte.
Hasta el último minuto de tu vida producí, soltá sueños de parte de Dios, estas habilitado y capacitado para hacer grandes cosas.
Dios todavía te bendecirá, no cerró su agenda, te lo dará a conocer en su tiempo y lo disfrutarás. Si Dios no detuvo su mano en tu vida, ¿por qué la vas a detener vos? ¿Por qué te vas a encerrar? ¿Por qué vas a morir antes de morirte?
Viviste una experiencia dolorosa y no querés arriesgarte, pero Dios te dice:
"Tengo mi mano lista para darte toda la bendición que necesites".
Dios está trabajando en tu carácter fuertemente, porque lo venidero es incomparable a las experiencias más maravillosas que pudiste haber visto en el pasado.
Tomate de su mano y El hará más abundantemente de lo que pedís o entendés.
Dios puede hacer en un día lo que nos cuesta años, en un minuto lo que horas, porque no está pensando en el pasado ni en el futuro, es un eterno presente.
Si todavía no te concedió lo que pedís es porque no lo necesitas. Dios es generoso, y, según su tiempo, te lo dará cuando lo necesites realmente.
Te dio muchas cosas de las que no sacaste el provecho suficiente: dones, talentos, capacidades, que no usaste.
Dentro tuyo hay un potencial interminable y, si lo aprovechas, cuando llegue el tiempo de la oportunidad, obtendrás lo que esperás.
Dios redimirá tu tiempo.
El pasado no se cambia porque no podemos volver atrás, pero Dios asignará momentos únicos y especiales que se distinguen de las circunstancias que vivís a diario. Aprendé a captarlos y cuando Dios suelte la oportunidad tendrás que tomarlos y experimentarlos y cambiará tu vida para siempre.
Dios quiere involucrarse en tu vida, por eso te mira porque quiere darte más.
Dios es sabio y si la vejez hubiera sido mala no la hubiera puesto.
El tiempo de la vejez es para soltar algo más.
Sé protagonista en tu propia vida. Hay cosas que aun no pasaron, pero estás creciendo, formando un carácter firme y fuerte para no caer, fortaleciendo tu interior, porque lo que viene es bien grande.
Sus misericordias son nuevas cada día, atrévete a vivir, a disfrutar cada minuto, no corras una carrera, porque en el momento menos imaginado, Dios te dará una conexión de oro, te pondrá en el lugar correcto y recibirás lo que esperabas.
Soltá tu sueño y mirate allí.
Pedí al Señor pisar esa tierra, que ensanche tu territorio, que estas para más y si tenés vida es porque "hay más para sacar de bueno".
Dios no piensa en vejez sino en vida y te creó para que honres la vida.
No te preocupes por cosas estúpidas, avanzá porque hay sueños y bendiciones en abundancia; Dios anhela darte los deseos de tu corazón.
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