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ALEJANDRA STAMATEAS: MI MARIDO Y EL SINDROME DEL AVESTRUZ
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De: Alondra bat Yeshúa  (Mensagem original) Enviado: 05/01/2011 00:25

Mi marido y el síndrome del avestruz

Isaías 54 :1
«Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz,¡grita de alegría!Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en canciones y grita con júbilo!Porque más hijos que la casadatendrá la desamparada—dice el Señor—.

Ensancha el espacio de tu carpa,y despliega las cortinas de tu morada.¡No te limites!Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas.Porque a derecha y a izquierda te extenderás; tu descendencia desalojará naciones,y poblará ciudades desoladas.»


Cuando el avestruz esconde la cabeza en realidad no se está escondiendo, pero se usa esta expresión para hablar de aquellas personas que –cuando viene una dificultad, un problema o un enemigo–, para no ver ese problema lo que hacen es meter la cabeza en la arena, y de esa manera creen que la dificultad, el enemigo o el problema no existen. Por ejemplo, hombres que cuando hay que hacer arreglos en la casa no están, desaparecen; y vos decís: “pero ya tenemos el dinero” y ellos no contestan, no responden. Cuando hay que decidir algo con respecto a los hijos nunca están presentes, o no te contestan. Si hay una crisis de pareja y le decís: “vamos a hacer una terapia; o vamos a la iglesia y que nos ayude un pastor, un consejero”, ellos no te responden; es como si no hubiese ningún problema matrimonial. Y vos le decís: “¿pero no te das cuenta que la estamos pasando mal, que tenemos un conflicto?” y es como si oyera llover. Y así con distintas situaciones: esconden la cabeza.

¿Qué es esconder la cabeza? Esconder la cabeza es negar, negar la situación. Vos vas con un planteo a tu marido o a tu pareja –con respecto a la casa, a los hijos, a una deuda– y él niega la situacion. Parece que cuando vos le planteás una situacion, un problema, o si hay que tomar una decisión, lo que hace es activar el modo de ahorro de energía. Él dice: “me desconecto, ahorro energía, porque no quiero malgastar mis emociones”. Ustedes saben que una de las áreas que más le cuesta a los hombres es el área emocional; las mujeres somos más de expresar nuestras emociones; los hombres no. Ellos sienten que tienen pocas emociones, poca energía emocional, y cada vez que vos le vas a decir algo que él tiene que resolver o tomar una decisión, se le activa el modo de ahorro de energía y dice: “yo mejor no me meto, porque se me va a ir mucha energia, entonces me desconecto” y ese hombre se desconecta.

Otra de las cosas que hace al negar una situacion es anestesiarse. “Yo no siento nada, no veo que haya problemas, a mí no me conmueve lo que me estás diciendo, a mí no me molesta lo que a vos te molesta, estoy en un estado de anestesia total”. Porque eso que tiene que enfrentar para él es muy dificil ó muy doloroso; y como es difícil ó doloroso se anestesian. Ahorra energía, se desconecta, y se anestesia.

Otros hombres lo que hacen es ponerse anteojeras, como los caballos. El hombre corre, sigue haciendo lo de todos los días, trabaja mucho, llega a la noche cansado, sigue para adelante, pero no ve problemas, no mira para los costados, no ve los problemas de los hijos, de la casa, de la esposa, no ve los problemas de nada, porque él está enfocado solamente en su trabajo, que nadie lo interrumpa con otro problema. Dice: “si no veo problemas, los problemas no existen”. Pero vos le decís: “mirá que al nene le está yendo mal en la escuela”; como no está todo el día y está enfocado en su trabajo, para él el problema no existe.

Negar es estar ciego; una persona que niega los conflictos es una persona que está ciega. Son esos hombres que dicen: “No sé de qué te preocupás”, “Mañana lo vemos”, y mañana no llega nunca; para él siempre es mañana. Vos lo querés hablar ahora y él te dice: “mañana lo vemos”; es como ese cartel que dice: “Hoy no se fia; mañana sí”. “No exageres”. “Ya te escuché”, …y las mujeres somos de repetir. “Dáme tiempo”, la famosa frase; vos le decís: “pero hace tres años que venimos con la gotera en el techo”, “dejá vieja, yo lo voy a hacer”. Hace cinco años que pusiste un cartón porque él no te arregló el vidrio roto. Cuando él te dice: “yo lo voy a hacer” y se hace el experto, cuando un marido te dice: “dejá que yo lo arreglo” andá buscando otra solución. “No empieces otra vez con eso”, le vas con el problema y él cierra la puerta, pero no quiere tratar el tema porque está negando. Negación, esconder la cabeza, le trae como cierta tranquilidad momentanea. Él siente que si no resuelve, si lo manda para más adelante, está como en un refugio momentaneo; él sabe que el problema sigue estando pero siente como cierta paz: “ahora no vieja, ahora no; lo vemos otro día que hoy quiero estar en mi casa en paz, un día que quiero estar tranquilo y vos me venís siempre con el mismo tema, me hacés acordar a mi vieja”. Son así, y van evadiendo la situacion.

O sea los hombre suelen esconder la cabeza cuando hay un problema que no saben cómo resolver. Este es el gran conflicto: hay que tomar una decision y no sabemos cómo resolver ese problema, o qué decisión tomar. Porque si él supiera qué decisión tomar, te lo diría en el momento. Cuando no te lo puede decir en el momento es porque no sabe, y nosotras creemos que el hombre tiene que saber todo y tienen que ser experto en todo. Pero él no sabe y no puede admitir que no sabe no puede decirte la verdad: “no sé qué podemos hacer, no sé donde podemos ir, la verdad es que yo nunca en mi vida cambie un cuerito de la canilla”. El hombre lo tiene que hacer para demostrar que es macho, que él sabe; y cuando vos conseguís que otro lo venga a arreglar, dice: “yo lo hubiese hecho mejor, éste te robó, mirá lo que te cobró, te vio la cara de tonta”.

Los hombres no quieren hablar con nosotras de los problemas… ¡quieren resolverlos! En cambio a las mujeres nos gusta hablar de una situación; aún si no la resolvemos, nos sentimos tranquilas cuando hablamos de la situación: “mirá, yo creo que tendríamos que hacer una terapia porque no estamos bien” y él no te habla, pero los hombres no quieren hablar, los hombres quieren resolver. Y cuando no encuentran una solución esconden la cabeza. En vez de decir: “no sé… busquemos a alguien que nos ayude”, dicen: “más adelante, depués vemos”, hacen silencio, se van, escapan. Los hombres huyen para atrás, las mujeres huimos para adelante; a veces nos mandamos y terminamos mal, porque nos mandamos sin pensar, nos hicimos las valientes, las fuertes; pero el hombre huye para atrás, se repliega, porque como no tiene una respuesta siente temor. Los hombres si no tienen una respuesta sienten que van a ser ‘menos machos’; ellos tienen que tener la respuesta justa y clara. Lo que hay que hacer es explicarle a ese hombre que vos no estás esperando la gran respuesta justa y clara, estás esperando que compartan cómo van a resolver algo, nada más. Que no estás esperando que él tenga la palabra de autoridad, la palabra que va a cerrar el caso, sino que vos estás queriendo compartir, ver juntos cómo pueden buscar una solución; pero eso a los hombres esto les cuesta muchisimo.

¿Cómo reacciona una mujer cuando el marido esconde la cabeza y no quiere resolver el problema cuando ya pasaron años o meses y está en la misma situación, sin una respuesta? Se enoja, se pone mal, se siente cansada, se pone insistente, toma soluciones ella sola, dice: “¡salí de acá, no te quiero ver más!”, toma decisiones ella sola.

La mayoría de las veces lo que hacemos las mujeres es explotar, el modo explosión.
Así como al hombre se le activa el modo de ahorro de energía, a nosotras la energía se nos potencia y parece que vamos a explotar en cualquier momento. Como ya venimos diciéndole lo mismo, hablando siempre el mismo tema, (“el nene no tiene zapatillas, no tenemos plata, tenemos que comprarle zapatillas al nene, no tenemos plata”), tenemos que tomar la decisión. Llega un momento que se te activa el modo explosión, y cuando se te activa ese modo podés hacer dos cosas: no hacer nada y decir: “bueno, él no toma decisiones yo tampoco”, entonces las cosas siguen así hasta que él se digne a tomar una decisión. La otra es: “hago todo sola. Si yo puedo tomar una decisión sola ¿para qué le pregunto a él?” Si vos viste que compartirlo no te da resultado y está a tu alcance tomar la decisión sola, tomála. No estoy diciendo que tomes una decisión vos sola y lo dejes a él a un costado, sino que vos le compartas; si él no decide, porque no sabe cómo, vos le decís: “¿me permitís tomar esta decisión a mí?, vos no querés hablar de este tema, ¿me permitis tomarla a mí?”. Él te va a decir: “sí, hacé como quieras” o te va a decir: “no, vení que hablamos”, porque te conoce.

La otra opción es desdramatizar la escena; si vos no querés tomar sola las decisiones, no le digas: “esto es de vida o muerte”; a veces las mujeres exageramos un poco, decimos que es de vida o muerte, que lo tenemos que decidir hoy sí o sí. Decile: “hay un pequeño problemita, mañana se nos vence la luz y no tenemos plata… ¿se te ocurre algo?”. Desdramatizar. “Mirá, nuestro hijo se está drogando con todos los chicos de la esquina, y está mal… ¿te parece que es un tema para que charlemos ahora?”. Porque cuando nosotros se lo hacemos más grande, él se acobarda más, no tiene la respuesta y vuelve a meter la cabeza en la arena. Tenemos que desdramatizar, hacer que la situación no sea tan grave. Nosotras sabemos que es grave, pero tratemos de desdramatizar la situación para que él pueda sacar la cabeza y pueda decidir algo: “mirá, hay un asunto pero, ¿para qué lo vamos a charlar ahora si recién llegás del trabajo, estás cansado ¿no mi amor?, no tiene sentido que lo hablemos ahora…”, y los hombres ¡hacen lo contrario de lo que le decís! Te va a decir: “sí, esto es importante”. Tenés que desdramatizar.

Hay decisiones que son menores y no necesitamos consultar, así como nuestra pareja no tiene por qué venir a consultar todas las cosas con nosotros. Hay decisiones que se toman y se toman, no tiene que ser todo compartido; hay cosas que sí y hay cosas que no.

Y hay otras mujeres: las que explotan pero de alegría. Cuando el marido esconde la cabeza como el avestruz dicen: “¡esta es mi oportunidad!” Son las que aprovechan estas situaciones donde el otro deja un vacío. Es tu oportunidad para ocupar ese espacio, porque cuando hay un espacio vacío no se lo tenés que dejar a otro, lo tenés que ocupar vos y reclamar la recompensa de ese lugar. Cada lugar tiene recompensa, cada territorio tiene recompensa; pero si alguien deja ese territorio lo vas a ocupar vos. Como hizo Débora: resulta que Barac –el general del ejército– dice: “tengo que ir a la guerra pero no voy sino venís conmigo; vos me diste la palabra profética; solito no voy… venite conmigo”, entonces Débora aprovecha y dice: “vos querés ir conmigo, pero la recomensa es mía”. Cada terreno tiene su recompensa y tenés que atreverte a reclamarla.

Queridas mujeres tenemos que tener mentalidad de abundancia y no mentalidad de queja. Hay mujeres que esperan hasta que el marido decida en lugar de tener mentalidad de abundancia. Hay una oportunidad que alguien no está tomando, y esa oportunidad la voy a tomar yo y voy a tomar la recompensa que viene con ella.

¿Cómo es una  mujer con mentalidad de abundancia?

Es productiva. Si yo sé que hay esterilidad en un área de mi vida, tengo que dejar de ser esteril. ¿Cuál es el área de tu vida en donde todavía no hay fruto, donde todavía no estás viendo resultados, que estás esperando que otro tome una decisión? Vos decís: “mi matrimonio anda mal, tenemos que hacer una terapia de pareja, y él no toma la decisión de empezar la terapia de pareja…” ¿qué estás haciendo vos?, ¿qué estás decidiendo vos? Hay cualquier cantidad de mujeres que frente a la no-decisión de los hombres se quedan cruzadas de brazos, porque todavía siguen en estado de dependencia, están esperando: “es que mi marido no decide, él no quiere” y esa es una gran mentira; si él no quiere, no quiere él, pero yo no soy él. Yo tengo capacidad de decisión, Dios me ha dado capacidad para tomar la autoridad sobre mi vida y tomar las mejores decisiones para mí. Si tiene que ver con los hijos, tomá las  mejores decisiones para tus hijos, tomá las mejores decisiones para tu casa, tomá ese terreno libre ¿qué estás esperando? Buscá otro modo de conseguir la plata, siempre que sea de manera honrada. Tenés que tener mentalidad de abundancia y ser productiva. “Pero así es muy fácil: le dejo todo servido y le hago todo muy facil a él”, es un problema de él, porque la bendicion se la pierde él, porque hay una recompensa detrás de cada decisión que vos tomás.

En Isaías 54 dice ‘regocijate, alegrate’; ¿cómo puede ser que una persona esteril se alegre? Si conocés a una mujer esteril lo que tiene es angustia, no alegría. ¿Cómo puede ser que tenés que alegrarte en medio de un sufrimiento, que lo que querés no viene, que no hay fruto en esa área de su vida? El profeta dice: “porque el problema de la esteril es un problema de las emociones, porque la esterilidad te cambia las emociones, te vuelve una mujer triste, te vueleve una mujer deprimida, angustiada, sin esperanza. Le dice: “regocijate, lo que tenés que hacer es un cambio emocional frente a la esterilidad”. Hasta ahora dijiste: “mi marido no toma una decisión y entonces mi casa se viene abajo; mi marido no toma una decisión y mis hijos andan sin lo que necesitan; mi marido no toma la decisión y nuestro matrimonio no se arregla; mi marido no toma la decisión y ese negocio que hay que hacer no se hace”, y esas áreas son esteriles. El profeta le dice: “alegrate, regocijate mujer esteril, cambia tu actitud emocional, tu actitud es lo que te va a traer abundancia”. Mi actitud me traerá abundancia. Comenzá a saborear el sabor de la victoria. Tu actitud es la que te va a traer la abundancia.

Lo primero que tenés que tener para ser una mujer abundante en todas las áreas de la vida es una actitud emocional nueva. ¿Cómo respondés a tus áreas que todavía no tienen fruto?, ¿con angustia, dolor, depresión, tristeza? Decir: “estoy mal y no tengo plata, y mi marido no se hace cargo de los hijos, esa es la situacion de siempre”; es decir, vivís tus estados de debilidad con una tremenda angustia. Y el profeta te está dando la clave: “regocijate, alegrate empezá a saborea la victoria”.

Queridas mujeres, no se pierdan más los terrenos vacíos, hay tesoros escondidos en terrenos que están sin dueño, porque los dueños no ha querido hacerse cargo. Andá, ocupá ese lugar, remové la tierra y encontrá la recompensa para tu vida.

La abundancia viene por la decisión; es tu oportunidad. Tenés que aprovechar toda situación de tu vida como una oportunidad. No leas negativamente las cosas de tu vida, sino como una oportunidad. Si el otro no hace nada, no se mueve, esa es tu oportunidad. Cuando ves que alguien no se mueva es porque es tu oportunidad; cuando ves que alguien no toma una decisión, metete vos, porque esa es tu oportunidad. Cuando ves que alguien no hace algo metete vos a hacerlo porque esa es tu oportunidad.

Cada situación de tu vida es porque Dios te la está dando. Hay cosas que van a venir a tu vida por cambios de actitud: “eso no es un problema para mí, es mi oportunidad”; “esta situación que mi marido no sabe cómo resolver, no sabe, no es que ‘es una persona mala’, no sabe qué respuesta darme; voy a decidir, y si se enoja es un problema de él, porque yo cuando tomé la decisión yo pedí recompensa”.

Tenemos que aprender a pedir recompensa; a veces ofrendamos y cuando lo hacemos no sabemos que tenemos derecho de reclamar la recompensa por esa ofrenda; ofrendamos como si fuera un acto simple, sencillo, sin darnos cuenta que cuando estamos ofrendando estamos sembrando y tenemos todo el derecho de pedir la cosecha. Pero no lo hacemos, ponemos el dinero y no reclamamos, y por eso las cosechas se pierden y se van, porque no nos atrevemos a tomar lo que es nuestro. “Pero pastora, yo no trabajo…”, bueno trabajá; “pero de verdad no puedo”, bueno: de la parte que obtenés de los ingresos de tu casa –porque tal vez no tenés otra manera de ganar– ofrendá; “pero él no quiere…”, ¡ofrendá por él y por vos!, no le digas nada y ofrendá; eso sí: la recompensa es para vos, (aunque si querés después la podés compartir con él, porque las mujeres somos así, nos encanta compartir todo).

Siempre vamos a encontrar excusas, razones para explicar todo, porque siempre en algún area de nuestra vida somos estériles. Si yo te preguntara, ¿por qué en el área económica no tenés fruto? Vos me darías una razon: “y, porque no puedo trabajar; tengo hijos pequeños; mi marido no me ayuda; estoy sola; estoy enferma”, siempre vamos a encontar razones para defender nuestra esterilidad. Pero las mujeres tenemos que buscar razones para fructificar.

Cada situación de nuestra vida es una oportunidad para fructificar; cada crisis que estás viviendo es tu oportunidad para ser fructífera en un área de tu vida, no es para seguir siendo esteril. No sigas justificando tu esterilidad: “y, no me va bien porque llueve; y no me va bien porque mi marido fue malo; y no me va bien porque mis hijos tal cosa”, siempre puedo dar excusas de por qué no soy fructífera, de por qué soy esteril. Pero la de al lado tuyo no está pensando cómo se va a justificar, está pensando cómo va a dar fruto en medio de esa crisis, porque sabe que todo terreno tiene recompensa.

Alguien dijo: “conoce tus límites y luego ignóralos”. “Yo sé que mi marido no va a resolver esta situación, yo sé que hace años estoy insistiendo que mi marido determine algo sobre la vida ecónomica, o sobre la relación con su ex-mujer, o su relación con su madre; ese es mi límite, yo sé que es mi límite, pero yo voy en busca de mi bendición”. No podés deternerte en el límite, no podés deternerte y decir: “ya está, esto es así y va a ser así para siempre”; tenés que extenderte, no vivas la vida con cara de necesidad porque vas a recibir migajas; si vivís la vida detrás de ese hombre queriendo que te dé una respuesta para algo, vas a vivir de migajas, cuando él te la quiera dar y la cantidad que te quiera dar.

Tenés que atreverte a conquistar terrenos y a buscar la bendicion que hay detrás de ese terreno. Cada terreno, cada tierra tiene una bendición; tenés que cambiar tu actitud emocional, tenés que decir: “yo voy a fructificar en mi tierra de aflicción, voy a salir en victoria”; tenés que salir en victoria, que la victoria la va a vivir tu familia, claro que sí; pero vos sos la que vas a tener la recompensa, por mano de mujer vendrá la victoria, por mano de mujer, por boca de mujer, por actitud de mujer, por inteligencia de mujer, por sabiduría de mujer.

La abundancia llama a la abundancia. Y la abundancia se ve primero en tu rostro y en tus palabras. ¿Cómo estás hablando, qué sale de tu boca? ¿Qué estás llamando con tu boca, con tu rostro?, ¿tenés cara de necesidad? Hay mujeres que se ponen a la mañana la careta de la necesidad, “a ver a quién le voy a pedir hoy, quién me va a ayudar, a ver quién me va a dar para mis hijos”, se ponen la cara de necesidad y en el día reciben migajas. En cambio, hay mujeres que son fuertes y valientes, que se levantan cada mañana decretando abundancia, decretan: “este es el día que hizo el Señor, me gozaré y me alegrare en él”; “este día yo sé que lloverá bendicion sobre mi vida, yo sé que soy una mujer rica, yo sé que todas las cosas están a mi favor, yo sé que tendré más, yo sé que creceré, yo sé que maduraré, yo sé que hay más para mi vida…¡ésta es mi oportunidad!

Podés levantarte hablando abundancia y la vas a vivir, porque la abundancia trae la abundancia; la miseria –el decir: “qué pobre mujer que soy, a ver si me pasa algo bueno”–no trae abundancia. Hay gente que le encanta hablar negativamente porque creen que hablando negativamente le va a venir lo bueno, acostumbrados a dar lástima. Con su marido, con sus hijos, con sus padres, con sus vecinos, dan lástima. “Mirá lo que me pasó, mirá cómo estoy, mirá esto, mirá el marido que me tocó…” y dan lástima. No des lástima porque la miseria trae miseria. La gente te va a dar por lástima, y lo que vas a recibir son migajas de lástima. Vos no tenés un Dios que te tenga lástima, vos tenés un Dios que te ama y te ve como hija prosperada. Todas sabemos poner carita de lástima porque la hemos usado muchas veces; ahora poné carita y cuerpito de abundancia.

Podés quejarte de viajar en subte o en colectivo; yo viajé muchos años en el colectivo ochenta y seis, por la calle Laguna; iba a trabajar y era experta en colgarme de los pasamanos, viajaba embarazada de mi primera hija y nadie me daba el asiento; pero yo iba a trabajar. Hoy manejo mi auto, ¿saben por qué? Nunca hice carita de necesidad, yo dije: “un día voy a estar sentada en mi auto, un día será mi oportunidad, un día yo sé que voy a tomar mi oportunidad, un día vendrá eso que estoy deseando, un día vendrá por mí, no por otro, porque la abundancia llama a la abundancia”. ¡Somos mujeres de abundancia!
He determinado que todas las mujeres fuertes seamos prosperadas económicamente; yo me he determinado a que no tengamos que depender de nadie económicamente, porque es hermoso dar, y a las mujeres nos encanta dar, pero no podemos dar sino tenemos.

Tener cara de abundancia y boca de abundancia, porque la abundancia trae la abundancia. Tenemos que dejar ese espíritu de miseria, de pobreza, de migajas. Tenés que tener buenos zapatos, tenés que tener buena ropa, tenés que ir seguido a la peluquería, tenés que ir a cortarte el pelo donde quieras, pasear donde quieras, ¿es tan dificil eso?, ¿es ser una persona orgullosa querer eso? No, es saber vivir en abundancia; es saber vivir con lo bueno. Dios nos ha llamado a disfrutar de la vida; quitate la máscara de necesidad que te pusiste desde que naciste. Tenés que sonreir, regocijarte en medio de la esterlilidad, porque no estarás pensando en la esterlilidad, sino en el fruto que va a venir, que no es poco porque es fruto en abundancia. ¡Ésta es tu oportunidad!

Por Alejandra Stamateas

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