El verdadero alquimista ha evidenciado que su obra guarda
relación directa con la transformación del alma humana
La piedra ha recibido también diversos nombres a causa de la
maravillosa multiplicidad de figuras que aparecen en el transcurso de
la obra, al surgir en seguida colores, así como imaginamos en las
nubes o en el fuego extrañas figuras de animales, reptiles o árboles.
Así encontré algo similar —prosigue el autor— en un libro atribuido a
Moisés: Cuando el cuerpo se ha deshecho, se dice en él, entonces
aparecen a veces dos ramas, a veces tres o más, a veces también
figuras de reptiles; en ocasiones aparece también como un hombre
sentado en un estrado, con cabeza y todos sus miembros .»
Como los dos textos precedentes, también las explicaciones de
Hoghelande prueban que durante el trabajo práctico se percibían
alucinaciones o visiones que no pueden ser otra cosa que proyecciones
de contenidos inconscientes. Hoghelande cita un pasaje de Senior,
donde se dice que la visión del recipiente hermético se ha de buscar
más que la escritura . (No está claro a qué se refiere con la palabra
scriptura: ¿quizás a la descripción normal del recipiente en los
tratados de los maestros?) Los autores hablan de mirar con los ojos
del espíritu, no apreciándose siempre con claridad si se trata de una
visión en el sentido auténtico o en el metafórico. Así, el Novum lumen
dice:
«Al filósofo inteligente le ha sido permitido por Dios, por el camino
de la naturaleza (per naturam), hacer que aparezcan las cosas ocultas
en la sombra y quitar de ellas la sombra... Todas estas cosas ocurren,
y los ojos de las personas normales no las ven, pero los ojos del
entendimiento (intelectus) y la imaginación las perciben (percipiunt)
con una mirada (visu) verdadera, la más verdadera.»
Raimundo Lulio escribe:
«Debes saber, querido hijo, que el curso de la naturaleza ha cambiado,
por lo que sin invocarlos (scilicet: del familiaris, por ejemplo) y
sin exaltación espiritual puedes ver, condensados en el aire, a los
espíritus que se van alejando o se han alejado; puedes verlos en forma
de animales monstruosos o de personas que, cual las nubes, se mueven
tan pronto de aquí para allá como de allí para acá .»
En forma parecida se expresa Dorn :
«Así percibirá con los ojos de su espíritu (oculis mentalibus)
gradualmente un número indeterminado de chispas que irán aumentando de
día en día y las verá crecer hasta resultar en una gran luz.»
Pero para el psicólogo no es ningún fenómeno extraño el hecho de que
una metáfora se convierta ocasionalmente en una ilusión de los
sentidos. Por ejemplo, Hoghelande (1594) en sus notas biográficas,
describe cómo en el tercer día de la decoctio vio que la superficie de
la sustancia se cubría de colores, fundamentalmente «verde, rojo, gris
y, por lo demás irisados». Siempre que se acordaba de aquel día,
acudía a su memoria el verso de Virgilio Ut vidi, ut perii, ut me
malus abstulit error [Cuando vi que me hundía, que me resultaba fatal
un pérfido error]. Este error o, concretamente, esta ilusión de los
sentidos (ludibrium oculis oblatum) parece, según él, haber sido la
causa de muchos esfuerzos posteriores. Pues había creído —sigue
diciendo— que alcanzaría ahora el nigredo. Pero, después de pocos días
—sigue su relato— el fuego se le extinguió durante toda la noche, con
lo que se produjo un irreparabile dannum, es decir, ya no consiguió la
repetición del fenómeno . Aunque precisamente la película irisada de
los metales en fusión no tiene por qué ser, en modo alguno, una
ilusión de los sentidos, el texto, sin embargo, muestra una llamativa
disposición del autor a pensar en su existencia.
El Tractatus Aristotelis nos ofrece un pasaje muy notable para
estudiar la psicología del alquimista:
«La serpiente es más astuta que cualquier otro animal de la Tierra.
Bajo la belleza de su piel, muestra un rostro inocente y se forma en
cierto modo como una materia hypostatica mediante ilusión cuando la
sumerge en el agua. Es allí donde reúne entonces las fuerzas
(virtutes) de la Tierra, ése es su cuerpo. Debido a estar muy
sedienta, bebió con desmesura, por lo que
se embriagó; y consigue que desaparezca (decipere) la naturaleza, con
la que es reunida . »
La serpiente es Mercurio, el que, como sustancia fundamental
(hypostatica) se forma a sí mismo en el «agua» y dévora a la
naturaleza que se ha unido con él. (El Sol, que se ahoga en la fuente
de Mercurio; el león que devora al Sol; Beya, que disuelve en ella a
Gabricus.) La materia se forma mediante ilusión, la cual es
obligadamente la del alquimista. Esta ilusión podría ser la vera
imaginatio, la cual posee fuerza «informante».
Mediante el hecho de que las visiones iban unidas a la obra
alquimista, posiblemente se pueda explicar también que no sea
infrecuente la mención de los sueños y visiones oníricas como
intermedios importantes de la misma o como fuentes de revelación. Por
ejemplo, Nazari viste su teoría de la transmutación con la forma de
tres sueños, guardando una analogía bastante clara con el Pholiphile .
La Visio Arislei clásica tiene una forma onírica similar . Igualmente
recubre Ostanes con una revelación onírica la comunicación de su
doctrina . En estos escritos, como también en los de Senior y Krates,
el sueño y la visión presentan una forma particularmente literaria; en
cambio, la visión onírica presenta en el caso de Zósimo un carácter
esencialmente más auténtico . Se destaca reiteradamente en la
literatura que la buscada aqua permanent sería revelada en el sueño .
En definitiva, la prima materia, así como la piedra misma, así como el
secreto de su obtención, son reveladas por Dios al alquimista. Y así,
Laurencio Ventura dice : «Pero el método no se puede saber, salvo que
se trate de un regalo divino o se haya aprendido de un maestro
experimentadísimo: y todo esto se deriva de la voluntad divina.»
Kunrath opina que muy bien nuestro chaos naturale (igual a primera
materia) se podría preparar perfectamente / mediante una especial y
secreta visión de Dios y revelación / sin tener que investigar y
cavilar sobre las causas / ... con la máxima sencillez .» Hoghelande
fundamenta la necesidad de la iluminación divina mediante el hecho de
que la obtención de la piedra está por encima del entendimiento y que
sólo un conocimiento sobrenatural y divino sabe el momento exacto de
la formación de la piedra . Concretamente, sólo Dios conoce la prima
materia .
En los tiempos posteriores a Paracelso, la fuente de iluminación es la
lumen naturae:
«Esta luz es la verdadera luz de la naturaleza, / la cual ilumina a
todos los filósofos amantes de Dios que hay en este mundo. Está en el
mundo, / y toda la textura del mundo está adornada hermosamente por la
misma, / y también hasta el día último y grande del Señor / será
sostenida por lo mismo natural; pero el mundo no lo reconoce: está
primero en el subiecto de la católica y gran piedra de los sabios /
que... el mundo entero tiene delante de sus ojos / y, sin embargo, no
la conoce .»
La postura espiritual respecto a la obra
La siguiente cita, del texto de un autor anónimo, muestra un aspecto
algo distinto de las relaciones de lo psíquico con el trabajo
químico : «Contempla con los ojos del espíritu el arbolito del grano
de trigo en el aspecto de todas sus circunstancias, para que puedas
plantar el árbol de los filósofos», etc. . Esto parece apuntar a una
imaginación activa, la cual pone auténticamente el proceso en marcha.
Dorneo dice en su Philosophia meditativa : «Jamás harás lo uno de
otras cosas si primero no eres uno tú mismo.» Sea cualquiera lo que el
alquimista quiera decir al hablar de «uno» , se refiere ello al sujeto
del «artista», cuya unidad se califica de conditio sine qua non para
llevar a término completo la obra. Apenas se puede poner en duda que
se trata de la condición psicológica de la obra, y que ésta tiene una
importancia fundamental.
El Rosarium philosophorum dice :
«Por consiguiente, quien conoce la sal y su solución, conoce el
secreto oculto de los antiguos sabios. Por tanto, orienta tu espíritu
hacia la sal, pues en él (el espírtu) sólo (in ipsa sola, referido a
mens) está escondida la ciencia y el secreto más oculto de todos los
antiguos filósofos» .
Habría de admitirse aquí un doble error de imprenta si el secreto se
refiriese a la sal. Por lo demás, «espíritu» y «sal» son parientes
próximos (cum grano salis) . Así, la sal es, para Khunrath, no sólo el
centro físico de la Tierra, sino también la sal sapientiae , de la que
dice: «Por tanto, orienta tu ánimo / sentidos / razón y pensamientos
sólo a esta sal .» El autor anónimo del Rosarium dice en otro lugar
que la obra «tiene que hacerse con la imaginación verdadera y no con
la fantástica» ; y, en otro lugar, que la piedra será encontrada
«cuando la investigación sea molesta para el investigador» .
Posiblemente no se pueda interpretar esta observación sino en el
sentido de que, una vez más, la condición psicológica es considerada
imprescindible para el hallazgo de la piedra maravillosa.
Por consiguiente, ambas observaciones hacen aparecer posible que el
autor sostenga realmente la opinión de que el secreto esencial del
arte está escondido en el espíritu humano; es decir en el
inconsciente, según la expresión moderna.
Realmente, el alquimista ha vislumbrado que su obra guarda relación de
algún modo con el alma humana y las funciones de ésta, por lo que
estima probable que el pasaje del Rosarium antes mencionado no sea un
simple error de imprenta. Concretamente, concuerda demasiado bien con
manifestaciones de otros autores. Sobre todo se insiste de modo
continuo en el estudio cuidadoso de los libros y en la meditación de
los mismo. Ricardo Anglico dice a este respecto en su Correctorium
fatuorum:
«Y por ello, todos los que pretenden alcanzar el beneficio de este
arte han de dedicarse al estudio y sacar de los libros la verdad, y no
de fábulas imaginadas ni de obras embusteras, ya que este arte no se
puede lograr de manera alguna (a pesar de que los seres humanos son
víctimas de muchas ilusiones) si no es por medio de un estudio total y
del conocimiento de las palabras de los filósofos, etc.» .
Bernardo Trevisano relata cómo se esforzó en vano durante años antes
de ser llevado por fin a camino verdadero mediante un sermo de
Parménides en la Turba .
Hoghelande escribe:
«Que reúna los libros de diversos autores, pues de otro modo es
imposible su conocimiento, y no arroje lejos de sí un libro leído una,
dos o tres veces, aunque no lo comprenda, sino que lo lea diez, veinte
y cincuenta veces y más aún. Verá, por fin, en qué coinciden la
mayoría de los autores: es ahí, concretamente, donde está oculta la
verdad», etc.
Remitiéndose a Raimundo Lulio, el mismo autor dice que, a consecuencia
de su falta de saber, los hombres no pueden realizar la obra hasta no
haber recorrido en toda su extensión la filosofía universal, la cual
les revela lo que para otros permanece oculto y desconocido. «Por
ello, nuestra piedra no pertenece al hombre trivial, sino a lo más
profundo de nuestra filosofía .» Dionisio Zacario cuenta que un cierto
religiosus doctur excellentissimus le había aconsejado abstenerse de
obras inútiles en sophisticationibus diabolicis y que era preferible
se dedicara al estudio de los libros de los antiguos filósofos para
conocer la vera materia. Continúa diciendo que después de un acceso de
desesperación se había rehecho con la ayuda del espíritu divino, se
había dedicado a la lectura seria de los libros, leyéndolos con
aplicación y meditando día y noche hasta el agotamiento de su
hacienda. Trabajó después, vio la aparición de los tres colores, y el
milagro aconteció el día de Pascua, dentro de un año: vidi
perfectionem, o sea que el mercurio conversum in purum aurum prae meis
oculis. (Esto ocurrió, según el autor, en 1550 .) Refleja esto, cuando
menos, una gran dependencia de la obra y la meta de ésta respecto de
una condición previa espiritual. Ricardo Anglico reprueba a todos la
su ciedad con que trabajaban los alquimistas: cascaras de huevo,
pelos, sangre de una persona pelirroja, basiliscos, gusanos, hierbas y
excrementos humanos. «El hombre cosecha lo que siembra. Por tanto, si
siembra suciedad encontrará suciedad también .» «Volved, hermanos, al
camino de la verdad, del que no tenéis conocimiento. Por ello os
aconsejo, en beneficio vuestro, estudiar y trabajar reflexionando de
manera continua sobre las palabras de los filósofos, de las cuales se
puede obtener la verdad»
Vicente Alcoseri http://groups.google.com/group/secreto-masonico