Los Carmelitas descalzos obtuvieron un Breve apostólico de Paulo V para edificar conventos de su Orden en cualquier parte de la Cristiandad; fue este el primero que fundaron en la última parte del Monte Quirinal el año de 1606.
La iglesia se fundó en 1605 como una capilla dedicada a san Pablo para los carmelitas descalzos. La propia orden dotó de fondos a la obra del edificio hasta el descubrimiento en las excavaciones de la escultura conocida como el Hermafrodita Borghese. Scipione Borghese se apropió de ella, pero a cambio, y quizá para compensar su pérdida de influencia debido a la muerte de su tío y patrón, financió el resto de la obra de la fachada y prestó a la orden a su arquitecto, Giovanni Battista Soria. Estas concesiones, sin embargo, sólo se llevaron a efecto en 1624, aunque la obra se acabó dos años más tarde.
Después de la victoria católica en la batalla de la Montaña Blanca en 1620, que hizo retroceder la Reforma en Bohemia, la iglesia fue consagrada de nuevo a la Virgen María. Una imagen maltrecha había sido recuperada del ámbito de aquella batalla por Fray Domingo de Jesús María, de dicha Orden, de las ruinas de la casa de campo de un noble cristiano bohemio, a la cual se le atribuyó la victoria, llamándola Santa María de la Victoria. La imagen fue llevada a Roma por Fray Domingo, depositándose en Santa María la Mayor en presencia de Gregorio XV.
El nombre de Santa María de la Victoria, se dio ulteriormente, en conmemoración por haber reconquistado el emperador Fernando I la ciudad de Praga en 1671. Estandartes turcos capturados en el Sitio de Viena de 1683 cuelgan en la iglesia, como parte de este tema victorioso.
La iglesia es la única estructura diseñada y completada por el arquitecto del Barroco temprano, Carlo Maderno, aunque el interior padeció un fuego en 1833 y requirió una restauración. Su fachada, sin embargo, fue erigida por Soria en vida de Maderno (1624-1626), mostrando la inconfundible influencia de la cercana Santa Susanna de Maderno.
Su interior tiene una sola nave, amplia, bajo una bóveda segmentada baja, con tres capillas laterales interconectadas detrás de arcos separados por colosales pilastras corintias con capiteles dorados que apoyan un rico entablamento. Revestimientos de mármol que contrastan entre sí están enriquecidos con ángeles y putti de estuco blanco y dorado en bulto redondo. El interior fue enriquecido progresivamente después de la muerte de Maderno; su bóveda fue pintada al fresco en 1663 con temas triunfales dentro de compartimentos con marcos ficticios: La Virgen María triunfa sobre la Herejía y Caída de los ángeles rebeldes ejecutados por Giovanni Domenico Cerrini.
Sin duda, parte de la fama de este templo se debe a albergar una de las obras maestras del Barroco, la capilla Cornaro, espectacular y teatral espacio presidido por el grupo escultórico que representa el Éxtasis de Santa Teresa, de Gian Lorenzo Bernini, quizá la obra más conocida de este autor en el campo de la escultura. En la capilla situada frente a esta, dedicada a San José, se encuentra un grupo escultórico que representa el tema del Sueño de San José, obra del escultor Domenico Guidi, que se inspira en la obra de Bernini delante de la cual se halla.1
VIDEO | 22 de Julio de 1947: Evita es recibida por Vicent Auriol, el presidente de Francia
Tuvo una agenda bastante apretada, con importantes reuniones para firmar acuerdos internacionales.
La “Gira del Arco Iris” de Evita por Europa y Sudamérica se realizó con el objetivo de fortalecer relaciones en el exterior, en un contexto de post Segunda Guerra Mundial. La primera dama fue enviada por Juan Domingo Perón para representar al gobierno peronista y al país. En primer lugar, llegó a España, donde se entrevistó con el general Francisco Franco y miles de españoles se rindieron a sus pies. Después se instaló en Italia, Portugal, Francia, Suiza, Mónaco, el Vaticano, Brasil y Uruguay.
El 22 de julio de 1947, la “abanderada de los humildes” llegó a Paris. Fue recibida por Georges Bidault, ministro de Exteriores francés. Además, la esperaba un grupo de mujeres y de niños que se mezclaban con las banderas de Argentina y de Francia. Las autoridades de la capital del país galo pusieron a disposición de Eva el automóvil del general Charles De Gaulle, un honor que hasta el momento sólo se había reservado para el primer ministro británico Winston Churchill. Con ese rodado, la oriunda de Los Toldos conoció la catedral de Notre Dame.
Evita ingresó a Notre Dame y se entrevistó con el monseñor Roncalli, quien en 1958 se convertiría en Papa y recibiría la denominación de Juan XXIII. Fuentes cercanas a la primera dama, sostienen que durante la entrevista que tuvieron, la joven argentina de 27 años le explicó la idea de realizar una fundación de ayuda social (la cual crearía al regresar al país) y recibió como respuesta: “Le recomiendo dos cosas: que prescinda por completo de todo papelerío burocrático, y que se consagre sin límites a su tarea”. Ambas las cumplió con excelencia.
Durante el tiempo en Francia, Evita estuvo hospedada en el Hotel Ritz. Tuvo una agenda bastante cargada de reuniones para firmar acuerdos internacionales. Uno de ellos fue con el presidente Vincent Auriol, con quien firmó un tratado que incluía el intercambio en particular de cuero, carne, cereales, aceites, y quebracho a cambio de acero, automóviles, diversos productos mecánicos, y en particular máquinas textiles, productos químicos.
“En su entrevista con el ministro de Relaciones Exteriores, Georges Bidault, uno de los principales dirigentes de la resistencia interior a la ocupación alemana, Evita le planteó que era muy desagradable que Francia, país amigo de la Argentina, tuviera una calle en París y una estación del Métropolitain que se llamara Obligado, por la batalla de la Vuelta de Obligado. Le recordó que la Escuadra naval anglofrancesa había logrado ganar la batalla, pero había pedido la guerra. Y le pidió que le cambiaran el nombre.
Dos días después, cuando se firmaban los acuerdos comerciales por los cuales la Argentina otorgaba a Francia un crédito para compras de cereales de 200 millones de dólares, el presidente Vincent Auriol le comunicó que en aras de la renovada amistad franco argentina serían cambiados los nombres de la estación del Métropolitain y de la calle”. De esta manera, la calle Vuelta de Obligado pasó a denominarse “d’Argentine”. Evita, una luz en la historia argentina que dejó su rastro en París.
El 26 de Julio 1952, Eva María Duarte de Perón, a sus 33 años dejaba este mundo.
Desde SUTEP rendimos homenaje al recordarse un aniversario mas de su partida.
Las trabajadoras y trabajadores del Espectáculo Público recordamos a Evita, con mucho respeto, cariño, admiración y gratitud, por su dedicación y esfuerzo en la defensa del pueblo, de los obreros, de las mujeres y de los niños.
Compartimos la “BIOGRAFIA DE EVA DUARTE DE PERON (1919 – 1952) «EVITA» – RESEÑA HISTÓRICA DE LA VIDA DE EVITA”.
Quinta hija de Juana Ibarguren y Juan Duarte, nace el 7 de Mayo de 1919 en los Toldos, provincia de Buenos Aires; transcurren allí los primeros años de su infancia. En 1926, fallece su padre. En 1930, la familia se traslada a Junín. Comienza a despuntar su vocación por la declamación y el teatro. En octubre de 1934, Evita viaja a Buenos Aires acompañada por su madre para pasar una prueba en Radio Cultura.
En ese mismo año fija su residencia en Buenos Aires, consagrándose a la carrera artística. Integra las compañías teatrales de los más importantes directores teatrales de la época. A lo largo de diez años (1934 – 1944) se afirma frente a los micrófonos de las radios de mayor audiencia. En 1944 es elegida Presidenta de la Agrupación Radial Argentina.
Tras cuatro apariciones menores en el ámbito cinematográfico logra un papel más importante en » La Cabalgata del circo» (1944) y, en 1945, el rol protagónico en «La Pródiga».
El 15 de Enero de 1944 un violento terremoto destruye la ciudad de San Juan, y Juan Domingo Perón, a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, solicita la colaboración de la ciudadanía para acudir en socorro de las víctimas. Los artistas, entre los que se encontraba Eva Duarte, participan activamente de la colecta nacional y organizan un festival artístico en el Luna Park. En esas circunstancias, el entonces coronel y la joven actriz comienzan una relación.
A la par que desarrolla sus actividades profesionales, Eva ingresa junto a Perón en el mundo de la política. Los históricos sucesos del 17 de octubre de 1945 marcarán el fin de su carrera artística. El 22 de ese mes, Juan Domingo Perón y María Eva Duarte contraen matrimonio civil en Junín y el 10 de diciembre la unión es consagrada en la iglesia de San Francisco, en La Plata.
En los comicios del 24 de febrero de 1946, la fórmula encabezada por el general Perón se impone con el 52,4% de los votos, y el 4 de Junio, éste asume la Presidencia de la Nación. Eva, esposa del Presidente define su propio rol: como Primera Dama será Eva Perón, y en su trabajo cotidiano con los humildes, los trabajadores y las mujeres, será Evita.
El 6 de Junio de 1947, Eva Perón inicia una gira oficial de casi tres meses de duración, visitando España, Italia, Portugal, Francia, Suiza, Mónaco, Brasil y Uruguay. Allí donde fuere, el programa de visitas y recepciones se verá siempre jalonado por las recorridas de los barrios obreros y las obras sociales. A la vez que ofrece donativos para las víctimas de un continente devastado por la guerra, busca «la lección europea» en materia de acción social. El 23 de agosto de 1947 regresa a Buenos Aires, retomando sus actividades a pleno. Emprende de inmediato la campaña de obtención del sufragio femenino a través de la radio y la prensa, trabajando con los legisladores, las delegaciones que la visitan y las mujeres nucleadas en centros cívicos. El 23 de Septiembre de 1947 es promulgada la ley 13.010 que otorga los derechos políticos a las mujeres argentinas.
El 19 de Junio de 1948 se construye formalmente la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón, dando estructura orgánica a la labor que Evita venía desarrollando desde 1946. Nacida con el objeto de «satisfacer las necesidades esenciales para una vida digna de las clases sociales menos favorecidas», su acción se concreta en la creación de Hogares Escuelas, Hogares de Ancianos, Hogares de Tránsito, el Hogar de la Empleada «General San Martín», las Ciudades Infantil y Estudiantil, la Escuela de Enfermeras, el Tren Sanitario, las Proveedurías y Plan Agrario, así como en la organización de los Campeonatos Infantiles y Estudiantiles. La Fundación desarrollará un gigantesco programa de construcción: viviendas obreras, edificios escolares -a través del plan 1000 Escuelas, colonias de vacaciones y centros sanitarios y policlínicos. A todo ello se sumará la ayuda social directa, mediante la cual Evita resolvía personalmente problemas de vivienda, salud o empleo, y la ayuda solidaria a los países extranjeros en situación de necesidad o catástrofe.
El 28 de Agosto de 1948 Eva Perón da lectura, en el Ministerio de Trabajo, a la Declaración de los Derechos de la Ancianidad, promulgado dos días antes y posteriormente incluidos en la Constitución de 1949. El 26 de Julio de 1949 se lleva a cabo en el Teatro Nacional Cervantes la Primera Asamblea Nacional del movimiento peronista femenino. Nace allí el Partido Peronista Femenino, y Eva es elegida Presidenta.
El 4 de Abril de 1951 Evita lee por primera vez los originales de «La razón de mi vida» El libro es lanzado a la venta el 15 de octubre del mismo año.
El 22 de agosto de 1951, en una multitudinaria concentración realizada en la Avenida 9 de Julio de la ciudad de Buenos Aires – Cabildo Abierto del Justicialismo-, la C.G.T. y el Partido Peronista Femenino proclaman su adhesión a la fórmula Perón–Eva Perón para las elecciones. Pocos días después, el 31 de agosto, Evita anuncia por cadena nacional de radiodifusión «su decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo» quisieron honrarla. El 11 de noviembre de 1951 la fórmula Perón – Quijano se impone con el 62,49% de los votos, influyendo notoriamente en este resultado el nuevo sufragio femenino.
Eva, gravemente enferma, es internada y operada pocos días antes en el Policlínico Presidente Perón de Avellaneda, donde vota por primera y única vez. El 14 de noviembre de 1951, abandona el hospital. A pesar de sus esfuerzos por retomar la actividad, el deterioro progresivo de su salud impone un freno a su tarea.
El 4 de Junio de 1952 Eva Perón acompaña al Presidente en los actos de asunción de su nuevo mandato. Es su última aparición en público. Tras una penosa agonía, el 26 de Julio de 1952 fallece a los treinta y tres años en la Residencia Presidencial, en Buenos Aires.
El llanto se lanzó a la calle, se mostró al mundo en interminables filas y acompañó el velatorio, que duró hasta el 11 de agosto. En esos 14 días, Argentina y los países limítrofes se quedaron sin flores. Más de dos millones de personas estuvieron presentes para darle el último adiós. La cureña con su féretro fue trasladado por obreros de la CGT, en una procesión cuyas imágenes en blanco y negro siguen impactando por el dolor, por la cantidad de gente, por la historia que contienen…
Porque esa mujer, que al morir pesaba 34 kilos, que dejaba de ser una realidad para comenzar a tomar forma de mito, fue una mujer controvertida: amada por unos, que la percibían casi como una santa, y odiada hasta el delirio por quienes se habían sentido afectados por su accionar y la consideraban ambiciosa y sin escrúpulos.
Quedaba aún su viaje final, el calvario que recorrió su cadáver embalsamado, que de los honores recibidos en el funeral, propios de un jefe de Estado aunque Evita nunca tuvo cargo oficial alguno, pasó a ser albergado en la central obrera hasta 1955, cuando al caer derrocado Perón, fue secuestrado por la dictadura militar de entonces. A partir de allí, el ataúd recorrió la ciudad en una camioneta por más de un año; sin embargo, «misteriosamente», siempre aparecían flores y velas en los lugares donde la estacionaban…
Su cuerpo fue mutilado y profanado y finalmente enviado clandestinamente a Italia. Estuvo enterrada, bajo un nombre falso, María Maggi de Magistris, durante 14 años, en el cementerio Maggiore, de Milán.
En 1971, el cuerpo le fue devuelto a Juan Domingo Perón en Madrid, que lo tuvo en su residencia. Llegó a la Argentina en 1974 y durante dos años permaneció en la Quinta presidencial. Finalmente, desde 1976, descansa en paz en la tumba familiar, en Recoleta.
VIDEO | 22 de Julio de 1947: Evita es recibida por Vicent Auriol, el presidente de Francia
Tuvo una agenda bastante apretada, con importantes reuniones para firmar acuerdos internacionales.
La “Gira del Arco Iris” de Evita por Europa y Sudamérica se realizó con el objetivo de fortalecer relaciones en el exterior, en un contexto de post Segunda Guerra Mundial. La primera dama fue enviada por Juan Domingo Perón para representar al gobierno peronista y al país. En primer lugar, llegó a España, donde se entrevistó con el general Francisco Franco y miles de españoles se rindieron a sus pies. Después se instaló en Italia, Portugal, Francia, Suiza, Mónaco, el Vaticano, Brasil y Uruguay.
El 22 de julio de 1947, la “abanderada de los humildes” llegó a Paris. Fue recibida por Georges Bidault, ministro de Exteriores francés. Además, la esperaba un grupo de mujeres y de niños que se mezclaban con las banderas de Argentina y de Francia. Las autoridades de la capital del país galo pusieron a disposición de Eva el automóvil del general Charles De Gaulle, un honor que hasta el momento sólo se había reservado para el primer ministro británico Winston Churchill. Con ese rodado, la oriunda de Los Toldos conoció la catedral de Notre Dame.
Evita ingresó a Notre Dame y se entrevistó con el monseñor Roncalli, quien en 1958 se convertiría en Papa y recibiría la denominación de Juan XXIII. Fuentes cercanas a la primera dama, sostienen que durante la entrevista que tuvieron, la joven argentina de 27 años le explicó la idea de realizar una fundación de ayuda social (la cual crearía al regresar al país) y recibió como respuesta: “Le recomiendo dos cosas: que prescinda por completo de todo papelerío burocrático, y que se consagre sin límites a su tarea”. Ambas las cumplió con excelencia.
Durante el tiempo en Francia, Evita estuvo hospedada en el Hotel Ritz. Tuvo una agenda bastante cargada de reuniones para firmar acuerdos internacionales. Uno de ellos fue con el presidente Vincent Auriol, con quien firmó un tratado que incluía el intercambio en particular de cuero, carne, cereales, aceites, y quebracho a cambio de acero, automóviles, diversos productos mecánicos, y en particular máquinas textiles, productos químicos.
“En su entrevista con el ministro de Relaciones Exteriores, Georges Bidault, uno de los principales dirigentes de la resistencia interior a la ocupación alemana, Evita le planteó que era muy desagradable que Francia, país amigo de la Argentina, tuviera una calle en París y una estación del Métropolitain que se llamara Obligado, por la batalla de la Vuelta de Obligado. Le recordó que la Escuadra naval anglofrancesa había logrado ganar la batalla, pero había pedido la guerra. Y le pidió que le cambiaran el nombre.
Dos días después, cuando se firmaban los acuerdos comerciales por los cuales la Argentina otorgaba a Francia un crédito para compras de cereales de 200 millones de dólares, el presidente Vincent Auriol le comunicó que en aras de la renovada amistad franco argentina serían cambiados los nombres de la estación del Métropolitain y de la calle”. De esta manera, la calle Vuelta de Obligado pasó a denominarse “d’Argentine”. Evita, una luz en la historia argentina que dejó su rastro en París.
Hacendado, era dueño de un haras de caballos en Balcarce, ciudad donde presidió el comité local de la Unión Cívica Radical (UCR) y donde fue comisionado municipal.15
Durante el gobierno de Juan Domingo Perón, fue designado embajador especial para asistir al acto de asunción del presidente chileno Gabriel González Videla en 1946, y al año siguiente fue nombrado embajador en Francia, cargo que ejerció hasta 1949.1 En su período en París, acompañó la visita oficial de Eva Perón en 1947, y firmó con el ministro de Asuntos Exteriores Georges Bidault un convenio comercial y financiero.78
Posteriormente fue director del Banco Argentino de Comercio.1
“…El 21 de julio, Evita descendió de su avión en Orly, vestida de blanco, con un sombrero de paja del mismo color, sonriente y un poco pálida. A los pies de la escalerilla, el ministro de Relaciones Exteriores, Georges Bidault, le besó la mano y luego la saludaron el embajador argentino en París, Julio Victorica Roca, y varios embajadores latinoamericanos. Un cortejo de cuarenta coches la acompañó hasta el Hotel Ritz, donde un grupo de niños le presentó un ramo de flores y Bidault se despidió. Como símbolo de la importancia que el gobierno francés daba a su persona, puso a su disposición el auto que había pertenecido al general Charles de Gaulle, el mismo que usaba sir Winston Churchill en sus visitas oficiales a París. Además, durante la estadía la Argentina y Francia firmaron un tratado comercial por el cual este país recibiría un abultado crédito para la compra de trigo y carne. La ceremonia tuvo lugar en el Quai D’Orsay, y finalizada la misma, Bidault condecoró a Evita con la Legión de Honor. Al día siguiente de su llegada, Evita fue recibida por el presidente Vincent Auriol en el castillo de Rambouillet, donde le ofreció un almuerzo…” (Evita. Marysa Navarro)
VIDEO Evita llega a Francia Eva Perón arriba al aeropuerto de Orly y es recibida por el Canciller Georges Bidault. Duración 1 minuto https://www.youtube.com/watch?v=T7NjQBNsCWc
VIDEO Evita en Francia. Eva Perón visita el castillo de Rambouillet, en Francia para almorzar con el presidente Vincent Autiol. Duración 3 minutos https://www.youtube.com/watch?v=jSzwYgMeSuU
España, al término de la Segunda Guerra Mundial, era un país mal visto por los vencedores. El general Franco había simpatizado con las potencias del Eje. Con el triunfo de las democracias, se encontraba aislado internacionalmente.
La situación interior del país era terrible, con la economía aún destrozada por las secuelas de la Guerra Civil. Franco era consciente, sin embargo, de que debía maquillar los aspectos más totalitarios de su régimen para que algún día la comunidad internacional le aceptara. Decretó por ello una amnistía parcial para los presos políticos, aprobó una carta de derechos denominada Fuero de los españoles y suprimió el saludo fascista.
La comunidad internacional condenaba su régimen, pero un mandatario extranjero, el argentino Juan Domingo Perón, acudió al rescate. El argentino envió a España a su atractiva esposa, Eva Duarte, más conocida como Evita por sus admiradores. Con ese viaje, ambos países sellaron un acuerdo de colaboración que permitió a Franco sobrevivir al aislamiento.
Durante los primeros años de Franco, España estuvo aislada internacionalmente. Foto: Vía Wikimedia Commons.
TERCEROS
Detrás de la simpatía
Argentina iba a favorecer a España de varias maneras. Para empezar, firmó un acuerdo con Madrid para venderle su trigo a crédito. Mientras tanto, defendió al gobierno español en la ONU y envió un embajador a Madrid, como gesto de buena voluntad. Para consolidar el ambiente de cordialidad, Franco concedió a Evita la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. La primera dama argentina aceptó encantada y anunció que recogería personalmente la distinción.
La visita de Eva Perón a España contribuyó a legitimar internacionalmente el régimen de Franco.
La razón de la alianza entre España y Argentina no era la simpatía que pudieran profesarse los gobiernos de Madrid y Buenos Aires. Perón actuaba por intereses políticos y, sobre todo, económicos. España necesitaba urgentemente los cereales que Argentina le vendía. Por su parte, Juan Domingo Perón obtenía productos necesarios para industrializar su país: materias primas como cinc, plomo o mercurio, maquinaria o motores eléctricos.
La embajadora perfecta
La llegada de Evita a Madrid fue apoteósica. En el aeropuerto de Barajas la esperaban Franco, su esposa Carmen Polo, el gobierno y altas jerarquías del Ejército, la Iglesia y la Falange. Al día siguiente, en una ceremonia solemne, la argentina recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica. El acto se celebró en el palacio de Oriente, en presencia de miles de madrileños, que disfrutaban de un día festivo para que arroparan a la ilustre invitada.
Evita Perón llega a Madrid. Foto: Vía Wikimedia Commons.
TERCEROS
Tras la comida oficial hizo una petición que descolocó a sus anfitriones: deseaba conocer los barrios de chabolas. Con su innato sentido para las relaciones públicas, preguntaba a los hombres si tenían trabajo, se interesaba por los niños enfermos y contaba a quien quisiera escucharla las maravillas del gobierno argentino. Pero, sobre todo, repartió dinero a manos llenas mientras proclamaba que lo suyo no era limosna, sino justicia.
Habló de temas incómodos para sus anfitriones, como los privilegios de unos pocos y la pobreza de la mayoría.
En sus discursos, de una oratoria un tanto teatral, hablaba de tópicos como la relación entre Argentina y España, la “madre patria”. Pero también trataba de temas incómodos para sus anfitriones, ya que no se privaba de criticar los privilegios de unos pocos y la pobreza de la mayoría. También denunciaba la situación de la mujer en las clases populares, víctima de una continua opresión. Y se mostró sensible a la situación de los presos políticos. Logró que el gobierno conmutara la pena de muerte a Juana Doña, militante comunista que había servido como enlace entre la guerrilla y la dirección comunista en el exilio.
El noticiario español NO-DO publicitó la estancia de Evita Perón en España.
En unos momentos en que las privaciones eran endémicas, el público la escuchaba con atención. Franco, en cambio, se limitaba a poner “cara de póquer”. Le fastidiaba que su invitada ejerciera tanto magnetismo sobre las masas, sus ideas le parecían demasiado izquierdistas y, por si todo esto fuera poco, era mujer. En Argentina, mientras tanto, los exiliados españoles se sentían indignados por el hecho de que esa visita blanquease el régimen de Franco.
Concluida su estancia en Madrid, Evita visitó Galicia, Andalucía y Cataluña. Decía emocionada que las gentes que la aclamaban y besaban eran sus “descamisados españoles”. La primera dama argentina dejaría España agotada y con los nervios destrozados. Odiaba el protocolo y no simpatizaba con aquel régimen tan conservador, pero había superado la prueba. Ahora la esperaba Italia.
Amistad corta pero útil
La visita contribuyó eficazmente a legitimar al gobierno español. Evita, en sus discursos, no cesó de halagar a Franco. Su presencia contribuyó a desviar la atención de las masas respecto de las privaciones y el aislamiento internacional. El acuerdo de España con Argentina aseguró el suministro de trigo y palió la exclusión española del Plan Marshall.
Evita Perón abandonó España para seguir con su gira europea.
TERCEROS
Pero la luna de miel entre Franco y Perón acabaría pronto y mal. La crisis económica argentina provocó la suspensión de las remesas del cereal en 1949. Las relaciones se deterioraron muchísimo, pero por entonces Madrid ya no requería el apoyo de Buenos Aires. Contaba con el respaldo de Estados Unidos, porque la Casa Blanca, inmersa en la lucha contra el comunismo en el mundo, necesitaba aliados.
España comenzaba así el camino hacia su despegue económico, tímidamente todavía, mientras Argentina se precipitaba por la pendiente de la crisis económica y la inestabilidad política.
Este texto se basa en un artículo publicado en el número 610 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.
Fue una de las frases coreadas por el público que se agolpaba para ver a la mandataria en la Plaza de Oriente de Madrid en 1947. Su popularidad era inmensa y vestía como una estrella de cine. Hoy se cumplen cien años de su nacimiento.
El 9 de junio de 1947, con una Plaza de Oriente a reventar, Eva Perón recibió un auténtico baño de masas. A su lado, Franco y su esposa, Carmen Pololarazon
Fue una de las frases coreadas por el público que se agolpaba para ver a la mandataria en la Plaza de Oriente de Madrid en 1947. Su popularidad era inmensa y vestía como una estrella de cine. Hoy se cumplen cien años de su nacimiento.
El dictador Franco fue un superviviente. Cuando dedujo que la II Guerra Mundial estaba perdida para las fuerzas del Eje, tras la caída de Mussolini, dio un giro a su política exterior. No era sensato el permanecer vinculado a los que iban a ser derrotados. Ya había tenido dudas, y su Estado Mayor y su Gobierno se debatía entre posturas diferentes. España volvió así a una pretendida neutralidad. Franco declaró que su régimen, aún en manos de los falangistas, era un «régimen español», una dictadura de caudillo, asentada en el Ejército y legitimada en la victoria sobre «los rojos». España había sido la tumba del peligro comunista, el «faro de Occidente». La definición franquista, y otras consideraciones, consiguieron dejar fuera al país del ajuste de cuentas de los aliados, pero también de las ayudas a la reconstrucción. España no fue admitida en la ONU e instó a un boicot internacional.
350 millones de pesos
La hambruna por la destrucción del tejido productivo se había instalado con fuerza, al tiempo que la lógica represión tras una guerra civil y el triunfo de una dictadura hacía estragos. El sistema económico nacionalsindicalista, el autárquico, con su modelo corporativo, cerrado al exterior, no funcionaba. Era precisa la ayuda exterior para sobrevivir. Llegó así la colaboración argentina de mano de Perón, un nacionalpopulista simpatizante de las fuerzas del Eje, que gobernaba un país que se situaba entre los más ricos y prósperos del planeta.
El líder justicialista concedió un crédito a España de 350 millones de pesos en tres años, a un bajo interés, y otro de 400 millones a devolver en veinte años para pagar las importaciones argentinas. España recibió 400.000 toneladas de trigo, 120.000 de maíz, 8.000 de aceites comestibles, 16.000 de tortas oleaginosas, 25.000 de carne, 10.000 de lentejas, y hasta 50.000 cajones de huevos. A cambio, España envió a Argentina textiles, aceitunas, barcos, y sirvió de zona franca para los productos australes en Europa.
En esa circunstancia, Eva Perón, esposa del presidente de Argentina, sin cargo público, pero con mucho peso político y simbólico, quiso visitar España. Pretendía romper el aislamiento de la Madre Patria con una estancia larga, de dos semanas, por todo el país. Esto disgustó a algunos ministros argentinos, como Bramuglia, de Exteriores, y se generó una crisis en el gabinete. El acuerdo fue que Eva viajara a España sin hacer declaraciones favorables a la dictadura de Franco, asunto que Estados Unidos no iba a tolerar, de momento. El plan se llamó «La Gira del Arco Iris», ya que incluyó la visita a otros países europeos. Por aquellos días, la prensa española comenzó a publicar unos anuncios de la Flota Aérea Mercante Argentina (FAMA) que decían que las «alas argentinas» traerían aquí un «mensaje de amor y reconocimiento» a la «generosa y eterna España».
El 8 de junio de 1947 aterrizó en Madrid el avión de Eva Duarte de Perón. Iba a ser una gira europea. La noche anterior había hecho escala en Villa Cisneros hoy Dajla, en el Sáhara Occidental, donde fue recibida por Alberto Martín Artajo, ministro de Exteriores. Cuando Eva descendió del avión en Barajas fue recibida por Franco, Carmen Polo, su mujer, y Carmencita, su hija. El dictador lucía el uniforme de gala y besó torpemente la mano de la argentina. Su esposa, engalanada con un enorme sombrero con plumas, intentó ser simpática sin conseguirlo.
La multitud esperaba el paso de la comitiva oficial en su trayecto hasta el Palacio del Pardo, su residencia durante la estancia en España. Se engalanó la calle de Alcalá, el gentío sacó pañuelos, y de noche se iluminaron Cibeles, la Puerta de Alcalá y la estatua de Espartero. Al día siguiente, se produjo el acto de masas en la Plaza de Oriente de Madrid, lugar emblemático para el franquismo. Los edificios estaban engalanados con banderas de ambos países. «¡Franco, Perón, un solo corazón!», gritaba la gente.
Un «pueblo de trabajadores»
Los autobuses habían congregado a las chicas de la Sección Femenina de la Falange Española y de las JONS. Se preparó un espectáculo con trajes regionales que representaban a todas las provincias. Allí mismo le fue entregada la Gran Cruz de Isabel la Católica, y pronunció un discurso que terminó agradeciendo al «pueblo de trabajadores» de España, país de «héroes, santos, genios y descubridores», tan digno de un galardón. Eva portaba un vestido granate, con lentejuelas negras, y se tocaba con un casquete negro con plumas, mientras sobre sus hombros descansaba una capita de marta cibelina. Carmen Polo, sin embargo, vestió de negro, y llevó una gran pamela.
Por la tarde, ambas dieron un paseo por Madrid, y acabaron en los suburbios, donde la esposa de Perón dejó «generosos donativos». El obrerismo del justicialismo argentino era muy fuerte, y se constituyó en uno de los motivos de enfrentamiento entre las dos damas. No en vano, una de las pancartas rezaba: «Los obreros de Franco saludan a los 'descamisados' de Perón». La noche, no obstante, fue de fiesta. A El Pardo acudieron para actuar Carmen Sevilla, Lola Flores, Tita Gracia, Juanita Reina y Manolo Caracol, dirigidos por el maestro Quiroga.
No fue lo único que obtuvo la mandataria argentina. El obispo Eijo Garay, también Patriarca de las Indias Orientales, impuso a Eva Perón el escapulario de la Virgen del Carmen, y le fueron entregados los trajes regionales de todas las provincias españolas. Recorrió El Escorial, donde la argentina soltó: «Podrían dedicar este enorme edificio a algo útil. Por ejemplo, una colonia para niños pobres, ¡se ven tantos!». Ahí no terminó el enfrentamiento dialéctico, porque la Perón dijo a Carmen Polo que su marido no había ganado el poder en las urnas, sino en la guerra.
Eva Duarte, siempre populista y devota, se detuvo a rezar a la Virgen de la Macarena, en Sevilla, y terminó su periplo en Barcelona. Había pasado por Granada, Santiago de Compostela y Zaragoza. En cada parada era agasajada con regalos. Eva Duarte iba siempre vestida como una estrella de cine de la época, que contrastaba con el mal vestuario de Carmen Polo. Incluso salía en las fotos con abrigos de visón porque estaba de moda y, además, porque los reportajes se veían en Argentina, donde era invierno.
El periplo acabó en Barcelona. «La muchedumbre, a su paso –se lee en 'La Vanguardia' del 24 de junio–, estalló en clamorosos vítores a Franco y a Perón”. Entró bajo palio en la Basílica, y volvió a dirigirse a los «descamisados» y obreros. El alcalde de Barcelona, el barón de Terrades, le dijo: «Todo el pueblo español, enamorado de su Historia y de su unidad veterana, hace pública su fe y su gratitud por la gran Argentina». Eva Duarte se alojó en el Palacio de Pedralbes, a donde llegó a marcha lenta dada la cantidad de gente que saludaba. Allí fue despedida por el régimen. Después de dieciséis días en España, viajó a Italia, Portugal, Francia y Suiza. Murió pocos años después, en 1953, de un cáncer. Aquí se la recordó durante mucho tiempo después.