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General: EL Reformador DE LA SANTA BIBLIA .
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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: Damarit Espinoza  (Mensaje original) Enviado: 17/01/2022 18:08

Un campeón de la verdad de la Santa Biblia Martín Lutero REPRESENTANTE DE SU  EPOCA .

Un nuevo emperador, Carlos V, había ascendido al trono de Alemania, y los emisarios de Roma se apresuraron a presentarle sus plácemes, y procuraron que el monarca emplease su poder contra la Reforma. Por otra parte, el elector de Sajonia, con quien Carlos tenía una gran deuda por su exaltación al trono, le rogó que no tomase medida alguna contra Lutero, sin antes haberle oído. De este modo, el emperador se hallaba en embarazosa situación que le dejaba perplejo. Los papistas no se darían por contentos sino con un edicto imperial que sentenciase a muerte a Lutero. El elector había declarado terminantemente “que ni su majestad imperial, ni otro ninguno había demostrado que los escritos de Lutero hubiesen sido refutados”; y por este motivo, “pedía que el doctor Lutero, provisto de un salvoconducto, pudiese comparecer ante jueces sabios, piadosos e imparciales” (D’Aubigné, lib. 6, cap. II). 

La atención general se fijó en la reunión de los estados alemanes convocada en Worms a poco de haber sido elevado Carlos al trono. Varios asuntos políticos importantes tenían que ventilarse en dicha dieta, en que por primera vez los príncipes de Alemania iban a ver a su joven monarca presidir una asamblea deliberativa. De todas partes del imperio acudieron los altos dignatarios de la iglesia y del estado. Nobles hidalgos, señores de elevada jerarquía, poderosos y celosos de sus derechos hereditarios; representantes del alto clero que ostentaban su categoría y superioridad; palaciegos seguidos de sus guardas armados, y embajadores de tierras extrañas y lejanas, todos se juntaron en Worms. Con todo, el asunto que despertaba más interés en aquella vasta asamblea era la causa del reformador sajón. 

Carlos había encargado ya de antemano al elector que trajese a Lutero ante la dieta, asegurándole protección, y prometiendo disponer una discusión libre con gente competente para debatir los motivos de disidencia. Lutero por su parte ansiaba comparecer ante el monarca. Su salud por entonces no estaba muy buena; no obstante, escribió al elector: “Si no puedo ir a Worms bueno y sano, me haré llevar enfermo allá. Porque si el emperador me llama, no puedo dudar que sea un llamamiento de Dios. Si quieren usar de violencia contra mí, lo cual parece probable (puesto que no es para instruirse por lo que me hacen comparecer), lo confío todo en manos del Señor. Aún vive y reina el que conservó ilesos a los mancebos en el horno ardiente. Si no me quiere salvar, poco vale mi vida. Impidamos solamente que el evangelio sea expuesto al vilipendio de los impíos, y derramemos nuestra sangre por él, para que no triunfen. ¿Será acaso mi vida o mi muerte la que más contribuirá a la salvación de todos? [...] Esperadlo todo de mí, menos la fuga y la retractación. Huir, no puedo; y retractarme, mucho menos” (ibíd., lib. 7, cap. 1). 

La noticia de que Lutero comparecería ante la dieta circuló en Worms y despertó una agitación general. Aleandro a quien, como legado del papa, se le había confiado el asunto de una manera especial, se alarmó y enfureció. Preveía que el resultado sería desastroso para la causa del papado. Hacer investigaciones en un caso sobre el cual el papa había dictado ya sentencia condenatoria, era tanto como discutir la autoridad del soberano pontífice. Además de esto, temía que los elocuentes y poderosos argumentos de este hombre apartasen de la causa del papa a muchos de los príncipes. En consecuencia, insistió mucho cerca de Carlos en que Lutero no compareciese en Worms. Por este mismo tiempo se publicó la bula de excomunión contra Lutero, y esto, unido a las gestiones del legado, hizo ceder al emperador, quien escribió al elector diciéndole que si Lutero no quería retractarse debía quedarse en Wittenberg. 

No bastaba este triunfo para Aleandro, el cual siguió intrigando para conseguir también la condenación de Lutero. Con una tenacidad digna de mejor causa, insistía en presentar al reformador a los príncipes, a los prelados y a varios miembros de la dieta, “como sedicioso, rebelde, impío y blasfemo”. Pero la vehemencia y la pasión de que daba pruebas el legado revelaban a las claras el espíritu de que estaba animado. “Es la ira y el deseo de venganza lo que le excita—decían—, y no el celo y la piedad” (ibíd.). La mayoría de los miembros de la dieta estaban más dispuestos que nunca a ver con benevolencia la causa del reformador y a inclinarse en su favor. 






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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 17/01/2022 20:15

Con redoblado celo insistió Aleandro cerca del emperador para que cumpliese su deber de ejecutar los edictos papales. Esto empero, según las leyes de Alemania, no podía hacerse sin el consentimiento de los príncipes, y Carlos V, no pudiendo resistir a las instancias del nuncio, le concedió que llevara el caso ante la dieta. “Fue este un día de orgullo para el nuncio. La asamblea era grande y el negocio era aún mayor. Aleandro iba a alegar en favor de Roma, [...] madre y señora de todas las iglesias”. Iba a defender al primado de San Pedro ante los principados de la cristiandad. “Tenía el don de la elocuencia, y esta vez se elevó a la altura de la situación. Quiso la Providencia que ante el tribunal más augusto Roma fuese defendida por el más hábil de sus oradores, antes de ser condenada” (Wylie, lib. 6, cap. 4). Los que amparaban la causa de Lutero preveían de antemano, no sin recelo, el efecto que produciría el discurso del legado. El elector de Sajonia no se hallaba presente, pero por indicación suya habían concurrido algunos de sus cancilleres para tomar nota del discurso de Aleandro. CS 137.2

Con todo el poder de la instrucción y la elocuencia se propuso Aleandro derrocar la verdad. Arrojó contra Lutero cargo sobre cargo acusándole de ser enemigo de la iglesia y del estado, de vivos y muertos, de clérigos y laicos, de concilios y cristianos en particular. “Hay—dijo—en los errores de Lutero motivo para quemar a cien mil herejes”. CS 137.3

En conclusión procuró vilipendiar a los adherentes de la fe reformada, diciendo: “¿Qué son todos estos luteranos? Un puñado de gramáticos insolentes, de sacerdotes enviciados, de frailes disolutos, abogados ignorantes, nobles degradados y populacho pervertido y seducido. ¡Cuánto más numeroso, más hábil, más poderoso es el partido católico! Un decreto unánime de esta ilustre asamblea iluminará a los sencillos, advertirá a los incautos, decidirá a los que dudan, fortalecerá a los débiles” (D’Aubigné, lib. 7, cap. 3). CS 137.4

Estas son las armas que en todo tiempo han esgrimido los enemigos de la verdad. Estos son los mismos argumentos que presentan hoy los que sostienen el error, para combatir a los que propagan las enseñanzas de la Palabra de Dios. “¿Quiénes son estos predicadores de nuevas doctrinas?, exclaman los que abogan por la religión popular. Son indoctos, escasos en número, y los más pobres de la sociedad. Y, con todo, pretenden tener la verdad y ser el pueblo escogido de Dios. Son ignorantes que se han dejado engañar. ¡Cuán superior es en número y en influencia nuestra iglesia! ¡Cuántos hombres grandes e ilustrados hay entre nosotros! ¡Cuánto más grande es el poder que está de nuestra parte!” Estos son los argumentos que más sacan a relucir y que parecen tener influencia en el mundo, pero que no son ahora de más peso que en los días del gran reformador. CS 138.1

La Reforma no terminó, como muchos lo creen, al concluir la vida de Lutero. Tiene aún que seguir hasta el fin del mundo. Lutero tuvo una gran obra que hacer: la de dar a conocer a otros la luz que Dios hiciera brillar en su corazón; pero él no recibió toda la luz que iba a ser dada al mundo. Desde aquel tiempo hasta hoy y sin interrupción, nuevas luces han brillado sobre las Escrituras y nuevas verdades han sido dadas a conocer. CS 138.2



Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 17/01/2022 20:34
Honda fue la impresión que produjo en la asamblea el discurso del legado. No hubo ningún Lutero para refutar los cargos del campeón papal con las verdades convincentes y sencillas de la Palabra de Dios. Ningún esfuerzo se hizo para defender al reformador. Se manifestaba una disposición general no solo para condenarlo junto con las doctrinas que enseñaba, sino para arrancar de raíz la herejía. Roma había disfrutado de la oportunidad más favorable para defender su causa. Se había dicho todo cuanto pudiera decirse para justificarla. Pero aquella victoria aparente no fue sino la señal de la derrota. Desde aquel día el contraste entre la verdad y el error iba a resaltar más y más, porque la lucha entre ambos quedaba resueltamente empeñada. Nunca desde aquel momento iba a quedar Roma tan segura como antes lo estuviera. En tanto que la mayoría de los miembros de la dieta no hubieran vacilado en entregar a Lutero a la venganza de Roma, no eran pocos los que echaban de ver con dolor la corrupción que prevalecía en la iglesia, y deseaban que se concluyera con los abusos que sufría el pueblo alemán como consecuencia de la degradación e inmoralidad del clero. El legado había presentado al gobierno del papa del modo más favorable. Pero entonces el Señor movió a uno de los miembros de la dieta a que hiciese una verdadera exposición de los efectos de la tiranía papal. Con noble firmeza el duque Jorge de Sajonia se levantó ante aquella asamblea de príncipes y expuso con aterradora exactitud los engaños y las abominaciones del papado y sus fatales consecuencias. En conclusión añadió: CS 139.1

“He aquí indicados algunos de los abusos de que acusan a Roma. Han echado a un lado la vergüenza, y no se aplican más que a una cosa: ¡al dinero! ¡siempre más dinero! [...] de modo que los predicadores que debieran enseñar la verdad, no predican sino la mentira; y no solamente son tolerados, sino también recompensados, porque cuanto más mientan, tanto más ganan. De esta fuente cenagosa es de donde dimanan todas esas aguas corrompidas. El desarreglo conduce a la avaricia [...]. ¡Ah! es un escándalo que da el clero, precipitando así tantas almas a una condenación eterna. Se debe efectuar una reforma universal” (ibíd., cap. 4). CS 139.2

Lutero mismo no hubiera podido hablar con tanta maestría y con tanta fuerza contra los abusos de Roma; y la circunstancia de ser el orador un declarado enemigo del reformador daba más valor a sus palabras. CS 139.3

De haber estado abiertos los ojos de los circunstantes, habrían visto allí a los ángeles de Dios arrojando rayos de luz para disipar las tinieblas del error y abriendo las mentes y los corazones de todos, para que recibiesen la verdad. Era el poder del Dios de verdad y de sabiduría el que dominaba a los mismos adversarios de la Reforma y preparaba así el camino para la gran obra que iba a realizarse. Martín Lutero no estaba presente, pero la voz de Uno más grande que Lutero se había dejado oír en la asamblea. CS 139.4

La dieta nombró una comisión encargada de sacar una lista de todas las opresiones papales que el catecismo enseñaba y  agobiaban al pueblo alemán. Esta lista, que contenía ciento una especificaciones, fue presentada al emperador, acompañada de una solicitud en que se le pedía que tomase medidas encaminadas a reprimir estos abusos. “¡Cuántas almas cristianas se pierden!—decían los solicitantes—¡cuántas rapiñas! ¡cuántas exacciones exorbitantes! ¡y de cuántos escándalos está rodeado el jefe de la cristiandad! Es menester precaver la ruina y el vilipendio de nuestro pueblo. Por esto unánimemente os suplicamos sumisos, pero con las más vivas instancias, que ordenéis una reforma general, que la emprendáis, y la acabéis” .


Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 17/01/2022 21:12

El concilio pidió entonces que compareciese ante él el reformador. A pesar de las intrigas, protestas y amenazas de Aleandro, el emperador consintió al fin, y Lutero fue citado a comparecer ante la dieta. Con la notificación se expidió también un salvoconducto que garantizaba al reformador su regreso a un lugar seguro. Ambos documentos le fueron llevados por un heraldo encargado de conducir a Lutero de Wittenberg a Worms. CS 140.1

Los amigos de Lutero estaban espantados y desesperados. Sabedores del prejuicio y de la enemistad que contra él reinaban, pensaban que ni aun el salvoconducto sería respetado, y le aconsejaban que no expusiese su vida al peligro. Pero él replicó: “Los papistas [...] no deseaban que yo fuese a Worms, pero sí, mi condenación y mi muerte. ¡No importa! rogad, no por mí, sino por la Palabra de Dios [...]. Cristo me dará su Espíritu para vencer a estos ministros del error. Yo los desprecio durante mi vida, y triunfaré de ellos con mi muerte. En Worms se agitan para hacer que me retracte. He aquí cuál será mi retractación: Antes decía que el papa era el vicario de Cristo; ahora digo que es el adversario del Señor, y el apóstol del diablo” (ibíd., cap. 6). CS 140.2

Lutero no iba a emprender solo su peligroso viaje. Además del mensajero imperial, se decidieron a acompañarle tres de sus más fieles amigos. Melanchton deseaba ardientemente unirse con ellos. Su corazón estaba unido con el de Lutero y se desvivía por seguirle, aun hasta la prisión o la muerte. Pero sus ruegos fueron inútiles. Si sucumbía Lutero, las esperanzas de la Reforma quedarían cifradas en los esfuerzos de su joven colaborador. Al despedirse de él, díjole el reformador: “Si yo no vuelvo, caro hermano, y mis enemigos me matan, no ceses de enseñar la verdad y permanecer firme en ella [...]. Trabaja en mi lugar. Si tú vives, poco importa que yo perezca” (ibíd., cap. 7). Los estudiantes y los vecinos que se habían reunido para ver partir a Lutero estaban hondamente conmovidos. Una multitud de personas cuyos corazones habían sido tocados por el evangelio le despidieron con llantos. Así salieron de Wittenberg el reformador y sus acompañantes. CS 140.3

En el camino notaron que siniestros presentimientos embargaban los corazones de cuantos hallaban al paso. En algunos puntos no les mostraron atención alguna. En uno de ellos donde pernoctaron, un sacerdote amigo manifestó sus temores al reformador, enseñándole el retrato de un reformador italiano que había padecido el martirio. A la mañana siguiente se supo que los escritos de Lutero habían sido condenados en Worms. Los pregoneros del emperador publicaban su decreto y obligaban al pueblo a que entregase a los magistrados las obras del reformador. El heraldo, temiendo por la seguridad de Lutero en la dieta y creyendo que ya empezaba a cejar en su propósito de acudir a la dieta, le preguntó si estaba aún resuelto a seguir adelante. Lutero contestó: “¡Aunque se me ha puesto entredicho en todas las ciudades, continuaré!” (ibíd). CS 141.1

En Erfurt, Lutero fue recibido con honra. Rodeado por multitudes que le admiraban, cruzó aquellas mismas calles que antes recorriera tan a menudo con su bolsa de limosnero. Visitó la celda de su convento y meditó en las luchas mediante las cuales la luz que ahora inundaba Alemania había penetrado en su alma. Deseaban oírle predicar. Esto le era prohibido, pero el heraldo dio su consentimiento y el mismo que había sido fraile sirviente del convento ocupó ahora el púlpito. CS 141.2

Habló a la vasta concurrencia de las palabras de Cristo: “La paz sea con vosotros”. “Los filósofos—dijo—doctores y escritores han intentado demostrar cómo puede el hombre alcanzar la vida eterna, y no lo han conseguido. Yo os lo explicaré ahora [...]. Dios resucitó a un Hombre, a Jesucristo nuestro Señor, por quien anonada la muerte, destruye el pecado y cierra las puertas del infierno. He aquí la obra de salvación [...]. ¡Jesucristo venció! ¡he aquí la grata nueva! y somos salvos por su obra, y no por las nuestras [...]. Nuestro Señor Jesucristo dice: ‘¡La paz sea con vosotros! mirad mis manos’; es decir: Mira, ¡oh hombre! yo soy, yo solo soy quien he borrado tus pecados y te he rescatado. ¡Por esto tienes ahora la paz! dice el Señor”. CS 141.3

Y siguió explicando cómo la verdadera fe se manifiesta en una vida santa: “Puesto que Dios nos ha salvado, obremos de un modo digno de su aprobación. ¿Eres rico? Sirvan tus bienes a los pobres. ¿Eres pobre? Tu labor sirva a los ricos. Si tu trabajo no es útil más que para ti mismo, el servicio que pretendes hacer a Dios no es más que mentira” (ibíd.). CS 141.4

El pueblo escuchaba embelesado. El pan de vida fue repartido a aquellas almas hambrientas. Cristo fue ensalzado ante ellas por encima de papas, legados, emperadores y reyes. No dijo Lutero una palabra tocante a su peligrosa situación. No quería hacerse objeto de los pensamientos y de las simpatías. En la contemplación de Cristo se perdía de vista a sí mismo. Se ocultaba detrás del Hombre del Calvario y solo procuraba presentar a Jesús como Redentor de los pecadores. 


Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 25/01/2022 18:21
CHILE  Y EL MUNDO ENTERO ES LLAMADO POR EL HOMBRE DE PECADO PAPADO  Y SUS ALIADOS A QUITAR LA LIBERTAD DE RELIGION .
Una gran crisis aguarda al pueblo de Dios. Muy pronto nuestra nación intentará imponer sobre todos la observancia del primer día de la semana como un día sagrado. Al hacerlo no tendrán escrúpulos de obligar a los hombres, contra la voz de su propia conciencia, a observar el día que la nación declara como día de reposo domingo santificar las fiestas catecismo la marca de la Bestia 666.
Apocalipsis (de Juan) 16-> Ver.
[V.9-> Blasfemaron. Gr. blasfeméo, (ver com. Ap 13:1). Blasfemar el nombre de Dios es expresarse de él en una manera despreciativa. Durante la cuarta plaga los hombres comenzarán a echarle la culpa a Dios por sus sufrimientos, pero comprenderán finalmente que están luchando contra él (ver com. Ap 16:1). El nombre de Dios. O sea directamente a Dios, pues el nombre representa a la persona que lo lleva (ver com. Mat 6:9; Hch 3:16). Poder sobre estas plagas. Considerarán las plagas como una demostración del poder divino (ver com. Ap 16:1). No se arrepintieron. En vez de reconocer su culpa, comenzarán a culpar de su desgraciada situación a los que han permanecido fieles y leales a Dios (ver PE 34; CS 682).Con absoluta perversidad se niegan a doblegarse ante la voluntad divina, y demuestran ser lo que realmente son: siervos incondicionales de Satanás (ver com. Ap 16:1). El que se niega a arrepentirse, demuestra que se opone completa y decididamente a Dios. Para darle Gloria. Es decir reconocerlo como “verdadero y justo” (ver com. Ap 16:7). Los que sufren por causa de las plagas se negarán a reconocer que están equivocados y que Dios tiene la razón, a pesar de los duros castigos que impulsarían a hombres honrados y contritos a enmendar sus caminos (cf. Isa 26:9-10). Esto comprueba que sus corazones están completamente endurecidos y son insensibles ante la misericordia y la severidad divinas (ver com. Exo 4:21; Efe 4:30; Ap 16:1). ] 

Apocalipsis (de Juan) 16-> Ver. 12
[V.12-> El sexto ángel. Por lo general, los comentadores adventistas aceptan dos interpretaciones de los Ap 16:12-16. Según la primera interpretación, “el gran río Eufrates” representa el imperio otomano; el secamiento de sus aguas, el debilitamiento gradual de ese imperio. Los “reyes del oriente” simbolizan las naciones del Oriente; y el Armagedón, el valle literal de Meguido en el norte de Palestina. Por lo tanto, el debilitamiento del imperio otomano se considera como una preparación del camino para que las naciones orientales vengan a combatir contra las del Occidente en el valle de Meguido. Según la otra interpretación, el Eufrates representaba a los pueblos sobre las cuales domina la Babilonia simbólica; y el secamiento de sus aguas indican que le quitan su apoyo a Babilonia. Los “reyes del oriente” simbolizan a Cristo y los que le acompañan; y el Armagedón, la última batalla del gran conflicto entre Cristo y Satanás, que se librará en el campo 856 de batalla de esta tierra. De manera que el retiro del apoyo humano a la Babilonia simbólica se considera como la eliminación de la última barrera para su derrota y castigo finales. Según la primera opinión, la batalla del Armagedón comenzará como un conflicto esencialmente político, pero llegará a su clímax con la aparición de Cristo y los ejércitos del cielo. Según el segundo punto de vista, la batalla del Armagedón comenzará cuando los poderes religiosos y políticos de la tierra unidos, comiencen su ataque final contra el pueblo remanente de Dios. Estas dos opiniones parecen excluirse mutuamente, pero en verdad tienen mucho en común. Los defensores de ambas opiniones sobre el Armagedón, están generalmente de acuerdo en los siguientes puntos: 1. Que será la última gran batalla de la historia de esta tierra y que aún está en el futuro. 2. Que será “la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Ap 16:14). 3. Que “el gran río Eufrates” simboliza gentes. 4. Que los tres “espíritus inmundos” (Ap 16:13) representan al papado, al protestantismo apóstata y al espiritismo (o paganismo). 5. Que estos tres “espíritus” son los instrumentos que reunirán a las naciones para la batalla. 6. Que los instrumentos de la reunión -“tres espíritus inmundos”- son de naturaleza religiosa, y las fuerzas que se congregarán son políticas y militares. 7. Que los preparativos para la batalla se harán durante la sexta plaga, pero que la batalla se librará durante la séptima plaga. 8. Que en una fase será una batalla real entre personas reales que emplean armas reales. 9. Que habrá derramamiento de sangre en una escala sin precedentes. 10. Que estarán implicadas todas las naciones de la tierra. 11. Que Cristo y los ejércitos del cielo finalmente intervendrán y terminarán la batalla. 12. Que los santos vivos presenciarán la batalla, pero no participarán directamente en ella. La diferencia fundamental entre las dos opiniones consiste en la interpretación de los términos “Eufrates”, “reyes del oriente” y “Armagedón”. La primera opinión sostiene que estos tres términos tienen un significado geográfico; pero el segundo punto de vista afirma que deben interpretarse en una manera completamente figurada, según los términos del contexto de los cap. 13 al 19. Hay más explicaciones sobre los distintos puntos de semejanzas y diferencias entre las dos opiniones en com. Ap 16:12-19. Cf. com. Dan 11:36-40. Como es de esperarse, hay diversas variantes y modificaciones en estas dos opiniones principales sostenidas por algunos comentadores adventistas; sin embargo, no hay suficiente espacio para considerarlas. Jaime White sostenía la antigua opinión de que la batalla del Armagedón es la batalla entre Cristo y las naciones de los impíos en ocasión de la segunda venida (Review and Herald, 21-1-1862, p. 61). Urías Smith creía que la batalla del Armagedón incluiría también una reunión política y militar de las naciones en Palestina (Las profecías de Daniel y el Apocalipsis, t. 2, pp. 317-325). El gran río Eufrates. Ver p. 742; com. Ap 9:14. Los defensores de una y otra opinión convienen en que Juan no se está refiriendo al río literal como un río, ni al secamiento de sus aguas literales. Hay también un reconocimiento general de que las aguas del río Eufrates representan a seres humanos (cf. Ap 17:15). Sin embargo, según la primera opinión el Eufrates representa al antiguo imperio otomano, por cuyo territorio corría este río, y que desde la caída de ese imperio a fines de la Primera Guerra Mundial, representa a Turquía, su sucesor moderno. Este punto de vista supone que el término Eufrates, aunque no se refiere al río literal, tiene sin embargo un significado geográfico literal y designa la región geográfica cruzada por el río, el valle de Mesopotamia. Durante más de 1.000 años esta región fue gobernada por los árabes musulmanes y los turcos, y más recientemente por el gobierno de Iraq. De acuerdo con el segundo punto de vista, el significado del término Eufrates debe determinarse por el contexto, el cual revela que el vocablo Babilonia se usa exclusivamente como un símbolo del cristianismo apóstata (ver com. Ap 14:8; Ap 17:5) El río Eufrates fue histórica y geográficamente el río de la Babilonia literal (Jer 51:12-13; Jer 51:63-64), y como el río de la Babilonia simbólica, “la gran ciudad” (ver com. Ap 17:18), el Eufrates no 857 tendría aquí su anterior significado literal y geográfico, sino que debe entenderse en términos de su símbolo paralelo: la Babilonia simbólica. Las aguas del Eufrates serían entonces las “muchas aguas” del Ap 17:13; Ap 17:15 sobre las cuales se sienta la Babilonia simbólica: los “moradores de la tierra”, a quienes ha “embriagado con el vino de su fornicación” (Ap 17:2; cf. Ap 13:3-4; Ap 13:7-8; Ap 13:14-16). El agua. Ver com. Ap 17:1; Ap 17:15 Se secó. La flexión del verbo griego expresa que el secamiento se ha completado. Según la primera opinión, el secamiento del río Eufrates comenzó a cumplirse en el desmembramiento paulatino del imperio otomano, y el cumplimiento completo de este detalle profético es aún futuro. Según la segunda opinión, el secamiento de las aguas del Eufrates se refiere al retiro del apoyo humano a la Babilonia simbólica en relación con la sexta plaga (ver com. “gran río Eufrates”, com. Ap 16:14; Ap 16:16-17; Ap 16:19; cf. Isa 44:26 a 45:2). Los exponentes de esta opinión creen que los resultados del secamiento están descritos simbólicamente en Ap 16:18-19; Ap 17:15-18, y literalmente en CS 711-714. Preparado. Según el primer punto de vista, el “camino a los reyes del oriente” comenzó a prepararse con el desmembramiento del imperio otomano (ver com. “secó”). Según la segunda opinión, el “camino” será “preparado” cuando se le retire el apoyo humano a la Babilonia simbólica (ver com. Ap 16:1; Ap 16:12; Ap 16:14; Ap 16:17). Según el primer punto de vista, esta preparación es de carácter geográfico y militar; según el segundo, de carácter moral y espiritual. El camino. Gr. hodós, “camino”, “carretera”. En el contexto de los Ap 16:12-16, este será el “camino” por el cual los “reyes” y sus ejércitos pasarán por el Eufrates para reñir una batalla contra sus opositores. Según el primer punto de vista, este “camino” pasaría geográficamente por el valle de Mesopotamia, anteriormente parte del territorio del imperio otomano. Según la segunda opinión, el “camino” es figurado, o sea el “camino” por el cual se prepara la situación de la tierra para que Cristo y los ejércitos del cielo triunfen sobre Babilonia (Ap 16:19) y los “reyes de la tierra” (Ap 16:14). Reyes del oriente. Literalmente “reyes de la salida del sol” (ver com. Ap 7:2). En armonía con el significado geográfico que atribuyen al “gran río Eufrates”, los que apoyan la primera opinión entienden a los “reyes del oriente” en un sentido geográfico, o sea las naciones situadas al este del valle de Mesopotamia. Según el segundo punto de vista, “los reyes del oriente” representan a Cristo y los que le acompañarán. Interpretan la frase “reyes del oriente”, como las otras expresiones simbólicas de Ap 16:12, en el hecho histórico de Ciro cuando conquistó a Babilonia y luego libró al pueblo de Dios, los judíos, para que regresaran a su tierra natal. ]

Apocalipsis (de Juan) 16-> Ver. 13

[V.13-> Vi. Ver com. Ap 1:1. De la boca. La boca es el instrumento del habla. Estos “tres espíritus inmundos” que salen de las bocas del “dragón”, de la “bestia” y del “falso profeta”, representan la política que esta triple unión religiosa proclamará al mundo, la cual se menciona en el Ap 17:2 como el “vino” de Babilonia (ver com. Ap 16:14; Ap 17:2; Ap 17:6). Dragón. Ver com. Ap 12:3; Ap 13:1. El primer miembro de esta triple unión religiosa se identifica generalmente con el espiritismo o con el paganismo. Este último consiste principalmente en la adoración de espíritus maléficos, y por eso se parece esencialmente al espiritismo moderno tal como se practica en los países cristianos. La bestia. Ver com. Ap 13:1; Ap 17:3; Ap 17:8. Falso profeta. Evidentemente debe identificarse con la segunda bestia del Ap 13:11-17 (ver com. Ap 16:11), que apoya a la primera bestia de los Ap 16:1-10, y que por medio de los milagros que tiene el poder de hacer en presencia de la bestia (Ap 16:12-14), engaña a los hombres para que le hagan a ésta una “imagen”. Cf. Ap 19:20; Ap 20:10. Tres espíritus inmundos. Los defensores de ambas opiniones concuerdan en identificar al “dragón”, la “bestia” y el “falso profeta”, con el espiritismo moderno (CS 645) o paganismo, el papado, y el protestantismo apóstata (cf. Ap 13:4; Ap 13:14-15; Ap 19:20; Ap 20:10), respectivamente. Los “tres espíritus inmundos” evidentemente simbolizan o representan a este trío maléfico de poderes religiosos, que juntos constituyen la “gran Babilonia” de los últimos días (Ap 16:13-14; Ap 16:18-19; ver com. Ap 16:19; Ap 17:5). A manera de ranas. Tal vez no deba atribuirse ningún significado a esta comparación, que quizá sólo tiene el propósito de destacar lo repulsivo que son los “tres espíritus 858 inmundos” delante de Dios. ] 
Apocalipsis (de Juan) 16-> Ver. 
[V.14-> Espíritus de demonios. En los Evangelios el término “espíritu inmundo” se usa como equivalente de “diablo” (Mar 1:27; Mar 1:34; Mar 3:11; Mar 3:15; Mar 6:7; etc.). Ver Ap 18:2; cf. 2JT 176-177. Hacen señales. O “hacen milagros”, es decir, “señales y prodigios mentirosos” (ver com. 2Ts 2:9) con el propósito de confirmar el poder y la autoridad de la persona que los hace (ver t. V, pp. 198-199). Estos milagros también se mencionan en Ap 13:13-14; Ap 19:20. Las manifestaciones sobrenaturales de varias clases son el medio por el cual Satanás- obrando mediante diversos instrumentos humanos- logrará unir al mundo con el propósito de exterminar a los que constituyen la única barrera que se opondrá a su dominio indiscutido sobre la humanidad. Reyes de la tierra. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto “reyes de todo el mundo”. Los “reyes” son los poderes políticos de la tierra, en contraste con la triple unión religiosa del Ap 16:13 (ver el comentario respectivo) que congrega a las naciones de la tierra para que se unan en una cruzada con el fin de destruir al pueblo de Dios (3JT 285; CS 618, 682). Esta liga mundial político-religiosa (ver com. Ap 17:3) aspirará a gobernar todo el mundo. De acuerdo con el primer punto de vista, estos “reyes” representan las naciones del Occidente en contraste con los “reyes del oriente” (Ap 16:12), es decir, las naciones del Oriente. Según el segundo punto de vista, la frase “reyes de la tierra y de todo el mundo” incluye a las naciones del Oriente y del Occidente (ver com. Ap 16:12). Hay más información en cuanto a la identidad de los “reyes de la tierra” y al éxito transitorio de esta unión, en Ap 17:2; Ap 17:12; Ap 17:14; ver com. Ap 16:12; cf. 3JT 171. Reunirlos. Según la primera opinión, este acto de congregarlos consistirá en los preparativos políticos y militares de los “reyes de la tierra en todo el mundo”. Según la segunda, se refiere a los esfuerzos que hará la triple unión religiosa para concertar una acción unificada de los poderes políticos de la tierra con el propósito de luchar contra el remanente del pueblo de Dios. La batalla. Los defensores de ambas interpretaciones concuerdan en que se describen distintos aspectos de la misma batalla en los Ap 14:14-20; Ap 16:12-19; Ap 17:14-17; Ap 19:11-21; cf. 6T 406. Según el primer punto de vista, ésta es principalmente una batalla político - militar que se librará entre las naciones de Oriente y Occidente en el valle de Meguido (ver com. Ap 16:12-13). De acuerdo con la segunda opinión, en esta batalla las naciones se unen para destruir al pueblo de Dios, y por lo tanto es ante todo un conflicto religioso. Aquel gran día. Es decir, el día de la ira de Dios (ver com. Ap 16:1). La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto “del gran día de Dios Todopoderoso”. Ver com. Isa 2:12. Dios Todopoderoso. Ver com. Ap 1:8. ] 




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