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Cuentos: El Faro
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De: ouspensky50  (Mensaje original) Enviado: 18/12/2010 06:44

EL FARO

 

 

Para aquel entonces, el mundo se había convertido en un caos, no sólo desde los puntos de vista social, económico y político, sino que también lo era en los aspectos religioso, espiritual y moral.

 

La confusión generalizada de la gente reinaba en el orbe, fanatismos de las más diversas índoles, indiferencia en las actitudes de la gente para consigo mismas, odios acendrados y ancestrales, egoísmos de toda clase, eran el común denominador de la humanidad y amenazaban con destruirla, pues todos buscaban a cualquier costo satisfacer sus más mezquinos y oscuros intereses, esto sin distinción de raza, religión, nacionalidad, sexo y condición social.

 

En un mundo donde todo era vano, parecía que el hombre que como especie siempre ha creído, en una muestra de soberbia impresionante ser el pináculo de la creación, no tendría salvación alguna.

 

Sin embargo, para Miguel el día de escuela había terminado ya, estaba en el programa de la maestría en físico-matemático-nuclear y una de las materias que más era de su interés y en la que basaba su maestría, era la relativa al análisis físico del tiempo y del espacio, en la que su profesor era el Dr. Matías.

 

En esa materia Miguel había puesto su mejor esfuerzo y su relación con el Dr. Matías, iba más allá de la de simple alumno-maestro.

 

El Dr. Matías, durante su juventud, a pesar de haberse casado, nunca procreó un hijo y a su vez Miguel se había quedado huérfano de padre muy pequeño, razón por la cual su vínculo era casi de padre-hijo, por lo que pasaban horas y horas platicando sobre ciencia y otros tópicos de interés para ambos.

 

Nadie, fuera de su trabajo en la Universidad, conocía gran cosa de la vida del Dr. Matías, nadie, excepto Miguel.

 

Conocedor profundo de la teoría de la relatividad de Einstein y otra muchas existentes en la materia que le apasionaba, Miguel se había fijado un firme propósito: Viajar en el tiempo.

 

Asistido permanentemente por el Dr. Matías y supervisado en todo su trabajo por él, Miguel había llegado a las ecuaciones y fórmulas matemáticas que comprobaban que era posible viajar en el tiempo, máxime que existía en él una convicción especial, lógica y objetiva que soportaba de forma peculiar todos sus estudios e investigaciones.

 

Aquí, cabe hacer un paréntesis y dirigirnos un poco hacia la historia personal del Dr. Matías, lo que nos ayudará a entender lo que ocurrió.

 

Matías había sido el primogénito de una familia numerosa de doce hermanos, hijo de Lucía y Pedro.

 

Pedro, su padre fue un obrero y por lo tanto la infancia de Matías se distinguió siempre por las carencias materiales, pero no así de amor y cuidado esmerado de sus padres y aunque pobre nunca le faltó lo indispensable para cubrir sus necesidades básicas.

 

La infancia de Matías, transcurrió entre la escuela y el trabajo, pues una vez que tuvo la edad suficiente, consiguió un empleo para contribuir con sus padres al gasto familiar.

 

Ya en la preparatoria, siendo como había sido siempre, un estudiante brillante, obtuvo una beca para la Universidad en la rama de la física.

 

Durante el desarrollo de sus estudios universitarios, tuvo contacto con grupo de personas que se dedicaban a lo que ellos llamaban: búsqueda de la ciencia objetiva y de la verdad que rige todo el universo.

 

El conocimiento que se difundía en ese grupo de personas era llamado esotérico, pero no como se le conoce en la actualidad, pues éste era ancestral y establecía las bases, fundamentos y técnicas para que el hombre, lograra a través de diversos esfuerzos, comprender a plenitud la razón de su existencia en el universo y las reales posibilidades de su evolución.

 

En este grupo, se desarrollaba de una forma impresionante Matías, pues mientras más conocía la ciencia, más se incrementaba su comprensión sobre las grandes leyes que gobiernan al universo, colocando al hombre en una posición bastante incómoda en relación con el trabajo que debía realizar para lograr su ascenso en la escala evolutiva, pero no su evolución mundana, sino su evolución espiritual.

 

Al concluir sus estudios universitarios, Matías recibió becas para estudiar una maestría y posteriormente un doctorado, que lejos de incrementar su vanidad, solo se constituyó como conocimiento suplementario que le permitió cada vez más, comprender el conocimiento que se vertía en un su grupo esotérico, dentro del cual conoció a Eva, la que sería su esposa más tarde.

 

Con el paso del tiempo, Matías determinó dar clases en la Universidad, pues su situación económica era bastante holgada, pues había participado junto con otros grandes científicos de la época en diversos proyectos de gran envergadura, algunos de ellos relacionados con el reto del hombre de viajar en el espacio.

 

Sin embargo, durante todos esos años Matías nunca se separó de su grupo, con quienes sostenía una comunicación permanente y una vez que se instaló de nuevo en el país de origen, continuó participando en él activamente y vertiendo todo el conocimiento adquirido a través de los años, manteniendo siempre su vida personal al margen de sus actividades públicas.

 

Así las cosas, en una de las clases que impartía en la Universidad conoció a Miguel, mismo que desde el principio llamó poderosamente su atención, por su empeño y brillantez; y una tarde después de concluir una clase, Miguel se acercó a él y con el pretexto de hacerle una pregunta extra-clases, le invitó a tomar un café, pidiéndole que fuera el director de su tesis.

 

 

En esa tarde Matías aceptó lo solicitado por Miguel y platicaron largo rato, en la que Miguel le contó a grandes rasgos su vida, que de una forma muy breve trataremos de describir, pues es de particular importancia para entender con precisión los sucesos que sobrevinieron después.

 

Miguel fue el único hijo del matrimonio formado por Beatriz y Damián y fue el único hijo porque su padre murió cuando él apenas contaba con nueve meses de edad.

 

A pesar de que Beatriz, con base en grandes esfuerzos educó y crió a Miguel de forma correcta, la muerte de su padre, no sólo representaba para él una injusticia, sino algo que desde su más tierna infancia era un reto: conocerlo.

 

Beatriz, una vez que Miguel tuvo la edad suficiente, le dijo la verdad acerca de la muerte de Damián y que más o menos es ésta; Damián era un empleado de una oficina de gobierno, quien gracias a su esfuerzo y tesón, había logrado con el paso del tiempo, allegarse de una posición cómoda, que si bien no lo convertía en alguien que se pudiera decir que era rico, si era una persona que consiguió escalar a la clase media, que podía mantener una vida económicamente estable, lo que en su momento hizo que Damián, pidiera con todas las formalidades sociales del caso a Beatriz, para desposarse con ella.

 

Y así ocurrió, Damián y Beatriz se casaron profesándose verdadero amor y justo después de la boda y debido a ciertas turbulencias políticas y cambios en el gobierno, el jefe de Damián, había sido designado para ocupar un puesto de suma trascendencia, lo que conllevó a su vez que Damián, fuera llamado por éste, como sus hombres de confianza, para desempeñar un cargo bastante importante también.

 

Damián por obvias razones, se encontraba feliz y por ende Beatriz también, pues para esas fechas se había percatado de que estaba embarazada y dicha noticia tornó a Damián en un hombre doblemente feliz.

 

Parecía que la vida, les sonreía con su mejor cara a Damián y Beatriz, pues se amaban, iban a tener un hijo producto de ese amor y las condiciones externas les favorecían en gran medida, todos los eventos les auguraban un futuro feliz.

 

Sin embargo, nunca se imaginaron que esa vida, en la que ambos cifraron todas sus esperanzas, les tenía preparada una amarga sorpresa.

 

Ese día Damián, había salido en su automóvil como cualquier otro hacia la oficina, en lo que parecía ser un día como cualquiera de trabajo intenso, despidiéndose de Beatriz con un beso lleno de amor y  ternura, tomando con su mano derecha al bebé que nueve meses antes había nacido, llenando a la pareja de alegría y felicidad, prometiendo llegar lo más temprano posible para acudir a la cena a la que habían sido invitados por los Padres de Beatriz y que sería esa noche.

 

El día de trabajo para Damián parecía como cualquier otro, con reuniones aquí y allá y nada indicaba que algo extraño o fuera de lo normal ocurriría.

 

Así, Damián habiendo ya concluido con todos sus pendientes, se despidió de su gente y se encaminó hacia el estacionamiento, con el pensamiento fijo en su esposa, su hijo y su posterior compromiso nocturno.

 

Ya en el auto y conduciendo de camino a casa, los pensamientos de Damián giraban en torno a su esposa y a su hijo, cuando repentinamente se desató una gran tormenta que dificultaba en grado sumo el manejo del automóvil, por lo que Damián determinó dadas esas circunstancias, tomar todas las precauciones que el caso ameritaba.

 

De pronto, en uno de esos que le llaman cruces peligrosos, la luz verde del semáforo se puso para Damián, puso en marcha su automóvil pero nunca se percató del trailer que se había pasado a su vez, la luz roja... todo ocurrió rápidamente... Damián sólo pudo ver en su ventanilla como el otro vehículo se proyectaba hacia él, lenta pero firmemente... todo se oscureció... ya no supo más... lo último que vio fue a Beatriz y a su hijo.

 

El trailer arrolló de tal forma a Damián, que su auto se convirtió en una masa de hierros amorfos, donde él, prácticamente destrozado yacía inerte... había muerto instantáneamente en el impacto, pronto se dejaron oír las sirenas de las patrullas policíacas y de las ambulancias.

 

Mientras tanto, las horas transcurrían y Beatriz empezó a angustiarse al no llegar Damián a su casa, mientras el bebé yacía plácidamente dormido en su cuna. La hora para salir a tiempo a la cena con sus padres había pasado hace mucho, por lo que ella los llamó disculpándose, diciéndoles que muy probablemente le había surgido un trabajo urgente a Damián.

 

Sin embargo, en esas ocasiones Damián siempre le llamaba por teléfono advirtiéndole que llegaría tarde, que no tuviera preocupación alguna.

 

Esa noche, Damián no hizo la acostumbrada llamada y eso incrementó su angustia, algo le decía que había ocurrido un suceso inesperado.

 

De repente, estando Beatriz sentada en uno de los sillones de la sala, escuchó el timbre del teléfono... de un salto llegó al aparato y contestó:

 

-          ¡ Por Dios Damián !...

-          Perdón señora, ¿ Es la casa del Lic. Damián Ortiz ?

-          Sí, Sí, esta es su casa, yo soy Beatriz Domínguez, su esposa

¿ Que pasa ?

-          Sra. Domínguez, es muy lamentable y muy difícil para mí darle esta noticia, yo soy el comandante Rodríguez de la policía judicial...

-          ¡ Vamos! ¡Vamos! Dígame que paso... ¡¿Dónde esta mi esposo?!

-          Tranquilícese Señora, pero me duele mucho decirle que su esposo... ha muerto... en un accidente automovilístico...

-          ¡No! ¡No puede ser! Debe ser una equivocación...

-          Señora el cadáver lo encontramos en un auto modelo mustang, negro y el conductor traía consigo una identificación oficial con el nombre de Damián Ortiz Jiménez y en su agenda el teléfono de su casa,... es necesario que se presente en la décima agencia investigadora del ministerio público para que reconozca el cuerpo y una vez hechos los trámites de ley, pueda recogerlo.

 

Beatriz ya no dijo nada, quedo muda, se dejó caer en el sillón y sintió como si todo fuera una pesadilla... no supo cuanto tiempo estuvo así, hasta que escuchó el llanto de Miguel... se incorporó, fue con él y se soltó en un llanto amargo y prolongado.

 

Nunca más se volvió a casar y todo su tiempo y energía, lo dedicó por completo a Miguel, quien mientras más crecía y se desarrollaba se parecía más y más a Damián.

 

Miguel creció y llegado a la edad responsable, no sólo se convirtió en uno de los físicos más destacados y jóvenes de la Universidad sino que éste suceso marcó para siempre su vida, convirtiéndose en su mayor obsesión, el viaje por el tiempo, retando a Dios que si lo conseguía, él le demostraría que podían cambiar los eventos que tanto daño le hacían y le habían hecho.

 

Así pues volvamos a nuestro original relato y sus singulares personajes.

 

Como habíamos dicho, Matías frecuentaba el grupo ya mencionado y sus reuniones lejos de versar, sobre temas estrictamente científicos, tocaban puntos medulares sobre la posible evolución de hombre, por medio de distintos métodos , que primordialmente permitieran conocer su psicología propia y como cada individuo gracias a las condiciones particulares en las que se había desarrollado, había cristalizado en él tan cantidad de paradojas,  que había perdido por completo la posibilidad de considerarse a sí mismo, como una unidad, perdiendo también por ello su libertad, moviéndose en la vida, sin voluntad y sin conciencia de cual era su papel en el universo, que sujeto a sus inescrutables leyes, pareciera ser una boya a la deriva que se movía según fuera la corriente.

 

Este conocimiento, como se dijo databa de miles de años atrás y la labor, tanto individual como conjunta de cada uno de los integrantes del grupo, consistía precisamente en desenmarañar los “misterios” que les permitirían leyendo entre líneas y su comprensión, entender su verdadera naturaleza y misión, para lo cual contaban con todas las llamadas Sagradas Escrituras de todas las creencias religiosas del mundo, en donde forzosamente, se encontraba en gran parte la clave, la “piedra filosofal”, la solución a todas las interrogantes, que les permitirían “despertar” de la “hipnosis” a la que habían estado sometidos desde tiempos inmemoriales.

 

Matías, conociendo a Miguel, mejor de lo que él se conocía, decidió invitarlo a formar parte del grupo, a lo que Miguel un poco sorprendido al inicio accedió.

 

El tiempo transcurrió y Miguel concluyó su maestría, pero él y Matías continuaron frecuentándose con motivo de las reuniones del grupo.

 

Desde su ingreso al grupo, Miguel había cambiado radicalmente, pero aun no podía arrebatarse  esa obsesión que se le había fijado en su corazón desde su adolescencia: Fabricar una máquina que le permitiera viajar en el tiempo y evitar lo que en el pasado sucedió y tanto daño le hacía: La muerte de su padre.

 

La única persona que se encontraba enterada de ese proyecto y de la tormenta interior de Miguel, era Matías, quien en repetidas ocasiones lo instó a desistir, diciéndole que aunque lograra modificar el pasado, eso no cambiaría en nada las cosas, por lo que debería enfocar toda su energía a su presente y que sólo así podría cambiar y evolucionar.

 

En ese orden las cosas y visto que era imposible convencer a Miguel de su loca empresa, decidió ayudarlo y con la subvención económica de una importante compañía trasnacional y encubriendo el proyecto bajo una pantalla, se allegaron de todos los medios financieros y materiales para la consecución del mismo.

 

Los días, las semanas y los meses transcurrieron y la máquina iba avanzando en su construcción, el proyecto como tal recibió el nombre de “El Faro”.

 

Por fin, después de casi un año y medio de trabajo, El Faro quedó terminado, el artefacto daba el aspecto de una cápsula espacial, tenía capacidad para transportar a dos pasajeros, la máquina parecía flotar en el aire debido a que se encontraba suspendida por fuertes campos electromagnéticos.

 

Los experimentos comenzaron, primero con objetos inertes y luego con seres vivos, ratones y conejos, las coordenadas se fijaban después de una serie de largos cálculos matemáticos y los viajes se realizaban en ese momento al futuro, pues sería imposible comprobar los resultados, si estos si hicieran al pasado.

 

Después de varios intentos y fracasos, por fin un día El Faro funcionó, Miguel y Matías, emocionados no daban crédito a lo que sus ojos veían. ¡Lo habían logrado! ¡El viaje por el tiempo era posible!

 

Llegada a esta etapa, Matías trató de convencer a Miguel de lo inútil que resultaría hacer el viaje, pero éste en su  obstinación no escuchaba razones, sus voces internas le decían que haciéndolo su futuro cambiaría, mientras que no se ocupaba de su presente, abandonando las oportunidades que el momento le presentaba y que le permitirían, en su individualidad psicológica, vivir con paz y alegría en todo lo que hiciera.

 

Sabiendo esto y conociendo de antemano los resultados de tal aventura, con toda la paciencia que caracterizaba a Matías decidió apoyarlo y acompañarlo en la misma.

 

Miguel habiendo ya adquirido el conocimiento del grupo, se había hecho a la idea, equivocada por supuesto, de que modificando su pasado el futuro sería otro, cuando lo correcto era sólo comprenderlo, saber que estaba ahí y que sólo percatándose de que todo había sucedido conforme a las leyes universales, no existían culpables ni víctimas, que la gente y el mundo, se mueven en círculos y en círculos y que la única forma de escapar a ellos, era logrando el dominio de sí mismo a través de la lucha interna, que le dieran las armas para defenderse y proteger su esencia y todo lo que a ella le pertenece y que la vida y sus múltiples “personalidades” le pretendían arrancar: Su paz, su alegría por existir, su comprensión y su amor, viviendo sin temor ni esperanza, con la certeza de su ser siempre hacia delante, sin mirar atrás.

 

Para ese entonces, el día para el viaje había sido ya programado y Matías y Miguel, hacían los últimos preparativos y cálculos matemáticos exactos con las coordenadas precisas para arribar al pasado justo una hora antes de que ocurriera el fatídico accidente.

 

Por fin, el día había llegado, al acercarse la hora en que debían hacerlo, pues sería la primera vez que la máquina era usada con humanos, el nerviosismo y la tensión se dejaba sentir en el lugar, principalmente en Miguel que checaba y rechecaba los instrumentos, los cálculos y El Faro mismo.

 

Así, Miguel y Matías en la hora prevista se acomodaron dentro de El Faro, ajustaron y verificaron por última vez los instrumentos de navegación confrontándolos con los cálculos matemáticos realizados previamente.

 

Entonces el laboratorio comenzó a vibrar y a llenarse de una luz intensa, en un segundo... El Faro había desaparecido...

 

Miguel y Matías yacían dentro de El Faro, aturdidos, no sabían lo que realmente pasó, miles de pensamientos recorrían su mente, por la escotilla podía verse una espesa niebla que seguramente cubría a El Faro.

 

Poco a poco, recobraron la conciencia y el tablero con las luces rojas, indicaba una fecha: 14 de agosto de 1972: 20:30 horas.

 

Temerosos e incrédulos, Miguel y Matías, cruzaron miradas y sin decir palabra, abrieron la escotilla... y ... ¡Sí! ¡Lo habían logrado!

 

Sin recuperarse plenamente de la emoción que los embargaba, Miguel y Matías sacaron dos maletas de El Faro, en la que habían guardado ropas propias de la época, con la finalidad de que al mezclarse con la gente, pasaran desapercibidos.

 

El lugar donde El Faro había quedado era un terreno baldío, que antes del viaje fue minuciosamente investigado y que actualmente alberga un edificio de departamentos en condominio, mismo que se encuentra ubicado a tres calles del cruce donde ocurrió el accidente   que  privó de la vida a Damián.

 

Ahora la misión, se tornaba más difícil, pues Miguel debía evitar todo contacto físico y visual directo con su Padre pues de no ser así, esto provocaría un roce dimensional tiempo y espacio que haría desaparecer de inmediato a Miguel, al no encontrarse éste en la línea del tiempo y espacio que a él le correspondía.

 

Miguel y Matías habían trazado su plan con todo detalle, habían averiguado a que compañía pertenecía el trailer y quien había sido su chofer esa noche y consistía en que a toda costa debían desviarlo de la ruta originalmente establecida por dicha persona.

 

Sabiendo que el tiempo lo tenían contado, pusieron manos a la obra y se ubicaron unas dos cuadras antes del cruce y esperaron pacientemente el arribo del trailer.

 

Una vez que este llegara a una de las intersecciones, el plan consistía en que Miguel y Matías haciéndose pasar por dos borrachos, lograran detener durante unos cuantos minutos al trailer distrayendo con ello a su chofer, evitando con ello el accidente que le arrebataría la vida al padre de Miguel.

 

Miguel y Matías tenían la vista fija en la calle, cuando se oyó a lo lejos el rugir del motor del poderoso trailer, vislumbrándose sus luces, llovía intensamente, al llegar al cruce la luz roja hizo que el camión se detuviera y fue entonces cuando Miguel y Matías entraron en acción, balanceándose abrazados de un lado a otro, cruzaron la calle, cantaban, y justo cuando estaban frente al trailer, Matías inesperadamente cayó en el pavimento mojado.

 

La luz verde se puso y el chofer gritaba improperios a los dos fingidos ebrios y al ver que no se quitaba del camino Matías, bajó enfurecido del vehículo y reclamó con gritos y manoteos a Miguel, para que retirara a Matías de la calle, pero nada pudo hacer el chofer, sino hasta cuando Miguel viendo su reloj, se dio cuenta que ya habían pasado diez minutos, tiempo suficiente para evitar la tragedia y haciéndole a Matías una señal previamente pactada, éste se levantó sonriéndole al chofer dándole las gracias.

 

El chofer molestísimo, subió a la cabina del camión y echándolo a andar partió.

 

Miguel no cabía en si de felicidad, abrazó y besó a Matías y  emprendieron sin demora el camino de regreso a El Faro, no sin antes, que Miguel a petición de Matías, jurara que a su regreso destruiría la máquina, sus planos y todo aquello que se relacionara con ella a lo que Miguel accedió sin miramiento alguno.

 

El cruce donde había ocurrido el accidente, quedaba de paso y al irse acercando Miguel y Matías, se percataron a la distancia de un numeroso grupo de curiosos que se arremolinaban en el lugar como queriendo ver algo.

 

Al llegar al lugar, Matías le dijo a Miguel que permaneciera lo suficientemente alejado mientras él daba un vistazo rápido... lo que vio Matías confirmó lo que el pensaba desde antes, un mustang negro se había estrellado contra un poste, el chillar de las sirenas ya se dejaba escuchar... Miguel no pudo contenerse y se acercó... lo que vio lo aterrorizó... quiso correr al auto pero Matías se lo impidió y tras grandes esfuerzos logró convencerlo de regresar a la máquina, así lo hicieron y emprendieron el viaje de vuelta a su época.

 

El Faro, se hallaba ya en el laboratorio, Miguel y Matías aturdidos, vieron el tablero: 15 de junio de 2002: 19:14 horas, estaban de vuelta, abrieron la escotilla y salieron.

 

Miguel estaba callado, con la mirada perdida y caminando lentamente se dirigió a su oficina, sentándose en su sillón se echó a llorar amargamente, Matías que lo había seguido le dio palabras de aliento y una vez que logró tranquilizarlo le dijo más o menos lo siguiente:

 

“- Miquel, yo traté de advertirte por todos los medios de lo inútil de tu empresa, pero me percaté que tu obstinación te hacía impenetrable, por lo que decidí ayudarte y dejar que por sí solo te dieras cuenta de ello.

 

Despertar a la vida y abrir los ojos, es doloroso, es un nacimiento y tu acabas de hacerlo.

 

Todo lo que te aqueja, solo son ilusiones, fantasmas que viven en tu interior y sólo tú, si lo deseas, con la promesa de vida que eres tú, puedes vencerlos.

 

Nadie puede ni debe tratar de modificar el pasado, el presente o el futuro de otra persona, pues cada una de ellas es la que puede hacerlo, su destino es el mismo que el nuestro, pero la lucha es individual. Solo basta con comprender que nada que no nos concierna a nosotros mismos puede ser cambiado.

 

Tu debes vivir, ser alegre por existir, encarar hacia delante sin mirar atrás, sólo comprendiendo y aceptando tu pasado, es posible cambiar tu futuro.

 

No te amargues por lo pasado, vive aquí y ahora disfrutando a la vida, sin temor ni esperanza, ojalá te sirva esto que te voy a leer y te dé la luz que necesitas, dicho hace más de 2000 años por gente despierta:

 

“Todas las cosas son fatigosas más de lo que

el hombre puede expresar: nunca se sacia

el ojo de ver, ni el oído de oir.

¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será  

¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo

que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol...

... lo torcido no se puede enderezar, y lo

incompleto no puede contarse...

Aborrecí, por tanto, la vida, porque la

Obra que se hace debajo del sol me era

Fastidiosa; por cuanto es vanidad y aflicción

De espíritu...

Porque los que viven saben que han de morir;

Pero los muertos nada saben, ni tienen más paga;

Porque su memoria es puesta en olvido”

 

         Eclesiastés 1: 8, 9, 15; 2: 17; 9:5

 

“Haced morir, pues lo terrenal en vosotros:

fornicación, impureza, pasiones desordenadas,

malos deseos y avaricia...

No mintáis los unos a los otros, habiéndoos

Despojado del viejo hombre con sus hechos

y revestíos del nuevo, el cual conforme

a la imagen del que lo creó se va renovando

hasta el conocimiento pleno...

Y sobre todas estas cosas vestíos de amor,

Que es el vínculo perfecto.

 

         Colosenses 3: 5, 9, 10 y 14.

 

Miguel viendo a Matías, con lágrimas en los ojos comprendió... y dio comienzo a una nueva vida, donde el faro que lo guía ahora ...es la búsqueda de la Verdad, aquí y ahora.

  

 Alfredo Gerardo.

 

Planeta Tierra a 3 de julio de 2002.



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