Pàgina principal  |  Contacte  

Correu electrònic:

Contrasenya:

Inscriviu-vos ara!

Heu oblidat la vostra contrasenya?

EL CUARTO CAMINO DE GURDJIEFF-BENNETT
Per molts anys, PSAPFA !
 
Novetats
  Afegeix-te ara
  Plafó de missatges 
  Galeria d’imatges 
 Arxius i documents 
 Enquestes i Tests 
  Llistat de Participants
 General 
 1.- CURSO BREVE SOBRE LA ATENCION 
 2- CURSO LENGUAJE 
 3.- CURSO YOES 
 Curso de Crecimiento-Nivel 1 
 Curso de Evangelios 
 Curso Fragmentos Enseñanza desconocida 
 Curso Psicología Posible Evolución Homb 
 SITTING 
 LIBROS 
 CUENTOS 
 DICCIONARIO 
 VIDEOS 
 COMPARTIR 
 MÚSICA 
 Curso de Observación de Sí 
 Reportes Cronistas Expediciones 
 Curso de Observación de Si 2 
 Curso de Observacion de Si, 3 
 EL CAMINO DE UN HOMBRE 
 Seminario Barcelona 2012 
 CURSO DE SIMBOLOGÍA 
 Cronista Curso de Cuentos 
 Cronista Curso de Octavas/2013 
 GRUPO BARCELONA 
 PLEGARIA 
 Notas de JANE HEAP 
 TALLER DE CHAKRAS 
 
 
  Eines
 
General: DE CARLOS PARA MÍ
Triar un altre plafó de missatges
Tema anterior  Tema següent
Resposta  Missatge 1 de 4 del tema 
De: Ceciliak59  (Missatge original) Enviat: 19/05/2011 07:25
Queridos Compañeros: Es mi deseo compartir con todos vosotros un escrito con el que Carlos me obsequió en estos días en que estuvo alojado en mi casa. Me lo obsequió a modo de agradeceimiento personal, según dijo, por todo lo que recibió de mí, pero si os soy sincera, la que recibió y a manos llenas he sido yo. Y ahora deseo compartirlo con vosotros, porque este  escrito, tanto en lo que expresa, como en aquello que he podido leer entre lineas, me ha ayudado a comprender muchas cosas de mi misma y os lo comparto con el profundo anhelo de mi corazón que os pueda ayudar a vosotros tanto como me ha ayudado a mí.
Con un beso muy grande para todos y el profundo deseo de que os Aproveche, aquí lo copio.
Cecilia
 

La Noche de San Juan en el Desierto

23/06/08

 

Un día alguien me preguntó qué era lo que me daba más miedo y, a pesar de tantos y diversos miedos que siento,  me resultó difícil pensarlo en ese instante. Son muchas las cosas que me dan miedo, terror y hasta pánico. Y mientras pensaba qué decirle, me preguntó si alguna vez había pasado una noche sola en el desierto. En ese momento me vino la imagen del desierto, al que una vez había ido durante el día muchos años atrás, por un rato, y recordé el terror  y la desolación que me dio cuando comenzó a anochecer, que digo anochecer, si apenas comenzaba a caer la tarde. Aquella vez recuerdo que salí corriendo como loca para no sentirme atrapada por esa infinidad de nada, por esa oscuridad tan escalofriante. Estaba muy claro para mí que pasar una noche sola en el desierto jamás podría entrar dentro de mis planes; era algo imposible para mí de hacer.

Ese alguien de esa manera despertó en mí esos recuerdos de miedo y temor. Pero algo en mi percibió que ahí existía  un reto por delante, enfrentarme a ese miedo. No se me impuso como un reto nacido desde fuera, ahí quedó la propuesta, pero algo dentro de mí sabía que desde ese momento había quedado como algo pendiente, podía posponerlo una y otra vez, pero jamás me abandonaría.  

De repente un día, ante mi asombro, decidí que sería durante la noche de San Juan cuando enfrentaría mi reto, quizás por su magia, quizás porque es la noche más corta. Y justo esa noche me invitaron de sorpresa a una cena familiar, y sin poder darme cuenta, ya había dicho que sí, que aceptaba la invitación. Me di a mi misma muchos justificantes para posponer mi reto, que no podía despreciar a la gente que más quiero, que hay más tiempo que vida, pero creo que sentía miedo y alguien dentro de mí se escudó detrás de esas justificantes. Mi respuesta de aceptación a la cena fue una reacción muy rápida, y me ganó. Asistí a la cena con la sensación de haber perdido una oportunidad valiosa, pero la vida me ayudó, la cena fue muy temprano y muy corta, casi una merienda, por la edad avanzada de los abuelos. Aún no había oscurecido cuando ya había acabado toda la celebración, así que volví a casa muy pronto y decidida a enfrentar mi reto.

 

Busqué la bolsa de dormir, la botella  con  agua y un abrigo y salí. En la calle todo estaba como de costumbre, nada ni nadie parecía darse cuenta de lo que estaba pasando dentro de mí. Yo trataba de sostener la imagen mental que me había hecho de lo que sería mi noche sola en el desierto; la placidez, las estrellas...sentía mi respiración, podía ver cómo el miedo y la ansiedad me rondaban al acecho, pero mis piernas caminaban con decisión en dirección hacia el desierto. Era como si la decisión de pasar la noche allí hubiese impregnado mi cuerpo, iba gozosa, como si fuera a dar un paseo a plena luz del sol. No dudé ni un solo instante, estaba decidida a pasar la noche allí. En cuánto dejé la calle y comencé a caminar por el camino que se interna ya dentro del desierto, sentí cómo el miedo cobraba más fuerza al ir desapareciendo las últimas luminarias, me costaba mantener la imagen mental, yo había imaginado estrellas pero ahora me encontraba sumida en la más negra de las oscuridades y me inundó un terror desgarrador. Me apoyé más en la respiración y recé un Padre Nuestro mientras mi cuerpo seguía. Llegaban a mí toda clase de ruidos que sentía como amenazadores, apenas veía, en vano trataba de ver si había algún coyote o alimaña rondando por allí. Y mis piernas continuaban la marcha, el camino me pareció mucho más largo y estrecho, me costaba caminar rodeada de tantos cactus llenos de espinas filosas, de ruidos que presagiaban víboras de cascabel, me sentí acorralada. En ciertos matorrales tuve que reptar para poder seguir, pero en ningún momento sentí deseos de dar media vuelta, quería llegar a un sitio concreto, donde había decidido pasar la noche. Sentía que “mi casa” estaba allí, en ese lugar, en un recoveco donde podría acomodar y proteger mi cuerpo. Traté de no dejarme llevar por el miedo y no volver la cabeza con cada ruido, sólo miraba hacia delante y trataba de sentir la tierra con mis pies, quizás podría adelantarme a la embestida de un coyote o víbora si sentía su acecho. Caminaba con sigilo, mis pies se habían convertido en auténticos radares.

Mi cuerpo siguió el camino sin preguntar nada a nadie y por fin llegamos al sitio previsto, mi cuerpo, mis miedos, mis pensamientos y yo. Mientras me enfundaba en el saco de dormir, para evitar el desagradable encuentro con alguna víbora, podía escuchar a mi pensamiento diciéndome que estaba haciendo una barbaridad, exponiéndome de esa forma a peligros que seguramente no sabría cómo enfrentar, ni siquiera había traído una linterna y menos una navaja o cuchillo. A pesar de que vi al miedo expresarse en aquel pensamiento, sentí que había algo de valioso en él, así que cogí el encendedor que llevaba en el bolso y lo puse en el bolsillo, así en caso de urgencia, quizás el fuego me ayudaría y con aquel gesto di por terminada la cuestión.

En postura de semi-loto me concentré totalmente en mi misma, inicié la relajación para luego llevar la atención a la respiración y sobre todo al punto de intercambio. Aunque creo que no perdí la atención en la respiración ni por un solo instante, podía sentir cómo mi cuerpo se tensaba ante lo que registraba como una posible amenaza. Por momentos soplaban rachas de viento y los ruidos que eso provocaba eran captados por mi cuerpo como una amenaza de muerte inminente. En varias ocasiones vi como se abrían mis ojos, en un acto reflejo, y a pesar de la oscuridad y de que no tengo una vista excelente, veía con tremenda claridad. Luego volvía la calma, todo se apaciguaba.

No sé cuánto tiempo llevaba allí, cuando vi en cielo como un juego de luces y sombras y empecé a ver formas en las nubes. Se movían bastante rápido, parecía un desfile. Primero vi pasar a un ángel postrado. Estaba de perfil, la cabeza gacha y las alas plegadas a la espalda. Detrás de él empezaron a pasar figuras amenazantes, como monstruos, primero un animal de 4 patas, con una cabeza desproporcionada para su cuerpo, no sé qué animal era, tenía el cuerpo como de león y también la cabellera, pero su cara parecía más la de un perro grande. Luego pasó una especie de dinosaurio, pero era sólo el esqueleto, por último pasó una mezcla de serpiente y de pájaro, el cuerpo era de serpiente, estaba enroscada en su cola, y erguía parte de su cuerpo, pero su cabeza era la de un pájaro. Y entonces se apagó la luz en el cielo. Volví a cerrar los ojos, y sin saber porqué, repetía en voz alta “yo estoy aquí”.

 

Al cabo de un tiempo (ignoro cuánto, porque perdí la noción del tiempo, quizás estuve una noche en el desierto, quizás mil), tenía los ojos cerrados y empecé a escuchar unos gritos lejanos, una discusión, no la escuchaba fuera de mí, sino dentro, era tan lejana y sutil que no pude distinguir las palabras, pero al parecer mi cuerpo sí, porque el músculo de la mejilla izquierda se tensó y empezó con sus movimientos nerviosos, como un tic. En vano traté de escuchar el diálogo, así que empecé a tratar de relajar ese músculo, intentaba dirigir hacia él las partículas del aire que quedaban en mi interior. El músculo se relajó y sentí un fuerte ruido en un grupo de grandes saguaros que tenía enfrente de mí, un poco hacia la izquierda. Abrí los ojos y me pareció ver como que estaba iluminado, traté de ver si había fuego, pero no, sólo estaba la luz. Luego la luz se situó solamente sobre la cúspide de dos de esos enormes saguaros, entre sus ranuras y espinas. Esos dos monumentales saguaros semejaban los escenarios de un mismo teatro. En el de la izquierda había varias personas, alcancé a distinguir a tres. Discutían, parecía que peleaban. En el de la derecha vi a una mujer, tenía los brazos abiertos en cruz y estaba como atada, como encadenada y trataba de liberarse. Cuando vi aquellas escenas sentí miedo. Pero luego el miedo dejó paso a la necesidad de ver, de entender que era aquello. Sentí a los personajes de la izquierda como títeres, representando una y otra vez el mismo drama, como si su función la hubieran estado representando toda la eternidad, sin siquiera darse cuenta de esa eterna repetición. Y aquella mujer encadenada me produjo compasión, intenté alcanzarla con mi pecho, enviarle el aire. Varias veces se apagó la luz de los escenarios y se volvía a encender. En cada nueva escena, la de la izquierda continuaba igual, tres personas discutiendo, pero la virulencia de la discusión iba disminuyendo y la mujer encadenada de la derecha estaba como más tranquila. En la penúltima representación, en el escenario de la izquierda no había nadie y en el de la derecha estaba aquella mujer, que ya había logrado desatarse de sus ataduras. La última vez que se iluminaron los escenarios, sólo estaban ahí los dos saguaros. Se apagaron las luces y entonces se encendió una vez más, mostrando todo el conjunto, mostrándome el gran teatro, y se apagó.

 

Volvió a pasar más tiempo, o no lo sé, estaba con los ojos cerrados cuando volví a escuchar un tremendo ruido en lo que había sido el teatro, abrí los ojos, y ahora sí, parecía que una jauría de hambrientos coyotes saldría de entre los matorrales. Pero realmente el temor y pánico era más a que saliera una persona y no un coyote. ¿Qué podía hacer yo para evitar la agresión?, estaba paralizada.

Sólo pensé en someterme, y vi en ese instante mi profundo miedo ancestral hacia la gente. Vi cómo me había fabricado una máscara servil, solícita, para aplacar la ira de ese gran monstruo. Vi como me castigo, como me desvaloro, como me auto-inmolo para aplacar sus enfados. Vinieron a mi memoria cientos de recuerdos. Pasaron por mi frente creo que casi todas las personas con las que me he relacionado; así como toda mi vida a detalle. Y entonces, para mi sorpresa, me invadió un sentimiento de CONFIANZA plena. Esa máscara que me creé estaba fuera de mí, es un fantasma que yo misma me había creado muchos años atrás, y que ahora tiene que morir, porque ya no me es necesaria.

 

La noche, el desierto, el viento y los ruidos ya no eran una amenaza. Me sentí parte de aquel desierto, de aquella noche, de aquel instante de eternidad sagrada. Elevé una plegaria desde mi corazón, y agradecí a tanta gente que me ayuda y también por aquellos que de algún modo me hicieron daño. Me tumbé y me quedé dormida. No sé cuánto dormí, en sueños vi un brazo con la mano abierta sobre mi cabeza, y sentí vibrando una voz muy poderosa en el centro de mi pecho, que me dijo: “Ya está bien por hoy, vete a la cama”.

Me levanté, recogí la bolsa de dormir, ya era de día, agradecí al desierto todo lo que me había dado y como ofrenda vertí el agua que había llevado en ese sitio que me había dado cobijo. Según el reloj, la experiencia duró sólo siete horas.

 

Gracias Carlos por estar ahí.

Una Alumna tuya.



Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Següent   Darrer  
Resposta  Missatge 2 de 4 del tema 
De: Ivars Enviat: 21/05/2011 08:51

Se lee en este texto: Asistí a la cena con la sensación de haber perdido una oportunidad valiosa, pero la vida me ayudó. ¿La vida la ayudó?. ¿Qué dice el Cuarto Camino que es la vida? ¿Porqué usamos un lenguaje distinto al del Camino que decimos seguir?

 

Parece ser que existen caminos propicios para que el buscador vaya al encuentro de experiencias, esas que él cree que necesita. Vemos claustros, ermitaños, etc. En el Cuarto Camino no es así, sino que uno, si está mínimamente en el Camino, esto es, al amparo de la ley del destino, se encuentra las experiencias que necesita para su desarrollo, no las que uno cree que necesita, porque ese tal uno, no tiene sabiduría para saber que le conviene. Se lee en Romanos 8 - 26  porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; más el mismo Espíritu aboga por nosotros con gemidos inenarrables… (Versión Nacar-Colunga, versión directa de las lenguas originales).

 

En este texto se ven muchas cosas, algunas ni las mencionaré, aunque debiera, para no herir. Recuerdo un relato de Khakil Gibran Khakil en el que el personaje contaba con qué dolor se separó de su hija, la que después murió, creo recordar, en un naufragio. Y con ello pretendía mostrase, disfrazadamente a los demás, como valeroso y consecuente más allá de los límites, haciendo mal uso de la emoción del amor de padre por su hija.

 

Se ve, caso de ser una experiencia real (pues no saber, entre tantas cosas descritas más, si pasó una o mil noches en el desierto, ayuda poco), un lucha de unos egos contra otros. Lo que propone el Cuarto Camino es abrir la ventana de sí mismo para que entre la luz y dejen de existir las sobras, es decir, la oscuridad que fue a buscar, representada en el relato, por la noche. Es al contrario, debe buscarse la Luz.  Nuestro Camino propone la identificación con el ser esencial y Divino (por así decir) en vez de con los yoes de turno, para que ignorantemente unos luchen contra otros, y al fin, estar hipnotizados quedar persuadidos de que se ha hecho algo a propósito del Camino. Nuestro Trabajo enseña a ubicarse en el “yo que recuerda su propia nada”.

 

A menudo me pregunto como se llama Cuarto Camino al confeccionado de acuerdo a propios criterios y no al estricto de Cuarto Camino. Esos añadidos ajenos al Trabajo me recuerdan el punto final del libro del Apocalipsis, el capítulo 22 (también la última carta del Tarot), versículo 18:  Yo atestiguo a todo el que escucha mis palabras de la profecía  de este libro que si alguno añade a estas cosas, Dios añadirá sobre él las plagas descritas en este libro. Nadie tome lo simbólico de forma literal.

 

Ivars

 

 


Resposta  Missatge 3 de 4 del tema 
De: LUISWAYUU - ASHSHUA Enviat: 22/05/2011 17:52

Gracias Ceci por compartir el escrito que Carlos, te obsequió que excelente ejemplo algo sencillo de decir, de escribir pero difícil de realizar, cuantas cosas me he propuesto, igual me ha pasado, me salen invitaciones por todas partes en el momento de Cumplir con mi meta, y lo mas importante es que tu lo logras. Sabes y comprendes como manejarte, sea cuales sean los obstáculos y problemas presentes.

La vida ayuda, claro que si Ayuda!!!! Como también puede llevarnos al infierno, como al cielo, hay que comprender como se aprovecha la misma vida para el Trabajo, para mi la vida es como un instrumento que perfecciona el Ser, el cual me ofrece muchas oportunidades para crecer, para dar me cuenta, o para seguir en una ilusión, de saber mucho y no hacer nada.

Todas las partes no son opuestas, sino fracciones de un todo. La vida te permite escuchar, ver, moverte, caminar, parar, saltar, sentir, subir, bajar, aprender un oficio, trabajar por tu propia vida, hasta volar y soñar…. todo.

Todo esta en el como se vive, realmente nuestros conocimientos valen la pena, nos valemos de la misma vida para forjarnos de algo ¿superior?, en construir, en adquirir el oro interno, en materializar lo que creemos inmaterial dentro.

Tantas experiencias, como la que Ceci nos comparte, la cuales me han ayudado a verme a mi mismo y todo ha venido de la misma vida, común y ordinaria.

Un fuerte Abrazzzooo!!!! Así es. Luiswayuu-ashshua



Resposta  Missatge 4 de 4 del tema 
De: Buscadordelcamino Enviat: 09/05/2019 14:44
leido el msj...   gracias


Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Següent   Darrer  
Tema anterior  Tema següent
 
©2024 - Gabitos - Tots els drets reservats