Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

EL MUNDO DE LA IMAGEN Y GIFS
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 **** BIENVENIDOS**** 
 *** TUS MENSAJES *** 
 *** REFLEXIONES *** 
 *** POESIA *** 
 ***MUSICA Y VIDEOS*** 
 *** TAGS/FIRMAS *** 
 ***CREAC.GATOGULOSO*** 
 *** FONDOS SUIZA *** 
 *** FONDOS MIRELA *** 
 *** FONDOS/MUSICA *** 
 *** ORACIONES *** 
 PRODUCTOS NU7TRICIONALES Y GASTRONOMIA *** 
 *** BUZON NAVIDEÑO *** 
 
 
  Herramientas
 
***LEYENDAS ***: LEYENDAS ASTURIANAS
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: amorcito  (Mensaje original) Enviado: 04/10/2009 23:04

LEYENDAS ASTURIANAS

LEYENDA DE SALVADOR, EL HIJO DEL CONDE
Ermita de La Luz (Avilés)


En la colina de Lluera aún está en pie y habitado el viejo palacio o torre desde cuyos ventanales se divisa claramente la ermita de la Virgen y su fuente.
Hace ya muchos años vivieron aquí unos Condes a los que la Virgen, por especial favor, les concedió un hijo después de esperarlo largo tiempo. Cada año, en agradecimiento a Nuestra Señora, regresaban de lejanas tierras, como las golondrinas, a celebrar "La Luz de Mayo" y a disfrutar parte del verano.
En torno al caserón, diseminadas por las laderas del monte, algunos caseríos de mísera estructura al estilo feudal daban albergue a los siervos que cuidaban de la hacienda de los Condes. En uno de ellos vivía un matrimonio cuya hija subía con frecuencia a la colina a dejar a los pies de Nuestra Señora de Luera la guirnalda de flores que había entretejido con primor en los días rumorosos del mes de mayo mientras cuidaba las ovejas. Era una pastora digna de que la Virgen María cualquier tarde le hablara desde una encina. No fue así.
Un día, mientras estaba bebiendo de bruces en la fuente, que aún hoy mana no lejos de la ermita, sintió cómo unos ojos la miraban. Antes de elevar los suyos, pudo ver un instante reflejada en el agua la figura apuesta de un joven, el hijo de los Condes, y que ella, por un momento, se imaginó el príncipe azul tan esperado. Ambos se miraron tiernamente y el amor llegó puntual a su cita. Cada tarde la fuente fue testigo fiel de mil y una promesas. La Condesa observaba desde las ventanas de la Torre de Lluera con preocupación, más de linaje que de madre, las idas y venidas de su hijo a la fuente, los cada vez más reiterados encuentros y el cariz que iba tomando aquella disparatada amistad.
"Esperaremos al mes de agosto o a setiembre - le decía la Condesa al Conde -. No debemos infundir sospechas. Nuestra marcha, a finales del verano, pondrá fin a este ridículo idilio. ¡Estaría bueno! ¡Nuestro hijo casado con una vulgar desarrapada...!"
Aquel año, nadie supo por qué los Condes se fueron mucho antes de que se acabara agosto, apenas pasada la fiesta. Los dos enamorados lloraron de tristeza y se juraron eternas promesas de fidelidad y amor. El día de la despedida fue especialmente esperado y preparado. Se citaron, no junto a la fuente, sino junto a la ermita, donde ya alguna otra vez se habían visto. Allí se coronaron de besos y promesas, casándose ante Dios y ante los muros, testigos: todas las estrellas. Y allí se prometieron una vez más eterno amor. El hijo del Conde arrancó la medalla que llevaba al cuello con su título e iniciales y se la dio a la joven: "Aquí tienes las arras. Guárdalas como un recuerdo". Pasó el tiempo y llegó de nuevo mayo. Los Condes no llegaban. Ni tampoco en junio. Un buen día la pastora desapareció del caserío y cercanías. Nadie supo más de ella por más que padres y allegados la buscaron por montes y barrancas.
¿Qué había sucedido? Cuando al cabo de un tiempo supo que iba a tener un hijo, temerosa del castigo de su padre, fiel servidor del señor de Luera, y queriendo evitar el desprestigio del Conde y de su hijo, ante la carencia absoluta de noticias de quien juró amarla siempre y regresar de nuevo, huyó de casa una noche.
Dicen que anduvo, anduvo, hasta llegar el día. Medio muerta de agotamiento se hospedó en casa de una buena mujer, muriendo allí al poco tiempo, no sin antes haber colgado la medalla al cuello del pequeño y haber dado alguna explicación a aquella mujer bondadosa. El niño creció sano y robusto, ayudando en las faenas del campo a su protectora. Cuando al fin del verano regresaron los Condes a cumplir su promesa, el hijo en vano interrogó a todos los labriegos del lugar y cercanías. Nadie sabía nada o no querían saberlo por miedo al Conde.
Pasaron muchos años. Una mañana por el camino de la ermita subía un joven aldeano. También él tenía una promesa que cumplir, hecha por su madre antes de morir: "si logro este hijo mío, lo llevaré en promesa a la ermita de Nuestra Señora de Lluera". Él tomó sobre sí el compromiso. Cuando llegó a la ermita, rendido de cansancio y sediento, se acercó a la fuente para apagar la sed. Una gaita inundaba el valle con su monótona música entre "ijujús" y asturianadas. Cerca de la ladera norte los jóvenes rompían contra el suelo o monte abajo cazuelas de barro negro después de tomar la leche presa que en ellas se vendía, como un rito ancestral. "¡Cada pedazo, un beso ! ¡Cada pedazo, un beso !...",se oía gritar entre el lógico regocijo de los protagonistas. Algunos romeros se habían ya sentado cerca de la fuente bajo los viejos robles que brindaban su sombra secular. El joven se arrodilló y bebió de bruces aquel agua que manaba clara y mansa. Cuando trató de izarse, la medalla cayó sobre la fuente. Uno de los presentes la vio brillar, miró fijamente al joven y, como movido por un resorte, se abalanzó hasta el agua y tomó entre sus manos aquel trozo de metal precioso aún pendiente del cuello. Era el hijo del Conde que cada día, en vano, se acercaba a la ermita y a la fuente, esperando volver a ver de nuevo cualquier día a la pastora.
Un grito incontenible se escapó de sus labios: "¡Hijo mío!.
El joven aldeano se dio cuenta, al punto, de quien era aquel hombre, y sin dar crédito a su corazón, abrazándose el Conde, no pudo menos que exclamar:"¡Padre mío!"
Los dos quedaron largo tiempo abrazados en medio del oleaje inmenso de recuerdos y lágrimas, de sollozos y alegría. Hubo que arreglar algún papel y cambiar unos apellidos. Se dieron algunas explicaciones, las imprescindibles.
A partir de aquel día, el joven peregrino, que llegó a cumplir una promesa, fue el heredero de todo aquel Condado de Luera.
Desde entonces las jóvenes del lugar, cuando llega "La Luz de Mayo", se acercan antes de amanecer al manantial y beben, beben agua milagrosa y clara de bruces sobre la fuente. Porque hay una copla que dice:


"Hay una fuente en La Luz
que nace al pie de un carbayo,
quien bebe en "La Luz de agosto"
se casará en "la de mayo"

 

Santuario de Covadonga
Fuente de los siete caños


Según cuenta la tradición, Pelayo -elegido rey en el mismo campo de batalla- recibió el aliento de la Virgen, que se apareció a los combatientes cristianos en el mismo punto donde actualmente está emplazado el santuario de Covadonga, vocablo que significa Cova-longa o Cueva-larga. La batalla fue ganada por los cristianos de Don Pelayo, quién no dudó en atribuir la victoria a la protección de la Virgen. La tradición indica asimismo que, ya antes de la invasión árabe, se rendía culto a la Virgen en esta gruta, que se abre en una elevada roca. A la izquierda de este torrente se encuentra una fuente, llamada de los 7 caños, que según reza la leyenda popular, otorga matrimonio en un año a la persona que beba de todos sus caños (algunas personas afirman que se asegura el resultado si se hace sin respirar hasta haber terminado de beber de todos los caños). Algunas coplas populares nos lo recuerdan:



La Virgen de Covadonga
tiene una fuente muy clara;
la niña que de ella bebe
dentro del año se casa.
Al llegar a Covandonga
no bebas agua, morena,
si, como dijiste ayer
prefieres vivir soltera.

 

LA FUENTE DE LA XANA
 


En el siglo VIII, el rey Mauregato de la pequeña monarquía asturiana, se había comprometido con los musulmanes a entregarles 100 doncellas cada año para desposarse con ellas. El rey, celoso de su pacto, elegía cuidadosamente a las doncellas mas bellas del reino para ser entregadas. Un nutrido grupo de guerreros recorría ciudades y aldeas para elegir a las doncellas y éstas, pese a oponer resistencia, eran llevadas por la fuerza. Sucedió un día que los guerreros se enteraron de que en Illas (Avilés), existía una joven muy bella, y raudos, hacia allí encaminaron sus pasos. Belinda, que así se llamaba la joven, sin sospechar en un principio los deseos de los visitantes, los recibió amablemente, pero cuando fue capturada, con gran habilidad consiguió que sus guardianes le permitieran ejecutar bellas danzas y canciones. La joven les ofreció bailar para ellos una danza maravillosa, pero esta tenía que ejecutarse en el campo, a la luz de la luna. Los guerreros, encantados con la gracia de Belinda, accedieron a su deseo y aquella misma noche salieron al campo. Una vez que se vio libre, la joven corrió desesperadamente hasta una fuente no muy lejana con el deseo de esconderse en aquel lugar y asi burlar a sus captores. Una vez en la fuente, oyó con gran sorpresa como de su interior salía una voz que le decía: "Si quieres ser tu mi xana vivirás días dichosos". La joven, al oír estas palabras, preguntó que debía hacer para convertirse en xana; la respuesta no se hizo esperar: "Bebe un sorbo de mi agua, y te verás libre de los soldados y acabarás con el tributo". Belinda así lo hizo y se convirtió en una joven de belleza sobrenatural. Cuando los soldados llegaron al lugar intentaron capturarla de nuevo, pero la joven xana los miró con sus maravillosos ojos verdes e inmediatamente todos los soldados se convirtieron en carneros. Los días pasaron y el Rey, impaciente, viendo que sus soldados no volvían, mando otro grupo a Illas para cumplir su orden, pero estos tampoco volvieron. El Rey, alarmado, mando reunir a todos sus soldados y, a la cabeza del ejercito, se dirigió a Illas. Cuando llego al lugar pudo ver una gran cantidad de ovejas y carneros que pastaban apaciblemente alrededor de una fuente en la que se encontraba sentada una joven hermosísima que hilaba blancos copos de lana. Viendo que se trataba de un ser sobrenatural, se dirigió a ella y le pregunto si había visto a sus soldados, a lo que la xana le respondió que el no había enviado soldados, sino corderos. El Rey, enfurecido, contesto: "Repito que eran soldados, como los que vienen detrás de mi", a lo que la xana contesto burlonamente: "También son corderos, y tu puedes ser el pastor". El Rey volvió la cabeza y pudo ver como todo su ejercito se había convertido en un rebaño de mansos corderos; asimismo, sus lujosas ropas se habían transformado en las pobres prendas de un pastor. Entonces, tembloroso, suplico a la xana que deshiciera el encantamiento y que el se comprometería a cumplir lo que ella deseara. La joven le pidió que renunciara al tributo de las cien doncellas, cosa que el Rey acepto de inmediato y mando un mensajero al reino musulmán para que explicara que el pacto quedaba roto ante la imposibilidad de cumplirlo. Desde entonces las doncellas no volvieron a ser capturadas. La fuente de la Xana todavía se conserva próxima a Avilés.

LEYENDA DE LOS SEIS CUERVOS

Es esta una leyenda que vive en la memoria de los pravianos desde tiempo remoto.
Como praviano que soy, ¡qué satisfecho me siento por ello!, os contaré, como a mí me la han contado, la historia de los seis cuervos, que PRAVIA , y los concejos limítrofes de CUDILLERO, MUROS y SOTO DEL BARCO lucen con orgullo en su escudo municipal.
Hace ya varios siglos, en aquellos tiempos en que ESPAÑA estaba dominada por los sarracenos, cuando los primeros gritos de independencia suenan en las agrestes montañas de ASTURIAS, un valeroso paladín praviano, que lucha contra el infiel invasor, advierte la presencia de un numeroso grupo de árabes.
Duda si entrar o no en combate. El enemigo era muy superior en número e iban muy bien pertrechados de armas.
Un río, probablemente el NALÓN, separa a ambos grupos. Estando el valiente capitán praviano en estas dudas, ve de repente en el cielo seis cuervos revoloteando y graznando de tal manera que pareciese querían enviarle un mensaje.
El valiente praviano ve en aquellos cuervos un signo de mal agüero para el enemigo y, dirigiéndose a los pájaros que ya sobrevolaban el río, les dice:
 


Aves de poca valía,
Que del hambre sentís pena,
Venid en mi compañía,
Pues de carne ajena o mía
Os daré la panza llena.



Nuestro valiente capitán, acompañado de sus guerreros, se lanza sobre los sarracenos infligiéndoles una gran derrota, de tal suerte que pocos lograron huir, dejando el campo de batalla lleno de cadáveres.
Después de esta batalla, capitán les dijo a sus bravos soldados:


Siempre vi con gran furor
( de memoria no me acuerdo)
muchas aves contra el cuervo
seguirle con gran denuedo
por no ser de su color;
y él las sigues con vigor,
con su pico agudo y fuertes,
síguelas hasta la muerte,
hiriéndolas de tal suerte,
que de ellas es vencedor.



El rey, enterado de esta hazaña, alienta al bravo soldado a que le indique qué premio desea por tan maravilloso hecho.
Nuestro héroe pide a su Majestad que le autorice a él y a sus descendientes pintar por armas en su escudo los SEIS CUERVOS, como recuerdo de esta batalla. Y el rey le concede este honor.
 

PUENTE DEL BESO (Luarca)

En la edad media, los mares españoles estaban apoderados por piratas. El más famoso y poderoso pirata se llamaba Cambaral. El causaba terror apoderándose de las naves que traspasaban sus aguas.
A los pasajeros les robaba sus valiosas pertenencias, los torturaba y finalmente los asesinaba. Cambaral raptaba a las bellas doncellas y después las traficaba en los mercados. Nadie se atrevía traspasar sus aguas por el gran temor de enfrentarse a Cambaral. Hasta la gente se estaba muriendo de hambre porque no querían ir a pescar su comida al mar por el gran temor que tenían.
El gobierno tomó parte en este asunto y envió naves de guerra varias veces para capturar a Cambaral, pero fue inútil porque Cambaral terminaba por derrotarlos a todos.
Un caballero noble que se llamaba Hidalgo y vivía en Luarca en la orilla del mar, se propuso capturar a Cambaral por su propia cuenta. Hidalgo preparó sus hombres y unas naves e inició su misión. Hidalgo finalmente encontró a Cambaral y una guerra sangrienta estalló. Hidalgo ganó la batalla y Cambaral resultó gravemente herido.
Hidalgo regresó a Luarca con Cambaral y allí decidió curarlo antes de entregarlo a la justicia. Cambaral fue atendido en el palacio de Hidalgo por su hija, Asturiana. Las atenciones de la bella asturiana hicieron que Cambaral se enamorara profundamente de ella y ella de él. Los dos descubrieron sus sentimientos y formaron una pasión de dichas y sueños de huir a donde nadie se opusiera a su dicha.
Una noche, se situaron en la orilla del mar para fugarse. Asturiana esperó a que su padre se durmiera y después se dirigió al lugar de la cita. Asturiana llegó al lugar de la cita y allí la estaba esperando Cambaral con la nave con la que iban a huir.
El pirata recibió en sus brazos a la doncella y unieron sus almas en un beso apasionado. En ese instante Hidalgo sorprendió a los enamorados, ciego de ira con una espada afilada mató a los dos amantes de un solo tajo en las cabezas.
Los cuerpos quedaron abrazados fuertemente, rodaron hacia el mar y finalmente se perdieron en él.
En sus memorias, un puente fue construido en el sitio del incidente y fue nombrado el Puente del Beso.
Este monumento y sus recuerdos todavía se conservan hoy en día.

La Leyenda de la Xana Carissia (Cangas del Narcea)

Por el siglo I a.c. , los romanos aún no habían completado su conquista de la península. Tito Carissio era uno de los encargados de someter a celtíberos y astures en los años en que se desarrolla la historia.

Las tropas romanas, en su difícil avance, habían llegado a las orillas del río Narcea. Era una campaña dura, en una región que no conocían todo lo que hubieran querido, con tupidos bosques de hayas cumbres escarpadas, torrentes... un clima al que no estaban acostumbrados y por si fuera poco, osos, lobos, que había que vigilar. Acamparon cerca de estos bosques, desde donde se dirigirían al este, hacía el río Nalón, la campaña se convertía en una pequeña tortura, con lluvia incesante y pocos resultados. Con el campamento montado, Carissio empezó a deambular por los alrededores del bosque, pensando sobre el próximo enfrentamiento, en uno de estos paseos, descubrió a una bella muchacha acicalando su larga melena con un peine de oro. Vestía túnica blanca de lino, y sus ojos eran del mismo verde que el bosque que la rodeaba. Un arroyo dejaba oír la música del agua mientras la dama canturreaba suavemente. Carissio no pudo por menos que acercarse a ella, pero al verle la joven se internó en el bosque. El general romano la persiguió, ya casi sin sentido sin importarle herirse a veces con ramas, sin importarle el camino o estar alejándose cada vez más de sus hombres. Tal vez se preguntaba, como era posible que esa mujer corriera tan rápido y sin hacer apenas ruido, como si no fuera totalmente material. Solo seguía el fulgor luminoso de su túnica entre los árboles, o la estrella dorada que era su cabello al viento cuando se dejaba ver,, Él la llamaba y solo obtenía el rumor de sus risas a modo de respuesta, y esto le hacía perseguirla con más fervor aún. Finalmente llegaron a un claro del bosque en el que había un lago. Carissio vio a su muchacha en la orilla, chapoteando y bailando en las aguas, riendo y cantando ( o era solo la misma risa cantarina?) Esta vez a punto estuvo de alcanzarla y abrazarla, pero ella se adentró un poco mas en el lago, escapando de él. Carisio siguió tras ella sin darse cuenta de que el agua le cubría cada vez más. La mujer seguía chapoteando, el romano avanzaba, y no tardó en perder pie, y en hundirse en las profundidades del lago, aún extendiendo sus brazos hacia la imagen que le había llevado a la muerte. Y el agua inundó sus pulmones del mismo modo que la risa de la Xana inundaba el paisaje. Desde entonces a la Xana de este lago se le llama Carissia, con el mismo nombre de quien murió intentando darle alcance. Y de ella se siguen contando historias, y se la toma por una de las más peligrosas de Asturias. Así que si alguien la ve cepillándose el pelo junto al lago, que recuerde que las Xanas son dulces y encantadoras, pero sus enamorados no suelen vivir demasiado...

Leyenda de Molienda (Parres)

Una mujer de Bada, concejo de Parres por no pagar maquila iba de noche al molino de Sopereda a moler su maíz sin que lo supiera el molinero. Una noche, al acabar de moler el grano, se presentó un perro negro en el molino, metióse en el brazal y no le dejaba recoger la harina.

La mujer pudo echar el perro fuera, recogió el producto de la molienda en un cesto y en un follicu, y marchó con ello para su casa. Cuando iba por un prado el perro se acercó y para que no la mordiera le dio un pañuelo de harina.

Y como todavía trataba de calcai los dientes le dio otro puñado, otro y otro, hasta que se acabó la que llevaba en el cesto. Después echó mano de la que llevaba en el follicu y poco a poco se lo dio todo al perro.

Este se puso delante de la mujer, soltó una carcajada y le dijo: Ya pagaste las maquilas que debías al molinero.

LA MANO FRIA (Allande)

Según cuentan algunos vecinos de una aldea de San Martín de Valledor, parroquia del concejo de Allande, vivía hace tiempo en una casa pequeña, un albañil tranquilo al que le gustaba hablar por los codos, pero que era muy querido por los habitantes del pueblo porque en sus charlas contaba, de vez en cuando, bellos cuentos que atraían la atención de niños y mayores; sobre todo cuando se reunían en el hogar. el lugar donde vivía, algo alejado del pueblo, y rodeado de árboles, daba un ambiente especial a las "polaviles o filandones" (reuniones familiares y/o vecinales alrededor del hogar en las largas noches de invierno para hilar y contar historias) que se hacían en su casa: los pájaros, el sonido del viento y esa particular oscuridad que se siente cuando se está acabando la última luz, ayudaban a respingarse un poco antes de empezarlas.

Un día de los suyos, y que cambiaría su manera de ver y sentir las cosas de este mundo, estaba cenando con total tranquilidad el albañil; por toda luz, un candil por algún lado, un tronco en ascuas en el que calentar la cena... Estaba solo y no encontraba en la cena más consuelo que el que puede encontrar un maestro al reñir a un escolar; no pensaba mucho, sino que dejaba vagar la mente por entre lo insípido de lo que comía, Así lo llevaba: comer y lavar la cazuela de cualquier manera, sentarse a fumar el ultimo pitillo del día mientras se va enfriando la casa y se prepara para acostarse.

A punto estaba de apagar el candil, cuando una sombra indefinible apareció por la pared donde no tendría que estar, por la que sí tendría luego, y por otra tercera después, que era donde estaba el candil, y apagó la vela.

Buscó tizones en el afable resplandor del hogar, boscó cerillas, tantas como le permitió el miedo que erizaba los poros de su piel, ese mismo miedo que él causara en los niños con sus cuentos, Casi de súbito, segundos antes de encender la última cerilla, algo así como una mano fría, algo frío, una textura fría, un calor frío, se posó en su garganta.

De puntillas, se acercó a la puerta y, como intentando no incomodar a quien allí hubiera, corrió el pestillo, abrió ligeramente la puerta, pasó al otro lado como queriendo ser más flaco de lo que era y bendijo aquella luz afable que dejaba ver las sombras de los árboles como sombras azules de un cielo prieto. Hizo esfuerzos para no correr, buscando encontrar lo que le quedaba de cabal; y se dirigió a casa de su amigo del alma, a que le dejara dormir en su casa, a que le quitara ese frío de su cuello.

Dice la gente del lugar que, acabado de llegar ante su amigo, lo miró con ojos asustados, que quiso hablar pero no pudo y que se desmayó. Aquel, consiguió reanimarlo, con bofetadas, con agua, con el frescor de la noche.

Nada pudo hacer entonces el albañil para evitar que unas lágrimas buscaran su camino entre todas las profundas arrugas que esa misma noche aparecieron en su cara.

Leyenda sobre el origen de Soto de los Infantes

Descripción Soto de los Infantes es un pueblo del concejo de Salas encajonado entre montañas a orillas del río Narcea y cuya fundación tiene tintes de leyenda.

En el pueblo de Soto todavía se pueden ver los lienzos de pared de un viejo palacio en ruinas.

La leyenda cuenta como este lugar era la casa de los Infantes de Carrión, quienes, tras la afrenta del robledal de Corpes en el que abusaron de las hijas del Cid Campeador y temiendo la venganza del padre se escaparon a Asturias a galope tendido.

Llegaron a un lugar que entonces era un refugio seguro, oculto entre montañas y bosques, con el río Narcea que aseguraba buena pesca y agua fresca.

Alrededor del palacio fue creciendo un pueblo que hoy es Soto de los Infantes.

Pero ésta no es la única leyenda que explica la fundación del pueblo. Hay otra que cuenta que en el palacio de Soto de los Infantes vivía una reina que en su primer parto tuvo siete hijos. La reina, asustada, metió a seis de los niños en una cesta y mandó a una criada que los arrojase al río y se quedó con un solo niño.

Camino del río la criada se encontró con el rey.

-¿Qué llevas ahí?

-Los perrinos que parió la perra.

-¡Enséñamelos!

-Non valen nada.

-Es igual. Quiero escoger uno para mí.

-Si son muy ruinucos, señor.

-No importa.

La criada no tuvo más remedio que confesar la verdad.

Entonces el rey cogió a los seis niños y buscó a seis nodrizas, y los mandó a un lugar lejano donde crecieron sanos y robustos. Pero no le dijo nada a la reina.

Con el paso de los años los infantes se hicieron unos mozos y con motivo de una fiesta celebrada en el palacio de Soto el rey los mandó llamar, ordenando a sus siervos que vistieran a los siete muchachos iguales. Lo mismo a los que rescató del río que al que se había quedado en casa.

Cuando la reina entró en el lugar de la fiesta, el rey le dijo:

-¡Mira! Ahí tienes siete muchachos iguales. Dime cuál es tu hijo.

La reina entonces se dio cuenta de lo que había pasado y se desmayó.

Incluso hay quien dice que se murió en el acto.

Según la tradición, esos siete niños serían después los Siete Infantes de Lara.



Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados