Gafas y ordenador, un dúo doloroso
Las lentes bifocales no han sido diseñadas para mirar a su través el monitor de alta resolución de los ordenadores. Este problema de diseño se vuelve más evidente cuando obliga constantemente a la persona a echar su cabeza hacia atrás para leer la pantalla mirando por la parte superior de sus gafas.
Esta postura, muy corriente, hace que se acorten los músculos que conectan el cráneo y el cuello a la media espalda, lo cual a su vez hace que se vuelvan menos eficientes y que apenas puedan mantener en alto nuestra pesada cabeza durante mucho tiempo.
Para solucionar este inconveniente hay que adecuar el ordenador a nuestra vista y nó al revés. Para conseguirlo hay que mirar a la pantalla informática sin inclinarse hacia ella y después variar su posición y brillo hasta que pueda ser vista sin problemas a través de las ventanas bifocales de las gafas.
Otra alternativa consiste en hablar con un optometrista familiarizado con el trabajo de ordenador, quien puede variar la posición, graduación o tipo de las lentes, o prescribir otras bifocales nuevas, para adecuarlas al trabajo con pantalla.
Uno de los inconvenientes de las gafas tradicionales es que su pequeña ventana de visión limita la posibilidad de mover la cabeza en derredor. Y precisamente la clave para prevenir la tensión en el cuello, consiste en poder efectuar cambios muy sutiles, de centímetros, en la posición de la cabeza al trabajar.
El optometrista también puede prescribir lentes especiales diseñadas para trabajar con ordenadores. Su ventaja es que permiten un alto grado de movilidad de la cabeza; su único inconveniente es que no hay que olvidarse de quitárselas cuando se deja de trabajar con el monitor al finalizar la jornada.