1.- Base Bíblica:

Varios hombres estaban junto a una acerca viendo morir la tarde en la ciudad. Pasaban por el lugar varios jóvenes distribuyendo tratados evangelísticos. Uno que otro eludía hablar de Cristo. Consideraban que su situación era de tal manera difícil, que no tenían tiempo para abordar asuntos de religión, aun cuando les estaban refiriendo era el mensaje de la Salvación.

De aquél grupo, solo uno, aquél por quien nadie nada un peso, decidió recibir a Jesús como su Señor y Salvador. "No valgo nada—pensó—y aquí me hablan sobre mi verdadero valor. Yo jamás pensé que lo tuviera. Sin embargo Jesucristo, que consideró mi valor verdadero, murió en la cruz por mis pecados". Ese razonamiento primario, fue el que le conjunto a los pies del Hijo de Dios. Y aseguró la eternidad con Cristo con esa sencilla decisión. Los demás en cambio, dejaron pasar la oportunidad sin tener en cuenta que, quizá, no haya una segunda oportunidad.

Observe cuidadosamente que además de su condición de pecador, el ladrón que se arrepintió a tiempo reconoció dos cosas igualmente trascendentes: 1.- Reconoció que Jesús era Dios. 2.- Reconoció que estaban enfrentando las consecuencias de sus malas acciones.

¿Cuántas personas, en medio de la zozobra, no son capaces siquiera de admitir que necesitan ayuda y de alguien como Jesús el Hijo de Dios? Sin duda son muchas.

Doblegó todo racionamiento humano dominado por el pecado, para reconocer dos aspectos de suma importancia: 1.- Reconoció que necesitaba la Salvación eterna. 2.- Reconoció que Jesús podía darle esa Salvación.

Es posible que su vida hasta ahora haya sido como un tren que se precipita al abismo, sin que nada lo detenga. Pero en medio de la zozobra que ha desatado la disipación en su ser, reconoce que debe y necesita cambiar. Es posible. Es más, sus días pueden ser diferentes si tan solo recibe a Jesucristo en su corazón. ¡Todo será diferente!

Recuerde que este ladrón pasó a la historia porque tomó una decisión que marcaría una diferencia para siempre. Se decidió por Jesús y, sin duda, es la mejor determinación por la que ser humano alguno pueda inclinarse.

1.- Base Bíblica:

El viaje en la pequeña embarcación, lucía prometedor. Lo habían planeado con antelación. Incluso, después de sacar cuentas, concluyeron que resultaba bastante económico. "Disfrutaremos bastante la jornada", coincidieron en asegurar. Cuatro horas después de navegar mar adentro, naufragaron. Lo sorprendente es que, cuando se produjo el rescate de los cadáveres, se comprobó que en un compartimiento, estaban los chalecos salvavidas para todos. Pero ellos, que ni fueron precavidos ni confiaron en tales aditamentos, prefirieron esforzarse nadando hasta que los abandonaros las fuerzas. El incidente ocurrió en cercanías al puerto colombiano de Buenaventura. Cinco personas perdieron la vida.

Igual ocurrió con Herodes. Murió bajo condenación cuando tuvo a mano la posibilidad de recibir la Salvación.

La vida de Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, está rodeada de muchas contradicciones y temores. Él estuvo estrechamente relacionado con el proceso de juicio al Señor Jesús. Había oído hablar de Él. Lo conoció. Tenía su propia perspectiva acerca de aquél judío que predicaba en las calles de pueblos y ciudades. Es más, de acuerdo a su perspectiva errada, creía que Jesús era la reencarnación de Juan el Bautista (Mateo 14:1-3).

Para nadie es desconocido que Juan el Bautista antecedió el desenvolvimiento ministerial del Señor Jesús. Encabezó, bajo la mano poderosa de Dios, un tremendo avivamiento. Las almas iban hasta el río Jordán, donde él se encontraba, para escuchar sus enseñanzas transformadoras y recibir el bautismo en agua (Mateo 3:1-12).

Ese fue el primer contacto que Herodes tuvo con el mensaje de salvación. Luego vendría el escuchar acerca del Señor Jesús. "En aquél tiempo Herodes el tetrarca oyó de la fama de Jesús, y dijo a sus criados: Este es Juan el bautista; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes. Porque Herodes había prendido a Juan, y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de su hermano"(Mateo 14:1-3).

Es probable que usted conozca a quienes tienen una visión errada acerca de Jesús. Han escuchado de Él, pero no le conocen. Y una situación así es devastadora. No permite tener un acercamiento preciso a lo que Él representa y puede.

Es evidente que propiciar la muerte de Juan el Bautista a instancias de Herodías, mantenía a Herodes con un enorme peso de conciencia. No podía descansar en paz. Cualquier incidente, incluso escuchar hablar acerca de Jesús, le llenaba de temor e inquietud. Su pecado le acompañaba a todas partes, como una sombra.

Es probable que en su vida ocurra lo mismo o quizá, en la vida de alguien cercano. Están asediados por el desasosiego. No saben adonde ir sin que los persiga la preocupación por el pasado.

Sin embargo hay solución. Está en Cristo Jesús. Cuando lo recibimos en nuestro corazón, como el único y suficiente Salvador, todo cambia. Es entonces, y sólo entonces, que iniciamos el proceso de crecimiento personal y espiritual.

Lo que hacen millares de personas en todo el mundo, es seguir con su ritmo de vida pecaminoso porque no han dimensionado en su verdadera proporción qué es lo que están haciendo. Sólo toman conciencia de su craso error cuando el Espíritu Santo los convence de pecado (Juan 16:8). También cuando el creyente va a las Escrituras, que son como una espada cortante (Hebreos 4:12). Y lo más evidente es que Herodes no estaba dispuesto a dejarse tratar por Dios.

Cuando alguien endurece su corazón, fruto del pecado, se le torna difícil un verdadero arrepentimiento. Se habitúan a una existencia alejados de Dios, tal como ocurría con Herodes. Estaba sujeto a lo que el apóstol Pablo identificó como la Ley del Pecado (Romanos 7:18-21; 8:3) que inclina a todo ser humano a la maldad y a la esclavitud. Por esa razón, y aunque no quisiera admitirlo, estaba cosechando las semillas de pecado que había sembrado (Gálatas 6:7).

El pecado no causaba dolor ni preocupación en la vida de Herodes Antipas porque tenía la conciencia cauterizada. Terminó obrando, como se apreciará en las lecturas bíblicas de hoy, movido por la pasión que sentía hacia su amante Herodías, la mujer de su hermano. Ella literalmente manipulaba sus acciones.

Cuando nuestra forma de vida es desordenada, escuchar acerca del Evangelio causa—en la mayoría de los casos—malestar. Era lo que ocurría a Herodes. Si bien es cierto Herodes confundía a Jesús con Juan el Bautista, las enseñanzas de uno y otro iban en contravía de su perspectiva acerca de lo que realmente era vivir.

En la Biblia leemos que "...el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer. Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía; porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana"(Marcos 6:17-20).

Si bien es cierto encontraba elementos enriquecedores en las Buenas Nuevas de Salvación, los eludía porque no deseaba comprometerse. Es tanto como aquellos que, sabiendo que su vida es un caos, persisten en ella. Sin embargo, hoy es el día de asumir una decisión: la decisión de comprometerse con el Señor Jesús definitivamente.

Cuando Pilato le remitió a Jesús, durante el proceso de juzgamiento al Maestro, "Herodes, viejo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal. Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió"(Lucas 6:8, 9).

Observe la triste historia de alguien que estuvo muy cerca de la Salvación. Le llamaba poderosamente. Sin embargo, por el temor a comprometerse, eludió cualquier responsabilidad y se condenó por siempre. Es verdad que como gobernante tenía poder para liberar a Jesús, pero espiritualmente estaba muerto. En cambio Jesús estaba a punto de morir físicamente pero espiritualmente no solo estaba vivo sino que podía dar vida a los demás.

Como en su corazón persistía el orgullo y el deseo de reconocimiento, lo dejó sujeto a la causa de condena. "Entonces Herodes con sus soldados le despreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato"(Lucas 2311).

No vaya a ocurrir lo mismo con su vida, que estando en la posibilidad de ser salvo, termine en condenación. Decídase hoy por Jesús el Señor.

Para ayudar en el proceso de crecimiento personal y espiritual, tanto de los líderes como de quienes asisten a las Células, publicamos a continuación algunas lecturas devocionales que les sugerimos tener en cuenta durante la jornada diaria, meditar en ellas y asimilar la enseñanza que ofrecen.

1.- Base Bíblica:

La historia ocurrió en China. Hace muchos años. Era la época de la intensa persecución religiosa. Un hombre comenzó a trabajar en los arrozales junto a quienes, posteriormente descubrió, eran cristianos. Queriendo congraciarse con las autoridades, los delató. Los presuntos infractores a la ley por el hecho de ser fieles a Cristo, fueron encarcelados. No obstante, algunos años después, salieron libres. El delator, en cambio, murió y no se necesita mucha información para saber que al negar las enseñanzas de Jesús, pasará la eternidad en celdas de oscuridad y dolor. ¿Acaso usted se niega a recibir en su vida la Salvación que viene del sacrificio redentor de Jesucristo?

La vida de Judas, uno de los discípulos de Jesús, quedó registrada con letras bien grandes en la historia de la humanidad. Vivió momentos únicos y especiales al lado del Señor Jesús pero fue quien lo entregó. Jesús tocó a la puerta de su corazón, le ofreció la oportunidad de ser salvo, pero él no la aceptó. Pudo haber sido un vencedor, pero terminó sus días como un fracasado. Su nombre será por siempre, sinónimo de traición y de vergüenza.

Al igual que ocurre con muchas personas hoy, profesan una fe que no viven ni sienten en lo más profundo de su corazón. Cumplió la misión que el Señor Jesús le encomendó de predicar junto con los demás discípulos. Recorrió muchos caminos. Pese a ello, su corazón no estaba con el Evangelio sino con el mundo. Reflejaba en sus acciones la profunda amargura y maldad que habían dentro de su ser.

Él enseñó algo: que resulta fácil para muchos llamarse creyentes pero hacer todo lo contrario a lo que enseñan las Buenas Nuevas de Salvación. Es cómodo ir a la Célula o Grupo de Estudio Bíblico con una Biblia bajo el brazo pero hacer algo diametralmente opuesto a lo que enseñan las Escrituras. No obstante, a los hombres los podremos engañar pero no a Dios, quien dijo a Judas: "Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho" (Mateo 26:23, 25).

Nada queda oculto delante de Aquél que todo lo ve, incluso lo más recóndito de nuestro corazón.

Pudo ser salvo por la eternidad, pero no lo fue, porque negó al Señor Jesús. Judas dejó ir la oportunidad como quien derrama por descuido un vaso de leche y mientras la mancha blanca se extiende sobre el piso, se limita a levantar los hombros para indicar que le tiene sin cuidado.

Aunque estaba con el Maestro, había endurecido su corazón. Jamás tomó en serio las enseñanzas que les prodigaba cada día, en las plazas públicas y por los caminos. Tomó la decisión de volver la espalda a la Salvación y traicionar al Hijo de Dios.

Aunque se enteró de la forma como obraba milagrosamente liberando a los oprimidos por Satanás y a los enfermos, permaneció impasible e indiferente. Cerró los ojos ante las evidencias de poder y deidad de Cristo.

Fue a tal grado insensible, que personalmente guió a los hombres que iban tras Jesús. Ocurrió mientras el Maestro estaba con sus discípulos. "Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos. Y el que le entregaba les había dado esta señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle, y llevadle con seguridad." (Marcos 14:43, 44).

Hasta último instante manifestó su crueldad. Por unas monedas vendió a Aquél que podía salvarle por la eternidad. Y sin duda, allí en la oscuridad permanecerá perpetuamente porque habiendo podido ser salvado, se negó tal oportunidad.

Cuando tomó conciencia del enorme error que había cometido, ya era tarde. "Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos" (Mateo 27:3).

A los líderes religiosos de la época no les conmovió en lo más mínimo su arrepentimiento. Era algo irreversible. Y Judas llevó la peor parte porque al fin y al cabo el Señor Jesús resucitó, pero el traidor se perdió para siempre.

Hay decisiones que obligan a un cuidadoso análisis. En su vida, quizá, no ha evaluado la importancia de ser fiel a Dios y de rendirse a sus pies. Es probable que todavía no haya recibido a Jesucristo como su Salvador personal. ¡Hoy es el día para hacerlo! Jesucristo está a la puerta y llama. Ábrale... (Léase Apocalipsis 3:2).

Para ayudarle en su proceso de crecimiento personal y espiritual, publicamos a continuación algunas lecturas bíblicas recomendadas para que haga su devocional. Le invitamos para que medite en la Palabra de Dios y aprenda en sus páginas lecciones que transformarán su existencia.