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De: IGNACIOAL (Mensaje original) |
Enviado: 13/01/2010 11:59 |
La máquina de matar: El Che Guevara,de agitador comunista a marca capitalista 11/7/2005 Alvaro Vargas Llosa
ERNESTO GUEVARA " EL CHE GUEVARA "
( 1928 -1967 )
http://es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_Guevara
El Che Guevara, quien hizo tanto (¿o tan poco?) por destruir al
capitalismo, es en la actualidad la quintaesencia de una marca
capitalista. Su semblante adorna jarros de café, caperuzas,
encendedores, llaveros, billeteras, gorras de béisbol, tocados,
bandadas, musculosas, camisetas deportivas, carteras finas, jeans de
denim, té de hierbas, y por supuesto esas omnipresentes remeras con la
fotografía, tomada por Alberto Korda, del galán socialista luciendo su
boina durante los primeros años de la revolución, en el instante en que
el Che de casualidad se introdujo en el visor del fotógrafo—y en la
imagen que, treinta y ocho años después de su muerte, constituye aún el
logotipo del revolucionario (¿o del capitalista?) “chic”. Sean O''Hagan
sostuvo en The Observer que existe incluso un jabón en polvo con el eslogan "El Che lava más blanco."
Los productos del Che son comercializados por grandes corporaciones
y por pequeñas empresas, tales como la Burlington Coat Factory, la cual
difundió un comercial televisivo presentando a un joven en pantalones
de fajina luciendo una remera del Che, o la Flamingo''s Boutique en
Union City, Nueva Jersey, cuyo propietario respondió a la furia de los
exiliados cubanos locales con este argumento devastador: "Yo vendo lo
que la gente desea comprar." Los revolucionarios también se unieron a
este frenesí de productos—desde "The Che Store", que vende provisiones,
hasta el sitio que atiende "todas sus necesidades revolucionarias" en
Internet, y el escritor italiano Gianni Minà, quien le vendió a Robert
Redford los derechos cinematográficos del diario del Che sobre su
juvenil viaje alrededor de América del Sur en el año 1952 a cambio de
poder acceder al rodaje del film Diarios de Motocicleta y de
que Minà pudiese producir su propio documental. Para no mencionar a
Alberto Granado, quien acompañó al Che en su viaje de juventud y ahora
asesora documentalistas, y que se quejaba hace poco en Madrid, según el
diario El País, ante un Rioja y un magret de pato, de que el
embargo estadounidense contra Cuba le dificulta el cobro de las
regalías. Para llevar a la ironía más lejos: el edificio en el cual
nació Guevara en la ciudad de Rosario, Argentina, un espléndido
inmueble de comienzos del siglo veinte sito en la esquina de las calles
Urquiza y Entre Ríos, se encontraba hasta hace poco ocupado por la
administradora de fondos de jubilaciones y pensiones privada Máxima
AFJP, una hija de la privatización de la seguridad social argentina en
la década de 1990.
La metamorfosis del Che Guevara en una marca capitalista no es
nueva, pero la marca viene experimentando un renacimiento—un
renacimiento especialmente destacable, dado que el mismo tiene lugar
años después del colapso político e ideológico de todo lo que Guevara
representaba. Esta suerte inesperada se debe sustancialmente a Diarios de Motocicleta,
la película producida por Robert Redford y dirigida por Walter Salles.
(Es una de las tres películas más importantes sobre el Che ya
realizadas o actualmente en rodaje en los últimos dos años; las otras
dos han sido dirigidas por Josh Evans y Steven Soderbergh.)
Hermosamente rodada en paisajes que claramente han eludido los efectos
erosivos de la polución capitalista, el film exhibe al joven en un
viaje de auto-descubrimiento a medida que su conciencia social en
ciernes tropieza con la explotación social y económica, lo que va
preparando el terreno para la reinvención del hombre a quien Sartre
llamara alguna vez el ser humano más completo de nuestra era.
Pero para ser más preciso, el actual renacimiento del Che se inició
en 1997, en el trigésimo aniversario de su muerte, cuando cinco
biografías abrumaron las librerías y sus restos fueron descubiertos
cerca de una pista de aterrizaje en el aeropuerto de Vallegrande, en
Bolivia, después de que un general boliviano retirado, en una
revelación espectacularmente oportuna, indicara la ubicación exacta. El
aniversario volvió a centrar la atención en la famosa fotografía de
Freddy Alborta del cadáver del Che tendido sobre una mesa, escorzado,
muerto y romántico, luciendo como Cristo en un cuadro de Mantegna.
Es usual que los seguidores de un culto no conozcan la verdadera
historia de su héroe. (Muchos rastafaris renunciarían a Haile Selassie
si tuviesen alguna idea de quien fue en realidad.) No sorprende que los
seguidores contemporáneos de Guevara, sus nuevos admiradores
post-comunistas, también se engañen a sí mismos al aferrarse a un
mito—excepto los jóvenes argentinos que corean una expresión de rima
perfecta: "Tengo una remera del Che y no sé por qué."
Considérese a algunos de los individuos que recientemente han
blandido o invocado el retrato de Guevara como un emblema de justicia y
rebelión contra el abuso de poder. En el Líbano, unos manifestantes que
protestaban en contra de Siria ante la tumba del ex primer ministro
Rafiq Hariri portaban la imagen del Che. Thierry Henry, un jugador de
fútbol francés que juega para el Arsenal, en Inglaterra, se apareció en
una importante velada de gala organizada por la FIFA, el organismo del
fútbol mundial, vistiendo una remera roja y negra del Che. En una
reciente reseña publicada en The New York TimesLand of the Dead
de George A. Romero, Manohla Dargis destacaba que "el mayor impacto
aquí puede ser el de la transformación de un zombi negro en un virtuoso
líder revolucionario," y agregó: "Creo que el Che en verdad vive,
después de todo." sobre
El héroe del fútbol Maradona ostentó el emblemático tatuaje del Che
en su brazo derecho durante un viaje en el que se reunió con Hugo
Chávez en Venezuela. En Stavropol, al sur de Rusia, unos manifestantes
que reclamaban los pagos en efectivo de los beneficios del bienestar
social tomaron la plaza central con banderas del Che. En San Francisco,
City Lights Books, el legendario hogar de la literatura beat, invita a
los visitantes a una sección dedicada a América Latina en la cual la
mitad de los estantes se encuentra ocupada por libros del Che. José
Luis Montoya, un oficial de policía mexicano que combate el crimen
relacionado con las drogas en Mexicali luce una vincha del Che porque
ella lo hace sentirse más fuerte. En el campo de refugiados de
Dheisheh, en la margen occidental del río Jordán, los afiches del Che
adornan un muro que le rinde tributo a la Intifada. Una revista
dominical dedicada a la vida social en Sydney, Australia, enumera a los
tres invitados ideales en una cena: Alvar Aalto, Richard Branson, y el
Che Guevara. Leung Kwok-hung, el rebelde elegido a la junta legislativa
de Hong Kong, desafía a Beijing al vestir una remera del Che. En
Brasil, Frei Betto, consejero del Presidente Lula da Silva y encargado
del programa de alto perfil "Hambre Cero," afirma que "deberíamos
prestarle menos atención a Trotsky y mucha más al Che Guevara." Y lo
más estupendo de todo, en la ceremonia de este año de los Premios de la
Academia, Carlos Santana y Antonio Banderas interpretaron la canción
principal del film Diarios de Motocicleta: Santana se presentó
luciendo una remera del Che y un crucifijo. Las manifestaciones del
nuevo culto del Che están por todas partes. Una vez más el mito está
apasionando a individuos cuyas causas en su mayor parte representan
exactamente lo opuesto de lo que era Guevara.
Ningún hombre carece de algunas cualidades atenuantes. En el caso
del Che Guevara, esas cualidades pueden ayudarnos a medir el abismo que
separa a la realidad del mito. Su honestidad (quiero decir: honestidad
parcial) significa que dejó testimonio escrito de sus crueldades,
incluido lo muy malo, aunque no lo peor. Su coraje—que Castro describió
como "su manera, en los momentos difíciles y peligrosos, de hacer las
cosas más difíciles y peligrosas"—significa que no vivió para asumir la
plena responsabilidad por el infierno de Cuba. El mito puede decir
tanto acerca de una época como la verdad. Y es así que gracias a los
propios testimonios que el Che brinda de sus pensamientos y de sus
actos, y gracias también a su prematura desaparición, podemos saber
exactamente cuan engañados están muchos de nuestros contemporáneos
respecto de muchas cosas.
Guevara puede haberse enamorado de su propia muerte, pero estaba
mucho más enamorado de la muerte ajena. En abril de 1967, hablando por
experiencia, resumió su idea homicida de la justicia en su "Mensaje a
la Tricontinental": “El odio como factor de lucha; el odio
intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del
ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría
máquina de matar”. Sus primeros escritos se encuentran también
sazonados con esta violencia retórica e ideológica. A pesar de que su
ex novia Chichina Ferreyra duda de que la versión original de los
diarios de su viaje en motocicleta contenga la observación de "siento
que mis orificios nasales se dilatan al saborear el amargo olor de la
pólvora y de la sangre del enemigo," Guevara compartió con Granado en
esa temprana edad esta exclamación: "¿Revolución sin disparar un tiro?
Estás loco." En otras ocasiones el joven bohemio parecía incapaz de
distinguir entre la frivolidad de la muerte como un espectáculo y la
tragedia de las victimas de una revolución. En una carta a su madre en
1954, escrita en Guatemala, donde fue testigo del derrocamiento del
gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz, escribió: “Aquí estuvo muy
divertido con tiros, bombardeos, discursos y otros matices que cortaron
la monotonía en que vivía”.
La disposición de Guevara cuando viajaba con Castro desde México a
Cuba a bordo del Granma es capturada en una frase de una carta a su
esposa que redactó el 28 de enero de 1957, no mucho después de
desembarcar, publicada en su libro Ernesto: Una Biografía del Che Guevara en Sierra Maestra:
“Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”. Esta
mentalidad había sido reforzada por su convicción de que Arbenz había
perdido el poder debido a que había fallado en ejecutar a sus
potenciales enemigos. En una carta anterior a su ex novia Tita Infante
había observado que “Si se hubieran producido esos fusilamientos, el
gobierno hubiera conservado la posibilidad de devolver los golpes”. No
sorprende que durante la lucha armada contra Batista, y luego tras el
ingreso triunfal en La Habana, Guevara asesinara o supervisara las
ejecuciones en juicios sumarios de muchísimas personas—enemigos
probados, meros sospechados y aquellos que se encontraban en el lugar
equivocado en el momento equivocado.
En enero de 1957, tal como lo indica su diario desde la Sierra
Maestra, Guevara le disparó a Eutimio Guerra porque sospechaba que
aquel se encontraba pasando información: “Acabé con el problema dándole
un tiro con una pistola del calibre 32 en la sien derecha, con orificio
de salida en el temporal derecho...sus pertenencias pasaron a mi
poder”. Más tarde mató a tiros a Aristidio, un campesino que expresó el
deseo de irse cuando los rebeldes siguieran su camino. Mientras se
preguntaba si esta victima en particular "era en verdad lo
suficientemente culpable como para merecer la muerte," no vaciló en
ordenar la muerte de Echevarría, el hermano de uno de sus camaradas, en
razón de crímenes no especificados: "Tenía que pagar el precio." En
otros momentos simularía ejecuciones sin llevarlas a cabo, como un
método de tortura psicológica.
Luis Guardia y Pedro Corzo, dos investigadores que se encuentran
trabajando en Florida en un documental sobre Guevara, han obtenido el
testimonio de Jaime Costa Vázquez, un ex comandante del ejército
revolucionario conocido como "El Catalán," quien sostiene que muchas de
las ejecuciones atribuidas a Ramiro Valdés (futuro ministro del
interior de Cuba) fueron responsabilidad directa de Guevara, debido a
que Valdés se encontraba bajo sus ordenes en las montañas. “Ante la
duda, mátalo” fueron las instrucciones del Che. En vísperas de la
victoria, según Costa, el Che ordenó la ejecución de un par de docenas
de personas en Santa Clara, en Cuba central, hacia donde había marchado
su columna como parte de un asalto final contra la isla. Algunos de
ellos fueron muertos en un hotel, como ha escrito Marcelo
Fernándes-Zayas, otro ex revolucionario que después se convertiría en
periodista (agregando que entre los ejecutados había campesinos
conocidos como casquitos que se habían unido al ejército simplemente para escapar del desempleo).
Pero la "fría máquina de matar" no dio muestra de todo su rigor
hasta que, inmediatamente después del colapso del régimen de Batista,
Castro lo pusiera a cargo de la prisión de La Cabaña. (Castro tenía un
buen ojo clínico para escoger a la persona perfecta para proteger a la
revolución contra la infección.) San Carlos de La Cabaña es una
fortaleza de piedra que fue utilizada para defender a La Habana contra
los piratas ingleses en el siglo dieciocho; más tarde se convirtió en
un cuartel militar. De una manera que evoca al escalofriante Lavrenti
Beria, Guevara presidió durante la primera mitad de 1959 uno de los
periodos más oscuros de la revolución. José Vilasuso, abogado y
profesor en la Universidad Interamericana de Bayamón en Puerto Rico,
quien pertenecía al grupo encargado del proceso judicial sumario en La
Cabaña, me dijo recientemente que
“El Che dirigió la Comisión Depuradora. El proceso se regía
por la ley de la sierra: tribunal militar de hecho y no jurídico, y el
Che nos recomendaba guiarnos por la convicción. Esto es: “Sabemos que
todos son unos asesinos, luego proceder radicalmente es lo
revolucionario”. Miguel Duque Estrada era mi jefe inmediato. Mi función
era de instructor. Es decir legalizar profesionalmente la causa y
pasarla al ministerio fiscal, sin juicio propio alguno. Se fusilaba de
lunes a viernes. Las ejecuciones se llevaban a cabo de madrugada, poco
después de dictar sentencia y declarar sin lugar (de oficio) la
apelación. La noche más siniestra que recuerdo se ejecutaron siete
hombres”.
Javier Arzuaga, el capellán vasco que les brindaba consuelo a
aquellos condenados a morir y que presenció personalmente docenas de
ejecuciones, habló conmigo recientemente desde su casa en Puerto Rico.
Ex sacerdote católico de setenta y cinco años de edad, quien se
describe como "más cercano a Leonardo Boff y a la Teología de la
Liberación que al ex cardenal Cardinal Ratzinger," Arzuaga recuerda que
“La cárcel de La Cabaña se mantuvo llena a rebosar. Sobre
800 hombres hacinados en un espacio pensado para no más de 300:
militares batistianos o miembros de algunos de los cuerpos de la
policía, algunos “chivatos”, periodistas, empresarios o comerciantes.
El juez no tenía por qué ser hombre de leyes; sí, en cambio, pertenecer
al ejército rebelde, al igual que los compañeros que ocupaban con él la
mesa del tribunal. Casi todas las vistas de apelación estuvieron
presididas por el Che Guevara. No recuerdo ningún caso cuya sentencia
fuera revocada en esas vistas. Todos los días yo visitaba la “galera de la muerte”,
donde permanecían los prisioneros desde que eran sentenciados a muerte.
Corrió la voz de que yo hipnotizaba a los condenados antes de salir
para el paredón y que por eso se daban tan fáciles las cosas, sin
escenas desagradables, y el Che Guevara dio orden de que nadie fuera
conducido al paredón sin que yo estuviera presente. Yo asistí a 55
fusilamientos hasta el mes de mayo, cuando me fui. Eso no quiere decir
que no se siguiera fusilando. Herman Marks era un americano, se decía
que era prófugo de la justicia. Lo llamábamos “el carnicero” porque
gozaba gritando “pelotón, atención, preparen, apunten, fuego”. Conversé
varias veces con el Che con el fin de interceder por determinadas
personas. Recuerdo muy bien el caso de Ariel Lima que era menor de
edad, pero fue inflexible. Lo mismo puedo decir de Fidel Castro, a
quien acudí también en dos ocasiones con igual propósito. Sufrí un
trauma. A finales de mayo me sentía mal y se me recomendó abandonar la
parroquia de Casa Blanca, dentro de cuyos límites se encontraba La
Cabaña y que yo había atendido en los últimos tres años. Me fui a
México para un tratamiento. Cuando nos despedíamos, el Che Guevara me
dijo que nos habíamos llevado bien, tratando los dos de sacar el otro
de su campo para atraerlo al de uno. “Hemos fracasado los dos. Cuando
nos quitemos las caretas que hemos llevado puestas, seremos enemigos
frente a frente”.
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¿Cuánta gente fue asesinada en La Cabaña? Pedro Corzo ofrece una
cifra de unos doscientos, similar a la proporcionada por Armando Lago,
un profesor de economía retirado que ha compilado una lista de 179
nombres como parte de un estudio de ocho años sobre las ejecuciones en
Cuba. Vilasuso me dijo que cuatrocientas personas fueron ejecutadas
entre el mes de enero y fines de junio de 1959 (fecha en el que el Che
dejó de estar a cargo de La Cabaña). Los cables secretos enviados por
la Embajada de los Estados Unidos en La Habana al Departamento de
Estado en Washington hablan de "más de 500." Según Jorge Castañeda, uno
de los biógrafos de Guevara, un católico vasco simpatizante de la
revolución, el fallecido Padre Iñaki de Aspiazú, hablaba de setecientas
victimas. Félix Rodríguez, un agente de la CIA quien fue parte del
equipo a cargo de la captura de Guevara en Bolivia, me dijo que él
encaró al Che después de su captura respecto de "las dos mil y pico"
ejecuciones por las que fue responsable durante su vida. "Dijo que
todos eran agentes de la CIA y no se refirió a la cifra," recuerda
Rodríguez. Las cifras más altas pueden incluir ejecuciones que tuvieron
lugar en los meses posteriores a la fecha en que el Che dejó de estar a
cargo de la prisión.
Lo cual nos trae de regreso a Carlos Santana y a su elegante indumentaria del Che. En una carta abierta publicada en El Nuevo Herald
el 31 de marzo de este año, el gran músico de jazz Paquito D''Rivera
reprochó a Santana su vestuario en la ceremonia de los Premios Oscar, y
agregó: “Uno de esos cubanos fue mi primo Bebo, preso allí precisamente
por ser cristiano. El me cuenta siempre con amargura cómo escuchaba
desde su celda en la madrugada los fusilamientos sin juicio de mucho
que morían gritando “¡Viva Cristo Rey!”.
El ansia de poder del Che tenía otras maneras de expresarse además
del asesinato. La contradicción entre su pasión por viajar—una especie
de protesta contra las limitaciones del estado-nación—y su impulso por
convertirse en un estado esclavizante en relación a otras personas es
patético. Al escribir acerca de Pedro Valdivia, el conquistador de
Chile, Guevara reflexionaba: "Pertenecía a esa clase especial de
hombres a los que la especie produce de vez en cuando, en quienes un
anhelo por el poder ilimitado es tan extremo que cualquier sufrimiento
para lograrlo parece natural." Podría haber estado describiéndose así
mismo. En cada etapa de su vida adulta, sus megalomanía se manifestaba
en el impulso depredador por apoderarse de las vidas y de la propiedad
de otras personas, y de abolir su libre voluntad.
En 1958, después de tomar la ciudad de Sancti Spiritus, Guevara intento sin éxito imponer una especie de sharia,
regulando las relaciones entre los hombres y las mujeres, el uso del
alcohol, y el juego informal—un puritanismo que no caracterizaba
precisamente su propia forma de vida. Les ordenó también a sus hombres
que asaltaran bancos, una decisión que justificó en una carta a Enrique
Oltuski, un subordinado, en noviembre de ese año: "Las masas que luchan
están de acuerdo con asaltar a los bancos porque ninguno de ellos tiene
un centavo en los mismos." Esta idea de la revolución como una licencia
para reasignar la propiedad según le conviniese condujo al puritano
marxista a apoderarse de la mansión de un emigrante tras el triunfo de
la revolución.
El impulso de desposeer a los demás de su propiedad y de reclamar la
propiedad del territorio de otros fue central a la política opresiva de
Guevara. En sus memorias, el líder egipcio Gamal Abdel Nasser cuenta
que Guevara le preguntó cuántas personas habían abandonado su país
debido a la reforma agraria. Cuando Nasser replicó que ninguna, el Che
contestó enojado que la manera de medir la profundidad del cambio es a
través del número de individuos "que sienten que no hay lugar para
ellos en la nueva sociedad." Este instinto depredador alcanzó un
apoteosis en 1965, cuando empezó a hablar, como Dios, acerca del
"Hombre Nuevo" que él y su revolución crearían.
La obsesión del Che con el control colectivista lo llevó a colaborar
en la formación del aparato de seguridad que fue establecido para
subyugar a seis millones y medio de cubanos. A comienzos de 1959, una
serie de reuniones secretas tuvo lugar en Tarará, cerca de La Habana,
en la mansión a la cual el Che temporalmente se retiró para recuperarse
de una enfermedad. Allí fue donde los líderes principales, incluido
Castro, diseñaron al estado policíaco cubano. Ramiro Valdés,
subordinado del Che durante la guerra de guerrillas, fue puesto al
mando del G-2, un cuerpo inspirado en la Cheka. Angel Ciutah, un
veterano de la Guerra Civil española enviado por los soviéticos que
había estado muy cerca de Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, y que
más tarde entablaría amistad con el Che, desempeñó un papel fundamental
en la organización del sistema, junto con Luis Alberto Lavandeira,
quien había servido al jefe en La Cabaña. El propio Guevara se hizo
cargo del G-6, el grupo al que se le encomendó el adoctrinamiento
ideológico de las fuerzas armadas. La invasión respaldada por los
EE.UU. de Bahía de Cochinos en abril de 1961 se convirtió en la ocasión
perfecta para consolidar al nuevo estado policíaco, con el
acorralamiento de decenas de miles de cubanos y una nueva serie de
ejecuciones. Como el mismo Guevara le expresó al embajador soviético
Sergei Kudriavtsev, los contrarrevolucionarios nunca "volverían a
levantar su cabeza."
"Contrarrevolucionario" es el término que se le aplicaba a
cualquiera que se apartara del dogma. Era el equivalente comunista de
"hereje." Los campos de concentración eran una forma en la cual el
poder dogmático era empleado para suprimir el disenso. La historia le
atribuye al general español Valeriano Weyler, el capitán general de
Cuba a finales del siglo diecinueve, haber empleado por vez primera a
la palabra "concentración" para describir la política de cercar a las
masas de potenciales opositores—en su caso a los simpatizantes del
movimiento independentista cubano—con alambre de púas y empalizadas.
Qué irónico (y apropiado) que los revolucionarios de Cuba más de medio
siglo después continuasen con esta tradición local. Al principio, la
revolución movilizó a voluntarios para construir escuelas y para
trabajar en los puertos, plantaciones, y fábricas—todas ellas
exquisitas oportunidades fotográficas para el Che el estibador, el Che
el cortador de caña, el Che el fabricante de telas. No pasó mucho
tiempo antes de que el trabajo voluntario se volviese un poco menos
voluntario: el primer campamento de trabajos forzados, Guanahacabibes,
fue establecido en Cuba occidental hacia el final de 1960. Así es como
el Che explicaba la función desempeñada por este método de
confinamiento: “A Guanahacabibes se manda a la gente que no debe ir a
la cárcel , la gente que ha cometido faltas a la moral revolucionaria
de mayor o menor grado...es trabajo duro, no trabajo bestial”.
Este campamento fue el precursor del confinamiento sistemático, a
partir de 1965 en la provincia de Camagüey, de disidentes,
homosexuales, victimas del SIDA, católicos, Testigos de Jehová,
sacerdotes afro-cubanos, y otras escorias por el estilo, bajo la
bandera de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).
Hacinados en autobuses y camiones, los "desadaptados" serían
transportados a punta de pistola a los campos de concentración
organizados sobre la base del modelo de Guanahacabibes. Algunos nunca
regresarían; otros serían violados, golpeados, o mutilados; y la
mayoría quedarían traumatizados de por vida, como el sobrecogedor
documental de Néstor Almendros Conducta Impropia se lo mostrara al mundo un par de décadas atrás.
De esta manera, la revista Time parece haber errado en agosto
de 1960 cuando describió a la división del trabajo de la revolución con
una nota de tapa presentando al Che Guevara como el "cerebro," a Fidel
Castro como el "corazón" y a Raúl Castro como el "puño." Pero la
percepción revelaba el papel crucial de Guevara en hacer de Cuba un
bastión del totalitarismo. El Che era de alguna manera un candidato
improbable para la pureza ideológica, dado su espíritu bohemio, pero
durante los años de entrenamiento en México y en el periodo resultante
de la lucha armada en Cuba emergió como el ideólogo comunista locamente
enamorado de la Unión Soviética, en gran medida para molestia de Castro
y de otros que eran esencialmente oportunistas dispuestos a utilizar
cualquier medio necesario para ganar poder. Cuando los aspirantes a
revolucionarios fueron arrestados en México en 1956, Guevara fue el
único que admitió que era un comunista y que estaba estudiando ruso.
(Habló abiertamente de su relación con Nikolai Leonov de la Embajada
Soviética.) Durante la lucha armada en Cuba, forjó una férrea alianza
con el Partido Socialista Popular (el partido comunista de la isla) y
con Carlos Rafael Rodríguez, un jugador importante en la conversión del
régimen de Castro al comunismo.
Esta fanática disposición convirtió al Che en una parte esencial de
la "sovietización" de la revolución que se había jactado reiteradamente
de su carácter independiente. Muy poco después de que los barbudos
llegaran al poder, Guevara participó de negociaciones con Anastas
Mikoyan, el vice primer ministro soviético, quien visitó Cuba. Le fue
confiada la misión de promover las negociaciones soviético-cubanas
durante una visita a Moscú a finales de 1960. (La misma fue parte de un
largo viaje en el cual la Corea del Norte de Kim Il Sung fue el país
que “más” le impresionó.) El segundo viaje a Rusia de Guevara, en
agosto de 1962, fue aún más significativo, en razón de que el mismo
selló el acuerdo para convertir a Cuba en una cabeza de playa nuclear
soviética. Se reunió con Khrushchev en Yalta para finalizar los
detalles sobre una operación que ya se había iniciado y que involucraba
la introducción en la isla de cuarenta y dos misiles soviéticos, la
mitad de los cuales estaban armados con ojivas nucleares, así como
también lanzadores y unos cuarenta y dos mil soldados. Tras presionar a
sus aliados soviéticos sobre el peligro de que los Estados Unidos
pudiesen descubrir lo que estaba aconteciendo, Guevara obtuvo garantías
de que la marina soviética intervendría—en otras palabras, de que Moscú
estaba preparada para ir a la guerra.
Según la biografía de Guevara de Philippe Gavi, el revolucionario
había alardeado que "su país se encuentra deseoso de arriesgarlo todo
en una guerra atómica de inimaginable capacidad destructiva para
defender un principio." Apenas después de finalizada la crisis de los
misiles cubanos—cuando Khrushchev renegó de la promesa hecha en Yalta y
negoció un acuerdo con los Estados Unidos a espaldas de Castro que
incluía la remoción de los misiles estadounidenses de Turquía—Guevara
dijo a un periódico comunista británico: "Si los cohetes hubiesen
permanecido, los hubiésemos utilizado a todos y dirigido contra el
mismo corazón de los Estados Unidos, incluida Nueva York, en nuestra
defensa contra la agresión." Y un par de años más tarde, en las
Naciones Unidas, fue leal a las formas: "Como marxistas hemos sostenido
que la coexistencia pacífica entre las naciones no incluye a la
coexistencia entre los explotadores y el explotado."
Guevara se distanció de la Unión Soviética en los últimos años de su
vida. Lo hizo por las razones equivocadas, culpando a Moscú por ser
demasiado blando ideológica y diplomáticamente, y hacer demasiadas
concesiones—a diferencia de la China maoísta, a la cual llegó a ver
como un refugio de la ortodoxia. En octubre de 1964, un memo escrito
por Oleg Daroussenkov, un funcionario soviético cercano a él, cita a
Guevara diciendo: "Les pedimos armas a los checoslovacos; y nos
rechazaron. Luego se las pedimos a los chinos; dijeron que sí en pocos
días, y ni siquiera nos cobraron, declarando que uno no le vende armas
a un amigo." En realidad, Guevara se resintió por el hecho de que Moscú
le estaba solicitando a otros miembros del bloque comunista, incluida
Cuba, algo a cambio de su colosal ayuda y de su apoyo político. Su
ataque final contra Moscú llegó en Argelia, en febrero de 1965, en una
conferencia internacional en la que acusó a los soviéticos de adoptar
la "ley del valor," es decir, el capitalismo. Su ruptura con los
soviéticos, en síntesis, no fue un grito en favor de la independencia.
Fue un alarido al estilo de Enver Hoxha en aras de la total
subordinación de la realidad a la ciega ortodoxia ideológica.
El gran revolucionario tuvo una oportunidad de poner en práctica su
visión económica—su idea de la justicia social—como director del Banco
Nacional de Cuba y del Departamento de Industria del Instituto Nacional
de la Reforma Agraria a fines de 1959, y, desde principios de 1961,
como ministro de industria. El periodo en el cual Guevara estuvo a
cargo de la mayor parte de la economía cubana atestiguó el cuasi
colapso de la producción de azúcar, el fracaso de la industrialización
y la introducción del racionamiento—todo esto en el que había sido uno
de los cuatros países económicamente más exitosos de América Latina
desde antes de la dictadura de Batista.
Su tarea como director del Banco Nacional, durante la cual imprimió
billetes que llevaban la firma "Che," ha sido sintetizada por su
asistente, Ernesto Betancourt: “Encontré en el Che una ignorancia
absoluta de los principios más elementales de la economía”. Los poderes
de percepción de Guevara respecto de la economía mundial fueron muy
bien expresados en 1961, durante una conferencia hemisférica celebrada
en Uruguay, donde predijo una tasa de crecimiento para Cuba del 10 por
ciento "sin el menor temor," y, para 1980, un ingreso per capita mayor
que el de "los EE.UU. en la actualidad." En verdad, hacia 1997, el
trigésimo aniversario de su muerte, los cubanos se encontraban bajo una
dieta consistente en una ración de cinco libras de arroz y una libra de
frijoles por mes; cuatro onzas de carne dos veces al año; cuatro onzas
de pasta de soja por semana; y cuatro huevos por mes.
La reforma agraria le quitó tierra al rico, pero se la dio a los
burócratas, no a los campesinos. (El decreto fue redactado en la casa
del Che.) En el nombre de la diversificación, el área cultivada fue
reducida y la mano de obra disponible distraída hacia otras
actividades. El resultado fue que entre 1961 y 1963, la cosecha se
redujo a la mitad: apenas unos 3,8 millones de toneladas métricas. ¿Se
justificaba este sacrificio por el fomento de la industrialización
cubana? Desdichadamente, Cuba carecía de materias primas para la
industria pesada, y, como una consecuencia de la redistribución
revolucionaria, no contaba con una moneda sólida con la cual
adquirirlas—o incluso adquirir los productos básicos. Para 1961,
Guevara estaba teniendo que dar explicaciones embarazosas a los
trabajadores en la oficina: "Nuestros camaradas técnicos en las
compañías han producido una pasta dental... tan buena como la anterior;
limpia exactamente lo mismo, a pesar de que después de un tiempo se
vuelve una piedra." Para 1963, todas las esperanzas de industrializar a
Cuba fueron abandonadas, y la revolución aceptó su rol de proveedora
colonial de azúcar al bloque soviético a cambio de petróleo para cubrir
sus necesidades y para revenderlo a otros países. Durante las tres
décadas siguientes, Cuba sobreviviría en base a un subsidio soviético
de más o menos entre $65 mil millones y $100 mil millones.
Habiendo fracasado como héroe de la justicia social, ¿merece Guevara
un lugar en los libros de historia como un genio de la guerra de
guerrillas? Su mayor logro militar en la lucha contra Batista—la toma
de la ciudad de Santa Clara después de emboscar un tren con pesados
refuerzos—es seriamente cuestionado. Numerosos testimonios indican que
el conductor del tren se rindió de antemano, acaso tras aceptar
sobornos. (Gutiérrez Menoyo, quien dirigía un grupo guerrillero
diferente en esa área, está entre aquellos que han criticado la
historia oficial de Cuba sobre la victoria de Guevara.) Inmediatamente
después del triunfo de la revolución, Guevara organizó ejércitos
guerrilleros en Nicaragua, la República Dominicana, Panamá, y
Haití—todos los cuales fueron aplastados. En 1964, envió al
revolucionario argentino Jorge Ricardo Masetti a su muerte al
persuadirlo de que montase un ataque contra su país natal desde
Bolivia, justo después de que la democracia representativa había sido
restablecida en la Argentina.
Particularmente desastrosa fue la expedición al Congo en 1965.
Guevara se alió con dos rebeldes—Pierre Mulele en el oeste y Laurent
Kabila en el este—contra el desagradable gobierno congoleño, el cual
era sostenido por los Estados Unido, por mercenarios sudafricanos y
exiliados cubanos. Mulele había tomado posesión de Stanleyville antes
de ser repelido. Durante su reinado de terror, tal como lo ha escrito
V.S. Naipaul, asesinó a todos aquellos que podían leer y a todos los
que vestían una corbata. Respecto del otro aliado de Guevara, Laurent
Kabila, se trataba meramente de un perezoso y un corrupto por aquel
entonces; pero el mundo descubriría en los años 90 que también él era
una máquina de matar. En cualquier caso, Guevara se pasó gran parte de
1965 ayudando a los rebeldes en el este antes de abandonar el país de
manera ignominiosa. Poco tiempo después, Mobutu llegó al poder e
instaló una tiranía de décadas. (En los países latinoamericanos, de
Argentina al Perú, las revoluciones inspiradas en el Che tuvieron el
mismo resultado practico de reforzar el militarismo brutal durante
muchos años.)
En Bolivia, el Che fue nuevamente derrotado, y por última vez.
Malinterpretó la situación local. Una reforma agraria había tenido
lugar unos años antes; el gobierno había respetado muchas de las
instituciones de las comunidades campesinas; y el ejército era cercano
a los Estados Unidos a pesar de su nacionalismo. "Las masas campesinas
no nos ayudan en absoluto" fue la melancólica conclusión de Guevara en
su diario boliviano. Aún peor, Mario Monje, el líder comunista local,
quien no tenía estómago para una guerra de guerrillas tras haber sido
humillado en los comicios, condujo a Guevara hacia una ubicación
vulnerable en el sudeste del país. Las circunstancias de la captura del
Che en la quebrada del Yuro, poco después de reunirse con el
intelectual francés Régis Debray y el pintor argentino Ciro Bustos,
ambos arrestados cuando abandonaban el campamento, fueron, como gran
parte de la expedición boliviana, cosa de aficionados.
Guevara fue ciertamente audaz y corajudo, y rápido para organizar la
vida en base a principios militares en los territorios bajo su control,
pero no era un General Giap. Su libro La Guerra de Guerrillas
enseña que las fuerzas populares pueden vencer a un ejército, que no es
necesario aguardar a que se den las condiciones necesarias ya que un focofocosfoquistas,
y América Latina se ha vuelto urbana en un 70 por ciento en estas
últimas cuatro décadas. Al respecto, también, el Che Guevara fue un
cruel alucinado. guerrilleros, con la excepción de Nicaragua, terminaron todos en cenizas para los
insurreccional puede provocarlos, y que el combate debe tener lugar
principalmente en el campo. (En su receta para la guerra de guerrillas,
reserva también para las mujeres el rol de cocineras y enfermeras.) Sin
embargo, el ejército de Batista no era un ejército sino un corrupto
manojo de matones carente de motivación y sin mucha organización; los
En las últimas décadas del siglo diecinueve, Argentina tenía la
segunda tasa de crecimiento más grande del mundo. Hacia la década de
1890, el ingreso real de los trabajadores argentinos era superior al de
los trabajadores suizos, alemanes, y franceses. Para 1928, ese país
ocupaba el duodécimo lugar en el mundo en cuanto a su PBI per capita.
Ese logro, que las siguientes generaciones arruinarían, se debió en
gran medida a Juan Bautista Alberdi.
Al igual que Guevara, a Alberdi le gustaba viajar: caminó a través
de las pampas y de los desiertos de norte a sur a los catorce años de
edad, rumbo a Buenos Aires. Como Guevara, Alberdi se oponía a un
tirano, Juan Manuel Rosas. Igual que Guevara, Alberdi tuvo la
oportunidad de influir sobre un líder revolucionario en el poder—Justo
José de Urquiza, quien derrocó a Rosas en 1852. Como Guevara, Alberdi
representó al nuevo gobierno en giras mundiales, y murió en el
exterior. Pero a diferencia del viejo y nuevo predilecto de la
izquierda, Alberdi nunca mató una mosca. Su libro, Bases y puntos de partida para la organización de la República Argentina,
fue la base de la Constitución de 1853 que limitó el Estado, abrió el
comercio, alentó la inmigración y aseguró los derechos de propiedad,
inaugurando de ese modo un periodo de setenta años de asombrosa
prosperidad. No se entremetió en los asuntos de otras naciones,
oponiéndose a la guerra de su país contra Paraguay. Su semblante no
adorna el abdomen de Mike Tyson.
Este trabajo fue originalmente publicado en inglés por la revista The New Republic
bajo el titulo de The Killing Machine: Che Guevara, from Communist
Firebrand to Capitalist Brand, en sus ediciones del 11 y 18 de julio de
2005.
Traducido por Gabriel Gasave
Alvaro Vargas Llosa es Académico Asociado Senior del Centro Para la Prosperidad Global en The Independent Institute y editor de Lessons from the Poor.
http://www.elindependent.org/articulos/article.asp?id=1535
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FRASES CÉLEBRES RECOGIDAS EN EL ARTÍCULO ( Del Mito a la Verdad ) :"Tengo una remera del Che y no sé por qué."JÓVENES ARGENTINOS"Deberíamos
prestarle menos atención a Trotsky y mucha más al Che Guevara."
Frei Betto . Consejero del Presidente Lula da Silva de Brasil y encargado
del programa de alto perfil "Hambre Cero""El mayor impacto
aquí puede ser el de la transformación de un zombi negro en un virtuoso
líder revolucionario" Manohla Dargis"Su manera, en los momentos difíciles y peligrosos, de hacer las
cosas más difíciles y peligrosas"Fidel Castro“Encontré en el Che una ignorancia
absoluta de los principios más elementales de la economía”.Ernesto BetancourtErnesto Che Guevara . Del Mito a la Verdad ... “El odio como factor de lucha; el odio
intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del
ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría
máquina de matar”"Siento
que mis orificios nasales se dilatan al saborear el amargo olor de la
pólvora y de la sangre del enemigo" "¿Revolución sin disparar un tiro?
Estás loco."“Aquí estuvo muy
divertido con tiros, bombardeos, discursos y otros matices que cortaron
la monotonía en que vivía”. ( CARTA A SU MADRE DESDE GUATEMALA )“Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”“Si se hubieran producido esos fusilamientos, el
gobierno hubiera conservado la posibilidad de devolver los golpes”“Acabé con el problema dándole
un tiro con una pistola del calibre 32 en la sien derecha, con orificio
de salida en el temporal derecho...sus pertenencias pasaron a mi
poder” ... "era en verdad lo
suficientemente culpable como para merecer la muerte""Tenía que pagar el precio."(no vaciló en
ordenar la muerte de Echevarría, el hermano de uno de sus camaradas, en
razón de crímenes no especificados)“Ante la
duda, mátalo”(fueron las instrucciones del Che).“Sabemos que
todos son unos asesinos, luego proceder radicalmente es lo
revolucionario”( INSTRUCCIONES DEL CHE EN "LA CABAÑA" , el Penal-Prisión a "LA COMISIÓN DEPURADORA ") ."Pertenecía a esa clase especial de
hombres a los que la especie produce de vez en cuando, en quienes un
anhelo por el poder ilimitado es tan extremo que cualquier sufrimiento
para lograrlo parece natural." ( Reflexión sobre Pedro Valdivia , conquistador de Chile ) ."Las masas que luchan
están de acuerdo con asaltar a los bancos porque ninguno de ellos tiene
un centavo en los mismos."( Orden de asaltar bancos )."Que sienten que no hay lugar para
ellos en la nueva sociedad."( La forma de medir el verdadero alcance de una reforma agraria es por el número de individuduos ... De una pregunta hecha por Guevara al presidente egipcio Nasser ) “A Guanahacabibes se manda a la gente que no debe ir a
la cárcel , la gente que ha cometido faltas a la moral revolucionaria
de mayor o menor grado...es trabajo duro, no trabajo bestial”."Mu país se encuentra deseoso de arriesgarlo todo
en una guerra atómica de inimaginable capacidad destructiva para
defender un principio.""Si los cohetes hubiesen
permanecido, los hubiésemos utilizado a todos y dirigido contra el
mismo corazón de los Estados Unidos, incluida Nueva York, en nuestra
defensa contra la agresión.""Como marxistas hemos sostenido
que la coexistencia pacífica entre las naciones no incluye a la
coexistencia entre los explotadores y el explotado."( Mensaje de Cheguevara en la ONU)"Les pedimos armas a los checoslovacos; y nos
rechazaron. Luego se las pedimos a los chinos; dijeron que sí en pocos
días, y ni siquiera nos cobraron, declarando que uno no le vende armas
a un amigo.""Las masas campesinas
no nos ayudan en absoluto" ( DIARIO BOLIVARIANO DEL CHE )
ADMITIENDO SU AUDACIA Y SU CORAJE , HEMOS DE CONCLUIR QUE :
"Che Guevara fue un
cruel alucinado ".
NOS QUEDA LA GRAN INCOGNITA :
¿ Qué hubiera opinado hoy el " Che " de la situación actual de Cuba y del rumbo que el país tomó con Fidel Castro , desde su muerte en Bolivia ? .
CREO QUE FIDEL Y SU RÉGIMEN AL IGUAL QUE LA URSS TRAICIONARON SUS IDEALES
Un judio muy especial lo dejo dicho hace más de 2000 años :
" Quien a hierro mata , a hierro muere". JESÚS DE NAZARETH
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La máquina de matar
" Ante la duda mátalo "...
“ Sabemos que
todos son unos asesinos, luego proceder radicalmente es lo
revolucionario ” ...
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HASTA SIEMPRE COMANDANTE COMPAY SEGUNDO
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EL MAS AUTENTICO RETRATO DE EL CHEVICENTE ECHERRI
Un libro me ha caído en las manos, literalmente. De
lo alto de una estantería se rueda y, al caer, deja un sensible rastro
de polvo. Es un volumen en rústica de tapas gastadas que nunca he
leído. Se titula ¡Yo soy el Che!, al
parecer una biografía de Ernesto Guevara escrita hace más de 30 años
—según puedo ver— por Luis Ortega, a quien muchos tienen por el mejor
periodista cubano del último medio siglo.
No puedo recordar cómo este libro ha venido a dar a
mi biblioteca, ni mucho menos por qué no lo he leído antes. Alguien
debe habérmelo prestado hace mucho y luego me olvidé. Ahora, mientras
empiezo a leerlo, aún de pie, caigo en cuenta de que es 7 de octubre,
víspera de la muerte de Guevara, y el azar, que me parece de una
sospechosa simetría, me lleva a acordarme de Borges, ese otro argentino
que está en las antípodas del líder guerrillero.
Hasta ahora había
creído que nadie nos había dado aún el auténtico retrato del Che
Guevara, de su ineptitud política y de su naturaleza criminal,
mezcladas con la arrogante ignorancia del estereotipo de un argentino
intoxicado de lecturas marxistas de segunda mano. Este libro de Luis Ortega hace mucho que cumplió ese cometido, relevándonos de cualquier obligación moral sobre el tema.
Hasta ahora parecía que todas las biografías del Che,
hasta las más neutrales, edulcoraban la figura del matarife (el hombre
que, en poco más de un año, hizo fusilar a casi dos mil personas en la
fortaleza de La Cabaña, en La Habana) y magnificaban la capacidad del
político.
Ortega no comulga con esos mitos. En una prosa monda,
libre de los típicos adornos que vician el castellano, va desdoblando
su retrato:
``Desde que el Che entra en
La Cabaña, la fortaleza se convierte en prisión. Y el Che,
insensiblemente, va elaborando toda una teoría del terror. ``—Hay que trabajar de noche —le dice a Duque Estrada, un abogado joven que se le había incorporado en Santa Clara. ``Y agrega: ``—El
hombre ofrece menos resistencia de noche que de día. En la calma
nocturna la resistencia moral se debilita. Haz los interrogatorios de
noche. ``—Sí, comandante. ``—No hace falta hacer muchas averiguaciones para fusilar a uno. Lo que hay que saber es sí es necesario fusilarlo. Nada más. ``—Sí, comandante. ``—Mira, tenemos que establecer la pedagogía del paredón. ``—Sí, comandante. `` Después se enreda en una complicada disquisición sobre el aspecto jurídico: ``Debe
dársele siempre al reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de
fusilarlo. Y esto quiere decir, entiéndeme bien, que debe siempre
fusilarse al reo, sin importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay
que equivocarse en esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías
procesales a nadie, sino en hacer la revolución, y debemos empezar por
las garantías procesales mismas.’’
Pero el comandante no sólo es
asesino, sino también torturador. ``Oscila entre el sentimentalismo y
la crueldad. Y en la crueldad es refinado. Ya en la Sierra Maestra
había inventado el procedimiento del fusilamiento simulado. Y en La
Cabaña ese tipo de tortura se convierte en cosa corriente.’’
Y como tantos revolucionarios
de su estirpe, detrás del asesino y del torturador hay un tipo con una
visión transcendente de sí mismo que, de principio a fin, trata de
cuidar su posteridad. Es un actor de su propia tragedia. ``El extremo
cuidado con que pule las frases revela todo lo que hay de teatral en
él’’, nos dice Ortega, quien agrega: ``Guevara disfruta sus propios
funerales a la manera romántica. Toda su infelicidad, todo lo que hay
en él de infantil, se vuelca en estos gestos finales enderezados a
atraer la atención sobre su persona utilizando recursos de propaganda’’.
Los juicios con que Luis Ortega va componiendo la
semblanza física y moral de Guevara son en extremo prolijos para poder
citarlos extensamente aquí; basta apuntar que son tan poderosamente
reveladores, y constituyen una contribución tan decisiva a la historia
de Cuba, como para pasar por alto algunas opiniones recientes del autor
que, según algunos, le han llevado a coincidir con posiciones del
castrismo.
He aquí como él resume el retrato de quien lleva 34 años muerto para bien: ``Si
se va a un análisis frío de Guevara, y si se quiere hasta cruel, se
puede llegar a la conclusión de que estamos frente a un escritor. Un
escritor que ha sido capaz de responsabilizarse con el fusilamiento de
1,892 seres humanos con tal de poder atraer la atención hacia su prosa.
Capaz de morir con tal de lograr algunos lectores. Porque la prosa de
Guevara no llega a tener valor literario. Esa prosa, por sí sola, no se
mantiene. Cualquier observador un poco sagaz puede ver en ella el afán
de imitar el tono patético de Martí, sobre todo el Martí de la
inmolación. Pero no puede llegar nunca. El tono de Martí está
respaldado por una conducta apostólica. Guevara, en cambio, ha dejado
tras de sí un reguero de cadáveres.’’
© Echerri 2001 / El Nuevo Herald
EN LOS FOROS TENEMOS UNA NUTRIDA
REPRESENTACION DE ELEMENTOS DE LA PEOR CALAÑA QUE SE HAN
AMAMANTADO CON LA DOCTRINA DEL ODIO DEL CHE.
EL Odio como factor de lucha; el odio intransigente
al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y
lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de
matar.” Y cuando, como vemos todos los días en este foro, no pueden
eliminar físicamente a sus enemigos ideológicos, recorren entonces a la
calumnia y a la difamación tratando de destruir a un exilio honrado y
trabajador al que tanto envidian precisamente por haber sido tan
exitoso en este país que les brindó libertad y oportunidades.
http://foro.univision.com/univision/board/message?board.id=cubanosenmiami&message.id=64971
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Enviado: 21/03/2010 17:49 |
HABLA EL CHE ... EL CHE DESDE EL INFIERNO..
Y ADEMAS FINALMENTE UN COBARDE .
CUANDO LO ATRAPARON EN BOLIVIA DECIA ... :
" NO DISPAREN SOY EL CHE Y VALGO MÁS VIVO QUE MUERTO "
UNO
DE LOS ASESINOS MÁS CANALLAS DE LA HISTORIA , NECESITABA OLOR A SANGRE
Y A PÓLVORA , APRETANDO EL MISMO EL GATILLO . SE ABURRÍA CUANDO NO
MATABA Y POR ESO SE FUE DE CUBA A ANGOLA A BOLIVIA , DONDE PUDIERA
MATAR Y ASESINAR A SU ANTOJO . |
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