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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: nix-hipnos  (Mensaje original) Enviado: 02/10/2011 19:44

REPORTAJE: EN PORTADA - OPINIÓN

Tierra de redentores

ENRIQUE KRAUZE  01/10/2011

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El culto al caudillo y el mito revolucionario han dominado la historia de América Latina. Octavio Paz reivindicó su raíz democrática, y ahora, Mario Vargas Llosa es el líder intelectual y moral de aquellos que esperan el triunfo de la libertad. El autor de este texto interpreta la historia independiente y moderna del continente, habla del mito del hombre fuerte, del héroe providencial, y censura la revolución como el prestigio de una nueva aurora

No uno sino dos fantasmas recorren la historia independiente y moderna de América Latina: el culto al caudillo y el mito de la Revolución. Los pensadores liberales del siglo XIX abjuraron de ambos. En Facundo -su obra clásica sobre el telúrico caudillo Facundo Quiroga, "sombra terrible" de las pampas-, Sarmiento recreó al prototipo del poder personal en el siglo XIX latinoamericano, el dueño de vidas y haciendas, hombre de horca y cuchillo, símbolo de Barbarie opuesta a la Civilización. Publicada en 1845, aquella obra tuvo una brillante descendencia, primero en el Nostromo de Conrad y más tarde en una larga sucesión de novelas sobre dictadores: Tirano Banderas de Valle-Inclán, El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, Oficio de difuntos de Arturo Uslar Pietri,Yo, el Supremo de Augusto Roa Bastos y las dos antitéticas creaciones de García Márquez y Vargas Llosa: El otoño del Patriarca y La Fiesta del Chivo. Por lo que hace a la Revolución, a pesar del influjo romántico de la Revolución Francesa, en el siglo XIX el concepto se entendió como una ruptura ilegítima y violenta del orden legal. En ese mismo sentido lo emplea Conrad para describir a su turbulenta Costaguana: la Revolución como la otra vertiente de la Barbarie. Pero al despuntar el siglo XX, con el advenimiento de la Revolución mexicana y la bolchevique, una lenta trasmutación comenzó a operar en la realidad y la imaginación de nuestros países: la crítica del caudillo se transformó en culto al hombre fuerte, al héroe providencial; y la Revolución adquirió el prestigio de una nueva aurora de justicia para los pueblos.

 
 
 
 
 

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Octavio Paz pensó que la batalla central de América Latina era de ideas y debía librarse en el ámbito de la literatura

En la larga vigencia del culto heroico y el mito de la Revolución convergen dos autores clásicos: Thomas Carlyle y Carlos Marx. Al ensayista e historiador escocés se debe la idea de que la historia no tiene más sentido del que le confiere la biografía de los "Grandes Hombres", en particular la de los inspirados "héroes" políticos como Oliver Cromwell o el Doctor Francia, que prescindieron de las instituciones democráticas por considerarlas una parafernalia inútil. (Varios tiranos latinoamericanos como el venezolano Juan Vicente Gómez, a quien un reconocido historiador llamó "Hombre de Carlyle", siguieron ese libreto). A propósito de la Historia de la Revolución Francesa de Carlyle, Carlos Marx (que lo admiraba) escribió en 1850: "Le corresponde el crédito de haber combatido en la arena literaria a la burguesía... de una manera, por momentos, revolucionaria". El problema -agregaba Marx- es que "a sus ojos, la apoteosis de la Revolución se concentra en un solo individuo... Su culto a los héroes... equivale a una nueva religión". Pero también Marx creía que la apoteosis de la Revolución se concentraba en un solo protagonista

... colectivo: el proletariado, las masas. Y ese culto, con el tiempo, "equivalió" también a "una nueva religión". El siglo XX probó que las simpatías entre ambos pensadores eran mayores que sus diferencias: solo se requería la aparición de un héroe carlyleano que asumiera la Sagrada Escritura de Marx. Ese personaje fue Lenin, y tras él irrumpieron en la escena varios otros: "El Dios trascendente de los teólogos...", escribió Octavio Paz, "baja a la tierra y se vuelve 'proceso histórico'; a su vez, el 'proceso histórico' encarna en este o aquel líder: Stalin, Mao, Fidel".

La sacralización de la Historia en la persona de un héroe produce la figura política de los "redentores". En América Latina el proceso tuvo antecedentes populares en la guerra de independencia mexicana y en los movimientos mesiánicos de Brasil (que Vargas Llosa recreó en su clásica novela La guerra del fin del mundo), pero su versión moderna -a mi juicio- nace del agravio contra Estados Unidos a partir de la guerra de 1898. Todavía Martí, el último liberal del XIX, pudo soñar con una constelación de repúblicas americanas, orientadas al progreso y respetuosas entre sí. Pero las actitudes imperiales del "monstruo" en cuyas entrañas había vivido (y cuya democracia y dinamismo había admirado) terminaron por decepcionarlo. Con su muerte murió también el proyecto de una América homogénea e igualitaria. Había que imaginar y construir otra América, distinta y opuesta a la del Norte. Movido por ese agravio, el pensador uruguayo José Enrique Rodó publicó en 1900 un opúsculo que influyó en el destino político e intelectual de "Nuestra América". Se titulaba Ariel y postulaba un "choque de civilizaciones" entre la superior espiritualidad de Hispanoamérica y la "barbarie" materialista de Estados Unidos.

Conforme avanzó el siglo, las más diversas corrientes ideológicas (el nacionalismo, el anarquismo, el socialismo, el marxismo, el indigenismo y aun el fascismo) fueron deudoras, en diversa medida, del idealismo "arielista" y encarnaron en personajes con ideas o actitudes "redentoras", como las del mexicano José Vasconcelos (que quiso ser presidente para "salvar a México" y vio en América Latina la cuna de una "Raza Cósmica") o las más terrenales del peruano José Carlos Mariátegui (que profetizó la convergencia revolucionaria entre el marxismo y el indigenismo). Tras la guerra civil española, América Latina se escindió entre fascistas y socialistas (con poco espacio para los liberales) pero a ambas corrientes las vinculaba aquel resentido desprecio contra el yanqui. Hasta un personaje ajeno al universo de los libros como Eva Perón, la "santa de los descamisados", lo albergaba.

En 1959, cuando el Ariel seguía siendo lectura obligada en las escuelas del continente, una santísima dualidad de redentores apareció en el escenario y cumplió la profecía de Rodó: Fidel y el Che. Mi generación los veneró. Debido a ellos, la Revolución -palabra mágica, concepto histórico, promesa de redención social- volvía a adquirir, acrecentado, el viejo hechizo de la Revolución mexicana o rusa. Era fácil adoptarla: una pasión excitante, un libreto sencillo y una inmediata gratificación del narcisismo moral. Y era imposible evadirla: estaba en las aulas y los cafés, en las páginas literarias, los suplementos culturales y la oferta editorial. La filiación de izquierda había dejado sus ámbitos habituales de la primera mitad del siglo XX (los sindicatos, las infinitas sectas, los partidos subterráneos o proscritos) para refugiarse en el mundo de la cultura y la academia, donde se volvió hegemónica. Y como el neotomismo en tiempos coloniales, la doctrina marxista alcanzó el rango de canon irrefutable.

En el verano de 1968 estalló en México un movimiento estudiantil que, si bien tenía orígenes de izquierda, no se proponía una Revolución sino la apertura de espacios de libertad en un sistema cerrado y autoritario. Vacunándose contra una hipotética conjura comunista (que creía inminente), el 2 de octubre el Gobierno masacró a decenas de estudiantes en la plaza de Tlatelolco. Nunca olvidamos el agravio. Unos tomaron las armas y se incorporaron a la guerrilla urbana o rural, otros practicaron la guerrilla ideológica en la redacción de los periódicos y revistas o el trabajo editorial y académico. Otros más fueron activistas en organizaciones obreras y campesinas. Sin embargo, comparada con la radicalización armada de muchos países de América Latina, la mexicana fue relativamente débil. Tras el golpe de Estado en Chile, de Guatemala a la Patagonia, al menos dos generaciones de estudiantes y profesores universitarios quisieron emular al Che Guevara. Muchos perdieron la vida a manos de los feroces Gobiernos militares -algunos, como el argentino, verdaderamente genocidas- que aparecieron en la región.

A raíz de la matanza de Tlatelolco, Octavio Paz, nuestro poeta mayor, había renunciado a la Embajada de India. Sus jóvenes lectores esperábamos su regreso para encabezar un partido revolucionario de izquierda. Pero Paz pensó que la batalla central de América Latina era de ideas y debía librarse en el ámbito de la literatura. Por eso hizo algo insólito: hace exactamente 40 años, el 1 de octubre de 1971, fundó la revista Plural y en ella puso casa a la disidencia de izquierda en México y Latinoamérica.

Tener a Paz de vuelta era como tener cerca a Orwell, Camus o Koestler, los antiguos hechizados, los grandes desencantados de la Revolución. Paz hizo entre nosotros lo que los disidentes del Este (Kolakowski, Havel, Sajarov) hacían en sus países: criticar a la izquierda totalitaria real desde la izquierda democrática posible. Mi generación no lo entendió así, y lo atacó sin tregua. Paz venía de un periplo político que nos era casi desconocido. Aunque sabíamos algo de su participación en la guerra civil española, ignorábamos la historia de su paulatino desencanto con el régimen soviético. En 1971, a raíz del caso Padilla (reedición caribeña de los Procesos de Moscú, admirablemente recreada por Jorge Edwards en Persona non grata), varios escritores latinoamericanos y españoles (Vargas Llosa, Juan Goytisolo y el propio Paz, entre otros) marcaron sus distancias definitivas con Castro. Pero los universitarios radicales, armados o no, permanecieron por muchos años -y algunos por siempre- fieles a la Revolución y a su caudillo.

Para Paz, la lectura del Archipiélago Gulag en 1974 fue el punto de quiebre definitivo. Allí terminó por confrontar la naturaleza totalitaria del socialismo soviético y, para su sorpresa y sosiego, redescubrió el viejo ideario liberal del siglo XIX, el de su propio abuelo. Paz, en una palabra, se volvió plenamente demócrata. No era una hora temprana en su vida -cumplía 60 años- pero aún era tiempo para prevenir a los jóvenes latinoamericanos sobre los peligros del redentorismo político en el que convergían el culto al poder (ya sea del caudillo o del presidente omnímodo) y el mito de la Revolución: "La gran Diosa, la Amada eterna, la gran Puta de poetas y novelistas". No quisieron escucharlo. La querella de Paz con la izquierda continuó hasta su muerte, en abril de 1998. Incluyó polémicas, descalificaciones, insultos y hasta amenazas de muerte. En 1984 su efigie fue quemada por una turba a unas calles de su casa, frente a la Embajada de Estados Unidos en México, por haber cometido la herejía de pedir elecciones en Nicaragua.

Su trinchera fue la revista Vuelta, heredera de Plural, que apareció de diciembre de 1976 a septiembre de 1998 y circuló ampliamente por el mundo de habla hispana. (Tránsfuga de mi generación, lo acompañé en su aventura). Trinchera es la palabra exacta, porque Vuelta no se ocupaba académicamente de la historia política de América Latina: Vuelta quería cambiar esa historia. Por eso, en la arena de las ideas postulaba la democracia y combatía las lacras derivadas del culto al caudillo y el dogmatismo ideológico: el militarismo, el populismo, el presidencialismo, el estatismo, la guerrilla. Naturalmente, la revista fue prohibida lo mismo en la Argentina de Videla que en la Nicaragua de los sandinistas (no se diga en el Chile de Pinochet o en la Cuba castrista). Los principales escritores del idioma para quienes la libertad ha sido un valor supremo escribieron en sus páginas. En Vuelta, Mario Vargas Llosa publicó su estrujante reportaje sobre la Matanza de Uchuraccay (documento irrefutable contra el fanatismo guerrillero) y los principales ensayos de su travesía liberal. En Vuelta, Gabriel Zaid reveló la naturaleza elitista y universitaria (no campesina, ni obrera, ni espontánea, ni social) de las guerrillas salvadoreñas. En Vuelta, Guillermo Cabrera Infante explicó por qué el suicidio ha sido la ultima ratio de expresión política en la Cuba de Fidel.

En 1989 la batalla de las ideas parecía ganada. En París, con motivo de la recepción del Premio Tocqueville, Paz habló de dos "portentos de una nueva era que, quizás, amanece: ...el ocaso del mito revolucionario en el lugar mismo de su nacimiento... y el regreso a la democracia en América Latina". Tenía razón en recordar que el acta de fundación de los países iberoamericanos en las primeras décadas del siglo XIX había sido precisamente la democracia liberal -entendida en un sentido amplio, republicano y constitucional-. Parecía un milagro que todos los países de América Latina (salvo Cuba) estuviesen a punto de volver al origen democrático, pero el milagro fue real y muy pronto se consolidó. Significativamente, muchos detractores de la democracia (sin mayor explicación) se volvieron súbitos demócratas. No obstante, en 1994, la Historia -ese teatro sorprendente- puso en escena una nueva representación revolucionaria: una rebelión indígena vagamente inspirada en las ideas de Mariátegui. Ocurría al sur de México, en el Estado de Chiapas. La encabezaba un sacerdote que profesaba la "Teología de la liberación" (el obispo Samuel Ruiz) y un guerrillero enmascarado (el subcomandante Marcos) que, emulando al Che, fumaba pipa, recetaba medicinas y escribía cuentos. Ante esta resurrección, Paz entró en un estado de perplejidad y así murió.

El Réquiem por la Revolución había sido prematuro. La tensión entre Revolución y Democracia seguía desgarrando a América Latina. Mientras la democracia se consolidaba, el posmarxismo seguía imperando en no pocas universidades del continente (y hasta en algunas norteamericanas). Y a principios del siglo XXI, en Venezuela, el mito revolucionario reencarnó en un esperpento político extraído de Valle-Inclán. En su discurso inaugural, Chávez vituperó a la "maloliente" democracia y en su desempeño -como dicta Carlyle- buscaría reducir la historia venezolana a su biografía personal. Marx había escrito: "Todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces... una vez como tragedia y la otra como farsa". Chávez, es cierto, sería una caricatura de Fidel, pero una caricatura con cientos de billones de petrodólares en la cartera y un carisma diabólico: un caudillo posmoderno, un redentor por Twitter.

Como tragedia y como farsa, los fantasmas redentores del poder y el dogma siguen rondando la vida latinoamericana. Ningún empeño por exorcizarlos se compara al de Mario Vargas Llosa. Su liderazgo intelectual y moral ha sido indiscutible. En sus obras, como expresó el comité que le otorgó en 2010 el Premio Nobel, Vargas Llosa ha construido una "cartografía de las estructuras de poder y el reflejo de éstas en la resistencia del individuo, en su rebelión y su derrota". Su tema central -su obsesión, su misión- ha sido la minuciosa y apasionada crítica de ese poder: el poder de los fanatismos de la identidad (racial, nacional, ideológica, religiosa) y el poder de los dictadores militares o revolucionarios, los "Chivos" del continente, a quienes detesta por razones casi genéticas. En ese sentido, su trayectoria contrasta con la de Gabriel García Márquez, el otro gran novelista latinoamericano en cuya obra no es difícil advertir una marcada veneración por el hombre fuerte a partir de la cual se comprende su prolongado servicio a la Revolución cubana y a su amigo, el redentor inmortal.

El mesianismo político latinoamericano nació en 1898 en Cuba, cristalizó en Cuba en 1959, y definirá su destino en Cuba, en un futuro cercano. El hechizo de la Revolución fue tan grande como lo es ahora el desencanto y la pesadumbre de las generaciones sacrificadas en el altar de un caudillo vitalicio. Ojalá llegue la hora de la reconstrucción y la reconciliación, la hora de la libertad: obra de demócratas, no de redentores.

 

Enrique Krauze (Ciudad de México, 1947) publicará el próximo día 6 Redentores. Ideas y poder en América Latina (Debate). Es director de la revista Letras Libres, cuya edición española celebra diez años, con actos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, del 5 al 7 de octubre. Enrique Krauze conversará allí con Mario Vargas Llosa (viernes, 7, a las 19.30). www.enriquekrauze.com



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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: nix-hipnos Enviado: 03/10/2011 15:59

Nix Hipnos quiere debatir y la hace a través de un artículo del Ing. Enrique 
Krauze. Estar cerca de Octavio Paz y poner un despacho para ponerle nombre a 
las investigaciones que hacen historiadores contratados en Clío, no da 
autoridad moral a un empresario que es un *historiador* sui generis. 

Yo he respondido con claridad que hablar de *mesías* y ahora de *redentores*es una operación que intenta tocar las profundidades inquisitoriales de 
Krauze al herejizar intolerantemente a quiénes tienen una visión diferente a 
la pobredumbre política que nos presenta este personaje. 

Leer a un verdadero especialista en ciencia política y sociología es mucho 
mejor. 

Gracias a GBN. 

Bueno sobre lo de Mesias y Redentores. aveces me parece que tu actitud en este tema no es muy clara porque en un post de Tapatios.com  pusiste esta imagen:

Precisamente de Giordano Bruno "martir de la ciencia" o de "la libertad" o de... lo que quieras. (por cierto que oscuro deseo encierra tu nickname no deseas ser Mesías ni Redentor pero eres martir de la libertad de expresion).

MUY interesante por cierto   el link, aunque este post lo dedique al 02/10/68. 

Tambien me extraña que aunque has mencionado a Eco en algunos de tus artículos de Dos cabezas no recuperes esos artícilos de la recopilación "A Paso de Cangrejo" y tu mismo no puedas adoptar una actitud inquisitorial contra lo que no te parece. 

Si has leido el libro recuerda el artículo relacionado a: "Coma mierda, millones de moscas no pueden estar equivocadas". 

Aqui todos se pueden sentar en la Silla de Torquemada o traer el bonete de penitenciario. 

Saludines...

Santa María Asiento de la Sabiduría. 



Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: nix-hipnos Enviado: 03/10/2011 16:14
Por ultimo. 
¿cual es entonces la meta de MORENA, de la Izquierda, de GBN? 
¿Tienen meta o camino?
¿la felicidad?
¿el cambio?
Y si el cambio no resulta, no argumentaran que el fracaso es culpa de los oscuros intereses, de Salinas, o llegaremos al grado de culpar al Esteasia o de Euroasia?.

Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: nix-hipnos Enviado: 04/10/2011 03:04
GBN comenta: Su meta es gobernar el país en el 2012, realizar un cambio 
ordenado de gobierno, democrático por medio del procesos electoral pacífico. 
En una sociedad como la mexicana, desde luego existen intereses. Te haría 
una serie de preguntas también: 

¿Crees que no existen intereses de una élite que gobierna el país 
posicionados desde el régimen de Salinas De Gortari? 

¿Por qué el fracaso de las políticas neoliberales terminaron en las peores 
consecuencias para la mayoría y el beneficio de una minoría? ¿Esto es 
natural y designio divino? 

¿Crees que el desenlace de los dos gobiernos panistas ha sido la 
construcción de un Régimen democrático en México? 

¿Cuál crees tu que es el papel o la función del Estado? 

 
Me parece interesante que el objetivo de  MORENA se ha llegar al poder en 2012, si es así me surgen dos cuestiones: ¿si lo queria como partido politico o como organizacion independiente al partido y la otra despues del 2012 MORENA desaparecera? 
 
Obviamente quizas aqui se nos escapa la vision del estadista o del futuro Fidel. 
 
 
¿Crees que no existen intereses de una élite que gobierna el país 
posicionados desde el régimen de Salinas De Gortari? 
 
Y si respondo que si, lo consecuente es que conspiren durante el 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023, 2024.... 2035 (y ahi le paró seguramente por esa epoca ya me mori, pero los hijos de los hijos seguiran disfrutando de AMLO que como buen lider del pueblo gozará de excelente salud por encima de la poblacion) 2036, 2037, 2038...
 
¿Por qué el fracaso de las políticas neoliberales terminaron en las peores 
consecuencias para la mayoría y el beneficio de una minoría?
 
No creas que no se me escapa eso de los talibanes del neoliberalismo el tal David Paramo es uno de ellos pero los heroicos liberales de 1857 tambien lo eran, y terminaron el ma Mexican Revolution y luego los.... 

 

Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: nix-hipnos Enviado: 04/10/2011 04:06

¿Esto es 
natural y designio divino? 

¿Natural? yo sabía que las acciones de los hombres no son naturales, naturales los pajaritos, las vacas, los chanchitos, je. Los actos naturales de los hombres son comer, tomar agua. Y tampoco son designos divinos, segun mis clases de sociales son actos sociales. 


¿Crees que el desenlace de los dos gobiernos panistas ha sido la 
construcción de un Régimen democrático en México? 

Yo creo que si


¿Cuál crees tu que es el papel o la función del Estado? 

Cobrar impuestos, vigilar, mantener las calles limpias, evitar que nos matemos unos a otros. 

rector de la economia, bueno como a mi me dijeron que la historia era la maestra de la vida




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