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General: LA LEYENDA DE ARTABAN
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: pecosita  (Mensaje original) Enviado: 03/01/2012 03:02

 Como cada año

 se espera la llegada

de los tres Reyes Magos
 para la madrugada
de este 6 de enero.
 
Cuenta la tradición
que los reyes viajaron
desde el lejano oriente guiados
 por una estrella
 y cargados con regalos
 para ofrecer al Mesías que nacería
 en Belén.
 

Melchor

 Gaspar

y Baltasar,

 llegaron a tiempo al pesebre

 donde nació Jesús

 y entregaron los regalos que traían

para adorarlo:

 Oro, incienso y mirra.

Sin embargo,

 pocos saben que en realidad

 eran cuatro los reyes magos

 que debieron haber llegado

 aquella noche a Belén

 pero, ¿Qué pasó con el

 cuarto rey mago?

Artabán

 era el nombre del rey

 que jamás conoció a Jesús.

Su historia se encuentra

 en algunos textos antiguos

 que dan cuenta del largo camino

 que recorrió

 buscando a Jesús

 para entregarle

el regalo que debió haberle

obsequiado la noche

 en que nació.

Artabán junto con

 Melchor, Gaspar y Baltasar,

 habían hecho planes para reunirse

en Borsippa,

 una antigua

 ciudad de Mesopotamia

 desde donde iniciarían el viaje

que les llevaría hasta Belén

 para adorar al Mesías.

 

El cuarto rey mago

 llevaba consigo

 una gran cantidad

de piedras preciosas

para ofrecer a Jesús,

 

 pero cuando viajaba hacia el punto

de reunión encontró

en su camino a un anciano enfermo,

 cansado y sin dinero.

 Artabán se vio envuelto

 en un dilema

 por ayudar a este hombre

o continuar su camino

para encontrarse

con los otros reyes.

 

 De quedarse con el anciano,

seguro perdería tiempo

y los otros reyes le abandonarían.

 Obedeciendo a su noble corazón,

decidió ayudar a aquel anciano.

 

El tiempo había pasado

y en el punto

 de reunión

 no encontró más a sus tres

compañeros

 de viaje.

Decidido a cumplir su

misión,

 emprendió un largo camino

sin descanso hasta Belén

para adorar al niño,

 pero al llegar,

Jesús había nacido

 y José y María

estaban rumbo a Egipto,

 escapando a la matanza ordenada

 por Herodes.

Artabán emprendió

entonces un viaje

en el que,

 por donde quiera que pasaba,

 la gente pedía su auxilio, y él,

 atendiendo siempre

 a su noble corazón,

 ayudaba sin detenerse a pensar

 que el obsequio

 de piedras preciosas

 que cargaba, poco a poco

se reducía sin remedio.

 

En su andar,

 Artabán se preguntaba:

 ¿Qué podía hacer si

la gente le suplicaba

 por ayuda?

 ¿Cómo podría negarle ayuda

a quien la necesitaba?

Así pasaron los años

y en su larga tarea

por encontrar a Jesús ayudaba

a toda la gente que se lo solicitaba.

Treinta y tres años

después el viejo y cansado Artabán

llegó por fin a donde los rumores

le habían llevado en su larga

búsqueda por Jesús.

La gente se reunía en torno

al monte Gólgota

para ver la crucifixión

 de un hombre que,

 decían, era el Mesías enviado por Dios

para salvar las almas de los hombres.

 Artabán no tenía duda en su corazón,

 aquel hombre era quién había

estado buscando

durante todos esos años.

Con un rubí en su bolsa y dispuesto

 a entregarla joya

pese a cualquier cosa,

Artabán encaminó sus pasos

hacia aquel monte, sin embargo,

justo frente a él apareció

 una mujer que

era llevada a la fuerza

 para ser vendida

como esclava para pagar las deudas

de su padre.

 Artabán la liberó a cambio

 de la última piedra

que le quedaba de su basto tesoro.

Triste y desconsolado,

 nuestro cuarto rey mago

se sentó junto al pórtico

 de una casa vieja.

En aquel momento, la tierra tembló

de forma brusca y una enorme

 piedra golpeo

 la cabeza de Artabán.

 El temblor aquel anunciaba

la muerte de Jesús en la Cruz.

Moribundo y con sus últimas fuerzas,

 el cuarto rey imploró perdón

 por no haber podido cumplir

con su misión

 de adorar al Mesías.

 En ese momento,

 la voz de Jesús se escuchó

con fuerza:

Tuve hambre y me diste de comer,

 tuve sed y me diste de beber,

 estuve desnudo y me vestiste,

estuve enfermo y me curaste,

me hicieron prisionero y me liberaste.

 Artabán, agotado,

 preguntó:

 ¿Cuándo hice yo esas cosas?

Y justo en el momento en que moría

 la voz de

Jesús le dijo:

 Todo lo que hiciste

 por los demás,

 lo has hecho por mí,

 pero hoy estarás conmigo

en el reino de los cielos.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


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