El vocablo "democracia" es sinónimo de libertad. Muchos piensan que democracia o libertad es la oportunidad para hacer lo malo o lo que nos venga en gana.
Algunos creen que en un país hay democracia cuando hay libertad para la pornografía, para toda clase de sectas ocultas o religiones esotéricas que pervierten la mente, para el consumo de drogas, para el homosexualismo o lesbianismo. Pero eso no es democracia, eso en realidad es un libertinaje que pervierte a los pueblos y a las personas.
La verdadera democracia es tener la libertad de practicar el bien, servir a Dios y también al prójimo.
Por eso la libertad es una doble bendición: nos da el poder de rechazar lo que está mal, lo pernicioso y negativo y, por otro lado, nos da el poder para practicar, afirmar y apoyar el bien que nos beneficie a todos.
Este mismo principio llevemoslo a nuestra vida espiritual y pensemos en la libertad no solo como la liberación de algún hábito o temor, sino como nuestro acceso a un mundo de maravillosas bendiciones.
Si tenemos libertad para abandonar la actitud negativa, también tenemos la libertad para disfrutar y participar de la vida abundante que Dios nos da a través de Su Hijo Jesucristo. Libertad no es sólo el derecho a salir de una cárcel, cualquiera esta fuere, sino que también es vivir en plenitud para la gloria de Dios.