Hay una historia real que ocurrió en 1829: Un hombre de Filadelfia (EE.UU.) cuyas siglas eran J. W., fue juzgado por homicidio. Al ser hallado culpable, fue condenado a muerte.
Y obtuvo la gracia (el perdón) de parte del presidente Jackson, pero este hombre la rehusó, y el magistrado no quiso aplicar la sentencia, pues ¿Cómo podría hacer morir a un hombre indultado?
Entonces se recurrió al presidente Jackson, quien, a su vez, se dirigió a la Corte Suprema. Y la respuesta del presidente de esa Corte fue la siguiente: «Una gracia sólo tiene valor si la persona en cuestión la acepta. Difícilmente se puede suponer que una persona bajo sentencia de muerte pueda rehusar esa gracia, pero si lo hace, ya no hay más gracia. Por lo tanto J. W. debe cumplir su condena».
Y este hombre fue ejecutado mientras su mandato de gracia se hallaba aún sobre el escritorio del magistrado.
Ahora, si reflexionamos en esta historia auténtica, tendría que hacernos pensar en el peligro de rehusar la gracia de Dios. Porque podemos nosotros mismos “perder la salvación” que Dios tiene para nosotros.
No perderla en el sentido que Dios “te la quita”, porque lo que Dios da, ya no lo quita, pero sí podemos rehusar esa “gracia de la salvación”, y seríamos nosotros mismos los que “la estaríamos perdiendo”.
La Palabra de Dios dice que Palabra somos salvos por “gracia”, por medio de la fe y no por obras, para que nadie se gloríe”. (Ef. 2:8).
¿Por qué digo esto?? Porque cuando ves un cristiano que cree que su salvación es por sus obras y sus esfuerzos (y los hay, te lo aseguro, aunque no lo dicen con la palabra, porque ya han aprendido ese versículo en el mundo evangélico). Y digo, cuando ves un cristiano así…¿no está rechazando la gracia de Dios??... ¿No estará perdiendo esa salvación que Dios le regala?.
Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos>>. (Heb.12:25).
Publicado por el pastor : JOSE ROBERTO