De repente sentí un golpe seco de algo o alguien que provocó mi caída. Lo único que pude ver fueron tres pares de alas rodeándome. Al fijarme en ellas vi que unas eran negras y otras blancas, era él, otra vez él. Sus alas formaron como una cúpula a mi alrededor, un refugio contra la cegadora luz que me habia atacado derrepente al despertar. No pude hacer más que acurrucarme bajo sus alas agradecida, me había salvado la vida. Alcé la mirada y me encontré con la suya mirándome fijamente, se la mantuve, no aparté mis ojos de los suyos...

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