* En las faldas del Santuario Greco, los rayos del sol brindan su ultimo esplendor entre la tenue luz amarilla y el intenso rojo que abraza con calidez las aldeas cercanas al temple, la aparente tranquilidad es perturbada por el sonido abrupto de un golpeteo metálico contra el suelo, la silueta de un ser que emerge en medio de la oscuridad de la entrebarrera que con desesperación intenta sostenerse de las paredes cercanas a la claridad, jadeando, lucha por normalizar su respiración mientras por su frente resbalan gotas de sudor que demuestran su fatiga, su cuerpo es acorazado por un color extraño mismo que se asemeja a las perlas del infierno; en ese momento y tras las espaldas de aquel sujeto infernal, un color ambarino ilumina poco a poco el callejón, de manera siniestra, se divisan dos orbes destilando un tono rubí muy denso como si el flujo de la sangre escurriera de ahí, acto seguido entre el juego de luz y sombras se dibuja una sonrisa retorcida en el rostro del ser que manteniendo su incógnita va caminando hacia su presa, con cada paso la presencia de un cosmos emerge y acrecenté, el golpeteo de sus pasos enmudece por completo dando pausa a un segundo de la letal amenaza, de entre claridad que se percibe un haz de tono escarlata ascendiendo por encima de la espalda del antagonista - Es increíble que semejante basura se cuele a estas alturas del Santuario, ¡mju!, escoria nadamas... pero siéntete útil, no eres mas que un trofeo - sentenciado a su victima, el fulgor escarlata se intensifica a tal grado de emanar un ataque soberbio y a quema ropa por la corta distancia de su objetivo, al segundo dos destellos escarlatas casi invisibles se desprende a la velocidad de la luz del dedo índice de aquel ser desconocido dirigiéndose hacia la espalda y nuca del espectro para someterle un dolor agudo e incomparable con la intención de dejarlo trastornado u matarlo *