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CULTURAS PRECOLOMBINAS: HISTORIA PRECOLOMBINA DE ARGENTINA
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De: FLAQUIS  (Mensaje original) Enviado: 07/08/2011 08:31
 

Cueva de las Manos en la Patagonia Argentina

 

Prehistoria argentina

Poblamiento

 

Cueva de las Manos, Río Pinturas, Santa Cruz, Argentina, 7.300 a. C. El arte más antiguo de Sudamérica

 

Los primeros seres humanos que arribaron al actual territorio argentino parecen haber llegado por el extremo sur de la Patagonia provenientes de lo que hoy es Chile.

 Los restos más antiguos de la presencia humana se encuentran en Piedra Museo (Santa Cruz) y se remontan al 11.000 años adC.

Junto con los yacimientos de Monte Verde (Chile) y Pedra Furada (Brasil) constituyen, hasta el momento, los sitios de poblamiento más antiguos hallados en Sudamérica.

 Estos yacimientos sustentan la teoría del poblamiento temprano de América (pre-Clovis). Otro antiguo asentamiento fue ubicado en Los Toldos, también en la provincia de (Santa Cruz), con restos que datan de 9.500 años adC.

 

Estos primeros habitantes del territorio argentino se dedicaban a la caza de milodones, (mamífero parecido a un gran oso con cabeza de camello, ya extinguido) e hippidions (caballos sudamericanos que desaparecieron hace 8.000 años), además de guanacos, llamas y ñandúes.

 

Cerca de allí, también es posible ver las pinturas de manos y guanacos estampadas 7.300 años adC en la Cueva de las Manos (Río Pinturas, Santa Cruz). Se trata de una de las expresiones artísticas más antiguas de los pueblos sudamericanos y ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

 

Para el año 9.000 a. C. ya había comenzado el poblamiento de la pampa, en tanto que la zona del noroeste del país comenzó a ser habitada hacia el año 7.000 años adC.

 

Zonas culturales

Distribución aproximada de lenguas en el extremo meridional de Sudamérica en tiempos de la Conquista.

Los pueblos aborígenes argentinos se dividieron en tres grandes grupos culturales:

 

 

 

Tastil, en el norte, fue la ciudad precolombina más grande ubicada en el actual territorio argentino, con una población de 3.000 habitantes.

 

En los siglos XIV y XV el Imperio incaico conquistó parte de la actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán (su extremo oeste), La Rioja, San Juan, el noroeste de Mendoza y posiblemente el norte de Santiago del Estero, incorporando sus territorios al Collasuyo que era la parte sur del Tahuantinsuyo o regiones del Imperio incaico.

 

 Tradicionalmente se atribuye la conquista al inca Túpac Yupanqui.

 

 Varios señoríos de la región, como los omaguacas, los atacamas, los huarpes, los diaguitas y otros, intentaron resistir pero los incas lograron dominarlos, trasladando a sus territorios a los mitimaes o colonos deportados de las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el suroeste del actual territorio boliviano.

Otros, como los sanavirones, los lule-toconoté y los comechingones resistieron exitosamente la invasión incaica y se mantuvieron como señoríos independientes.

 

Crearon centros agrícolas y textiles, asentamientos (collcas y tambos), caminos (el "camino del inca"), fortalezas (pucarás) y santuarios de alta montaña. Algunos de los principales son el pucará de Tilcara, la tambería del Inca, el pucará de Aconquija, el santuario de Llullaillaco, el shincal de Londres y las ruinas de Quilmes.

 

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De: FLAQUIS Enviado: 07/08/2011 08:05

Cueva de las Manos en la Patagonia Argentina

 

Las artes precolombinas en el actual territorio de Argentina

Aunque carente de las espectacularidades arquitectónicas que se evidencian en Mesoamérica y en la Región Andina Central (Altiplano boliviano, costas y Andes peruanos, costas y Andes ecuatorianos) o incluso en la Región Intermedia (zonas montanas de Colombia, Venezuela y Panamá), el conjunto de las artes indígenas precolombinas en el territorio que actualmente corresponde a Argentina es siempre interesante aunque difícil de encuadrar.


Y la dificultad de encuadrar las artes precolombinas en el territorio argentino obedece precisamente (como primer factor) a la extensión de tal territorio (en América casi 3.000.000 de km²), con una extraordinaria variedad ecológica, extraordinaria variedad que forzosamente se trasunta en las expresiones culturales, en especial en las estéticas.


Más aún, la extensión territorial hizo que diversas corrientes culturales se dieran paralelamente– sincrónicamente– (y muchas veces interrelacionadas) o ya sea diacrónicamente.


En todo caso, un modo de sistematizar (aunque con forzosas esquematizaciones) a las áreas artísticas precolombinas de este país es el señalar a la región del NOA como el área con más fuertes influjos andidos, a la del NEA como el área con más fuertes influjos amazonidos, por su parte la región central (provincia de Córdoba y este sur de Santiago del Estero, así como la provincia de San Luis) presentan, como todo el Cuyo las evidencias de influjos andidos aunque fuertemente diluidos, casi evanescentes hasta el punto que aparecen estilos singulares.

 

 En todo caso se debe considerar en todas estas áreas precitadas la existencia ya hacia el siglo X de culturas basadas en la agricultura lo cual determinó incipiencias de civilización y el desarrollo de pequeños núcleos urbanos, la existencia de una agricultura e incluso una ganadería (de auquénidos) sería también un factor determinante en la expresión artística de dichas zonas.

 

 Por otra parte la mayor parte del territorio, que siempre hasta la irrupción europea en el siglo XVI estuvo difusamente poblado por etnias trashumantes que practicaban un modo de producción cazador recolector.

 

 Las etnias con menor desarrollo tecnológico que habitaban las regiones del Gran Chaco, la región Pampeana, la Mesopotamia Argentina, la Patagonia y la Región Fueguina si es cierto que han dejado cuantitativamente menos relictos, llegan a tener momentos y puntos en los cuales se destacan culturalmente, ejemplo de ello es la Cueva de las Manos ubicada en el centro-oeste de la provincia de Santa Cruz, tal cueva es un "alero" exornado por gran cantidad de pinturas rupestres entre las que más llaman la atención las miriadas de huellas en "negativo" de manos logradas generalmente mediante una antigua aerografía y un esgrafiado, la mencionada cueva como otras próximas menos conocidas (entre estas un conjunto denominado "Cuevas de Altamira" que no debe confundirse con el homónimo de España) es una de las expresiones artísticas perdurables más antiguas de América, los fechados más antiguos se remontan a ca. 13.000 años antes del presente (aP) aunque los motivos representados más característicos surgen hace nada menos que hacia el 9.350 aP. Se supone que el pueblo que produjo tal arte es el directo antecedente de los ahoniken ("patagones" o "tehuelches" en todo caso, sea cual sea el nombre que se les da, ellos se han llamado tsonk, siendo los ahoniken los que habitaban aproximadamente al sur del paralelo 42°S hasta el Estrecho de Magallanes).

 

En tal dilatado período resulta casi obvio que se produjeran modificaciones estilístcas: si las pinturas parietales de manos datan de hace más de 5.000 años luego, paulatinamente, van apareciendo estilizadas figuraciones:las que representan la caza (muy ritualizada del guanaco y del choique).

¿Qué han expresado los artistas en estas cuevas? En primer lugar la impresión de las manos en la roca parece (como se encuentra en otras partes de nuestro planeta) el intento de buscar dejar algo de sí que se mantenga perenne, una rito mágico de imortalización, aunque esto no excluye otra intención: la de buscar la unión mística con la tierra y, por tal unión, la providencia aportada desde la Tierra.

 

En cuanto a las escenas de caza (en las cuales los guanacos aparecen estilizadamente dibujados) parecen haber sido parte de rituales de magia simpática para obtener una constante fuente de proteínas (téngase en cuenta que entre los aborígenes americanos el acto de la caza generalmente ha sido planteado como un acto sacrificial en el cual el animal es una suerte de "hermano" que ofrece su vida para el sustento humano, de modo que la representación de los animales suele implicar un respeto hacia ellos).

 

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De: FLAQUIS Enviado: 07/08/2011 08:10

Cueva de las Manos en la Patagonia Argentina

 

Pero entre las etnias trashumantes los elementos de soporte para las artes han sido lábiles, pocos rastros se encuentran de la Antigüedad sino es cuando el arte es parietal, rupestre: en este caso el sólido soporte de la piedra nos ha dejado sus hermosos (muy sublimados) testimonios.

 

Podemos suponer que muchas de las otras expresiones artísticas de estas etnias pampidas perduraban como tradiciones vivas hasta inicios del siglo XX, por ejemplo los "quillangos" y "quillapys" (mantos de cueros y pieles) que muchas veces solían estar "estampados" con "grecas", "estrellas", "espirales", "cruces" en su parte interna, nuevamente aquí la "dimensión" de lo sacro: estos motivos, lo mismo que los adornos corporales solían ser símbolos investidos de alguna significación mística, es decir, algo más que lo decorativo como fin en sí mismo.

 

Y lo mismo puede decirse de los "tatuajes" y las diversas formas de "body-art", tales como el extraordinario "body painting" que señalaba el hain o ritual de la iniciación, de ingreso a la adultez entre los shelknam ("onas") en el centro y norte de la isla de Tierra del Fuego.


Al oeste del área cultural pampida y al sur del área cultural netamente andida se desarrollaron y desarrollan las artes de los mapuche, éstas – aparte de su propia creatividad– reflejan aún influjos procedentes del norte (andidos) e influjos procedentes del sur y del este (pampidos), del este se ha dado también un influjo huarpido pero aún hoy es difícil distinguirle taxativamente de los influjos culturales (y artísticos) andidos y pampidos.

 

Entre los mapuche se ha desarrollado una interesante cerámica, una muy interesante industria-arte textil (aquí también quillangos, y ponchos, vinchas, fajas, matras) de una variada policromía armoniosamente dispuesta en los motivos tejidos o bordados, también han logrado cierta caracterización los mapuche por su arte lítica (por ejemplo hachas rituales como las toki) o por la metalurgia, en especial la sobria aunque atractiva platería que suele adornar a las mujeres, como se hace notar en los prendedores llamados tupo o tupu, pendientes (chaway), aros (üpül'l), sujetadores colgantes de las capas (chamales) como el kill akucha, el adorno pectoral – también de plata– llamado trapelakucha o el tocado de cuentas usado por las mujeres llamado tapahue.


Los huarpe (probablemente directos herederos de la antiquísima cultura de Ansilta que sorprendentemente se extendió entre el 1800 a. C. y el 500 d. C.) desde el 500 d. C. presentan más influjos procedentes de la Región Andina Central y han llegado a llamar la atención por su cestería de trama muy fina, hasta el punto de lograr cestas impermeables con las cuales se trasportaba el agua, nuevamente cabe resaltar: hasta el arte precolombino aparentemente más pragmático, más utilitario, siempre ha sido relacionado con lo sagrado...las cestas huarpes tenían su cierta sacralidad en cuanto que eran portadoras del agua, es decir de –nada menos– la vida en extensas travesías a menudo áridas.

 

Otro rasgo cultural llamativo de los huarpes que puede incluirse a un tiempo entre la industria y el arte (poco separables en estas culturas) ha sido la construcción de embarcaciones usando una técnica de cestería muy semejante a los caballitos de totora en las Lagunas de Guanacache, también son atribuibles a los huárpidos algunas de las curiosas pictografías que se encuentran en las paredes rocosas de Talampaya.


En las Sierras de Córdoba y de San Luis se desarrolló una curiosa cultura (de las llamadas por los evolucionistas etnocéntricos: civilizadas): la de los henia-kamiare (luego "bautizada" comechingón), se trataba de una población con importantes linajes huárpidos aunque bastante diferenciada de los huarpe propiamente dichos, los comechingones quizás tengan sus remotos antecedentes en la cultura Ayampitín de hace más de 7.000 aP, sin embargo de fecha tan remota apenas quedan (como en toda América y...todo el planeta) apenas rudimentarios vestigios, una industria-arte principalmente lítica rudimentaria aunque en su sencillez, interesante – en gran medida, siguiendo los criterios de Benjamin por lo aurático que posee: por esa "aura" sugestiva que la antigüedad y lo enigmático aportan al objeto– aunque recién hacia el siglo V de la era común comienza a desplegarse, claro, un arte "comechingón", este arte revela influjos procedentes de los Andes Centrales a través de la étapa del Noroeste Argentino.

 

Por los relatos de los cronistas y por los estudios arqueológicos se sabe que el pueblo "comechingón" desarrolló su característica arquitectura de casas comunales semisubterráneas de paredes de piedra, también se sabe que eran muy dados a los adornos (presumiblemente incluyendo un elemento religioso y otro fetichista: las mujeres se adornaban con collares multicolores de metal, piedras semipreciosas y, especialmente, conchas de caracoles; los hombres se adornaban principalmente con chaquiras de plata o cobre en formas alargadas, también (como muchas otras etnias) era frecuente la pintura (ritual) del cuerpo.

Sin embargo, hasta el presente, lo que más llama la atención del arte "comechingón" son sus glifos y pictografías, tales como las que se encuentran en Cerro Colorado y Ongamira (Córdoba), Para Yacu (en la zona de Santiago del Estero fronteriza con Córdoba) o las que se encuentran en la cueva de Inti Huasi en el centro norte de San Luis (el nombre quechua de la cueva sanluiseña es posterior a la Conquista española, del periodo de dominación hispánica en el cual dentro de las jurisdicciones del Tucumán y el Cuyo fue lengua general el quechua).

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De: FLAQUIS Enviado: 07/08/2011 08:13

Cueva de las Manos en la Patagonia Argentina

 

En estas cuevas, usadas con fines religiosos – al parecer "mistéricos" – se encuentra un singular arte rupestre, bastante diferente del ya observado en la Cueva de las Manos, en las cuevas de los "comechingones" lo que predomina es la abstracción, con abundantes grafos y símbolos de los cuales actualmente solo se puede hipotetizar su significado, algunas pictografías son algo menos abstractas y presentan a siluetas de individuos portando lo que parecen tocados de plumas e incluso de cuerno o algo semejante, tales pinturas parecen representar a los chamanes, sin embargo más llaman la atención los grafos y glifos que recuerdan a letras y, más precisamente, a runas; tal semejanza, así como la represntación de naves que (por la silueta) parecen drakkars y hombres a caballo ha dado lugar a hipótesis aventuradas tales como la de suponerles un origen vikingo, la representación de hombres a caballos sin embargo es (según las dataciones) precisamente la de los conquistadores españoles, es decir, muchas de estas pinturas están representando precisamente el fin del llamado arte "precolombino", arte que luego se continuará en una nueva síntesis.


Del arte "comechingón" "precolombino" también corresponde señalar las estatuillas de cerámica y piedra que representan a sujetos de los dos sexos, estatuillas que parecen haber estado relacionadas con un culto a la fertilidad: se destacan las nalgas y los senos de las mujeres y los genitales de los varones, son estatuillas de elaboración adusta y, en cierto modo "expresionistas" como las que se han encontrado en los yacimientos del dique Los Molinos.

 

En la región pampeana se encuentran vestigios datables en ca 9.000 años aC, tales vestigios son puntas de flechas y las características piedras redondeadas para confeccionar "bolas perdidas" y luego boleadoras, desde un cierto punto de vista tales elementos pueden no ser considerados arte sino "simples" artefactos utilitarios, sin embargo en el ámbito del territorio que actualmente es Argentina y pensando en términos de esas épocas, siempre conviene considerar el casi indisociable nexo objeto utilitario-arte e, incluso, religión. En el extremo noreste de la región mesopotámica se encuentran hachas líticas circulares que parecen haber tenido precisamente esa triple función.


A lo largo de los grandes ríos se encuentran ocasionalmente enterramientos con grandes urnas o restos de canoas monóxilas, pero las cerámicas de menores dimensiones, los objetos de hueso, madera, los textiles y las cesterías antiguos resultan casi inhallables precisamente por las condiciones deteriorantes que sufrieron. Sin embargo, puede darnos alguna idea de las artes precolombinas las artes (vulgarmente catalogadas como "artesanías) "menores" que aún realizan los descendientes de etnias como la wichí o la qom'lek ("toba"): los wichis se destacan por sus tallas en maderas muy duras (quebracho, palo santo) y el tejido de atractivas alforjas "chuspas" o "yiskas" en base a la fibra del chaguar; las tallas en madera dura son frecuentemente representaciones de animales, tales representaciones conllevan fuertes estilizaciones en las cuales predominan los volúmenes facetados.

 

En cuanto a los qom'lek también suelen representar en pequeñas esculturas (valga la palabra escultura aquí, pese a que se trata técnicamente de cerámica) los animales autóctonos (y posteriormente los alóctonos) aunque predomina la cerámica horneada (no al punto de terracota) de matices castaño claros luego pintada con pigmentos marrones, blancos, rojizos y negros.


En el área de transición entre el Gran Chaco y las cordilleras preandinas y andinas se nota también el antiguo contacto cultural (muchas veces violento) entre etnias pampidas, amazonidas y andidas.

 

En el interfluvio de los ríos Dulce y Salado del Norte aunque no existen huellas de ninguna ciudad precolombina edificada con rocas u otros elementos perdurables si se encuentran bastantes cerámicas que revelan el fuerte influjo procedente de las culturas del NOA (en ocasiones es difícil distinguir si se trata de cerámicas precolombinas moldeadas in situ o si se trata de cerámicas obtenidas del NOA a través de las antiguas rutas comerciales), al pie de la yunga especialmente en el chaco salteño se encuentran interesantes máscaras labradas en palma que representan a diversos grandes animales (yaguares, pecaríes, tapires etc.), tales máscaras evocaban a los "espíritus" de los animales y eran utilizadas ceremonialmente, su talla suele ser sencilla, limpia: con pocos rasgos se puede identificar fácilmente al ser representado.

 

En esa misma zona, y especialmente por parte de los chorotís y de la parcialidad arawak de los chané se destacan los "sapos" que, por magia simpática, sirven para impetrar o atraer a la lluvia durante las prolongadas sequías: los sapos chorotis suelen ser de barro cocido con una mezcla de polvo de hueso lo que le da un matiz (casi una "pátina") singular: de volúmenes curvos tal "pátina" resalta las curvaturas al suavizar ópticamente toda posible rectilinealidad.

Por su parte los "sapos invocantes" de los chané llegan a sorprender por lo logrado con la sencillez de sus formas (muchas veces una especie de óvalo "parado" y algo aplastado que tiene una gran abertura arriba, la de la boca, y unas cintas añadidas de cerámica fungiendo como leves patas).

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