La luz y yo
La luz entró, y entró, por tu ventana. La luz te vio, y te vi, sola en el lecho. Avanzaba la luz, nunca al acecho, me adelantó. Qué espléndida mañana.
Era la luz extensa caravana, paso a paso en tu piel, y mi derecho seguir su ruta, a lo ancho y a lo estrecho, por cada cuenca explícita o arcana.
Ah, la complicidad resplandeciente de la luz y mi afán sobre el yacente carnaval de tu vírtigo y mi audacia.
Media mañana fue, conspiradora con la luz y conmigo, y a deshora, cuando te amó otra vez, llena de gracia.
Los Angeles, 28 de septiembre de 2010
Francisco Alvarez Hidalgo
|