La tierra y la mujer
Mientras tiene luz el mundo y despierto está mi niño, por encima de su cara, todo es un hacerse guiños.
Guiños le hace la alameda con sus dedos amarillos, y tras de ella vienen nubes en piruetas de cabritos...
La cigarra, al mediodía, con el frote le hace guiño, y la maña de la brisa guiña con su pañalito.
Al venir la noche hace guiño socarrón el grillo, y en saliendo las estrellas, me le harán sus santos guiños...
Yo le digo a la otra Madre, a la llena de caminos: "¡Haz que duerma tu pequeño para que se duerma el mío!".
Y la muy consentidora, la rayada de caminos, me contesta: «¡Duerme al tuyo para que se duerma el mío!».
Gabriela Mistral.
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