SONETO XI
Hermosas ninfas, que, en el río metidas, contentas habitáis en las moradas de relucientes piedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas;
agora estéis labrando embebecidas o tejiendo las telas delicadas, agora unas con otras apartadas contándoos los amores y las vidas:
dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando,
que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá despacio consolarme.
Garcilaso de la Vega.
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