Una mujer no es una flor que puedes llevar a casa
por una temporada, para admirarla, cuidarla
y lucirla orgulloso sólo mientras está fresca.
Una mujer no es una flor, para que después
de disfrutar de su lozanía su aroma
y sus colores, la dejes cuando esté marchita.
Si tú ya tienes compañera y está en casa,
será, sin duda, para toda la vida
entonces hazla feliz y agradece a Dios
por dejarte vivir a lado de la mujer que amas
millones de hombres que no tienen esa dicha,
darían la vida por lograrlo.
Pero el tiempo lo destruye todo
con los años la belleza de tu amada ya no será la misma
su alma estará intacta o tal vez haya enriquecido,
pero tú comenzarás a verla de otra manera
y es que su juventud poco a poco se irá alejando.
Cuando eso suceda, ojalá recuerdes que ella
no es una flor
que llevaste a casa por una temporada
que es la mujer que despertó en ti el más noble
de los sentimientos
la misma jovencita que elegiste para formar un hogar;
y que ella dejando todo se fue contigo.
Ojalá que el amor en su plenitud
te haga seguir a su lado para siempre,
juntos como Dios manda, hasta el final del camino
amándola como merece sin soberbias de juventud
porque para entonces tú también habrás envejecido.